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— Bue… — Yenaro se quedу sin aliento. Pasу la mano sobre el residuo negro y aceitoso, despuйs se lo llevу a la nariz. Inhalу, frunciу el ceсo, despuйs se sentу sobre los talones como si experimentara una repentina debilidad. Levantу la vista para buscar la mirada de Miles-. Ah…

— La confesiуn es un consuelo para el alma. Y para el cuerpo tambiйn — dijo Ivan en tono amenazador.

Miles respirу hondo.

— Una vez mбs, Yenaro. Quй le dijeron?

Yenaro tragу saliva.

— Se… se suponнa que el lнquido liberaba un йster que simularнa los efectos del alcohol. Ustedes los barrayareses son famosos por esa perversiуn. ЎNada que no se hagan a ustedes mismos!

— Y asн, Ivan y yo nos tambalearнamos pъblicamente toda la tarde medio borrachos…

— Algo asн.

— Y usted? Ingiriу el antнdoto antes de que apareciйramos?

— No… era inocuo… se suponнa que era inocuo. Ya habнa previsto retirarme a descansar hasta que pasara… Pensй que tal vez… que tal vez serнa una sensaciуn interesante.

— Pervertido — murmurу Ivan.

Yenaro lo mirу, furioso.

— Cuando me quemй esa primera noche… Esa disculpa escrita a mano… no era completa mente fingida, me equivoco? — dijo Miles lentamente-. Usted no esperaba que las cosas fueran tan lejos.

Yenaro palideciу.

— Esperaba… pensй que tal vez los marilacanos habнa hecho algo raro con la energнa. Se suponнa que debнa producir un shock, nada grave…

— Eso le dijeron…

— Sн — susurrу Yenaro.

— Pero el zlati fue idea suya, no es cierto?

— Lo sabнa usted?

— No soy imbйcil, Yenaro.

Algunos de los ghem que pasaban dirigieron una mirada sorprendida y curiosa al grupo de tres hombres arrodillados en el suelo, pero por suerte pasaron sin hacer comentarios. Miles hizo un gesto hacia el banco mбs prуximo en la curva de un lugar reservado para la exposiciуn.

— Tengo algo que decirle, lord Yenaro, y creo que serб mejor que se siente. — Ivan llevу a Yenaro y lo empujу con firmeza para que se sentara. Despuйs de un momento de pensarlo un poco, volcу el resto del lнquido en una maceta cercana antes de ponerse de pie entre Yenaro y la salida del espacio vacнo-. No se trata de una serie de bromas graciosas contra los enviados estъpidos de un enemigo despreciable: no son cosa de risa. Lo estбn usando como instrumento en un complot de traiciуn contra el Emperador de Cetaganda. Lo van a usar, descartar y silenciar. Ya lo han hecho antes. Su ъltimo compaсero en el juego fue Ba Lura. Y supongo que ya sabe usted lo que le pasу.

Los pбlidos labios de Yenaro se abrieron un poco, pero no fue capaz de articular ni una palabra. Luego se humedeciу la boca y volviу a intentarlo.

— No puede ser. Serнa demasiado burdo. Habrнa sido mediante una guerra provocada entre su clan y los de… y observadores inocentes…

— No. Habrнa sido con una guerra provocada entre esos clanes y el suyo lord Yenaro. A usted lo designaron como baja en esta lucha. Como asesino, sн, pero no sуlo eso: tambiйn como un asesino tan incompetente que cae vнctima de su propia bomba. Alguien que sigue los pasos de su abuelo… Y quiйn iba a quedar con vida para negarlo? La confusiуn no sуlo se extiende en la capital, sino tambiйn entre su Imperio y Barrayar; mientras tanto, la satrapнa de la persona que urdiу todo el plan aprovecha para declararse independiente. No, no es tosco en absoluto. Es elegante.

— Lo de Ba Lura fue un suicidio. Me lo dijeron.

— No. Asesinato. Seguridad Imperial Cetagandana estб investigando el caso… Y lo va a resolver… Lo va a resolver, pero lamentablemente, no creo que logren completar el rompecabezas a tiempo.

— Ba Lura no cometiу traiciуn, eso es imposible… Los genes de los ha…

— A menos que creyera que actuaba con lealtad en una situaciуn deliberadamente ambigua. Todavнa tienen mucho de humano, pueden equivocarse.

No. — Yenaro levantу la vista hacia los dos barrayareses-. Tiene que creerme. Personalmente, no me importarнa que ustedes dos se cayeran por un acantilado. Pero nunca me empujarнa a mн mismo.

— Eso… eso supuse — asintiу Miles-. Pero por curiosidad, quй iba a sacar usted de este trato, ademбs de una semana divertida ridiculizando a un par de bбrbaros? O fue por amor al arte?

— Me prometiу un puesto. — Yenaro bajу la mirada-. Usted no entiende lo que es vivir sin un puesto en la capital. Sin puesto no hay posiciуn. No hay estatus. No se es… nadie. Yo ya estaba cansado de no ser nadie.

— Quй Puesto?

— Experto Imperial en Perfumerнa. — Los ojos negros de Yenaro brillaron levemente-. Sй que no resulta muy impresionante, pero me habrнa permitido la entrada al Jardнn Celestial, tal vez incluso a la presencia imperial. Habrнa trabajado… entre los mejores del imperio. Los grandes. Y sй que habrнa sido un excelente perfumista.

A Miles no le costaba mucho entender la ambiciуn aunque adquiriera formas extraсas.

— Entiendo.

Los labios de Yenaro se torcieron en una sonrisa de gratitud. Miles mirу su reloj.

— Dios, quй tarde es. Ivan… puedes ocuparte tъ de esto?

— Creo que sн.

Miles se levantу.

— Que tenga un buen dнa, lord Yenaro. Mejor que el que estaba destinado a tener. Tal vez esta tarde haya usado toda la suerte que me correspondнa en un aсo, pero desйeme un poco mбs. Tengo una cita con el prнncipe Slyke.

— Buena suerte — dijo Yenaro, con voz dubitativa.

Miles se detuvo.

— Usted estaba hablando del prнncipe Slyke, no es cierto?

— ЎNo! ЎYo hablaba del hautgobernador Ilsum Kety!

Miles se mordiу los labios y dejу escapar un siseo agudo entre los dientes. Bueno, no sй si me han jodido o me han salvado. Cuбl de las dos cosas?

— Fue Kety quien le tendiу la trampa… con todo esto?

— Sн…

Se las habrнa ingeniado Kety para enviar a su amigo y primo, el gobernador Slyke, a ver los objetos imperiales al Criadero Estrella? Otro movimiento de distracciуn? Desde luego. O no. Y bien mirado, no era posible que Slyke hubiera manipulado a Kety para que Kety manipulara a Yenaro? No podнa descartarlo. Otra vez en la casilla de salida. Mierda, mierda, mierda.

Mientras Miles dudaba y analizaba los datos, apareciу el oficial de protocolo por la curva del sendero. Su paso apurado se hizo mбs lento en cuanto descubriу a Miles e Ivan. Una mirada de alivio le cruzу el rostro. Para cuando llegу junto a ellos, proyectaba otra vez el aire de un turista, pero estudiу a Yenaro con una mirada tan penetrante como un cuchillo.

— Hola, milores. — El gesto abarcу a los tres.

— Hola, seсor — saludу Miles-. Ha mantenido usted una conversaciуn interesante?

— Extraordinaria.

— Ah… No creo que le hayan presentado formalmente a lord Yenaro, seсor. Lord Yenaro, le presento al oficial de protocolo de mi embajada, lord Vorreedi.

Los dos hombres intercambiaron gestos de reconocimiento mбs ceremoniosos. La mano de Yenaro pasу al pecho en una especie de alusiуn rбpida a una reverencia, pero no se levantу.

— ЎQuй coincidencia, lord Yenaro! — siguiу diciendo Vorreedi-. Precisamente estбbamos hablando de usted.

— Ah, sн? — preguntу Yenaro, preocupado.

— Ah… — Vorreedi se mordiу el labio, pensativo, despuйs pareciу llegar a algъn tipo de conclusiуn-. No sй si se da cuenta de que en este momento se encuentra usted en medio de una especie de vendetta, lord Yenaro.

— Yo… Ўno! Quй le hace pensar eso?

— Mmm. En general, los asuntos personales de los ghemlores no son de mi incumbencia, me intereso sуlo por los asuntos oficiales. Pero la… suerte… ha puesto en mi camino la oportunidad de hacer una buena acciуn, lord Yenaro, y no pienso desaprovecharla. Al menos por esta vez. Acabo de charlar con un… ah… caballero que, segъn me informу, habнa venido aquн para asegurarse de que usted… y ahora cito textualmente son propias palabras… de que usted no saliera del Salуn del jardнn de la Luna con vida. Fue un poco vago en cuanto al mйtodo que pensaba usar para llevar a cabo esta misiуn. Lo que me pareciу mбs raro es su identidad: el personaje en cuestiуn no es un ghem, sino que se gana la vida con su arte, un especialista. No sabнa quiйn le habнa pagado esta vez: esa informaciуn quedу muy lejos, bajo varias capas de intermediarios… Tiene usted alguna idea de quiйn podrнa estar interesado en pagar sus servicios?

Yenaro escuchу impresionado, con los labios tensos, pensativo. Miles se preguntу si el hombre estaba sacando las mismas conclusiones que йl. Supuso que sн. El hautgobernador, quien quiera que fuese, habнa enviado refuerzos. Querнa asegurarse de que nada fallara. De que Yenaro no sobreviviera a su propia bomba y pudiera acusarlo, por ejemplo.

— Yo… bueno… tengo una idea, sн.

— Podrнa usted compartirla?

Yenaro lo mirу, dubitativo.

— No en este momento.

— Como quiera. — Vorreedi se encogiу de hombros-. Dejamos al… caballero sentado en un lugar tranquilo. El efecto de la pentarrбpida desaparecerб en cuestiуn de diez minutos. Tiene usted ese tiempo para hacer… lo que considere conveniente.