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Y entonces, de pronto, la tortura literaria terminу. Miles contuvo el impulso de aplaudir. Por lo visto Eso-No-Se-Hacнa. El mayordomo saliу al escenario, hizo otro gesto enigmбtico y todos se arrodillaron de nuevo; el Emperador y sus guardias se retiraron, seguidos por las burbujas de las consortes, los gobernadores de satrapнas y sus ghemoficiales. Despuйs, todos los demбs quedaron libres… para ir al baсo inmediatamente, supuso Miles.

Tal vez la raza haut se habнa librado de los significados y las funciones de la sexualidad, pero seguнan siendo lo suficientemente humanos para que el momento de la comida fuera parte de las ceremonias bбsicas de la vida. A la manera cetagandana, por supuesto. Las bandejas de carne venнan transformadas en esculturas florales. Las hortalizas parecнan crustбceos y la fruta, pequeсos animales. Miles mirу pensativo el plato de arroz hervido de la mesa principal. Todos y cada uno de los granos estaban convertidos en un elaborado esquema en espiral… un trabajo hecho a mano, evidentemente. La sorpresa lo dejу momentбneamente helado. Controlу la impresiуn y tratу de concentrarse de nuevo en el asunto que tenнa entre manos.

Los refrescos informales — informales, dentro de los niveles del Jardнn Celestial— se sirvieron en un largo pabellуn abierto hacia el jardнn, donde en ese momento lucнa una tibia luz vespertina que invitaba a la relajaciуn. Las hautladies se habнan ido a otra parte con sus burbujas, tal vez a algъn lugar donde pudieran bajar de las sillas y comer. El grupo barrayarйs fue a parar al mбs exclusivo de los sitios de alimentaciуn pospoesнa que se hubiera dispuesto en el Jardнn Celestial. El emperador en persona se alimentaba en alguna parte de ese elegante edificio. Miles no tenнa la menor idea de cуmo habнa conseguido Vorob'yev que los admitieran allн, pero desde luego el hombre se merecнa una recomendaciуn por entrega al servicio mбs allб de lo que dicta el deber. Era evidente que Maz, con los ojos iluminados, la mano sobre el brazo del embajador de Barrayar, se sentнa en alguna especie de paraнso del sociуlogo.

— Allб vamos — murmurу Vorob'yev y Miles levantу la cabeza. El grupo del haut Este Rond entraba en el pabellуn atestado de gente. Los otros haut, que no sabнan cуmo comportarse con esos intrusos extranjeros, habнan tratado de fingir que los barrayareses eran invisibles. Este Rond no podнa hacerlo. El corpulento gobernador, vestido de blanco, con su ghemgeneral maquillado y uniformado a un lado, se detuvo para saludar a sus vecinos de Barrayar.

Detrбs del ghemgeneral de Rond avanzaba una mujer vestida de blanco, extraсa en esa reuniуn masculina. El cabello rubio, casi plateado, le bajaba por la espalda en una cola con vueltas hasta los tobillos y permanecнa de pie con los ojos bajos, sin hablar. Era mucho mбs vieja que Rian pero ciertamente era haut… Dios… quй bien llevaban los aсos… Seguramente era la esposa del ghemgeneral de Rond… cualquier oficial destinado a tan alto rango planetario habrнa esperado ganar a una hautmujer hacнa ya tiempo.

Maz le estaba haciendo a Miles alguna especie de seсal urgente, un temblor leve y un ЎNo, no! formado con los labios, sin voz. Quй le estaba tratando de decir? La hautesposa no hablaba a menos que le hablaran… Miles nunca habнa visto a nadie que expresara con el lenguaje corporal una reserva tan extraordinaria, una contenciуn tan grande, ni siquiera la haut Rian.

El gobernador Rond y Vorob'yev intercambiaron elaborados saludos y Miles supuso que Rond habнa sido la vнa de entrada a la ceremonia. Vorob'yev terminу su golpe diplomбtico presentando a Miles:

— El teniente muestra un interйs gratificante por los principales aspectos de la cultura cetagandana — dijo y lo recomendу a la atenciуn del gobernador.

El haut Rond asintiу, cordial; por lo visto, cuando Vorob'yev recomendaba a alguien, hasta los hautlores cetagandanos lo tomaban en cuenta.

— Me mandaron a aprender tanto como a servir, seсor. Para mн es un deber y un placer hacerlo… — Miles ofreciу al hautgobernador una ceremoniosa reverencia-. Y debo decir que realmente estoy teniendo experiencias muy educativas. — Procurу que la sonrisa alerta y aguda le diera un doble sentido a sus palabras.

Rond sonriу con frialdad. Pero claro, si Este Rond era lord X, tenнa que ser frнo. Intercambiaron unas palabras mбs sobre la vida diplomбtica, y despuйs, Miles se aventurу a decir:

— Serнa usted tan amable de presentarme al gobernador haut Ilsum Kety, haut Rond?

Una sonrisa con el filo de una hoja de afeitar asomу en los labios de Rond mientras recorrнa la habitaciуn con la vista para buscar a su colega gobernador y superior genйtico.

— Claro, claro, lord Vorkosigan. — Ya que estaba obligado a atender a esos extranjeros, supuso Miles, Rond se alegrarнa de compartir la carga de vergьenza con otros.

Lo llevу como un pastor a una oveja. Vorob'yev se quedу hablando con el ghemgeneral de Rho Ceta, que estaba profesionalmente muy interesado en sus potenciales enemigos. Le dirigiу una mirada de advertencia a Miles, no del todo admonitoria, sуlo una arruga entre las cejas. Miles abriу la mano a un costado, en una promesa: Me portarй bien…

Apenas quedaron mбs allб de los oнdos y la vista del embajador, Miles le murmurу a Rond:

— Sabemos lo de Yenaro… espero que usted estй al corriente…

— Cуmo dice? — dijo Rond en un tono de ignorancia bastante realista.

Luego llegaron hasta el grupito del haut Ilsum Kety.

De cerca, Kety parecнa todavнa mбs alto y delgado que desde el escenario, en la lectura de los poemas. Tenнa los rasgos aguzados y frнos tнpicos del molde haut: las narices aguileсas habнan estado de moda desde que Fletchir Giaja subiу al trono. Un poco de plata en las sienes hacнa resaltar el cabello oscuro. Como el hombre no tendrнa mбs de cuarenta aсos y era haut de pies a cabeza… Dios, claro… El toque de escarcha era perfecto, pero tenнa que ser artificial. Miles lo notу y le pareciу divertido, aunque disimulу cuidadosamente ese sentimiento. En un mundo en el que los viejos lo tenнan todo, un aspecto juvenil no tenнa ventajas sociales cuando se era joven de verdad.

Kety tambiйn tenнa un ghemgeneral con una esposa haut a un costado, esperбndolo. Miles tratу de que sus ojos no lo traicionaran. Ella era extraordinaria incluso dentro de los niveles de los haut. Tenнa el cabello de un color chocolate espeso, una melena brillante, separada por una raya en medio y reunida en una trenza gruesa que le bajaba por la espalda hasta tocar el suelo. Su piel tenнa el color de la crema de vainilla. Los ojos, que se abrieron un poco al observar a Miles, eran grandes y lнquidos, de un color canela claro sorprendente. Un aspecto delicioso, casi comestible. No era mayor que Rian. Miles agradeciу en silencio su anterior exposiciуn a Rian, que le permitiу mantenerse de pie y no arrodillarse frente a ella.

Ilsum Kety no tenнa tiempo que perder en un extranjero, eso era evidente, pero por alguna razуn no querнa ofender a Rond, o tal vez no se atrevнa del todo; Miles logrу intercambiar un saludo formal con йl. Rond aprovechу la oportunidad para sacarse de encima al barrayarйs y escapar hacia la mesa donde habнan servido la comida.

El irritado Kety no tuvo mбs remedio que asumir el papel de anfitriуn. Miles tomу el asunto entre sus manos y le hizo una breve reverencia al ghemgeneral de Kety. Por lo menos, el general tenнa la edad que en Cetaganda se consideraba apropiada para su puesto, es decir, una edad avanzada.

— General Chilian, seсor. Lo estudiй a usted en Historia. Es un honor conocerlo en persona. A usted y a su hermosa mujer. Creo que no sй su nombre… — Miles sonriу a la hautmujer, esperanzado.

Las cejas de Chillan, que estaban alzadas, se reunieron ahora en un gesto leve de enojo.

— Lord Vorkosigan — dijo rбpidamente. Pero no se dio por aludido con respecto a la hautlady.

Despuйs de mirar a Miles con disgusto, ella permaneciу de pie como si no estuviera allн, o mбs bien como si no quisiera estar. Los dos hombres la trataban como si fuera invisible.

Si Kety era lord X, quй estarнa pensando en ese momento, acorralado por aquel extranjero que йl querнa convertir en su vнctima? Habнa metido el cilindro en el vehivaina de Barrayar, habнa ordenado a Ba Lura que le dijera a Rian que Miles habнa robado el cilindro, habнa matado a su cуmplice y ahora esperaba los resultados.

Y el resultado era… un silencio sobrecogedor. Aparentemente Rian no habнa hecho nada, no habнa dicho ni una sola palabra a nadie. Se preguntarнa Kety si al fin y al cabo no habrнa sido mejor mantener a Ba Lura con vida un poco mбs de tiempo, hacerlo confesar? Seguramente la situaciуn era muy difнcil de entender para ese hombre. Pero ese rostro haut no revelaba absolutamente nada, no lo perturbaba ni una sola mueca. Claro que tambiйn tendrнa la expresiуn serena si fuera completamente inocente

Miles sonriу con afabilidad

— Entiendo que tenemos una aficiуn en comъn, gobernador — ronroneу.

— Ah, sн? — dijo Kety sin entusiasmo

— Sн, el interйs por objetos reales cetagandanos. Esos artefactos tan… tan fascinantes y evocativos… toda la historia y la cultura de la raza haut esta en ellos, no le parece? Y su futuro tambiйn.