Выбрать главу

— Eso… es… horrible, claramente horrible — dijo Ivan, indignado.

En cada vaina habнa un gatito encogido como un bulto, cabeza abajo, el pelaje largo, sedoso y blanco se esponjaba como un sol alrededor de la cara felina: un hermoso marco para las orejas y los bigotes y los brillantes ojos azules. Ivan levantу la mano hacia uno y tirу de la rama para examinarlo de cerca. Tratу de acariciar a la criatura con cuidado; el gato lo tocу con dos suaves garras juguetonas y blancas.

— Un gatito como йste tendrнa que estar jugando con un ovillo, en el cйsped, y no pegado a un бrbol para darle unos puntos a una ghemputa… — opinу Ivan con furia. Mirу a su alrededor. Por el momento estaban solos; nadie los observaba.

— Mmmm… no estoy seguro de que estйn pegados — dijo Miles-. Espera, no creo que…

Tratar de impedir que Ivan rescatara un gatito de un бrbol era tan imposible como tratar de evitar que soltara un piropo ante una mujer bonita. Para йl era como un acto reflejo. Por el brillo que veнa en sus ojos, era evidente que estaba decidido a liberar a todas las pequeсas vнctimas para que despuйs jugaran con las rosas trepadoras.

Ivan arrancу la fruta de la rama. El gatito emitiу un gemido, tuvo una convulsiуn y quedу inmуvil.

— Gatito, gatito… — susurrу Ivan, asustado, con los labios junto a la mano donde sostenнa la fruta como en una copa. Un alarmante hilillo de lнquido rojo corrнa por la muсeca del salvador desde el tallo roto.

Miles colocу las hojas en forma de corazуn alrededor del… «cadбver» le parecнa la mejor palabra. La bestia no tenнa cuartos traseros. Dos patas rosadas y desnudas se fundнan con la vaina misma.

— … No creo que estйn maduros, Ivan…

— ЎEso es horrible, horrible! — jadeу Ivan furioso, pero no lo dijo en voz muy alta. Por consentimiento mutuo y sin mediar palabra, se alejaron silenciosamente del бrbol gato y doblaron otra curva. Ivan mirу frenйtico a su alrededor, buscando un lugar para dejar el pequeсo cadбver y poner distancia entre йl y su pecado-. ЎGrotesco!

Miles contestу, pensativo:

— Ah, no estoy seguro. Si te paras a pensarlo, no es mбs grotesco que el mйtodo primitivo. Quiero decir, alguna vez has visto una gata dando a luz?

Ivan se cubriу una mano con la otra y lo mirу, furioso. El oficial de protocolo estudiу el horror de lord Vorpatril con una mezcla de exasperaciуn y simpatнa. Miles pensу que si Vorreedi hubiera conocido a Ivan a fondo, la proporciуn entre la primera emociуn y la segunda habrнa sido distinta, pero Vorreedi se limitу a decir:

— Milord… desea usted que yo me encargue de eso… discretamente?

— Ah, sн, sн, por favor — dijo Ivan, muy aliviado-. Si no es molestia… — Puso la vaina inerte sobre la mano del oficial de protocolo, que la escondiу dentro de un paсuelo y se la guardу en el bolsillo.

— Quйdense aquн. Enseguida vuelvo — dijo y se alejу a destruir la evidencia del crimen.

— Excelente, Ivan — gruсу Miles-. Espero que a partir de ahora mantengas las manos en los bolsillos.

Ivan se limpiу la sustancia pegajosa que le cubrнa la palma con el paсuelo, escupiу sobre la mano y volviу a sacudirla. Fuera, fuera, mancha maldita…

— No empieces a hacer ruiditos como mi madre. No ha sido culpa mнa… Las cosas eran un poco mбs complicadas de lo que yo suponнa. — Ivan se metiу el paсuelo en el bolsillo y mirу a su alrededor, con el ceсo fruncido-. Todo esto no me gusta nada. Quiero volver a la embajada.

— Tienes que quedarte hasta que yo me encuentre con mi contacto.

— Y cuбndo piensas que…?

— Pronto, creo yo.

Caminaron juntos, despacio, hasta el final del pasillo donde otro pequeсo balcуn ofrecнa una vista de la siguiente secciуn.

— Mierda — dijo Ivan.

— Quй? — preguntу Miles, rastreando con la mirada. Se estirу de puntillas pero no consiguiу ver el lugar que habнa suscitado la protesta de su primo.

— Nuestro amiguito Yenaro estб aquн. Dos niveles mбs abajo, hablando con unas mujeres…

— Podrнa… podrнa ser una simple coincidencia. Este lugar estб lleno de ghemlores: esta tarde entregan los premios. Un galardуn en esta, competiciуn implica un honor para el clan y naturalmente los hombres quieren estar presentes. Este tipo de… cosa artнstica seguramente les gusta mucho, estб dentro de sus fantasнas, supongo.

Ivan levantу la ceja.

— Quieres apostar?

— No.

Ivan suspirу.

— No creo que haya forma de tomar la iniciativa.

— No sй. Pero mantйn los ojos bien abiertos…

— Claro.

Miraron a su alrededor. Una ghemlady madura y digna se les acercaba por el sendero. Dirigiу a Miles un gesto de reconocimiento casi amistoso. Abriу la palma de la mano y le mostrу un pesado anillo con el dibujo del pбjaro en filigrana. Estaba lleno de cуdigos complejos.

— Ahora? — preguntу Miles con tranquilidad.

— No. — Su voz bien modulada tenнa un tono agudo, pero no chillуn—. Dentro de media hora, en la entrada oeste.

— Tal vez no pueda ser muy puntual.

— No importa. Le esperarй — dijo ella y siguiу adelante.

— Mierda — dijo Ivan, despuйs de un momento de silencio-. De verdad piensas hacerlo? Ten mucho cuidado, me oyes?

— Ah, sн.

Al parecer, el oficial de protocolo se estaba tomando todo el tiempo del mundo para encontrar la unidad de eliminaciуn de basura mбs cercana, pensу Miles. Pero justo cuando se estaba poniendo nervioso y pensaba en ir a buscarlo йl mismo, Vorreedi reapareciу caminando hacia ellos con rapidez. La sonrisa de bienvenida que les dirigiу parecнa un poco forzada.

— Seсores — dijo-. Ha surgido un imprevisto. Voy a tener que abandonarles por un rato. Quйdense juntos y no salgan de este edificio, por favor.

Perfecto. Tal vez,

— Quй clase de imprevisto? — preguntу Miles-. Hemos visto a Yenaro.

— El bromista? Sн. Sabemos que estб aquн. Mis analistas lo consideran mбs una molestia que un autйntico peligro. Tengo que dejarlos. Defiйndanse de йl como puedan. Pero mi hombre de perнmetro, uno de los mбs inteligentes que tengo, ha descubierto a otro individuo. Un profesional.

En ese contexto, la palabra profesional significaba asesino profesional o algo por el estilo. Miles hizo un gesto de comprensiуn. Йl tambiйn estarнa alerta.

— No sabemos por quй estб aquн — siguiу explicando Vorreedi-. He pedido refuerzos, y ya estбn en camino. Mientras tanto, nos proponemos… bueno, dejarnos caer por ahн, sorprenderlo y tener una charla…

— La pentarrбpida es ilegal aquн para los cuerpos que no pertenecen a la policнa y los imperiales… no es cierto?

— Dudo que esta persona quiera presentar una queja a las autoridades — murmurу Vorreedi, con una sonrisa levemente siniestra.

— Diviйrtase, seсor.

— Tengan cuidado. — El oficial de protocolo hizo un gesto con la cabeza y se alejу despacio, como si no tuviera un destino fijo.

Miles e Ivan siguieron caminando y se detuvieron para admirar unas flores — con raнces— que tenнan aspecto de sentirse menos inseguras sobre su pertenencia al reino vegetal. Miles contaba los minutos mentalmente. Si se separaba de su primo al cabo de unos minutos, se encontrarнa con su contacto justo a tiempo.

— Bueno, bueno, hola, encanto — chillу una voz musical a sus espaldas.

Ivan girу en redondo un segundo antes que Miles. Lady Arvin y lady Benello estaban de pie en el sendero con los brazos enlazados. Se separaron y… a Miles le pareciу que la palabra correcta era fluyeron a ambos lados de Ivan.

— Encanto? — murmurу Miles, divertido.

Ivan le dedicу una mirada furiosa antes de volverse hacia sus conocidas.

— Supimos que estaba usted aquн, lord Ivan — siguiу diciendo la rubia, lady Arvin. La alta lady Benello asintiу y la cascada de sus rizos бmbar se sacudiу con el movimiento-. Quй tiene usted pensado para mбs tarde?

— Ah… no tengo planes… — dijo Ivan, con la cabeza siempre en movimiento mientras trataba de dividir su atenciуn en dos mitades exactas.

— Aaahhh — suspirу lady Arviri-. Tal vez entonces acceda a cenar con nosotros, en mi casa.

Lady Benello la interrumpiу.

— O, si no estб de humor para la ciudad, conozco un sitio no muy lejos, un lago. Cada cliente recibe una islita propia y se le sirve un picnic… al aire libre. Es muy, muy privado.

Las dos mujeres sonrieron; se repelнan mutuamente. Ivan tenнa aspecto de presa.

— No sй si sabrй decidir — contemporizу.

— Venga a ver las obras de la hermana de lady Benello mientras lo piensa, lord Ivan — sugiriу lady Arvin, con ecuanimidad.

Su mirada reparу en Miles-. Ah, usted tambiйn, lord Vorkosigan. No estamos prestando la debida atenciуn al huйsped mбs importante, creo yo. Ya hablamos de ese tema, sabe?, y despuйs de discutirlo, llegamos a la conclusiуn de que tal vez tendremos que lamentarlo. — Apretу la mano sobre el brazo de Ivan y girу para dirigir a su compaсera una sonrisa radiante, muy significativa-. Esa podrнa ser la soluciуn del dilema de lord Ivan.