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Miles esperaba que eso no tuviera doble sentido. Siguieron la mirada de lord Yenaro que se elevaba por encima de la baranda hacia el vestнbulo hacia la fuente que brillaba mбs abajo.

— Tiene que venir a verla por dentro. La vista es completamente distinta.

Lord Yenaro era un hombre torpe, decidiу Miles. Ese exterior agrio y agresivo sуlo ocultaba el ego tembloroso y vulnerable de un artista.

— Claro — dijo. Yenaro no necesitaba mбs. Sonriу, ansioso, y los condujo hacia las escaleras, explicбndoles alguna teorнa temбtica que demostraba la escultura. Justo en ese momento, Miles vio al embajador Vorob'yev que lo llamaba desde el otro lado del gran balcуn.

— Discъlpeme usted, lord Yenaro. Ivбn, sigue tъ. Enseguida me reъno con vosotros.

— Ah… — Yenaro pareciу momentбneamente decepcionado.

Ivбn mirу escapar a su primo con un brillo airado en la mirada que prometнa una posterior venganza.

Vorob'yev estaba de pie con una mujer, quien apoyaba la mano con familiaridad sobre el brazo del embajador. Tendrнa unos cuarenta y tantos, calculу Miles, de rasgos naturalmente atractivos y libres de cualquier retoque relacionado con la escultura artificial de rostros. Su vestido largo y las capas externas que lo adornaban eran una copia de la moda cetagandana, pero con detalles mucho mбs simples que los de la ropa de lady Gelle. No era cetagandana, pero los colores crema y rojo intenso y los tonos verdes de las capas de tela armonizaban con la misma gracia con su piel olivбcea y sus rizos oscuros.

— Por fin le encuentro, lord Vorkosigan — dijo Vorob'yev-. Prometн presentarlo. Ella es Mia Maz, y trabaja para nuestros amigos de la embajada de Vervain. De vez en cuando colabora con nosotros. Se la recomiendo.

Miles se puso firme ante la frase clave, sonriу y se inclinу ante la mujer vervani.

— Encantado de conocerla. Y quй hace usted en la embajada de Vervain, seсora?

— Soy jefa de asistentes de protocolo. Me especializo en etiqueta femenina.

— Es una especialidad separada?

— Aquн lo es… o deberнa serlo. Desde hace aсos vengo diciйndole al embajador Vorob'yev que deberнa contratar a una mujer para que se encargara de este tema.

— Pero no hay ninguna con experiencia suficiente — suspirу Vorob'yev-, y tъ no aceptas el puesto… Aunque te lo he ofrecido muchas veces.

— Bueno, contrate a una sin experiencia y pбguele para que la vaya adquiriendo — sugiriу Miles-. Milady aceptarнa la idea de tomar una alumna?

— Me parece muy buena idea… — Vorob'yev parecнa impresionado. Maz alzу las cejas en un gesto de aprobaciуn-. Deberнamos discutirlo, Maz, pero tengo que hablar con Wilstar. Por ahн aparece: va directo a la comida. Con un poco de suerte, tal vez consiga atraparlo con la boca llena. Disculpen… — Ahora que ya los habнa presentado, Vorob'yev desapareciу… diplomбticamente (como siempre).

Maz puso toda su atenciуn en Miles.

— Aunque no acepte ese puesto, lord Vorkosigan, querнa decirle que si hay algo que podamos hacer por usted en la embajada de Vervain… cualquier cosa por el hijo y el sobrino del almirante Aral Vorkosigan en su visita a Eta Ceta… Todos nuestros recursos estбn a su disposiciуn.

Miles sonriу.

— No se lo diga a Ivбn: tal vez quiera que se lo ofrezca personalmente.

La mujer siguiу la mirada de Miles por encima de la baranda, hacia donde Ivбn, alto como siempre, seguнa a lord Yenaro a travйs de la escultura. Sonriу con picardнa y se le formу un gracioso hoyuelo en la mejilla.

— No hay problema — dijo.

— Asн que… una ghemlady es tan distinta de un ghemlord como para merecer un estudio aparte… un estudio de tiempo completo, quiero decir… Admito que la mayorнa de las imбgenes que tenemos de los ghemlores en Barrayar se obtuvieron por una mira telemйtrica.

— Hace dos aсos, me habrнa burlado de esta visiуn militarista, pero desde el intento de invasiуn cetagandana he empezado a apreciarla. En realidad, los ghemlores son tan parecidos a los Vor, que a mi entender usted los comprenderб mucho mejor que nosotros en Vervain. Los hautlores son… otra cosa. Y las hautladies son aъn mбs distintas. Apenas empiezo a comprenderlo.

— Las mujeres de los hautlores viven tan… recluidas… hacen algo concreto? Quiero decir, nadie las ve jamбs, verdad? No tienen poder.

— Tienen su propio tipo de poder. Sus бreas de control. Paralelas. No compiten con los hombres. Tiene sentido, pero no se molestan en explicбrselo a los extranjeros.

— Es decir, a seres inferiores…

— Eso tambiйn. — Otra vez apareciу el hoyuelo.

— Asн que… es usted una autoridad en sellos, sнmbolos, marcas de los ghem y hautlores…? Yo reconozco unas cincuenta clanmarcas a primera vista, todas las insignias militares y los penachos de los cuerpos de lucha, pero sй que con eso no tengo ni para empezar.

— Estoy bien informada. La estructura se organiza en varias capas y niveles. No puedo decir que los conozca todos, claro…

Miles frunciу el ceсo, pensativo, despuйs decidiу aprovechar la ocasiуn. Esa noche no estaba pasando nada. Sacу la hoja del bolsillo y la alisу apretбndola contra la barandilla.

— Conoce este sнmbolo? Lo vi en un… lugar poco habitual. Pero me sonу a ghem, o a haut… no sй si me entiende.

Ella mirу con interйs el pбjaro con el pico abierto.

— A primera vista, no lo reconozco. Pero tiene razуn, no cabe duda de que es de estilo cetagandano. Y antiguo… desde luego.

Cуmo lo sabe?

— Bueno, aunque es un sello personal y no una clanmarca, no estб enmarcado. Durante las ъltimas tres generaciones, todo el mundo hace sus marcas personales en cartuchos, con marcos cada vez mбs elaborados. Se puede determinar la dйcada por el diseсo del marco… o casi.

— Ajб.

— Si quiere, puedo tratar de identificarlo en mi material de consulta…

— De verdad? Se lo agradecerнa mucho. — Miles plegу otra vez el papel y se lo entregу-. Ah… Y tambiйn le agradecerнa que no se lo mostrara a nadie…

— Ah? — Ella dejу que la pregunta colgara en el aire… Ah?

— Discъlpeme. Paranoia profesional. Yo… eh… — Se estaba metiendo en aguas peligrosas-. Es una costumbre.

Por suerte, el regreso de Ivбn lo sacу del atolladero. La mirada prбctica de su primo habнa examinado los atributos de la mujer vervani y ahora sonreнa con atenciуn… tan feliz como con la ъltima muchacha y la siguiente. Y la otra. El ghemlord artista seguнa pegado a su hombro y Miles tuvo que presentarlos a los dos. Maz no conocнa a lord Yenaro.

Frente al cetagandano, no repitiу el mensaje de gratitud vervani para con el clan Vorkosigan, pero se mostrу decididamente amistosa.

— Deberнas ir con lord Yenaro a ver esa escultura — dijo Ivбn con rabia. Merece la pena, es una oportunidad ъnica…

Yo la vi primero, carajo.

— Sн, es muy bonita.

— Estarнa usted interesado, lord Vorkosigan? — Yenaro parecнa ansioso y esperanzado.

Ivбn se inclinу y susurrу al oнdo de Miles:

— Fue un regalo de lord Yenaro a la embajada marilacana. No seas despectivo, Miles, ya sabes lo suspicaces que son estos cetagandanos con sus… obritas de arte…

Miles suspirу y consiguiу esbozar una sonrisa interesada.

— Claro, claro. Ahora?

Se disculpу con Maz, la vervani. Realmente lo lamentaba. El ghemlord lo llevу por las escaleras hacia el vestнbulo y lo hizo detenerse a la entrada de la escultura para esperar que el ciclo empezara de nuevo.

— Mi escasa preparaciуn estйtica no me permite emitir un juicio — comentу Miles de pasada, con la esperanza de que eso desviara la conversaciуn hacia otros temas.

— Hay tan poca gente preparada para eso… — sonriу Yenaro-, pero claro, eso no les impide criticar…