Vorreedi tambiйn tenнa instinto, sн. Sin ese don no habrнa llegado a ocupar su puesto…
— Ademбs del hecho de que los dos tuvieron un encuentro conmigo? No… ninguna sugerencia en la que se pueda… confiar. Estoy buscando pruebas. Cuando las tenga… bueno, habrй llegado a alguna parte.
— Adуnde exactamente?
Creo que si las cosas siguen asн, voy a estar metido en el secreto mбs grande que usted haya imaginado.
— Cuando llegue lo sabrй, seсor.
— Nosotros dos tambiйn tenemos una conversaciуn pendiente, lord Vorkosigan. Puede contar con ella. — Vorreedi le dedicу un gesto seco con la cabeza y saliу bruscamente. Sin duda iba a contarle las nuevas complicaciones de su vida al embajador Vorob'yev.
En medio del profundo silencio que se apoderу de la habitaciуn, Miles dijo en voz baja:
— Ha salido bastante bien, teniendo en cuenta las circunstancias.
Ivan esbozу una mueca despreciativa.
Subieron en silencio a la habitaciуn de Ivan, donde encontraron otro montуn de papeles de colores sobre el escritorio. Ivan los mirу uno por uno. Ignoraba abiertamente a Miles.
— Tengo que ponerme en contacto con Rian — dijo Miles por fin-. No puedo esperar, no es posible. Se nos estб acabando el tiempo.
— No quiero seguir mezclado en todo esto — dijo Ivan con voz distante.
— Es demasiado tarde para eso, Ivan.
— Sн, lo sй. — La mano de Ivan hizo una pausa-. Ejem… Eso ha llegado ahora. Y tiene tu nombre tambiйn.
— Es de lady Benello? Lamento decir que Vorreedi la va a poner fuera de nuestro alcance por lo de Yenaro.
— No. No es Benello. No conozco este nombre.
Miles se lanzу sobre el papel y lo abriу.
— Lady d'Har. Fiesta de jardнn. Quй cultivarб esta seсora en su jardнn? Podrнa ser un nombre con doble sentido? Una referencia al jardнn Celestial? Mmm… Tal vez sea mi contacto. Dios, odio estar a merced de la haut Rian… No puedo dar ni un paso sin que ella me controle. Bueno, de todos modos, acйptalo por si acaso.
— No es mi primera opciуn para esta tarde — objetу Ivan.
— He dicho algo sobre opciones? Es una oportunidad, no podemos dejarla escapar. — Y agregу con rapidez-: Ademбs, si sigues dejando tus muestras genйticas por toda la ciudad, tu progenie acabarб apareciendo en el prуximo concurso genйtico. Arbustos Ivan.
Ivan temblу de arriba a abajo.
— Tъ crees que…? Serб por eso…? Podrнan hacer eso?
— Claro. Cuando te vayas, pueden recrear las partes de tu cuerpo que les interesen y hacerlas funcionar cuando quieran, en la escala que prefieran… un buen recuerdo. Y tъ que pensabas que el бrbol de gatitos era obsceno.
— Esto es mucho peor que la obscenidad, mбs amplio… — afirmу Ivan con dignidad injuriada. Se le cortу la voz-. De verdad crees que pueden hacer eso?
— No hay pasiуn menos йtica que la de un artista cetagandano en busca de nuevos materiales — afirmу Miles. Y agregуVamos a la fiesta de jardнn. Estoy seguro de que es mi contacto con Rian.
— Fiesta de jardнn — aceptу Ivan con un suspiro. Se quedу mirando el vacнo con los ojos muy abiertos. Tras un instante, comentу en tono indiferente-: Es una lбstima que ella no pueda sacar el banco genйtico de esa nave. Asн nuestro enemigo tendrнa la llave pero no el cofre del tesoro. Y eso sн que lo destruirнa…
Miles se sentу lentamente en la silla del escritorio de Ivan. Cuando consiguiу recuperar el aliento, susurrу:
— Ivan, eso es… magnнfico, genial. Por quй no se me habrб ocurrido a mн?
Ivan lo pensу un poco.
— Porque no es un final que te permita aparecer como el ъnico hйroe a los ojos de la haut Rian?
Intercambiaron miradas agresivas. Por una vez, Miles fue el primero en desviar los ojos.
— Sуlo era una pregunta retуrica — -dijo, tenso. Pero no lo dijo en voz muy alta.
12
Lo de «fiesta de jardнn» no era del todo adecuado, decidiу Miles. Mirу mбs allб del embajador Vorob'yev y de Ivan cuando los tres salieron del tubo elevador con los oнdos tapados hacia el aire libre en el ъltimo piso del edificio. Un leve brillo dorado en el aire marcaba la presencia de una pantalla de fuerza liviana, que protegнa a los invitados de las molestias del viento, la lluvia o el polvo. Allн, en el centro de la capital, el crepъsculo era brillante y plateado porque el edificio, de medio kilуmetro de alto, daba a los anillos verdes de parque que rodeaban el jardнn Celestial.
Parterres de flores y бrboles enanos, fuentes, arroyos, senderos y puentes de jade convertнan el techo en un laberinto descendente en el mejor estilo cetagandano. Cada recodo de los caminos revelaba y enmarcaba una imagen bella y distinta de la enorme ciudad que se extendнa hasta el horizonte, pero las mejores eran las que abarcaban el gran huevo brillante de ave fйnix del emperador en el corazуn de sus dominios. El vestнbulo del tubo elevador, que se abrнa sobre el panorama, tenнa un techo de enredaderas y el suelo adornado con un elaborado arreglo de piedras de colores: lapislбzuli, malaquita, jade verde y blanco, cuarzo rosado y minerales que Miles no conocнa ni de nombre.
El oficial de protocolo les habнa indicado que se pusieran el uniforme de gala negro, aunque Miles hubiera supuesto que el verde de fajina era el correcto. Pero nadie podнa ser demasiado formal en ese lugar. Los anfitriones permitieron subir al embajador Vorob'yev como escolta de los invitados, pero todos los demбs tuvieron que quedarse abajo, incluyendo a Vorreedi. Ivan mirу a su alrededor y aferrу su invitaciуn.
Lady d'Har, la anfitriona, estaba de pie en medio del vestнbulo. Aparentemente el interior de su casa contaba como una burbuja, porque estaba dando la bienvenida a sus invitados en persona. A pesar de su edad — era bastante mayor-, su hautbelleza hubiera deslumbrado a cualquiera. Se habнa puesto una docena de tъnicas de un blanco cegador que le bajaban por el cuerpo hasta el suelo. El abundante cabello plateado se arrastraba tras ella. Su esposo, el ghemalmirante Har, cuya imponente presencia habrнa dominado cualquier otra habitaciуn, parecнa casi invisible a su lado.
El ghemalmirante Har comandaba la mitad de la flota cetagandana y su llegada a las ceremonias finales por la muerte de la emperatriz, retrasada por cuestiones de trabajo, era la razуn de esa fiesta de bienvenida. Llevaba su uniforme rojo sangre, que podrнa haber adornado con suficientes condecoraciones como para hacerlo naufragar si cruzaba un rнo. En lugar de eso, habнa preferido ser el mejor: lo ъnico que lucнa en el pecho era la cinta y la medalla de la Orden del Mйrito, un mйrito aparentemente simple y poco grandilocuente. Sin las demбs baratijas del йxito, nadie podнa evitar la imagen de esa medalla. Ni evitar ni igualar. Era un honor muy poco frecuente que entregaba el Emperador en persona. Habнa muy pocos premios superiores a йse en el Imperio de Cetaganda. La hautlady que tenнa a su lado podнa considerarse uno de ellos. Miles supuso que el lord tambiйn la habrнa colocado sobre su tъnica si hubiera podido, a pesar de que se la habнa ganado hacнa ya cuarenta aсos. El maquillaje del ghemclan Har tenнa colores como el anaranjado o el verde; los dibujos no eran muy definidos y se cruzaban con las arrugas de la edad sobre la cara del almirante, en un contraste francamente desagradable con el rojo del uniforme.
Hasta el embajador Vorob'yev se sentнa cohibido en presencia del ghemalmirante Har. Miles se dio cuenta por la extrema formalidad de los saludos que le dispensу. Har se mostrу amable, pero saltaba a la vista que estaba sorprendido: Por quй estбn estos extranjeros en mi jardнn? Sin embargo, se limitу a hacer un gesto a lady Har, quien recibiу la invitaciуn del aliviado Ivan con un pequeсo gesto y les dio las indicaciones necesarias para llegar al sitio alto y dorado donde se servнa la comida y la bebida. La edad habнa suavizado su voz.
El embajador y los dos enviados pasearon por el jardнn. Cuando se recuperу de la impresiуn que le habнa causado lady d'Har, Ivan empezу a buscar con la vista a las ghemujeres que conocнa, pero fue en vano.
— Este lugar estб lleno de viejos carcamales — le susurrу a Miles, decepcionado-. Seguramente cuando hemos entrado nosotros, la edad promedio ha bajado de noventa a ochenta y nueve aсos.
— Ochenta y nueve y medio, dirнa yo — susurrу Miles.
El embajador Vorob'yev se puso un dedo sobre los labios, pero su mirada revelу que el comentario le habнa parecido gracioso.
Sн. Йse era el lugar donde pasaban las cosas; en comparaciуn Yenaro y su cнrculo de amistades eran insignificantes, mezquinos y marginales: estaban excluidos por edad, por rango, por riqueza, por… todo. En el jardнn habнa una media docena de burbujas de hautladies que brillaban como antorchas pбlidas. Miles no habнa visto nada igual en ningъn sitio que no fuera el Jardнn Celestial. Al parecer, lady d'Har mantenнa contactos con sus hautparientes o exparientes. Rian estб aquн? Miles rezу por verla.
— Ojalб hubiera podido traer a Maz — suspirу Vуrob'yev con pena-. Cуmo consiguiу usted esto, lord Ivan?
— Yo no fui — contestу Ivan. Seсalу con el pulgar hacia Miles.