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Esta vez no, muchacho. Frases antiguas pero evocativas como control del daсo le pasaron por la cabeza.

— En realidad, seсor, al principio no sabнa que se trataba de la Gran Llave. No la reconocн. Pero cuando la haut Rian se puso en contacto conmigo, los hechos pasaron con suma rapidez de lo aparentemente trivial a lo extremadamente delicado. Cuando me di cuenta de la profundidad y la complejidad del complot del hautgobernador, ya era demasiado tarde.

— Demasiado tarde para quй? — preguntу Vorreedi con brusquedad.

Miles no necesitу fingir una sonrisa enferma: aъn tenнa todo el cuerpo dolorido.

Pero al parecer, Vorreedi se habнa convencido de que Miles no era un agente encubierto al mando de Simon Illyan, despuйs de todo.

Eso es lo que tъ quieres que crean, recuerdas? Miles mirу la cara del ghemcoronel Benin, que escuchaba, fascinado, un poco separado del grupo.

— Usted me habrнa sacado de la investigaciуn, seсor. Es asн y usted lo sabe. En el agujero de gusano, todos creen que soy un invбlido con un cуmodo puesto de correo al que he llegado por enchufe. La idea de que tal vez sirva para tareas mбs importantes es algo que el teniente lord Vorkosigan no hubiera tenido la oportunidad de probar en circunstancias normales.

Frente al mundo en general, cierto. Pero Illyan sabнa el papel que habнa desempeсado Miles en el Centro Hegen y en otros lugares, y el primer ministro, lord Vorkosigan, padre de Miles, tambiйn lo sabнa y el emperador Gregor, y todos los que tenнan importancia en el gobierno de Barrayar. Hasta Ivan conocнa su extraordinario йxito como agente secreto. En realidad, los ъnicos que seguнan ignorбndolo eran… los que йl acababa de vencer. Los cetagandanos.

Entonces para quй has hecho todo esto? Para brillar a los ojos de la haut Rian? Sуlo para eso? O estabas pensando en otro pъblico?

El ghemcoronel Benin descifrу lentamente el parlamento de Miles.

— Usted querнa ser un hйroe, no es eso?

— Tanto que no le importaba de quй imperio? Le daba lo mismo ser hйroe de Cetaganda que de Barrayar? — agregу lord Vorreedi en voz baja.

— Acabo de servir al imperio de Cetaganda, eso es cierto. — Miles ensayу una reverencia temblorosa en direcciуn a Benin-. Pero mi principal objetivo era Barrayar. El hautgobernador Kety tenнa planes muy desagradables para Barrayar. Y yo los desbaratй.

— Ah, sн? — dijo Ivan-. Y dуnde habrнais acabado tъ y esos planes si no hubiera aparecido yo?

— Ah. — Miles sonriу-. Pero yo ya habнa ganado. Kety no lo sabнa, eso es todo. Lo ъnico que seguнa siendo dudoso era mi supervivencia personal.

— Entonces — dijo Ivan, exasperado-, por quй no entras en Seguridad de Cetaganda, eh, primito? Tal vez el ghemcoronel Benin te dй algъn puesto en una nave.

Mierda, Ivan lo conocнa demasiado.

— Poco probable — dijo Miles, como amargura-. Soy demasiado bajo.

Las cejas del ghemcoronel Benin se torcieron un poco sobre su frente ancha.

— En realidad — siguiу diciendo Miles-, la ъnica instituciуn que me aceptу como agente, si es que fui agente de alguien, es el Criadero Estrella, no el imperio. No servн al imperio de Cetaganda, servн a las haut. Pregъnteles a ellas. — Hizo un gesto hacia Pel y Nadina, que estaban a punto de salir de la habitaciуn mientras las asistentes giraban a su alrededor tratando de hacerlas sentir mбs cуmodas.

— Mmmm. — El ghemcoronel Benin pareciу desinflarse un poco.

Palabras mбgicas. Las faldas de una hautconsorte eran una fortificaciуn mбs fuerte de lo que Miles hubiera pensado hacнa tres semanas.

Maniobrada por hombres con rayos tractores de mano, la burbuja de la haut Nadina se levantу en el aire y saliу de la habitaciуn. Benin le dirigiу una mirada, se volviу hacia Miles y abriу la mano frente a su pecho en un principio de reverencia.

— De todos modos, teniente lord Vorkosigan, mi Seсor Celestial, el emperador haut Fletchir Giaja, me ha pedido que lo lleve a su presencia. Ahora.

Miles era muy capaz de reconocer una orden imperial cuando la oнa. Suspirу e hizo una reverencia en honor de la orden de Benin.

— Por supuesto… Ah… — Dirigiу una mirada a Ivan y a un Vorreedi sъbitamente inquieto. No estaba del todo seguro de que quisiera testigos de la entrevista. Tampoco estaba seguro de que prefiriese estar solo.

— Sus… amigos pueden acompaсarlo — aceptу Benin-. Con la salvedad de que no tienen permiso para hablar a menos que se les invite a hacerlo.

Invitaciуn que, si se hacнa, sуlo podнa provenir de labios del Seсor Celestial. Vorreedi asintiу, satisfecho en parte. Ivan empezу a practicar su truco de la invisibilidad.

Los soldados de Benin condujeron y escoltaron al grupo barrayarйs sin arrestarlos, por supuesto: un arresto de enviados galбcticos habrнa violado el protocolo diplomбtico. Sostenido por Ivan, Miles se encontrу junto a la haut Nadina en el umbral.

— Quй joven tan agradable — comentу Nadina en tono bajo y bien modulado mientras hacнa un gesto hacia Benin, que caminaba por el corredor dirigiendo a sus tropas-. Tan bien vestido… ese hombre entiende la forma correcta de hacer las cosas… Tenemos que hacer algo por йl, no te parece, Pel?

— Claro, claro — dijo Pel y saliу por la puerta.

Despuйs de un largo trayecto por la gran nave, llegaron al transbordador de Seguridad cetagandana. Benin no habнa perdido de vista a Miles en ningъn momento. Parecнa tan frнo y alerta como siempre, pero habнa cierto tono secreto… cierta complacencia que atravesaba el maquillaje facial.

Seguramente, el arresto de su comandante por alta traiciуn habнa dado una satisfacciуn suprema a Benin. El ъnico punto alto de una carrera no muy destacada. Miles hubiera apostado dуlares betaneses contra arena a que Naru era el hombre que habнa asignado al decoroso y aseado Benin la tarea de cerrar el caso de la muerte de Ba Lura, es decir, le habнa asignado un fracaso.

— A propуsito, general Benin — se atreviу a decir Miles-, le felicito por haber resuelto un asesinato tan complicado.

Benin parpadeу.

— Coronel Benin — corrigiу.

— Eso es lo que usted cree. — Miles flotу hacia adelante y se acomodу en el asiento mбs agradable que encontrу, junto a una ventana.

— No creo que haya visto esta cбmara de audiencias en toda mi vida — le susurrу el coronel Vorreedi a Miles mientras miraba todo a su alrededor-. No se usa para ceremonias diplomбticas ni pъblicas.

No habнan ido a parar a un pabellуn sino a un edificio bajo y cerrado en el cuadrante norte del Jardнn Celestial. Los tres barrayareses habнan pasado una hora en una antecбmara tratando de descansar el cuerpo mientras por dentro crecнa la tensiуn. Los atendнa una docena de ghemguardias amables y solнcitos, que se ocupaban de todas sus necesidades fнsicas, pero se negaban a atender cualquier pedido de comunicaciуn con el exterior. Benin se habнa marchado con las haut Pel y Nadina. En vista de la compaснa cetagandana que los rodeaba, Miles no habнa informado a Vorreedi. Se habнa limitado a intercambiar algunas frases en voz baja con su superior.

La habitaciуn le recordaba a Miles la Cбmara Estrella: sencilla, adornos superfluos, deliberadamente serena, de sonidos bajos, pintada en tonos frescos de azul. Las voces tenнan una cualidad sorda que sugerнa que la habitaciуn estaba encerrada en un cono de silencio. Los dibujos del suelo traicionaban la presencia de una gran mesa para comuconsola y asientos que se elevaban en caso de reuniones importantes. Por ahora, sin embargo, todos estaban de pie.

Habнa otro huйsped esperando y Miles levantу las cejas, sorprendido. Ahн estaba lord Yenaro, de pie junto a un ghemguardia de uniforme rojo terracota. Yenaro parecнa pбlido; unas ojeras violбceas y oscuras le rodeaban los ojos, como si no hubiera dormido en tres dнas. Llevaba la misma ropa negra que le habнa visto Miles. en la exposiciуn de bioestйtica, pero ahora aparecнa toda arrugada y ajada. El ghemlord abriу mucho los ojos cuando vio a Miles y a Ivan. Volviу la cabeza y tratу de no mirarles. Miles le hizo un gesto alegre con el brazo y consiguiу que Yenaro le devolviera el saludo de mala gana. El gesto le provocу un terrible dolor de cabeza entre las cejas.