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Kety lo mirу sin expresiуn

— No me parece que eso pueda considerarse un pasatiempo… No me parece un pasatiempo adecuado para un extranjero

— Todo oficial debe conocer a sus enemigos

— No tengo comentarios al respecto… Esas tareas son asunto de los ghem.

— Como su amigo lord Yenaro? Un hilo muy frбgil para que usted se apoye en йl, gobernador. Creo que no tardarб en descubrirlo.

La arruga de la frente de Kety se hizo mбs profunda.

— Quiйn?

Miles suspirу y experimentу el incontrolable deseo de inundar todo el pabellуn con pentarrбpida. Los haut se controlaban tanto… daba la impresiуn de que mentнan constantemente.

— Me preguntaba, haut Kety, si serнa usted tan amable de presentarme al gobernador haut Slyke Giaja. Como yo tambiйn soy pariente de mi emperador, siento que йl estб en un lugar muy semejante al mнo en Cetaganda.

El haut Kety parpadeу, sorprendido. La sorpresa lo llevу a la honestidad.

— Dudo que Slyke comparta su opiniуn… — Por su mirada parecнa estar calculando el disgusto que sentirнa el prнncipe Slyke Giaja cuando le impusieran la presencia del extranjero y comparбndolo con el alivio que sentirнa йl cuando se librara de Miles. Sus propios intereses inclinaron la balanza. El haut Kety hizo un gesto al ghemgeneral Chilian y lo despachу a conseguir el permiso del prнncipe para la transferencia. Con una despedida amable y un murmullo de agradecimiento, Miles se alejу tras los. pasos del ghemgeneral, con la esperanza de aprovechar cualquier indecisiуn para seguir con su misiуn. Los prнncipes imperiales no eran famosos por ponerse a disposiciуn de todo el mundo. En eso, eran peores que los hautgobernadores.

— General… si el haut Slyke no tiene tiempo para atenderme… le darнa usted un mensaje corto de mi parte? — Miles tratу de mantener la voz tranquila a pesar de los pasos vacilantes y rбpidos que se veнa forzado a hacer para seguir al ghemgeneral; Chilian no se estaba esforzando en caminar despacio en consideraciуn al invitado de Barrayar-. Sуlo tres palabras.

Chillan se encogiу de hombros.

— Supongo que no habrб inconveniente.

— Dнgale: Yenaro es nuestro. Nada mбs.

El general alzу las cejas cuando oyу la enigmбtica frase.

— Muy bien.

El mensaje, por supuesto, pasarнa despuйs a oнdos de Seguridad Imperial Cetagandana. A Miles no le parecнa nada mal que el organismo echara una mirada mбs atenta a lord Yenaro…

El haut Slyke Giaja estaba sentado con un grupito de hombres, ghem y haut, al otro lado del pabellуn. Habнa algo extraсo en el grupo y era que incluнa tambiйn una burbuja blanca, que flotaba cerca del prнncipe. Junto a ella habнa una ghemlady que Miles reconociу enseguida, a pesar del volumen formal de las ropas blancas que tenнa puestas: la mujer que habнa ido a buscarlo a la fiesta de Yenaro. La ghemujer le dirigiу una mirada, fijу la vista un segundo y luego mirу a otro lado con decisiуn. Quiйn estaba en la burbuja? Rian? La consorte de Slyke? Otra persona?

El ghemgeneral de Kety se inclinу para murmurarle algo en el oнdo. Slyke Giaja echу una mirada a Miles, frunciу el ceсo y meneу la cabeza. Chillan se encogiу de hombros y se inclinу para murmurar de nuevo. Miles, que veнa cуmo se le movнan los labios, distinguiу su mensaje o algo parecido: la palabra Yenaro fue muy clara en esos labios. La cara de Slyke no traicionу ningъn sentimiento. El hautgobernador hizo un gesto al ghemgeneral para que se fuera.

El general Chilian volviу junto a Miles.

— El haut Slyke estб demasiado ocupado para verlo en este momento — informу en un tono de voz tranquilo.

— Gracias de todos modos — entonу Miles, en el mismo tono. El general hizo un gesto y volviу junto a su amo.

Miles mirу a su alrededor, preguntбndose cуmo abordarнa al siguiente gobernador. El de Mu Ceta no estaba presente: probablemente se habнa ido directamente desde el jardнn a dormir la siesta.

Mia Maz se acercу a Miles, navegando por la fiesta con una sonrisa y mucha curiosidad en los ojos.

— Alguna conversaciуn interesante, lord Vorkosigan? — preguntу.

— Por ahora no — admitiу йl con tristeza-. Y usted?

— No quiero presumir. Lo que hice fue escuchar.

— Se aprende mбs escuchando.

— Sн. Escuchar es el golpe conversacional invisible. Me siento bastante inteligente.

— Y quй ha averiguado?

— El tema haut de esta fiesta es la poesнa. Estбn cortando en rebanadas finas la poesнa de los demбs segъn estrictas lнneas de anбlisis. Y quй extraсa coincidencia: todo el mundo dice que las mejores ofrendas son las de los hombres de mayor rango.

— A mн me parecieron todas iguales.

— Ah, pero usted no es haut…

— Quй querнa usted decirme hace un rato? — preguntу Miles.

— Estaba tratando de advertirle sobre un raro punto de la etiqueta cetagandana: la forma de comportarse cuando se conoce a una hautmujer y se la ve fuera de su burbuja.

— Fue la… la primera vez que vi una — mintiу Miles estratйgicamente-. Lo hice bien?

— No del todo. Verб usted, las hautmujeres pierden el privilegio de los campos de fuerza cuando se casan fuera del genoma, entre los ghem. Se convierten en… ghemujeres o algo similar. Pero la pйrdida del campo se considera una vergьenza. Asн que lo mбs amable y considerado es actuar como si la burbuja siguiera estando ahн. Nunca debe usted dirigirse a una hautesposa aunque estй de pie delante de usted. Si quiere hacerle preguntas, tiene que hacйrselas a travйs de su esposo y esperar que йl transmita las respuestas.

— Yo… no le dije nada a ninguna de esas mujeres.

— Claro, muy bien, pero lamento decir que las mirу a la cara, y eso tampoco es correcto.

— Yo creн que los hombres se estaban portando como bestias y que no las incluнan en la conversaciуn por desprecio.

— Claro que no. Eran de lo mбs caballerosos. Al estilo cetagandano.

— Ah. Por la forma en que se comportan, esas mujeres podrнan estar dentro de las burbujas. Burbujas virtuales, dirнa yo.

— Йsa es la idea… sн.

— Y lo mismo es aplicable a las hautmujeres que sн tienen burbujas… cuando no las llevan?

— No tengo ni idea. No puedo imaginarme a una hautmujer hablando cara a cara con un extranjero.

Miles notу una presencia fantasmal junto a su codo y, tratу de no saltar por el aire. Era ba como-se-llamara, ayudante de Rian Degtiar, que habнa recorrido la habitaciуn sin causar una sola onda de interйs entre los invitados. El corazуn de Miles se acelerу inmediatamente, reacciуn que tratу de disimular con un asentimiento de cabeza.

— Lord Vorkosigan. Mi seсora quiere hablar con usted — — dijo la voz baja y tranquila.

Maz abriу mucho los ojos en un gesto de asombro.

— Gracias, serб un placer — contestу Miles-. Eh… — Mirу a su alrededor buscando al embajador Vorob'yev, que seguнa acorralado por el ghemgeneral. de Rho Ceta. Quй bien. Si no le pedнa permiso, tampoco podrнa negбrselo-. Maz, podrнa usted decirle al embajador que he ido a encontrarme con una dama? Mmm… Tal vez tarde un rato. Vбyanse sin mн. Nos veremos en la embajada si es necesario.

— No creo… — empezу a decir Maz, con muchas dudas, pero Miles ya se alejaba. Le echу una mirada sobre el hombro y le dirigiу un gesto de buen humor mientras seguнa al ba hacia el jardнn.

9

Miles avanzу tras los pasos de su guнa ba, que caminaba con rostro inexpresivo, evitando cualquier comentario gestual sobre los asuntos de su seсora. Anduvieron un rato por los sinuosos senderos del jardнn, rodearon un par de estanques y siguieron exquisitos arroyos artificiales. Miles casi se detuvo con la boca abierta frente a un parque color verde esmeralda poblado por una bandada de pavos reales rojos como rubнes y diminutos como ruiseсores. Mбs adelante, en un lugar soleado sobre una especie de pequeсo risco, Miles vio algo parecido a un gato esfйrico, o tal vez una especie de flores con piel de gato, suave, blanco… sн, eso era un animal; un par de ojos azul turquesa parpadearon una vez, mirбndolo desde la piel blanca, y volvieron a cerrarse en un gesto de absoluta indolencia.

Miles no hizo preguntas, no tratу de entablar una conversaciуn, Tal vez en su viaje anterior al jardнn Celestial, cuando era sуlo uno mбs entre miles de enviados galбcticos, Seguridad Imperial Cetagandana no lo estaba monitoreando, pero ahora las cosas habнan cambiado. Rezу porque Rian tomara las mismas precauciones. Lisbet lo habrнa hecho. Esperaba que Rian hubiera heredado los procedimientos y zonas de seguridad de Lisbet, junto con la Gran Llave y la misiуn genйtica.

Una burbuja blanca esperaba en un claustro medio oculto. Miles vio que su guнa se inclinaba ante ella y se retiraba.

Miles carraspeу.

— Buenas tardes, milady. Deseaba usted verme? Cуmo puedo servirla? — Mantuvo el saludo lo mбs general posible. No sabнa lo que habнa dentro de esa maldita esfera opaca. Podнa ser el ghemcoronel Benin y un filtro de voz… por ejemplo.