— Y segъn йl, quй le dijimos?
La voz de ella estallaba de furia.
— Dijo que insultaron a la Seсora Celestial.
— Y luego?
— Ba Lura volviу a casa sumido en la vergьenza.
— Y entonces, por quй no llamу a Seguridad cetagandana para recuperar inmediatamente la Gran Llave por todos los medios?
Se produjo un largo silencio. Despuйs ella dijo:
— Ba Lura no podнa hacerlo. Pero se confesу conmigo. Y yo acudн a usted… Me humillй frente a usted… Y le pedн que me devolviera el objeto del que soy responsable… y con йl, mi honor.
— Por quй no confesу Ba Lura la noche anterior?
— ЎNo lo sй!
— Y mientras usted se enfrentaba a la tarea de recuperaciуn, Ba Lura se corta el cuello…
— Por dolor, por vergьenza — murmurу ella.
— Ah, sн? Por quй no esperу a ver si usted lograba que yo le entregara la Llave? Por quй no se cortу el cuello en privado, en sus habitaciones? Por quй mostrar su vergьenza frente a toda la comunidad galбctica? No le parece un poco raro? Se suponнa que Ba Lura debнa asistir a la ceremonia de entrega de presentes?
— Sн.
— Y usted tambiйn?
— Sн…
— Y usted creyу la historia de Ba Lura?
— ЎPor supuesto!
— Seсora, me parece que anda usted muy perdida. Dйjeme decirle lo que pasу en el vehivaina tal como yo lo vi. No habнa seis solados; sуlo йramos tres: yo, mi primo y el piloto del vehivaina. No se produjo conversaciуn alguna, no hubo ruegos ni sъplicas, y mucho menos insultos contra la Seсora Celestial. Ba Lura gritу y saliу corriendo. Ni siquiera opuso resistencia. En realidad, apenas se enfrentу a nosotros. No hizo casi nada. Piйnselo. Estaba luchando por la recuperaciуn de un objeto de suma importancia, y esa recuperaciуn era tan esencial que cuando fracasу, decidiу cortarse el cuello delante de todo el mundo. No le parece raro? Nos dejу ahн, rascбndonos la cabeza con aquella maldita cosa entre las manos, preguntбndonos «quй diablos estб pasando?». Es evidente que alguien estб mintiendo. Yo sй quien es.
— Deme la Gran Llave — dijo ella-. No le pertenece.
— Mire, yo creo que me tendieron una trampa. Alguien que aparentemente quiere arrastrar a Barrayar a un… desacuerdo interno cetagandano. Por quй? Para quй me estбn tendiendo esta trampa?
Tal vez el silencio de ella indicaba que йsas eran las primeras palabras que penetraban su pбnico en dos dнas. O tal vez no. En cualquier caso, se limitу a repetir en un susurro:
— ЎNo le pertenece!
Miles suspirу.
— Estoy totalmente de acuerdo con usted, milady, y me alegro de devolvйrsela. Pero en vista de la situaciуn, me gustarнa testificar, bajo pentarrбpida si es necesario, a quiйn hago entrega de la Gran Llave. Dentro de esa burbuja podrнa esconderse cualquiera. Mi tнa Alys, por ejemplo. Pienso devolvйrsela, pero cara a cara… — Extendiу la mano con la palma abierta y la llave sobre la palma, invitante…
— Ese es el ъltimo precio?
— Sн. No pido mбs.
Era un triunfo insignificante. Iba a ver a una hautmujer. Ivan no habнa visto ninguna. Sin duda la vieja sentirнa vergьenza de mostrarse asн frente a ojos extranjeros, pero mierda, considerando lo que Miles habнa sufrido, aquella mujer le debнa algo. Y sus argumentos sobre la necesidad de identificar a la persona a quien entregaba la Gran Llave eran totalmente ciertos. La haut Rian Degtiar Dama de Compaснa del Criadero Estrella, no era la ъnica que estaba involucrada.
— De acuerdo — susurrу ella. La burbuja blanca se desvaneciу hasta hacerse transparente y finalmente desapareciу.
— Ah — dijo Miles, con un hilo de voz.
Ella estaba sentada en una silla flotante, envuelta de pies a cabeza en tenues telas, muchas capas de tela, todas blancas y brillantes, una docena de texturas que caнan unas sobre otras.
El cabello era de color йbano refulgente, una larga melena con mechones que le cubrнan los hombros y le pasaban sobre las piernas y se arremolinaban a sus pies. Cuando se pusiera de pie, el cabello la seguirнa por el suelo como un velo infinito. Sus ojos enormes eran de un azul gйlido de tal pureza бrtica, que a su lado los ojos de lady Gelle parecнan charcos de barro. La piel… Miles sintiу que en toda su vida nunca habнa visto piel, sуlo bolsas remendadas en las que la gente se enfundaba para no perder fluidos vitales. Esa perfecta superficie marfileсa… ah, deseaba tocarla con tal intensidad que incluso le dolнan las manos. Tocarla sуlo una vez y despuйs morir. Los labios de Rian Degtiar eran tibios, como rosas en las que latiera la sangre…
Quй edad tenнa? Veinte aсos? Cuarenta? Era una hautmujer, quiйn podнa decirlo? A quiйn le importaba? Los hombres de la vieja religiуn habнan adorado iconos mucho menos gloriosos, de plata y oro labrados con un burdo cincel. Miles estaba de rodillas y no recordaba cуmo ni cuбndo se habнa dejado caer al suelo de ese modo.
Ahora sabнa por quй lo llamaban «caer». Sн, enamorarse. Era el mismo vйrtigo lleno de nбuseas de la caнda libre, la misma emociуn inabarcable, la misma seguridad enfermiza de que sufrirнa un tremendo golpe contra una realidad que se cernнa hacia йl a toda velocidad. Se inclinу hacia delante y dejу la Gran Llave frente a esos pies perfectos en sus sandalias blancas. Luego retrocediу y esperу.
SOY un juguete de la Fortuna.
6
Ella se inclinу y alargу la grбcil mano para recuperar el solemne objeto. Dejу la Gran Llave sobre la falda y sacу un collar largo por debajo de las capas de vestidos blancos. La cadena tenнa un anillo decorado con el dibujo de un ave con el pico abierto; las lнneas de oro de los contactos electrуnicos brillaban como filigrana sobre esa superficie lisa. Ella insertу el anillo en el sello sobre el cilindro. No pasу nada.
Algo le silbу en la respiraciуn. Mirу a Miles con furia.
— Quй ha hecho?
— Milady… yo… no… nada. ЎLe doy mi palabra de Vorkosigan! Ni siquiera se me cayу. Quй… quй se supone que debe pasar?
— Tendrнa que abrirse.
— M… m… — Miles se hubiera puesto a sudar de desesperaciуn, pero hacнa demasiado frнo. El perfume que emanaba de aquella mujer y la armonнa de su voz sin filtro electrуnico casi lo marcaban-. Si le pasa algo, sуlo hay tres posibilidades. Alguien lo rompiу… Ўpero no fui yo, lo juro! — Era йse el secreto de la extraсa intrusiуn de Ba Lura? Se le habнa roto y habнa estado buscando un chivo expiatorio a quien echarle la culpa…?-. O alguien lo ha reprogramado, O, lo cual es menos probable, han hecho algъn tipo de cambio. Un duplicado… O… o…
La hautmujer abriу desmesuradamente los ojos y pareciу a punto de decir algo.
A usted no le parece tan poco probable? — adivinу Miles-. Seguramente serнa lo mбs difнcil de hacer pero… ahora se me estб ocurriendo que tal vez quien lo hiciera no considerу la posibilidad de que yo se lo entregara a usted. Si es falso, tal vez alguien suponнa que estarнa camino a Barrayar en una valija diplomбtica. O… algo asн… No, eso no tiene sentido pero…
Ella estaba sentada, inmуvil, la cara tensa de pбnico, las manos tensas alrededor del cilindro.
— Milady, hбbleme. Si es una reproducciуn, obviamente es muy fiel. Usted podrб entregarla en la ceremonia. Y si no funciona, quй mбs da? Quiйn va a controlar el funcionamiento electrуnico de un aparatito obsoleto?
— La Gran Llave no es obsoleto. La usamos todos los dнas.
— Es algo asн como un enlace de datos, no? Usted tiene una ventana de tiempo… Nueve dнas. Si cree que el objeto ha sufrido algъn daсo o que alguien la ha modificado, bуrrela y reprogrбmela con los archivos de resguardo. Si es un duplicado falso que no funciona, tal vez tenga tiempo de hacer un duplicado verdadero y reprogramarlo… — Pero por favor, no se quede ahн sentada con esa mirada de horror en los ojos-. ЎHбbleme!