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Miles dejу que Ivan fuera su ayuda de cбmara, aunque le costу bastante porque el trabajo de su primo venнa acompaсado de comentarios constantes y directos. Pero cuando Ivan le trajo una taza de cafй, Miles le perdonу todos sus pecados pasados, presentes y futuros. Se tragу la bebida caliente y examinу con cuidado la cara que le devolvнa el espejo por encima de la guerrera negra sin abrochar. La contusiуn que le cruzaba la mejilla izquierda se estaba convirtiendo en un dibujo policromado espectacular, dominado por un cнrculo negro bajo los ojos. Los otros dos golpes de picana no eran tan terribles porque la ropa lo habнa protegido un tanto. De todos modos, hubiera preferido pasar el dнa en cama. En el camarote de la nave de salto de SegImp, en un viaje a casa tan directo y rбpido como lo permitieran las leyes de la fнsica.

Cuando llegaron al vestнbulo de la embajada, se encontraron no con Benin, sino con Mнa Maz, muy elegante en la ropa formal de duelo blanca y negra. Se habнa quedado con el embajador Vorob'yev hasta tarde, seguнa con йl cuando todos volvieron a la embajada en medio de la noche — bueno, mбs bien a principios de la maсana— y era evidente que no habнa dormido mбs que Miles. Pero parecнa muy fresca, hasta alegre. Les sonriу a los dos. Ivan le devolviу la sonrisa.

Miles abriу los ojos lo mбs que pudo.

— Vorob'yev no ha llegado?

— Piensa bajar en cuanto termine de vestirse — le asegurу Maz.

— Usted… usted nos acompaсarб? — preguntу Miles, esperanzado-. Bueno… no… supongo que tiene que estar con su delegaciуn. Como йste es el gran final…

— Pienso acompaсar al embajador Vorob'yev. — La sonrisa de Maz se convirtiу en algo franco, alegre, con hoyuelos por todas partes-. Para siempre. Me ha pedido que me case con йl. Anoche. Creo que eso prueba lo preocupado que estaba. En medio del espнritu de locura que reinaba en el ambiente, aceptй.

Si no puedes conseguir ayuda con dinero… Bueno, eso solucionarнa el problema de Vorob'yev:, que siempre habнa querido tener una experta femenina en el personal de la embajada. Por no mencionar una justificaciуn para tantos bombones e invitaciones.

— Felicidades — dijo Miles. Aunque tal vez hubiera debido decir Felicidades a Vorob'yev y Buena suerte a Maz.

— Parece raro… — le confiу Maz-. Quiero decir, lady Vorob'yev. Cуmo se las arreglу su madre, lord Vorkosigan?

— Quiere decir siendo igualitaria, betanesa y demбs? No tuvo problema. Siempre dice que los igualitarios se ajustan bien a las aristocracias, siempre que vivan en ellas como aristуcratas, claro estб.

— Espero conocerla algъn dнa.

— Se llevarбn muy bien — predijo Miles con confianza.

En ese momento apareciу Vorob'yev, abrochбndose la guerrera negra. En el mismo instante entrу el ghemcoronel Benin, escoltado por guardias de la embajada. Correcciуn: el ghemgeneral Benin. Miles sonriу entre dientes mirando el brillo del nuevo galуn sobre el uniforme rojo sangre de Benin. Ve? Ya se lo habнa dicho.

Puedo preguntar de quй se trata todo esto, ghemgeneral? — Vorob'yev no habнa pasado por alto el nuevo rango.

Benin se inclinу.

— Mi Seсor Celestial solicita la presencia de lord Vorkosigan. Ah… bueno, se lo vamos a devolver…

— Me da usted su palabra? Para la embajada, serнa una terrible vergьenza si lo… perdiйramos de nuevo. — Vorob'yev se las arreglу para mirar a Benin con severidad y al mismo tiempo capturar la mano de Maz y acariciarla con cariсo.

— Tiene usted mi palabra, embajador — prometiу Benin.

Vorob'yev hizo un gesto de permiso no del todo decidido y el ghemgeneral se llevу a Miles. Miles echу una mirada atrбs. Se sentнa solo. Hubiera querido que Maz o Ivan o cualquier otra persona lo acompaсara.

El auto de superficie no tenнa media manzana de largo pero en un vehнculo maravilloso, civil, no militar. Los soldados cetagandanos saludaron a Benin respetuosamente y lo acomodaron junto a Miles en el compartimiento posterior. El vehнculo arrancу y se alejу de la embajada: la sensaciуn era la de estar viajando en una casa.

— Puedo preguntarle de quй se trata todo esto, ghemgeneral? — preguntу Miles.

La expresiуn de Benin era casi… la de un cocodrilo. Totalmente vacнa. Nula.

— Me han ordenado que no le cuente nada hasta que lleguemos al jardнn Celestial. No le retendremos mucho tiempo, lord Vorkosigan, apenas unos minutos. Primero pensй que se sentirнa feliz con lo que vamos a hacer, pero despuйs reflexionй un poco y ahora he cambiado de opiniуn. Me parece que le va a resultar insoportable. En cualquier caso, se lo merece.

— Tenga cuidado, ghemgeneral — gruсу Miles-, me parece que su creciente reputaciуn de sutileza se le estб subiendo a la cabeza. — Benin se limitу a sonreнr.

A pesar de que era una sala pequeсa y no una enorme habitaciуn para reuniones como la de la noche anterior, no cabнa duda de que se trataba de una sala de audiencias imperiales. Sуlo tenнa un asiento y Fletchir Giaja ya se habнa acomodado en йl. La ropa blanca que lo cubrнa esa maсana era elaborada y pomposa y le impedнa algunos movimientos. Tenнa a dos servidores ba a su lado para ayudarle cuando se pusiera de pie. Ahora parecнa otra vez un icono y el maquillaje facial le daba expresiуn de porcelana. Tres burbujas blancas flotaban en silencio a su izquierda. De pronto, dos ba pusieron una cajita plana en manos de Benin, de pie a la derecha del Emperador.

— Puede usted acercarse al Seсor Celestial, lord Vorkosigan — informу Benin.

Miles avanzу dos o tres pasos, decidido a no arrodillarse. Йl y el haut Fletchir Giaja estaban frente a frente, aunque йl estuviera de pie y el Emperador, sentado.

Benin entregу la caja al Emperador, que la abriу inmediatamente.

— Sabe lo que es esto, lord Vorkosigan? — preguntу Giaja.

Miles se quedу mirando el medallуn de la Orden del Mйrito, colgado de su cinta de colores, brillante y limpio sobre una cama de terciopelo oscuro.

— Sн, seсor. Piensa usted meterme en una bolsa de seda con eso antes de tirarme por la borda?

Giaja echу una mirada a Benin, que respondiу con un movimiento de hombros que parecнa decir Ya se lo advertн.

— Incline usted la cabeza, lord Vorkosigan — Instruyу Giaja con firmeza-. Aunque no estй muy acostumbrado…

Estarнa Rian en alguna de esas burbujas? Miles se mirу rбpidamente las botas bien lustradas mientras Giaj a le deslizaba la cinta sobre la cabeza. Retrocediу medio paso y no consiguiу detenerse: puso la mano sobre el metal frнo. No iba a hacer el saludo militar. No.

— Creo… creo que me niego a recibir este honor, seсor.

— Ah, no, usted no se niega — dijo Giaja en tono tajante, mirбndolo fijamente-. Me han dicho los observadores que necesita reconocimiento. Es una… — debilidad que puede explotarse…— cualidad comprensible que me recuerda mucho a nuestros ghem.

Bueno, eso era mejor que una comparaciуn con otros descendientes de los haut, Ba Lura por ejemplo. Que al parecer no eran los eunucos del palacio, sino algo asн como un proyecto cientнfico interno de enorme valor; Miles no estaba seguro, pero por lo que sabнa, tal vez Ba Lura era pariente cercano de Giaja. Sesenta y ocho por ciento de material cromosуmico en comъn. O algo semejante. Miles decidiу que habнa que respetar mбs el silencio y la eficiencia de la raza ba. Respetarla y tambiйn tenerla en cuenta, cuidarse de ella. Todos estaban juntos en los negocios de los haut, servidores y amos. Con razуn el Emperador se habнa tomado tan en serio la muerte de Ba Lura.

— Si estamos hablando de reconocimiento, seсor, esto no es algo que vaya a poder mostrar demasiado en casa… Mбs bien, supongo que lo guardarй en el cajуn mбs secreto que tenga.

— Bien — dijo Fletchir Giaja en tono tranquilo-. Mientras guarde ahн tambiйn todo lo que se relacione con el incidente…

Ah. Entonces, йsa era la explicaciуn: un soborno por su silencio.