— No es más que un chorro de vapor que sale de una espita de una forma particular.
Sería muy difícil describir dicha forma, al menos con palabras conocidas por ambos.
— No importa; ya me ha dicho bastante. Lo que no acabo de entender es cómo sabe algo de los soles; con seguridad no puede «verlos».
— Pues claro que no; sólo se les puede sentir.
Dar Lang Ahn había dejado de enterarse de la conversación hacía mucho tiempo, y con unos rápidos susurros el chico trató de explicarle lo que sucedía.
— La gente «caliente» no ve como nosotros; es aún peor que la diferencia entre tú y yo.
Nosotros al menos vemos a través de la misma forma genérica de luz: ondas electromagnéticas. Por lo que dice éste, usan ellos alguna forma de sonido, de muy alta frecuencia supongo, ya que ha dicho algo relativo a que viajaba un poco más de prisa que el sonido normal.
— Pero ¿cómo puede ver alguien con el sonido?
— Me imagino que se puede ver, en cierto modo, con cualquier cosa que viaje según una línea continua, y el sonido hace eso si nada se interfiere en su camino. Las ondas muy cortas de sonido, los ultrasonidos, son mejores que aquellos con los que hablamos para este cometido. Por supuesto que no mostrarán nada que sea muy pequeño; recuerda que dijo que los cables eran demasiado pequeños para poder ser vistos.
Los dos volvieron a prestar su atención a la conversación radiofónica, al menos Kruger, ya que Dar, como siempre, tenía algo nuevo en que pensar.
— Deben haber pensado ustedes mucho para deducir tantas cosas sobre este sistema planetario — estaba diciendo el biólogo —, dado que sólo pueden detectar objetos fuera de la atmósfera de Abyormen si éstos irradian el suficiente calor para sentirlos.
— La imagen que di a tu Nils Kruger era sólo una entre varias teorías — replicó con calma el ser.
— Pues parece ser cierta. Pero si son capaces de hacer razonamientos científicos de ese tipo, ¿por qué tienen tantos prejuicios en contra suya?
— Me gustaría que dejaran de machacarme esa pregunta. De cualquier forma, el responderla, ¿qué beneficio nos reporta? ¿Mejoraremos nuestro estado sabiendo que Abyormen gira alrededor de Theer y Theer alrededor de Arren? Admito que ese tipo de conocimientos son inofensivos, ya que no pueden conducir a actividades peligrosas, pero constituye una pérdida de tiempo.
— Es decir, que en otras palabras ustedes dividen el saber científico en dos: partidas sin uso y partidas peligrosas.
— Poco más o menos. Hay una excepción esporádica: la persona que inventó estas luces hizo algo bueno, por supuesto. Sin embargo, es necesario examinar cada partida nueva de saber para asegurarse de que no resultará peligrosa.
— Empiezo a comprender su punto de vista. Supongo que entonces no se oponen a que nosotros malgastemos nuestro tiempo descubriendo cosas sobre ustedes.
— No me importa en qué empleas tu tiempo. Formula tu pregunta.
Los científicos se conformaron con esto y poco a poco Dar Lang Ahn empezó a comprender el tipo de seres que sus antepasados habían sido… y que sus hijos serían.
Las ciudades se hallaban dispersas por todo Abyormen, pero estaban invariablemente situadas en áreas volcánicas donde unos pocos de sus habitantes podían retirarse bajo tierra y sobrevivir la época fría, de forma que ninguno de los miembros de la generación de Dar se acercara nunca a ellos; el tabú del fuego se ocupaba de eso. Parecía probable, aunque el Profesor nunca lo admitió con demasiadas palabras, que este tabú fuera otro ejemplo de la influencia de los Profesores «calientes» sobre los «fríos». No existía una prohibición semejante para la raza «caliente», que vivía y moría donde elegía; de esta manera, artículos de metal como las hebillas del cinturón de Dar se podían, y a menudo lo eran, encontrar cerca de las ciudades de baja temperatura al comienzo del ciclo de la vida «fría». Como la generación de Dar, los otros se tomaron grandes molestias en asegurar la transmisión del saber de un ciclo al siguiente, aunque dependieran menos de los libros que de la memoria de sus Profesores. Cuando Dar interrumpió las preguntas para preguntar por qué no sería mejor que el saber fuera de las zonas «calientes» a las «frías» y de nuevo a las «calientes», permitiendo así que las dos razas colaboraran en su formación, el Profesor señaló con paciencia que entonces sería imposible controlar la difusión de la información.
Eran unos electricistas bastante competentes y excelentes ingenieros civiles. Su química parecía bastante buena, lo que resultaba en cierto modo sorprendente para una raza cuyos químicos dependen principalmente de la vista. La astronomía, naturalmente, era casi inexistente, y las disciplinas más profundas de la física estaban fuera, de momento, de su alcance. Poseían elementos radioactivos, pero por supuesto que no tenían la mínima idea sobre la causa de su comportamiento.
Por supuesto, muchas de las preguntas de los humanos enigmaban a Dar, y en algunos casos esto no era debido a su ignorancia de la ciencia humana. Por lo que podía decir, los hombres estaban intentando averiguar lo que pensaban estos Profesores sobre la gente de Dar, esto es, si les gustaban, les respetaban, les odiaban como a inferiores, o si simplemente les contemplaban como una pequeña aunque importante molestia. Dar recordaba que uno de los seres allí presentes había alegado amistad con él debido a vínculos de sangre, aunque no podía decir por su vida cómo se había determinado dicha relación. Esta pregunta también se le ocurrió al biólogo, que era de los que habían estado escuchando cuando la intercepción de la primera conversación radiofónica de Kruger con el Profesor y había posteriormente pedido una traducción. En cierto modo, para sorpresa de Dar, el Profesor tenía una respuesta.
— Preparamos las circunstancias o al menos la localización de la muerte de muchos de nuestros antepasados. Dentro de poco tiempo, la gente de este poblado será obligada a dirigirse al cráter donde Dar y Kruger estuvieron tiempo atrás atrapados; allí podemos observar la muerte y el principio de las nuevas vidas, pudiendo seguir la pista de quién es descendiente de quién. También preparamos morir nosotros en los sitios preseleccionados cuando la época «fría» está a punto de comenzar, tratando de aprender de los Profesores «fríos» la situación de varios lugares donde sus nuevos grupos son capturados al comienzo de su época de vida: salen al descubierto para cazar nueva gente, que en aquella época no son sino animales salvajes.
— Supongo que no conseguirán capturar unos cuantos.
— Efectivamente, por lo que podemos decir. De vez en cuando aparece un miembro de nuestra raza, o incluso a veces un pequeño grupo, cuyo padre debe haber sobrevivido toda la estación fría en plan de animal salvaje; al menos no tenemos ningún registro suyo.
— ¿No sabe cuántos hijos tiene una persona determinada?
— Es casi imposible decirlo, ya que depende de cosas tales como su peso.
— Pero eso no parece variar demasiado.
— Durante la vida normal, no, pero en el momento de morir uno puede haber sufrido la falta de comida durante mucho tiempo, o por otra parte haber comido mucho y recientemente; todo depende de las oportunidades. Es también imposible decir si alguno de los niños han sido comidos por animales salvajes antes de ser capturados, en el caso de la gente de Dar Lahg Ahn, ya que no cuidan verdaderamente de ellos como nosotros.
— Ya veo.
También Dar, por buena que fuera su memoria, recordaba poco de su breve existencia antes de ser «capturado», y lo poco que recordaba estaba ocupado por lo que el Profesor dijo. Se preguntó la razón de que sus propios Profesores no tomaran precauciones al igual que éstos, dándose cuenta después de que no tenían oportunidad; o la gente «caliente» debería cooperar, lo que no parecían dispuestos a hacer, o su propia raza tendría que mantener a un grupo de los otros bajo control durante el período caliente, como hacía esta criatura con los habitantes del poblado durante el frío. Esto parecía, por decirlo finamente, difícil; la otra raza estaba lo suficientemente delante de ellos técnicamente para tener un control casi completo de la situación. Dar empezaba a sospechar que este Profesor no dijo toda la verdad; había más razones aparte de su personal desaprobación de la ciencia detrás de sus objeciones a la introducción de la sabiduría humana.