Maz sonriу.
— Los ghemlores cetagandanos lo explicarнan como la fidelidad debida a una cultura y civilizaciуn superiores. El hecho es que se apropian genйticamente de cualquiera que sea lo bastante competente y poderoso como para constituir una amenaza. No hay mayor recompensa en el sistema cetagandano que la asignaciуn de una esposa haut, y las asignaciones las decide el Emperador. Йsa es la principal preocupaciуn de los ghemlores. Es el ъltimo golpe social y polнtico.
— Estб usted sugiriendo que los haut controlan a los ghem a travйs de esas esposas? — dijo Miles-. Quiero decir, estoy seguro de que las hautmujeres son hermosas y todo eso, pero los ghemgenerales son unos hijos de puta tan duros, tan difнciles… no me puedo imaginar a nadie en la cumbre en el Imperio de Cetaganda que sea tan susceptible.
— Si yo supiera cuбl es el truco de las hautmujeres. — suspirу Maz— lo embotellarнa y lo venderнa muy caro. No, mejor todavнa, creo que me lo quedarнa para mн sola. Pero por lo visto, hace cientos de aсos que funciona bien. Por supuesto que no es el ъnico mйtodo de control imperial. Pero sin duda es el menos evidente. Para mн eso es significativo. Los haut son sutiles, eso por encima de cualquier otra cosa.
— Y la hautnovia llega al matrimonio con… digamos… una dote? — preguntу Miles.
Maz sonriу de nuevo y cogiу otro bombуn.
— Es un punto importante, lord Vorkosigan. No. No hay dote.
— Yo suponнa que mantener a una esposa haut en el nivel de vida al cual estбn acostumbradas podнa ser bastante caro.
— Muy caro.
— Entonces… si el Emperador deseara deprimir a un sъbdito excesivamente importante, podrнa entregarle unas cuantas esposas haut y dejarlo en bancarrota?
— No… no creo que se trate de nada tan evidente. Pero es algo parecido, sн. Es usted muy perspicaz, milord.
— Pero quй le pasa a la hautlady a la que entregan asн, como si se tratara de una medalla de buena conducta? — preguntу Ivan-. Quй siente? Quiero decir… si la mayor ambiciуn de una hautlady es transformarse en monopolio imperial, eso de ir a parar a manos de un ghemlord tiene que ser el extremo opuesto. Que la arrojen para siempre fuera del hautgenoma… Los descendientes nunca vuelven a casarse entre los haut, verdad?
— No — confirmу Maz-. Creo que la psicologнa de todo el proceso es bastante peculiar. En primer lugar, la hautnovia tiene mбs rango que cualquier otra esposa del ghemlord, y sus hijos son los herederos. Es automбtico. Eso puede desatar algunas tensiones interesantes en casa del ghemlord, sobre todo si el nuevo casamiento, como suele suceder, se da en la mitad de la vida, cuando las otras asociaciones maritales del lord ya estбn bien establecidas y son antiguas.
— Seguramente que caiga una de estas hautmujeres sobre la cabeza de su marido es la pesadilla de cualquier ghemlady — musitу lvan-. Nunca se niegan? No obligan a los maridos a rechazar el honor?
— Por lo visto no es un honor que se pueda rechazar.
— Mmmm. — Miles arrancу con dificultad su imaginaciуn de la fascinaciуn de esos detalles sociales y procurу centrarse en su mayor preocupaciуn-. El sello del Criadero Estrella… No tendrб usted un dibujo?
— He traнdo unos vнdeos, milord — dijo Maz-. Con su permiso, los podemos pasar en su comuconsola.
Aahh. Cуmo me gustan las mujeres competentes. No tiene usted una hermana menor, milady Maz?
— Sн, por favor — dijo Miles.
Todos se amontonaron detrбs del escritorio de la comuconsola y Maz empezу con su pequeсa conferencia ilustrada sobre la cъpula de los haut y una media docena de sellos imperiales de varios tipos.
— Aquн estб, milord: el sello del Criadero Estrella.
Era un bloque cъbico, de unos quince centнmetros de lado y con el pбjaro de trazos rojos sobre la parte superior. El terror que habнa sentido Miles desde que Maz le comunicara que existнa el sello, el terror de que tal vez йl e Ivan hubieran robado accidentalmente una pieza de los objetos imperiales, se desvaneciу como por ensalmo. El cilindro era un objeto imperial, sin duda, y tendrнan que devolverlo — anуnimamente, de ser posible-, pero por lo menos no era…
Maz llamу a la siguiente unidad de datos.
— Y este objeto es la Gran Llave del Criadero Estrella, que se entrega junto con el sello — siguiу diciendo.
Ivan se atraganto con el vino. Miles, sъbitamente marcado, se reclinу contra el escritorio y mirу la imagen del cilindro con una sonrisa fija. El original estaba unos pocos centнmetros mбs abajo, en el cajуn.
— Y… ah, quй es la Gran Llave del Criadero Estrella, mila… Maz? — consiguiу murmurar-. Para quй sirve?
— No estoy muy segura. En algъn momento, en el pasado, tuvo que ver con la recuperaciуn de datos en los bancos genйticos de los haut, segъn creo, pero en la actualidad tal vez sуlo se trate de un objeto ceremonial. Tiene unos doscientos aсos por lo menos… Tiene que ser obsoleto.
Esperemos. Gracias a Dios no lo habнa abandonado por ahн. Todavнa.
— Ya veo.
— Miles… — musitу Ivan.
— Mбs tarde — siseу Miles entre dientes-. Entiendo tu preocupaciуn.
Ivan musitу una obscenidad por encima de la cabeza de Maz.
Miles se inclinу contra el escritorio de la comuconsola y moviу los labios en una mueca realista.
— Algo anda mal, milord? — Maz levantу la vista, preocupada.
— Lo lamento, las piernas me molestan un poco. Probablemente tenga que consultar con el mйdico de la embajada…
— Preferirнa usted seguir con esto mбs tarde? — preguntу Maz instantбneamente.
— Bueno… a decir verdad, creo que ya he recibido todas las lecciones de etiqueta que puedo asimilar en una sola tarde.
— Ah… pero hay mucho, muchнsimo mбs. — Sin embargo, Miles debнa de estar realmente pбlido porque ella se levantу y dijo-: Demasiado para una sola clase, sн, por supuesto. Le molestan mucho sus heridas? No creн que fueran tan graves.
Miles se encogiу de hombros, como avergonzado. Tras la despedida de rigor y la promesa de volver a ver a su tutora vervani muy pronto, Ivan se hizo cargo de los deberes de anfitriуn y escoltу a Maz a la planta baja.
Volviу inmediatamente, sellу la puerta detrбs de йl y se lanzу sobre Miles.
— Tienes alguna idea del lнo en que nos hemos metido? exclamу.
Miles estaba sentado frente a la comuconsola, releyendo la descripciуn oficial — totalmente inexacta, por cierto— de la Gran Llave, mientras la imagen del objeto flotaba como un conjuro frente a su nariz por encima de la placa de vнdeo.
— Sн. Tambiйn sй que vamos a salir bien parados. Tъ lo sabes?
Eso hizo que Ivan se detuviera.
— Sabes algo que yo no sepa?
— Si me lo dejaras a mн, creo que podrнa devolver esa cosa a su verdadero dueсo sin que el asunto trascendiese.
— Por lo que dijo Maz, el verdadero dueсo es el emperador de Cetaganda.
— Bueno, en realidad, sн. Deberнa decir, devolvйrsela a su verdadera guardiana. Que, si leo bien las seсales, estб tan desesperada por haberla perdido como nosotros por haberla encontrado. Si puedo devolvйrsela sin armar jaleo, no creo que vaya por ahн diciendo a todo el mundo que la perdiу. Aunque… me pregunto cуmo fue que la perdiу. — Algo no encajaba, y estaba ahн, justo por debajo de su percepciуn consciente.
— ЎNosotros atacamos a un servidor imperial! ЎAsн la perdiу!
— Sн, pero quй estaba haciendo Ba Lura con ese objeto en la estaciуn orbital de transferencia? Por quй habнa manipulado los monitores de Seguridad del compartimiento de embarque?
— Lura se estaba llevando la Gran Llave a alguna parte. Por lo que sй, tal vez la llevaba a la Gran Cerradura. — Ivan caminaba alrededor de la comuconsola como un leуn enjaulado-. Asн que el pobre hombre se corta la garganta a la maсana siguiente porque perdiу este objeto, que estaba a su cuidado, y todo por culpa nuestra… Mierda, Miles. Me siento como si hubiйramos matado a ese vicio chiflado. No nos hizo ningъn daсo, sуlo se equivocу de lugar y tuvo la mala suerte de asustarnos.