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— Gracias, lord Vorreedi — dijo Yenaro con calma. Levantу la ropa negra que lo rodeaba y se puso de pie. Estaba pбlido pero mantenнa una serenidad admirable: no temblaba—. Ahora debo dejarles.

— Seguramente йsa es una buena idea — asintiу Vorreedi.

— Estaremos en contacto, eh? — dijo Miles.

Yenaro bajу la cabeza en un gesto formal, breve.

— Sн. Usted y yo todavнa tenemos un asunto pendiente. — Se alejу mirando a derecha e izquierda.

Ivan se mordнa los dedos. Bueno, mejor eso que soltarle a Vorreedi todo lo que estaba pasando. Eso era lo que mбs temнa Miles.

— Era cierto eso, seсor? — preguntу Miles al coronel.

— Sн. — Vorreedi se frotу la nariz-. Pero tambiйn es cierto que no estoy tan seguro de que no sea de nuestra incumbencia. Lord Yenaro parece muy interesado en usted. Lo vigila. No puedo dejar de preguntarme si existe alguna relaciуn… Revisar la jerarquнa de los que pudieron haberle pagado a ese tug serнa un proceso tedioso y largo para mi departamento. Y quй encontrarнamos al final del hilo? — Vorreedi mirу fijamente a Miles-. Hasta quй punto se enfadу usted por la quemadura de la estatua de Marilac, lord Vorkosigan?

— ЎNo tanto, por Dios! — negу Miles con rapidez-. Por lo menos deme un margen de crйdito… aъn no he perdido el sentido de la mesura. No. Yo no contratй al asesino. — Aunque sin duda habнa metido a Yenaro en esa situaciуn, al tratar de jugar esos jueguecitos mentales con su posible patrуn, Kety, el prнncipe Slyke o el Rond. Querнas una reacciуn… pues ya la tienes—. Pero… tengo la sensaciуn de que la investigaciуn sн valdrб la pena, aunque suponga dedicarle tiempo y recursos…

— Una sensaciуn, eh?

— Seguramente usted ha confiado en su instinto en mбs de una ocasiуn, seсor.

— Bueno, yo uso mi instinto. No confнo en йl. Un oficial de SegImp tiene que conocer la diferencia.

— Entiendo, seсor.

Se levantaron para seguir el recorrido de la exposiciуn. Miles evitу cuidadosamente mirar la marca negra y quemada del suelo cuando pasaron junto a ella. Y cuando se acercaron al extremo oeste de la cъpula, empezу a buscar a su contacto. Ahн estaba, sentada cerca de la fuente, con el ceсo fruncido. Pero Miles sabнa que ahora nunca conseguirнa sacarse a Vorreedi de encima; lo tenнa pegado como una lapa, para siempre. De todos modos, lo intentу.

— Discъlpeme, seсor. Tengo que darle un mensaje a una dama.

— Irй con usted — dijo Vorreedi, en tono alegre.

Correcto. Miles suspirу y compuso el mensaje mentalmente. La ghemlady, digna y tranquila, levantу la vista cuando йl se acercу con compaсeros no deseados. Miles se dio cuenta de que no sabнa su nombre.

— Discъlpeme, milady. Querнa decirle que me es imposible aceptar su invitaciуn de… eh… esta tarde. Por favor, exprese mis mбs sinceras disculpas a su ama. — Entenderнan ella y la haut Rian que eso significaba ЎAnulen la operaciуn, anъlenla!? Tenнan que captar el mensaje. Lo deseу con todas sus fuerzas-. Pero si en lugar de lo que habнamos planeado, puede concertar una entrevista con el primo del seсor… creo que eso sн serнa educativo.

El surco que tenнa la mujer en la frente se hizo mбs profundo. Pero lo ъnico que dijo fue:

— Transmitirй sus palabras a mi seсora, lord Vorkosigan.

Miles hizo un gesto de despedida, bendiciйndola por haberle evitado una conversaciуn mбs larga y compleja. Cuando volviу la vista atrбs, ella ya se habнa puesto de pie y se alejaba rбpidamente.

11

Miles aъn no habнa pisado el sagrado recinto de las oficinas de SegImp en la embajada de Barrayar. Por discreciуn, se habнa quedado arriba, en la zona destinada al cuerpo diplomбtico. Como habнa supuesto, las oficinas estaban en el segundo sуtano, el nivel mбs bajo del edificio. Un cabo uniformado lo rastreу con aparatos de seguridad y lo guiу hasta la oficina del coronel Vorreedi.

No era tan austera como Miles habнa esperado: estaba decorada con pequeсas piezas de arte cetagandano; las esculturas que utilizaban energнa estaban apagadas. Tal vez algunas eran recuerdos, pero el resto sugerнa que el oficial de protocolo como lo llamaban oficialmente era un coleccionista de gusto excelente y medios limitados.

El hombre estaba sentado ante una mesa desnuda y utilitaria. Llevaba las habituales tъnicas y la malla que correspondнan a un ghemlord de rango medio y preferencias dolorosamente sobrias. En una multitud de ghem, Vorreedi pasarнa prбcticamente desapercibido, aunque detrбs de una comuconsola de SegImp de Barrayar el efecto del conjunto resultaba ligeramente sorprendente.

Miles se humedeciу los labios.

— Buenos dнas, seсor. El embajador Vorob'yev me dijo que deseaba usted verme.

— Sн, gracias, lord Vorkosigan. — Vorreedi despidiу al cabo con un gesto y el hombre se alejу en silencio. Las puertas se cerraron tras йl con un golpe pesado y definitivo-. Por favor, siйntese.

Miles se acomodу en la silla que habнa ante el escritorio y sonriу; esperaba que la sonrisa hubiera sugerido un gesto de alegre inocencia. Vorreedi lo miraba con atenciуn penetrante, directa, constante. Mala seсal. Vorreedi era el segundo a bordo; sуlo Vorob'yev lo aventajaba en rango. Como a Vorob'yev, lo habнan elegido como jefe en uno de los puestos mбs conflictivos del cuerpo diplomбtico de Barrayar. Tal vez se podнa contar con que fuera un hombre muy ocupado, pero nunca con que fuera estъpido. Miles se preguntу si las meditaciones del jefe de SegImp habнan sido tan intensas como las suyas la noche anterior. Se preparу para un comienzo al estilo Illyan; por ejemplo: En quй diablos estб metido usted, Vorkosigan? Estб tratando de provocar una jodida guerra usted solo?

En lugar de eso, el coronel Vorreedi lo favoreciу con una mirada pensativa, larga, antes de decir en tono tranquilo:

— Teniente lord Vorkosigan. Por nombramiento, usted es correo oficial de SegImp.

— Sн, seсor, cuando estoy de servicio.

— Interesante raza de hombres, los correos. De absoluta confianza y lealtad. Van de un lado a otro, llevan lo que les piden sin comentarios ni preguntas. Y sin fracasar jamбs, a menos que se les cruce la muerte en el camino.

— Generalmente no es tan dramбtico, seсor. Pasamos mucho tiempo en naves de salto. Tenemos mucho tiempo para leer.

— Mmmm. Y excepto en un caso, estos glorificados correos dependen del comodoro Boothe, jefe de Comunicaciones de SegImp, en Komarr. La excepciуn es interesante. — La mirada de Vorreedi se intensificу-. Usted aparece en la lista como subordinado de Simon Illyan en persona. Que a su vez depende directamente del emperador Gregor. La ъnica persona que conozco en una cadena de mando tan corta es el jefe de Personal del Servicio Imperial. Una situaciуn reveladora. Cуmo la explica usted?

— Que cуmo la explico yo? — repitiу Miles, tratando de ganar tiempo. Pensу en contestar Yo nunca explico nada, pero eso 1) era evidente y 2) claramente no era la respuesta esperada-. Bueno… en ocasiones, el emperador Gregor tiene alguna necesidad que resulta demasiado trivial, o demasiado personal, para confiarla a los militares de carrera. Por ejemplo, digamos que quiere… que le traigan un arbusto ornamental del planeta Pol para el jardнn de la Residencia Imperial. Entonces, me mandan a mн.

— Esa es una buena explicaciуn — aceptу Vorreedi sin presionar. Se produjo un corto silencio-. Y podrнa darme una explicaciуn igualmente satisfactoria para la forma en que ha obtenido usted un trabajo tan agradable?

— Nepotismo, por supuesto. — La sonrisa de Miles se hizo mбs corta y mбs amarga—. Como ya habrб descubierto a simple vista, no soy fнsicamente apto para el servicio habitual. Crearon el puesto especialmente para mн. Tengo parientes…

— Mmmm. — Vorreedi se sentу y se frotу el mentуn. — Digamos — aсadiу en tono intrascendente— que usted es un agente de operaciones secretas y ha venido en una misiуn diseсada por Dios (es decir, Simon Illyan, Dios para el personal de SegImp), en ese caso, deberнa haber llegado con una orden del tipo Prйstesele toda la asistencia necesaria. Con esa orden, un pobre hombre de la oficina local de SegImp podrнa saber cuбl es su posiciуn con respecto a usted.

Si no controlo a este tipo, me va a encerrar en la embajada por el resto del viaje (podrнa hacerlo, tiene poder suficiente) y el plan barroco de caos de lord X seguirб adelante sin obstбculos ni problemas.

— Sн, seсor. — Miles respirу hondo-. Y todos los que vieran la orden tambiйn.

Vorreedi levantу la vista, asustado.

— El comando de SegImp sospecha que hay filtraciones en mis comunicaciones?

— No tengo informaciуn al respecto, seсor. Supongo que no. Pero como correo inferior… no puedo hacer demasiadas preguntas, comprende?

Vorreedi abriу un poco mбs los ojos. Entendнa la broma. Un hombre sutil, sн.

— He sabido que, desde el mismo instante en que puso un pie en Eta Ceta, lord Vorkosigan, no ha dejado usted de hacer preguntas.

— Una debilidad personal, seсor.

— Y… tiene alguna prueba que apoye su explicaciуn de sн mismo?