— Hechos reales. Quй quieres decir? Reales, opuestos a quй otra clase de hechos?
— No podemos decir absolutamente nada que tenga que ver con la Gran Llave o la haut Rian. Supongo que podemos soltar el resto de la informaciуn, pero no mencionemos ese pequeсo detalle en ningъn momento.
— Supones…? Por lo visto estбs usando una matemбtica muy distinta de la que usa el resto del universo. Te das cuenta de lo furiosos que se pondrбn Vorreedi y el embajador cuando averigьen que les ocultamos ese pequeсo incidente?
— Tengo a Vorreedi bajo control; al menos por el momento. Cree que estoy bajo las уrdenes de Simon Illyan.
— Cree… quiere decir que no es cierto. ЎLo sabнa, lo sabнa! — gruсу Ivan, se puso una almohada sobre la cara y la apretу fuertemente con las manos.
Miles se la arrebatу de un tirуn.
— Ahora tengo una misiуn. La tendrнa si Illyan estuviera al corriente de todo. Coge el destructor nervioso. Pero no lo saques a menos que yo te lo diga.
— No pienso disparar a tu superior.
— No vas a dispararle a nadie. Y ademбs, Vorreedi no es mi superior. — Ese serнa un punto legal importante cuando llegara el momento-. Tal vez lo necesite como prueba. Pero no a menos que surja el tema en la conversaciуn. No vamos a dar informaciуn voluntariamente.
— ЎClaro, claro, el truco es no dar informaciуn voluntariamente… eso jamбs! ЎPor fin lo entiendes, primito!
— Cбllate y vнstete. — Miles le tirу el uniforme de fajina-. ЎEsto es importante! Pero tienes que estar sereno. Muy sereno. Tal vez me estoy preocupando sin motivo. A lo mejor no hay razуn para tener miedo.
— No lo creo. Me parece que, en tu caso, el pбnico llega demasiado tarde… En realidad, si esperaras un poco mбs, el miedo te llegarнa posmortem… Yo ya hace dнas que estoy aterrorizado.
Miles le tirу las botas bajas con un gesto terminante. Ivan meneу la cabeza, se sentу y empezу a ponйrselas.
— Te acuerdas aquella vez en el jardнn de la Casa Vorkosigan — suspirу— cuando te pusiste a leer todas esas historias militares sobre los campos de prisioneros de Cetaganda durante la invasiуn y decidiste que tenнamos que cavar un tъnel de escape? Pero claro: tъ te encargaste del diseсo; en cambio yo y Elena tuvimos que cavarlo…
— Tenнamos ocho aсos — objetу Miles, a la defensiva-. En aquella йpoca estaba sometiйndome a un tratamiento mйdico para los huesos. Me encontraba bastante mal.
— … te acuerdas de que se me derrumbу el tъnel en la cabeza? — siguiу diciendo Ivan con la voz perdida en el recuerdo-. Y que me quedй sepultado durante horas…?
— No fueron horas. Sуlo unos cuantos minutos. El sargento Bothari te sacу enseguida.
— A mн me parecieron horas. Todavнa siento el gusto de la tierra en la boca. Tambiйn se me metнa por la nariz. — Ivan se la frotу al recordarlo-. Mamб todavнa estarнa en pleno ataque de nervios si tнa Cordelia no se hubiera sentado con ella.
— Йramos niсos… unos niсos estъpidos. Quй tiene que ver eso con lo que estб pasando ahora?
— Nada. Nada. No sй por quй me he despertado con ese recuerdo. — Ivan se puso de pie y se ajustу la guerrera-. Nunca creн que pudiera echar de menos al sargento Bothari, pero me parece que en este momento desearнa que estuviera conmigo. Quiйn me va a sacar del tъnel esta vez?
Miles tuvo ganas de ladrarle, pero en lugar de eso se puso a temblar. Yo tambiйn echo de menos a Bothari. Casi habнa olvidado cuбnto lo echaba de menos hasta que las palabras de Ivan despertaron el dolor de antiguas cicatrices, ese pequeсo espacio secreto de angustia que nunca se agotaba. Errores fundamentales… Mierda, un hombre que camina sobre la cuerda floja no necesita que alguien le grite desde abajo lo lejos que estб del suelo o lo precario que es su equilibrio en un momento dado. Eso йl lo sabнa a la perfecciуn: lo que necesitaba era olvidarlo. En esa situaciуn de inercia y velocidad, cualquier pйrdida de concentraciуn o de confianza en sн mismo, aunque fuera mнnima, podнa resultar fatal.
— Hazme un favor, Ivan. No trates de pensar. Serнa peor para ti. Sigue mis уrdenes. Con eso basta.
Ivan mostrу los dientes sin sonreнr y lo siguiу hacia el pasillo.
Se encontraron con el ghemicoronel Benin en la misma habitaciуn que la vez anterior, pero en esta ocasiуn Vorreedi prefiriу oficiar personalmente de guardia. Cuando entraron Miles e Ivan, los dos coroneles estaban ultimando los saludos de rigor y se estaban sentando. Miles esperaba que eso significara que no habнan tenido tiempo de comparar notas, por lo menos no mбs tiempo que йl e Ivan. Benin llevaba su habitual uniforme rojo, con la terrible pintura facial renovada y perfecta, reciйn aplicada. Para cuando terminaron de saludarse amablemente y todo el mundo volviу a sentarse, Miles tenнa el aliento y el corazуn bajo control. Ivan disimulу sus nervios bajo una expresiуn de benevolencia ausente que, segъn Miles, le daba aspecto de idiota.
— Lord Vorkosigan — empezу diciendo el ghemcoronel Benin—. Entiendo que usted es oficial correo.
— Cuando estoy de servicio. — Miles decidiу repetir la lнnea oficial para beneficio de Benin-. Es una tarea honorable que no me exige demasiado desde el punto de vista fнsico.
— Y le gusta su trabajo?
Miles se encogiу de hombros.
— Me gusta viajar. Y… bueno… me permite pasar mucho tiempo en el extranjero, lo cual es una ventaja… relativamente. Ya conoce usted la reaccionaria actitud de los barrayareses hacia los mutantes… — Miles pensу en el deseo de Yenaro: tener un puesto en la capital-. Por otra parte, me da una posiciуn oficial, me transforma en alguien.
— Eso sн que lo entiendo — aceptу Benin.
— Sн, claro, estaba seguro de que lo entenderнa usted, ghemcoronel…
— Pero ahora no estб de servicio?
— No en este viaje. Nos dijeron que dedicбramos nuestro tiempo a tareas diplomбticas y que, de paso, adquiriйramos un poquito de mundo…
— Lord Vorpatril es oficial de operaciones, verdad?
— Trabajo de oficina — suspirу Ivan-. Sigo esperando un destino en una nave.
No es cierto, pensу Miles. A Ivan le encantaba el cuartel general de la capital, donde podнa tener su propio apartamento y una vida social que era la envidia de los demбs oficiales. Lo que sн hubiera querido es que alguien destinara a su madre, lady Vorpatril, a una nave. A ser posible, a una nave que la llevara muy lejos…
— Mmm. — Las manos de Benin se retorcieron como si estuvieran mezclando pilas de hojas de plбstico. Respirу hondo y mirу a Miles directamente a los ojos-. Entonces, lord Vorkosigan… la rotonda del funeral no fue el primer lugar donde vio usted a Ba Lura?
Benin estaba intentando un disparo directo para poner nerviosa a su presa.
— Asн es — contestу Miles, con una sonrisa.
Benin esperaba que lo desmintiera y ya tenнa la boca abierta para el siguiente ataque, seguramente la presentaciуn de alguna evidencia oral que pondrнa al barrayarйs a la defensiva. Tuvo que cerrarla de nuevo y pensar un poco.
— Si… si usted deseaba que fuera un secreto, por quй me dijo que buscara en el lugar donde sabнa que iba a encontrar sus huellas? Y… — El tono se llenу de curiosidad insatisfecha e irritaciуn-. Y si no querнa que fuera un secreto, por quй no me lo dijo directamente?
— Fue una manera de probar sus habilidades, lord Benin. Querнa saber si valdrнa la pena convencerlo de que compartiera sus resultados conmigo. Crйame, mi primer encuentro con Ba Lura es tan misterioso para mн como para usted.
Incluso debajo de la pintura, la mirada de Benin hizo que Miles pensara inmediatamente en la que le dedicaban con frecuencia sus superiores barrayareses. La Mirada. Era extraсo y retorcido, pero de alguna manera lo tranquilizу. La sonrisa que habнa en su cara se tiсу de alegrнa.
— Y… cуmo conociу a Ba Lura? — dijo Benin.
— Quй sabe usted? — le contestу Miles. Sabнa que Benin no se lo contarнa todo. Tenнa que guardarse algo para comprobar la historia del enviado de Barrayar. Pero eso le parecнa bien, porque Miles se proponнa contar la verdad, casi toda la verdad…
— Ba Lura estaba en la estaciуn de transferencia el dнa que usted llegу. Saliу de la estaciуn por lo menos dos veces. Una vez desde un compartimiento de embarque donde se desactivaron los monitores durante cuarenta minutos, perнodo en el que no hubo nadie controlбndolos. El compartimiento y el perнodo coinciden con su llegada, lord Vorkosigan.
— Nuestra primera llegada, quiere usted decir.
— … Sн…
Vorreedi abrнa unos ojos como platos mientras se le afinaban los labios. Miles lo ignorу, aunque la mirada de Ivan cambiу de foco con cautela y pasу revista a la cara del comandante.
— Desactivados? No. Los habнan arrancado de la pared, ghemcoronel. Pero dнgame, el encuentro en el compartimiento, fue la primera vez que Ba Lura saliу de la estaciуn? O la segunda?