— Quйdense aquн. Enseguida vuelvo — dijo y se alejу a destruir la evidencia del crimen.
— Excelente, Ivan — gruсу Miles-. Espero que a partir de ahora mantengas las manos en los bolsillos.
Ivan se limpiу la sustancia pegajosa que le cubrнa la palma con el paсuelo, escupiу sobre la mano y volviу a sacudirla. Fuera, fuera, mancha maldita…
— No empieces a hacer ruiditos como mi madre. No ha sido culpa mнa… Las cosas eran un poco mбs complicadas de lo que yo suponнa. — Ivan se metiу el paсuelo en el bolsillo y mirу a su alrededor, con el ceсo fruncido-. Todo esto no me gusta nada. Quiero volver a la embajada.
— Tienes que quedarte hasta que yo me encuentre con mi contacto.
— Y cuбndo piensas que…?
— Pronto, creo yo.
Caminaron juntos, despacio, hasta el final del pasillo donde otro pequeсo balcуn ofrecнa una vista de la siguiente secciуn.
— Mierda — dijo Ivan.
— Quй? — preguntу Miles, rastreando con la mirada. Se estirу de puntillas pero no consiguiу ver el lugar que habнa suscitado la protesta de su primo.
— Nuestro amiguito Yenaro estб aquн. Dos niveles mбs abajo, hablando con unas mujeres…
— Podrнa… podrнa ser una simple coincidencia. Este lugar estб lleno de ghemlores: esta tarde entregan los premios. Un galardуn en esta, competiciуn implica un honor para el clan y naturalmente los hombres quieren estar presentes. Este tipo de… cosa artнstica seguramente les gusta mucho, estб dentro de sus fantasнas, supongo.
Ivan levantу la ceja.
— Quieres apostar?
— No.
Ivan suspirу.
— No creo que haya forma de tomar la iniciativa.
— No sй. Pero mantйn los ojos bien abiertos…
— Claro.
Miraron a su alrededor. Una ghemlady madura y digna se les acercaba por el sendero. Dirigiу a Miles un gesto de reconocimiento casi amistoso. Abriу la palma de la mano y le mostrу un pesado anillo con el dibujo del pбjaro en filigrana. Estaba lleno de cуdigos complejos.
— Ahora? — preguntу Miles con tranquilidad.
— No. — Su voz bien modulada tenнa un tono agudo, pero no chillуn—. Dentro de media hora, en la entrada oeste.
— Tal vez no pueda ser muy puntual.
— No importa. Le esperarй — dijo ella y siguiу adelante.
— Mierda — dijo Ivan, despuйs de un momento de silencio-. De verdad piensas hacerlo? Ten mucho cuidado, me oyes?
— Ah, sн.
Al parecer, el oficial de protocolo se estaba tomando todo el tiempo del mundo para encontrar la unidad de eliminaciуn de basura mбs cercana, pensу Miles. Pero justo cuando se estaba poniendo nervioso y pensaba en ir a buscarlo йl mismo, Vorreedi reapareciу caminando hacia ellos con rapidez. La sonrisa de bienvenida que les dirigiу parecнa un poco forzada.
— Seсores — dijo-. Ha surgido un imprevisto. Voy a tener que abandonarles por un rato. Quйdense juntos y no salgan de este edificio, por favor.
Perfecto. Tal vez,
— Quй clase de imprevisto? — preguntу Miles-. Hemos visto a Yenaro.
— El bromista? Sн. Sabemos que estб aquн. Mis analistas lo consideran mбs una molestia que un autйntico peligro. Tengo que dejarlos. Defiйndanse de йl como puedan. Pero mi hombre de perнmetro, uno de los mбs inteligentes que tengo, ha descubierto a otro individuo. Un profesional.
En ese contexto, la palabra profesional significaba asesino profesional o algo por el estilo. Miles hizo un gesto de comprensiуn. Йl tambiйn estarнa alerta.
— No sabemos por quй estб aquн — siguiу explicando Vorreedi-. He pedido refuerzos, y ya estбn en camino. Mientras tanto, nos proponemos… bueno, dejarnos caer por ahн, sorprenderlo y tener una charla…
— La pentarrбpida es ilegal aquн para los cuerpos que no pertenecen a la policнa y los imperiales… no es cierto?
— Dudo que esta persona quiera presentar una queja a las autoridades — murmurу Vorreedi, con una sonrisa levemente siniestra.
— Diviйrtase, seсor.
— Tengan cuidado. — El oficial de protocolo hizo un gesto con la cabeza y se alejу despacio, como si no tuviera un destino fijo.
Miles e Ivan siguieron caminando y se detuvieron para admirar unas flores — con raнces— que tenнan aspecto de sentirse menos inseguras sobre su pertenencia al reino vegetal. Miles contaba los minutos mentalmente. Si se separaba de su primo al cabo de unos minutos, se encontrarнa con su contacto justo a tiempo.
— Bueno, bueno, hola, encanto — chillу una voz musical a sus espaldas.
Ivan girу en redondo un segundo antes que Miles. Lady Arvin y lady Benello estaban de pie en el sendero con los brazos enlazados. Se separaron y… a Miles le pareciу que la palabra correcta era fluyeron a ambos lados de Ivan.
— Encanto? — murmurу Miles, divertido.
Ivan le dedicу una mirada furiosa antes de volverse hacia sus conocidas.
— Supimos que estaba usted aquн, lord Ivan — siguiу diciendo la rubia, lady Arvin. La alta lady Benello asintiу y la cascada de sus rizos бmbar se sacudiу con el movimiento-. Quй tiene usted pensado para mбs tarde?
— Ah… no tengo planes… — dijo Ivan, con la cabeza siempre en movimiento mientras trataba de dividir su atenciуn en dos mitades exactas.
— Aaahhh — suspirу lady Arviri-. Tal vez entonces acceda a cenar con nosotros, en mi casa.
Lady Benello la interrumpiу.
— O, si no estб de humor para la ciudad, conozco un sitio no muy lejos, un lago. Cada cliente recibe una islita propia y se le sirve un picnic… al aire libre. Es muy, muy privado.
Las dos mujeres sonrieron; se repelнan mutuamente. Ivan tenнa aspecto de presa.
— No sй si sabrй decidir — contemporizу.
— Venga a ver las obras de la hermana de lady Benello mientras lo piensa, lord Ivan — sugiriу lady Arvin, con ecuanimidad.
Su mirada reparу en Miles-. Ah, usted tambiйn, lord Vorkosigan. No estamos prestando la debida atenciуn al huйsped mбs importante, creo yo. Ya hablamos de ese tema, sabe?, y despuйs de discutirlo, llegamos a la conclusiуn de que tal vez tendremos que lamentarlo. — Apretу la mano sobre el brazo de Ivan y girу para dirigir a su compaсera una sonrisa radiante, muy significativa-. Esa podrнa ser la soluciуn del dilema de lord Ivan.
— — En la oscuridad todos los gatos son pardos? — murmurу Miles-. O todos los barrayareses?
Ivan esbozу una mueca: le habнa molestado la referencia a los felinos. Lady Arvin parecнa perpleja, pero Miles tuvo la desagradable sensaciуn de que la pelirroja entendнa la broma. Entendiera o no, se desprendiу de Ivan — el brillo en los ojos de lady Arvin, era una mueca de triunfo?— y se volviу hacia Miles.
— Claro, lord Vorkosigan. Usted sн tiene planes?
— Me temo que sн — dijo Miles con una pena no del todo fingida-. En realidad, tengo que irme en este mismo instante.
— Ahora? Ah, vamos, por lo menos, venga a ver la exposiciуn de mi hermana. — Lady Benello no le dio el brazo pero estaba dispuesta a caminar a su lado aunque eso dejara a su rival en posesiуn temporal de Ivan.
Tiempo. No estarнa mal darle al oficial de protocolo unos minutos mбs para concentrarse en su misiуn. Miles sonriу y dejу que lo arrastraran con el grupo. Lady Arvin abrнa la comitiva, llevando a Ivan como a un prisionero. A la pelirroja le faltaba la delicadeza de porcelana de la haut Rian. Pero, por otra parte, no era tan… imposible. Lo difнcil lo hacemos enseguida. Lo imposible lleva mбs tiempo…
Basta. Estas mujeres estбn usбndonos y tъ lo sabes, muchacho.
Ah. Dios, quiero que me usen, quiero que me usen…
Vamos, vamos, Miles, concйntrate.
Recorrieron el sendero y bajaron un nivel mбs. Lady Arvin girу hacia un pequeсo espacio abierto resguardado por бrboles en macetas. Tenнan las hojas brillantes, como joyas, pero eran sуlo un marco para lo que habнa en el centro del cнrculo. La obra principal era un poco confusa, desde el punto de vista artнstico. Parecнa estar compuesta de tres rollos de brocado que formaban suaves espirales desde lo alto de un poste de la altura de un hombre hasta la alfombra. La alfombra, densa, circular, era un eco de los verdes de los бrboles, en un esquema complejo y abstracto.