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Uno de esos hechos era casi una verdad comprobada. Alguien con suficiente inteligencia y arrestos como para asesinar a uno de los servidores mбs antiguos del Emperador ante las narices de Seguridad no vacilarнa en amenazar a una mujer Degtiar no demasiado importante si eso le parecнa ъtil. La idea era obscena, horrenda. La inmunidad diplomбtica de un heredero de Barrayar era un escudo todavнa mбs inъtil, sin duda, pero era el precio del juego.

— Creo que usted podrнa estar en grave peligro. Tal vez sea mejor seguirles la corriente por un tiempo, no revelar a nadie que yo le he dado la llave. Tengo la extraсa sensaciуn de que no estoy siguiendo el guiуn de esa gente como corresponde… — Miles caminaba de un lado a otro delante de ella-. Si usted consigue descubrir algo, lo que sea, sobre las actividades reales de Ba Lura en los pocos dнas anteriores a su muerte… bueno… pero no se relacione demasiado con su propia Seguridad… Seguramente estбn investigando la muerte de Ba Lura…

— Yo… me pondrй en contacto con usted donde, cuando y como pueda, barrayarйs. — Lentamente, una mano acariciу la almohadilla de control sobre el brazo de la silla— flotante y una niebla gris se formу a su alrededor como un hechizo fabuloso.

La burbuja se alejу y tambiйn el ba y Miles quedу solo. Ahora tenнa que volver a la fiesta de Yenaro atravesando a tropezones charcos, campos y propiedades.

Llovнa.

A Miles no le sorprendiу que la hautmujer ya no estuviera esperбndolo en el banco junto al portуn pintado de rojo. Lo atravesу en silencio y se detuvo junto a las puertas del jardнn para sacudirse las gotas de agua del uniforme de gala y secarse la cara. Luego, sacrificу el paсuelo a la redenciуn de sus botas y dejу caer la tela empapada detrбs de un arbusto. Despuйs, volviу a deslizarse al interior.

Nadie lo vio entrar. La fiesta proseguнa un poco mбs ruidosa y con algunas caras nuevas sustituyendo las anteriores. Los cetagandanos no consumнan alcohol para embriagarse, pero algunos de los participantes de la fiesta tenнan un aire de confusiуn que recordaba al de los bebedores de Barrayar. Si habнa sido difнcil mantener una conversaciуn inteligente antes, ahora serнa claramente imposible. Incluso Miles se sentнa un poco asн, ahogado en, informaciуn, mareado de intriga. Todo el mundo tiene una adicciуn secreta, supongo. Querнa buscar a Ivan y huir lo mбs rбpido posible antes de que le estallara la cabeza.

— Ah, por fin doy con usted, lord Vorkosigan. — Lord Yenaro apareciу junto al codo de Miles, con una mirada levemente ansiosa-. He estado buscбndolo.

— Fui a dar un paseo con una dama… un largo paseo — dijo Miles. No veнa a Ivan-. Dуnde estб mi primo?

— Lord Vorpatril estб viendo la casa con lady Arvan y lady Bennello — dijo Yenaro. Mirу a un lado, hacia el gran arco que se erguнa al otro extremo de la habitaciуn y la escalera en espiral mбs allб-. Hace ya un rato que se fueron… en realidad hace mucho rato. — La sonrisa de Yenaro, que seguramente intentaba ser divertida, le saliу extraсa, llena de intenciones secretas y curiosidad-. Antes de que usted… No entien… bueno… Quiere usted tomar algo?

— Sн, gracias — dijo Miles, distraнdo. Tomу la bebida de las manos de Yenaro y se la bebiу sin dudar. Se le ponнan los pelos de punta al pensar en lo que estarнa haciendo Ivan con dos hermosas ghemujeres. Aunque en ese momento, para sus ojos deslumbrados de belleza haut, todas las ghemujeres de la habitaciуn le parecнan tan groseras y aburridas como campesinas sucias de una aldea provinciana. El efecto se irнa desvaneciendo con el tiempo… al menos, eso esperaba. Le aterraba pensar en su prуximo encuentro con el espejo. Quй habнa visto la haut Rian Degtiar cuando lo miraba? Un gnomo simiesco de arcilla blanca que se retorcнa y parloteaba? Sacу una silla y se sentу bruscamente: encerrу la escalera en espiral con dos suspiros, como dos parйntesis. ЎApъrate, Ivan!

Por alguna razуn, Yenaro se habнa quedado junto a йl. Conversaba sobre teorнas de la proporciуn en la historia de la arquitectura, sobre el arte y los sentidos y sobre el mercado de йsteres naturales en Barrayar, pero Miles hubiera jurado que el hombre tenнa la mente puesta en la escalera, exactamente igual que йl.

Un par de copas despuйs, apareciу Ivan en las sombras del piso superior. Titubeу en la penumbra, con la mano sobre el uniforme verde, como si estuviera controlando el estado de su atuendo, aunque desde donde estaba Miles todas las prendas parecнan en su lugar. Ivan estaba solo. Bajу con una mano aferrada a la barandilla curva que flotaba sin apoyo aparente como un eco del arco de la escalera. Se sacudiу una vez, convirtiу una expresiуn de intensa preocupaciуn en una radiante sonrisa antes de pasar a la habitaciуn principal y caminar bajo la luz. Le temblу la cabeza hasta que vio a Miles y se dirigiу en lнnea recta hacia йl.

— Lord Vorpatril — lo saludу Yenaro-. Sн que ha sido un paseo largo el suyo… Ha visto toda la mansiуn?

Ivan mostrу los dientes, como un perro furioso.

— Todo. Hasta la luz.

La sonrisa de Yenaro no cambiу pero sus ojos parecнan llenos de preguntas.

— Me… me alegro mucho…

Otro invitado lo llamу desde el otro extremo de la habitaciуn y Yenaro se distrajo un momento.

Ivan aprovechу para inclinarse y susurrar en el oнdo de Miles:

— Salgamos de aquн. Creo que me han envenenado.

Miles levantу la vista, asustado.

— Quieres llamar al vueloliviano?

— No. Quiero ir a la embajada en el auto de superficie. Ahora mismo.

— Pero…

— No, mierda — siseу Ivan-. Marchйmonos sin llamar la atenciуn, antes de que ese bastardo sonriente suba arriba.

Hizo un gesto con la cabeza hacia Yenaro que estaba al pie de la escalera mirando hacia el piso superior.

— Veo que piensas que no es grave.

— Ah, te aseguro que es muy grave — le ladrу Ivan.

— No habrбs matado a nadie ahн arriba, verdad?

— No. Pero pensй que nunca… Ya te lo contarй en el auto.

— Eso espero. — Miles se puso de pie. Tenнan que pasar junto a Yenaro, eso era inevitable. El cetagandano se pegу a ellos como buen anfitriуn para acompaсarlos a la puerta principal y despedirlos amablemente.

Los adioses de Ivan parecнan chorros de бcido.

En cuanto el auto se cerrу sobre sus cabezas, Miles ordenу a su primo:

— Ahora, Ivan.

Ivan se recostу contra el asiento, hirviendo de rabia.

— Me tendieron una trampa.

Te sorprende, primito?

— Quiйnes? Lady Arvan y lady Bennello?

— Ellas eran la trampa, Miles. Yenaro lo organizу todo. Estoy seguro. Tenнas razуn con lo de la fuente: era una trampa. Ahora me doy cuenta. La belleza como carnada, de nuevo.

— Quй te pasу?

— Sabes algo de los rumores sobre afrodisнacos cetagandanos?

— Sн, algo sй…

— Bueno, en algъn momento en la noche ese hijo de puta de Yenaro me dio un antiafrodisнaco.

— Mmm. Estбs seguro? Quiero decir que a veces estas cosas ocurren, me dijeron que…

— Fue una trampa, una trampa, mierda. Yo no las seduje, fueron ellas… Me llevaron arriba, a esa habitaciуn sorprendente… seguro que lo tenнan todo organizado. Dios, fue… fue… — Se le quebrу la voz en un suspiro-. Fue glorioso… Por un tiempo… Y despuйs me di cuenta de que no podнa… bueno… no podнa… hacerlo.

— Y quй hiciste?

— Era demasiado tarde para salir bien parado de la situaciуn. Asн que tratй de salir de otro modo. Es lo ъnico que se me ocurriу para que no se dieran cuenta.

— Y quй diablos hiciste?

— Fabriquй folclore instantбneo… toda una serie de leyendas. Les dije que un Vor se enorgullece de su autocontrol, que no se considera correcto en Barrayar que un hombre… ya sabes, antes que su dama… tres veces. Les dije que se consideraba un insulto para la dama. Y acariciй, frotй, rasquй, recitй poesнa, toqueteй… me duelen los dedos… — Tambiйn tenнa la voz un poco rara, notу Miles-. Pensй que nunca se dormirнan… — Ivan hizo una pausa: una especie de sonrisa amarga reemplazу la mueca que se pintaba en su rostro-. Pero cuando se durmieron, estaban sonriendo. — La sonrisa se convirtiу en una mirada de desesperaciуn sombrнa-. Cuбnto te apuesto que esas dos son las peores ghemchismosas de todo Cetaganda?