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Elena… En el fondo seguнa deseando lo imposible? Miles juraba que no era tan exigente como Ivбn — no podнa permitнrselo-, pero incluso a esa hermosa ghem rubia le faltaba… quй? La inteligencia, el control, el alma de peregrina… Elena habнa elegido a otro, y probablemente habнa hecho bien. Ya era hora de seguir adelante y labrarse su propia suerte. Sin embargo, hubiera deseado que la idea no le pareciera tan difнcil.

Al cabo de un instante se acercу un ghemlord desde el otro extremo de la habitaciуn, deteniйndose aquн y allн. Iba vestido de oscuro y con ropas muy amplias. Era joven, mбs o menos de su misma edad, calculу Miles. Tenнa la cabeza cuadrada, con pуmulos redondos y prominentes. Uno de ellos estaba maquillado con un adorno circular, una calcomanнa, notу Miles, un remolino estilizado de color que identificaba el clan y el rango. Era una versiуn reducida de la pintura que usaban algunos de los cetagandanos en la cara, una moda pasajera que los mayores no veнan con buenos ojos. Habнa venido a rescatar a su dama de las atenciones de Ivбn?

— Lady Gelle — dijo y se inclinу levemente.

— Lord Yenaro — contestу ella con una inclinaciуn de cabeza exactamente calculada, de lo cual Miles dedujo que: 1) ella tenнa un estatus superior al del hombre en la ghemcomunidad y que 2) йl no era el marido ni el hermano… Probablemente Ivбn estaba a salvo.

— Veo que ya descubriу usted a los exуticos galбcticos que estaba buscando — dijo lord Yenaro.

Ella le sonriу. El efecto fue deslumbrante y Miles descubriу que, a pesar de que nunca lo conseguirнa, estaba deseando que ella le sonriera. Lord Yenaro, sin duda inmunizado por una vida de exposiciуn a las ghemladies, parecнa indiferente.

— Lord Yenaro, le presento al teniente lord Ivбn Vorpatril de Barrayar y… y… — La muchacha parpadeу como para indicar a Ivбn que debнa presentar a Miles, un gesto tan preciso e imperativo como si hubiera palmeado a Ivбn con un abanico.

— Mi primo, el teniente lord Miles Vorkosigan. — Ivбn suministrу la informaciуn con suavidad, en el momento justo.

— Alн… Ўlos enviados de Barrayar! — Lord Yenaro se inclinу mбs profundamente. Es un placer.

Miles e Ivбn le devolvieron inclinaciones de cabeza no demasiado exageradas pero correctas. Miles se asegurу de que la suya fuera algo menos marcada que la de su primo, un detalle que probablemente no seria muy evidente desde donde se encontraba Yenaro.

— Tenemos una relaciуn histуrica, usted y yo, lord Vorkosigan — dijo Yenaro-. Antepasados famosos. — El nivel de adrenalina de la sangre de Miles se disparу hacia el infinito. Ah, mierda, es pariente del ghemgeneral Estanis y piensa hacerle algo al hijo de Aral Vorkosigan-. Usted es el nieto del general Conde Piotr Vorkosigan, verdad?

Ah. Historia, sн, pero antigua…, no reciente. Miles se relajу.

— Cierto, cierto.

— Yo soy, en cierto modo, su oponente. Mi abuelo fue el ghemgeneral Yenaro.

— Ah, el malogrado comandante de la…? Cуmo la llaman ustedes? La… Expediciуn a Barrayar? El Reconocimiento?

— El ghemgeneral que perdiу la Guerra de Barrayar — dijo Yenaro con toda claridad.

— Pero Yenaro, le parece necesario abordar este tema? — dijo lady Gelle.

Entonces, esa mujer querнa oнr el final de la historia de Ivбn? En serio? Miles habrнa podido contarle una mucho mбs graciosa, ambientada en la йpoca de maniobras de entrenamiento, cuando Ivбn habнa guiado a sus hombres directo hacia una zona de barro pegajoso. Se hundieron hasta la cintura y despuйs hubo que sacarlos a todos con una grъa— flotante…

— No estoy a favor de la teorнa heroica del desastre — dijo Miles diplomбticamente-. El general Yenaro tuvo la desgracia de ser el ъltimo de cinco ghemgenerales que perdieron la Guerra de Barrayar y, por lo tanto, heredу todas las culpas.

— Ah, muy bien expresado — murmurу Ivбn.

Yenaro tambiйn sonriу.

— Si no entendн mal, esa cosa en el vestнbulo es suya, verdad, Yenaro? — preguntу la chica, en un claro intento de cambiar de tema-. Un poco banal para su gente, no? A mi madre le gustу.

— Es sуlo una pieza prбctica. — Una inclinaciуn irуnica de cabeza para esa crнtica velada-. A los marilacanos les encantу. La verdadera cortesнa considera los gustos del receptor. Tiene algunos niveles de sutileza que sуlo se aprecian cuando se camina por dentro.

— Creнa que estaba especializado en concursos de perfumes.

— Estoy ampliando mis intereses. Aunque sigo pensando que el olfato es un sentido mбs sutil que la vista. Cuando quiera, le prepararй una mezcla de perfumes, milady. Ese civeto— jazmнn que lleva hoy no combina bien con el estilo formal de los tres niveles de su vestido. Bueno, no deberнa decirlo, supongo que usted ya lo sabe…

La sonrisa de ella se desvaneciу.

— Usted cree?

La imaginaciуn de Miles suministrу la mъsica de fondo, un quejido de espadas que se cruzan y un ЎToma eso, bribуn! Miles suprimiу una sonrisa.

— Hermoso vestido — Intervino Ivбn con rapidez-. Huele usted muy bien.

— mm, sн, y hablando de su deseo de lo exуtico — dijo lord Yenaro a lady Gelle-, sabнa que el nacimiento de lord Vorpatril fue biolуgico?

Las suaves cejas de la chica se encontraron en el centro de su frente. En aquel rostro perfecto apareciу una levнsima arruga.

— Todos los nacimientos son biolуgicos, Yenaro.

— Ah, no es eso. Me refiero al tipo original de biologнa. Del cuerpo de su madre…

— Eeeuuuu. — Lady Gelle frunciу la nariz, horrorizada-. Vamos, Yenaro, no sea desagradable… Mamб tiene razуn, un dнa de йstos usted y su grupito avant-garde irбn demasiado lejos. Corre usted el peligro de convertirse en una persona poco recomendable… Eso cambiarнa mucho su fama. — El disgusto iba directamente contra Yenaro, pero Miles advirtiу que se alejaba un poco de Ivбn.

— Cuando la fama nos evita, hay que conformarse con llamar la atenciуn — dijo Yenaro, encogiйndose de hombros.

Yo nacн en un replicador. Miles pensу en decirlo con alegrнa, pero se contuvo. Lo cual demuestra que nunca se sabe. Si dejamos de lado el daсo cerebral, Ivбn tuvo mбs suerte que yo…

— Buenas noches, lord Yenaro. — Ella sacudiу la cabeza y se fue con el aire de quien se despide para siempre.

Ivбn parecнa destrozado.

— Muy bonita, lбstima que no haya educado su mente… — murmurу Yenaro, como para acotar que el grupo estaba mejor sin esa compaснa femenina. No obstante, parecнa incуmodo.

— Asн que… eligiу usted la carrera artнstica y no la militar, eh, lord Yenaro? — Miles tratу de romper el silencio.

— Carrera? — Lord Yenaro esbozу una mueca-. No, sуlo soy un aficionado, por supuesto. Las consideraciones comerciales son la muerte del buen gusto. Pero espero convertirme en un artista de talla… a mi manera.

Miles esperaba que eso no tuviera doble sentido. Siguieron la mirada de lord Yenaro que se elevaba por encima de la baranda hacia el vestнbulo hacia la fuente que brillaba mбs abajo.

— Tiene que venir a verla por dentro. La vista es completamente distinta.

Lord Yenaro era un hombre torpe, decidiу Miles. Ese exterior agrio y agresivo sуlo ocultaba el ego tembloroso y vulnerable de un artista.

— Claro — dijo. Yenaro no necesitaba mбs. Sonriу, ansioso, y los condujo hacia las escaleras, explicбndoles alguna teorнa temбtica que demostraba la escultura. Justo en ese momento, Miles vio al embajador Vorob'yev que lo llamaba desde el otro lado del gran balcуn.

— Discъlpeme usted, lord Yenaro. Ivбn, sigue tъ. Enseguida me reъno con vosotros.

— Ah… — Yenaro pareciу momentбneamente decepcionado.

Ivбn mirу escapar a su primo con un brillo airado en la mirada que prometнa una posterior venganza.

Vorob'yev estaba de pie con una mujer, quien apoyaba la mano con familiaridad sobre el brazo del embajador. Tendrнa unos cuarenta y tantos, calculу Miles, de rasgos naturalmente atractivos y libres de cualquier retoque relacionado con la escultura artificial de rostros. Su vestido largo y las capas externas que lo adornaban eran una copia de la moda cetagandana, pero con detalles mucho mбs simples que los de la ropa de lady Gelle. No era cetagandana, pero los colores crema y rojo intenso y los tonos verdes de las capas de tela armonizaban con la misma gracia con su piel olivбcea y sus rizos oscuros.

— Por fin le encuentro, lord Vorkosigan — dijo Vorob'yev-. Prometн presentarlo. Ella es Mia Maz, y trabaja para nuestros amigos de la embajada de Vervain. De vez en cuando colabora con nosotros. Se la recomiendo.

Miles se puso firme ante la frase clave, sonriу y se inclinу ante la mujer vervani.

— Encantado de conocerla. Y quй hace usted en la embajada de Vervain, seсora?

— Soy jefa de asistentes de protocolo. Me especializo en etiqueta femenina.

— Es una especialidad separada?

— Aquн lo es… o deberнa serlo. Desde hace aсos vengo diciйndole al embajador Vorob'yev que deberнa contratar a una mujer para que se encargara de este tema.