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— — En la oscuridad todos los gatos son pardos? — murmurу Miles-. O todos los barrayareses?

Ivan esbozу una mueca: le habнa molestado la referencia a los felinos. Lady Arvin parecнa perpleja, pero Miles tuvo la desagradable sensaciуn de que la pelirroja entendнa la broma. Entendiera o no, se desprendiу de Ivan — el brillo en los ojos de lady Arvin, era una mueca de triunfo?— y se volviу hacia Miles.

— Claro, lord Vorkosigan. Usted sн tiene planes?

— Me temo que sн — dijo Miles con una pena no del todo fingida-. En realidad, tengo que irme en este mismo instante.

— Ahora? Ah, vamos, por lo menos, venga a ver la exposiciуn de mi hermana. — Lady Benello no le dio el brazo pero estaba dispuesta a caminar a su lado aunque eso dejara a su rival en posesiуn temporal de Ivan.

Tiempo. No estarнa mal darle al oficial de protocolo unos minutos mбs para concentrarse en su misiуn. Miles sonriу y dejу que lo arrastraran con el grupo. Lady Arvin abrнa la comitiva, llevando a Ivan como a un prisionero. A la pelirroja le faltaba la delicadeza de porcelana de la haut Rian. Pero, por otra parte, no era tan… imposible. Lo difнcil lo hacemos enseguida. Lo imposible lleva mбs tiempo…

Basta. Estas mujeres estбn usбndonos y tъ lo sabes, muchacho.

Ah. Dios, quiero que me usen, quiero que me usen…

Vamos, vamos, Miles, concйntrate.

Recorrieron el sendero y bajaron un nivel mбs. Lady Arvin girу hacia un pequeсo espacio abierto resguardado por бrboles en macetas. Tenнan las hojas brillantes, como joyas, pero eran sуlo un marco para lo que habнa en el centro del cнrculo. La obra principal era un poco confusa, desde el punto de vista artнstico. Parecнa estar compuesta de tres rollos de brocado que formaban suaves espirales desde lo alto de un poste de la altura de un hombre hasta la alfombra. La alfombra, densa, circular, era un eco de los verdes de los бrboles, en un esquema complejo y abstracto.

— Alerta — murmurу Ivan.

— Ya lo he visto — jadeу Miles.

Lord Yenaro, de negro, sonriente, estaba sentado en uno de los pequeсos bancos curvos que enmarcaban el lugar.

— Dуnde estб Veda? — preguntу lady Benello.

— Acaba de salir — dijo Yenaro mientras se levantaba y saludaba a todos.

— Lord Yenaro ayudу un poquito a mi hermana Veda en su trabajo para la exposiciуn confesу lady Benello a Ivan y Miles.

— Ah, sн? — dijo Miles, mirando a su alrededor y preguntбndose dуnde estarнa la trampa esa vez. No la veнa-. Y… de quй se trata esto?

— Ya sй que no tiene un aspecto muy impresionante — dijo lady Benello, a la defensiva-, pero tampoco lo pretende. La gracia esta en el olor. La tela emite un perfume que cambia segъn el humor de quien la lleva. Todavнa me pregunto si no habrнa sido mejor que la mostrara en un vestido completo. — Este ъltimo comentario parecнa dirigido a Yenaro-. Podrнamos hacer que uno de los criados se pusiera de pie aquн y posara todo el dнa.

— Habrнa sido demasiado comercial — objetу Yenaro-. Esto nos darб mayor puntuaciуn.

— Y… mmm, estб vivo? — dijo Ivan, con muchas dudas.

— Las glбndulas del perfume estбn tan vivas como las sudorнparas de su piel, lord Vorpatril — asegurу Yenaro-. Pero tiene usted razуn, esto resulta un poco estбtico. Acйrquese y haremos una demostraciуn de los efectos.

Miles husmeу el aire mientras en su paranoia, que se habнa despertado y lo atenazaba, lleno de terror, trataba de individualizar cada una de las molйculas volбtiles que llegaban a sus fosas nasales. La cъpula de la exposiciуn estaba saturada de perfumes de todo tipo y todos bajaban por la ladera, por no mencionar los perfumes de las ghemladies y los de Yenaro. Pero el brocado parecнa emitir una mezcla agradable de aromas. Ivan hizo caso omiso a la invitaciуn de Yenaro y no se acercу. Aparte de los perfumes, habнa algo mбs, un leve toque, una aspereza untuosa…

Yenaro levantу una jarra del banco y avanzу hacia el poste.

— Mбs zlati? — murmurу Ivan con sequedad.

El reconocimiento y la memoria zumbaron en la mente de Miles, y lo asaltу una oleada de adrenalina que casi le dejу en seco el corazуn. Se lanzу en una carrera desenfrenada.

— ЎLa jarra, Ivan! ЎNo dejes que la tire al suelo!

Ivan tomу la jarra. Yenaro entregу el objeto con expresiуn de sorpresa.

— ЎVamos, lord Ivan!

Miles dejу caer una gota en la alfombra y oliу el aire desaforadamente. Sн.

— Quй estб haciendo? — preguntу lady Benello, casi riendo-. ЎLa alfombra no tiene nada que ver…

Ah. sн que tiene que ver…

— Ivan — dijo Miles con urgencia, levantбndose-. Dame eso… cuidado, cuidado… y dime lo que hueles ahн abajo.

Miles tomу la jarra con mucha mбs ternura que a una canasta de huevos reciйn recogidos. Ivan, con mirada asombrada, hizo lo que le pedнa su primo. Oliу: pasу la mano por la alfombra y se llevу las manos a los labios. Se puso blanco como el papel. Miles se dio cuenta de que habнa llegado a la misma conclusiуn que йl. Su primo se dio vuelta y siseу:

— ЎAsterzina!

Miles caminу de puntillas alejбndose de la alfombra, levantу la tapa de la jarra y oliу de nuevo. Un leve olor a vainilla y naranja, un poco rancio, se elevу desde el lнquido. El olor que esperaba.

Yenaro lo hubiera derramado todo, por supuesto. A sus propios pies. Con lady Benello y lady Arvin de pie a un lado. Miles pensу en el destino de la ъltima herramienta del prнncipe Slyke, Ba Lura. No. Yenaro no lo sabe. Tal vez odie a los barrayareses, pero no estб tan loco. Le han tendido una trampa, igual que a nosotros. A la tercera va la vencida…

Cuando Ivan se puso de pie con la mandнbula tensa y los ojos ardiendo, Miles le hizo un gesto y le entregу la jarra. Ivan la tomу con cuidado, nervioso, y retrocediу otro paso. Miles se inclinу y arrancу unos hilos del borde de la alfombra. Los hilos se estiraron y finalmente se rompieron, como si fueran de goma. Eso confirmу sus suposiciones.

— ЎLord Vorkosigan! — objetу lady Arvin, con las cejas alzadas en una expresiуn de asombro divertido, ante ese comportamiento bбrbaro.

Miles llevу los hilos a Ivan y los cambiу por la Jarra. Despuйs, volviу la cabeza bruscamente hacia Yenaro.

— Trбelo… Discъlpenme, seсoras… Cosas de hombres…

Para su sorpresa, esa frase funcionу. Lady Arvin arqueу las cejas y aceptу, aunque lady Benello hizo una especie de mohнn. Ivan puso una mano sobre el antebrazo de Yenaro y lo guiу fuera del бrea de la exposiciуn de Veda. Su mano se endureciу hasta convertirse en amenaza silenciosa cuando Yenaro tratу de desprenderse. Yenaro tenнa la cara furiosa y los labios tensos; parecнa un poquito avergonzado.

Encontraron un lugar vacнo unos pocos espacios mбs abajo. Ivan se puso de pie en la entrada del cubнculo con su prisionero, los dos con la espalda hacia el sendero para que Miles fuera visible desde fuera. Miles puso la jarra en el suelo, se enderezу y se dirigiу a Yenaro con un gruсido ronco:

— Le voy a hacer una demostraciуn. Esto es lo que iba a suceder hace unos minutos. Lo ъnico que quiero saber es si usted sabнa lo que pasarнa.

— No sй de quй me estб hablando — ladrу Yenaro-. ЎSuйlteme, cerdo!

Ivan no apartу la mano y frunciу el ceсo, furioso.

— Primero la demostraciуn, amigo.

— Muy bien. — El suelo era de algъn tipo de mбrmol artificial y no parecнa inflamable. Miles sacudiу los hilos que tenнa en la mano e hizo un gesto para que Ivan y Yenaro se acercaran. Esperу hasta que no hubo nadie en el sendero y dijo-: Yenaro. Tome dos gotas de ese lнquido inocuo que usted sacudнa a diestro y siniestro y rocнelas sobre esto.

Ivan obligу a Yenaro a arrodillarse junto a Miles. El ghemlord, con una mirada frнa a sus captores, metiу la mano en la jarra y acatу las уrdenes.

— Si usted cree que…

Lo interrumpiу un brillo sъbito y una ola de calor que quemу las cejas de Miles. Por suerte, el ruido, suave, se desvaneciу contra los cuerpos que rodeaban los hilos. Yenaro se quedу helado, mirando.

— Y eso fue sуlo un gramo — siguiу diciendo Miles-. Esa alfombra bomba tenнa… cuбnto? Cinco kilos? Estoy seguro de que usted lo sabe, la trajo usted personalmente. Con el catalizador habrнa estallado y se habrнa llevado toda esa parte de la cъpula, a mн, a usted, a las damas… habrнa sido lo mбs impresionante de la exposiciуn, se lo aseguro.

— Esto es una trampa — mascullу Yenaro entre dientes.

— Ah, sн, es una trampa. Pero esta vez tambiйn usted se habrнa contado entre las vнctimas. Usted no tiene entrenamiento Militar, verdad? De lo contrario, con su excelente olfato lo habrнa reconocido. Asterzina sensibilizada. La trampa perfecta. Se puede teсir, modificar, copiar el aspecto de cualquier cosa con ella. Y es totalmente inocua hasta que entra en contacto con el catalizador. Cuando eso ocurre… — Miles hizo un gesto hacia la mancha negra sobre el piso blanco-. Se lo preguntarй de otra forma, Yenaro. Quй efecto le dijo que tendrнa su buen amigo el hautgobernador?