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— Lamento decirle que no creo que tenga tiempo. Pero le dirй que si no hubiera podido entrar en la carrera militar, creo que mi siguiente opciуn habrнa sido el trabajo policial.

Un cabo uniformado de la oficina de SegImp de la embajada hizo un gesto para separar del grupo a su superior. Hablaron en voz baja, y el cabo le entregу un pliego de papeles de colores. El oficial de protocolo se los entregу a su embajador con unas pocas palabras. Vorob'yev, con las cejas levantadas, se volviу hacia Ivan.

— Lord Vorpatril. Le han llegado algunas invitaciones.

Ivan tomу las hojas — los perfumes y colores contrastaron unos con otros— y las hojeу, extraсado.

— Invitaciones?

— Lady Benello lo invita a una cena privada; lady Arvin, a una fiesta con espectбculo de esquemas en fuego en el cielo, las dos esta noche, y lady Senden organiza danzas de salуn esta tarde.

— Quiйn?

— Lady Senden — explicу el oficial de protocolo— es la hermana casada de lady Benello. Eso supimos despuйs del incidente de anoche. — Mirу a Ivan, extraсado-. Quй hizo usted para recibir tantas atenciones, lord Vorpatril?

Ivan levantу los papeles en la mano, temblу y sonriу un poco. Miles dedujo inmediatamente que el informe de su primo sobre la aventura de la noche anterior no incluнa todos los detalles.

— No estoy seguro, seсor — dijo y captу la mirada disimulada de Miles. Se ruborizу levemente.

Miles estirу el cuello.

— Alguna de esas mujeres tiene alguna relaciуn interesante en el jardнn Celestial? O amigos que las tengan?

— Tu nombre no aparece por aquн, primito. — Ivan seсalу los papeles cubiertos de letras manuscritas en tintas de colores diversos. Su mirada, libre por fin del miedo y la cautela que habнa mostrado antes, empezaba a llenarse de alegrнa.

— Tal vez serнa necesario ampliar mбs los controles, milord? — murmurу el oficial de protocolo al embajador.

— Por favor, coronel, si es posible…

El oficial de protocolo se alejу con su cabo. Miles, con un gesto de agradecimiento a Vorob'yev, se alejу detrбs de Ivan, que aferraba los papeles con firmeza en la mano y lo miraba lleno de sospechas.

— Son mнos — afirmу Ivan en cuanto estuvieron fuera del alcance del oнdo de sus superiores-. Tъ tienes al ghemcoronel Benin, que de todos modos es mбs de tu tipo que ellas.

— Hay muchas ghemujeres en la capital que son damas de honor de las hautmujeres en el Jardнn Celestial, eso es todo — dijo Miles-. Me… me gustarнa volver a ver a la ghemlady que fue a pasear conmigo el otro dнa, pero no me dijo su nombre.

— Dudo que los amigos de Yenaro tengan relaciones celestiales.

— Creo que esa mujer era una excepciуn. Aunque en realidad estoy mбs interesado en conocer a los gobernadores de satrapнas. Quisiera verlos cara a cara.

— Vas a tener mejores oportunidades en una de las ceremonias oficiales.

— Ah, sн. Eso ya lo sй. Lo estoy planeando.

8

El jardнn Celestial no intimidaba tanto en la segunda visita, se asegurу Miles a sн mismo. Esta vez no estaban perdidos en un gran arroyo de enviados galбcticos: eran sуlo un pequeсo grupo de tres. Miles, el embajador Vorob'yev y Mia Maz entraron por una puerta lateral, casi en privado. Un solo servidor los escoltу a su destino.

El trнo ofrecнa una buena imagen. Miles y el embajador llevaban uniformes de gala negros. Maz se habнa puesto unas tъnicas flotantes negras y blancas. Esa combinaciуn le permitнa usar los dos colores del duelo, hacer un homenaje al dolor de Cetaganda sin pasar los lнmites del hautprivilegio. No era casualidad que la ropa tambiйn le resaltara el cabello negro y la tez llena de vida y, de alguna manera, tambiйn a los dos hombres que la acompaсaban. El hoyuelo de la mejilla de la vervani relampagueу con su sonrisa de placer y alegrнa, dirigida, por encima de la cabeza de Miles, al embajador Vorob'yev. Entre los dos, Miles se sentнa como un chiquillo travieso escoltado con firmeza por sus padres. Vorob'yev no pensaba correr el riesgo de otra violaciуn de etiqueta.

La ofrenda de poesнa elegнaca a la emperatriz muerta no era una ceremonia a la que asistieran delegados galбcticos, con excepciуn de unos pocos aliados cetagandanos de alto rango. Miles no contaba en ninguno de estos grupos, y Vorob'yev habнa tenido que mover todos los hilos que tenнa entre manos para conseguirles la invitaciуn. Ivan se habнa disculpado, con la excusa del cansancio por la prбctica de baile de salуn y las fiestas de fuegos del dнa anterior, por no mencionar los planes de cuatro invitaciones mбs para la tarde y la noche siguientes. Era un cansancio sospechosamente selectivo. Miles lo habнa dejado hacer: su deseo sбdico de obligar a su primo a sentarse con йl durante toda la tarde, que prometнa ser interminable, se habнa diluido con la reflexiуn de que su primo no tendrнa mucho que aportar a lo que йl habнa planeado como una expediciуn para la obtenciуn de datos. Y tal vez, sуlo tal vez, Ivan podrнa establecer algunos contactos ъtiles entre los ghem. Vorob'yev lo habнa sustituido por la mujer vervani. Eso habнa encantado a la elegida y favorecнa los planes de Miles.

Para alivio de Miles, la ceremonia no se celebrarнa en la rotonda con sus asociaciones alarmantes y el cuerpo de la emperatriz todavнa a la vista de todos. Y los haut tampoco usaban auditorios, les hubiera parecido grosero y demasiado directo con sus filas eficientes de espectadores. El servidor los condujo a un… valle era la palabra mбs adecuada, supuso Miles, una hondonada llena de flores, plantas y cientos de pequeсos asientos como cajas, todos orientados hacia un conjunto complejo de plataformas y estrados en el fondo. Como correspondнa a su rango, o falta de rango, el servidor colocу a los barrayareses en la ъltima fila, la mбs alta, a tres cuartos de vuelta de la mejor vista. Eso convenнa a Miles: desde ahн, podrнa estudiar al pъblico sin que nadie lo viera. Los bancos del fondo eran de madera pulida a mano hasta conseguir un acabado perfecto. Mia Maz, a la que Vorob'yev acompaсу caballerosamente a un asiento, se arreglу las faldas del vestido y mirу a su alrededor con los ojos brillantes.

Miles tambiйn echу un vistazo, atento pero con los ojos mбs cansados: habнa pasado gran parte del dнa anterior frente a la pantalla de la comuconsola estudiando datos con la esperanza de encontrar un final para ese laberinto. Los haut estaban llegando a sus lugares: hombres con tъnicas abiertas, nevadas, junto a burbujas blancas. El valle empezaba a parecer un gran banco de rosas trepadoras blancas que se abrнan todas al mismo tiempo en un frenesн de floraciуn. Finalmente, Miles descubriу el propуsito de los asientos tipo caja: proporcionaban lugar suficiente para las burbujas. Estarнa Rian entre ellas?

— Las mujeres hablan primero o cуmo lo organizan? — preguntу Miles a Maz.

— Las mujeres no van a hablar hoy — dijo Maz-. Ya realizaron su ceremonia ayer. Hoy empiezan con el hombre de menor rango y van subiendo por las constelaciones.

Los gobernadores de satrapнas al final. Todos ellos. Miles se acomodу con la paciencia de una pantera en un бrbol. Los hombres que habнa venido a ver estaban en el fondo del valle. Si Miles hubiera tenido cola, la habrнa movido constantemente. Como no la tenнa, tuvo que contenerse para no golpear el suelo con la bota.

Los ocho gobernadores de satrapнas, ayudados por los ghemoficiales de mбs alto rango de cada satrapнa, se hundieron en sus asientos junto a los estrados. Miles entornу los ojos y deseу haber llevado un larga vistas de gran alcance… aunque en realidad, no habrнa podido pasarlo por el rastreo de Seguridad. Con una mueca de simpatнa, se preguntу quй estarнa haciendo el ghemcoronel Benin y si, entre bastidores, Seguridad de Cetaganda se ponнa tan frenйtica como Seguridad de Barrayar en las ceremonias que incluнan al emperador Gregor. No le costaba imaginбrselos.