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Suspiró y echó una ojeada hacia atrás. El fornido Lamgwin cabalgaba escudriñando el bosque; a su lado, Breane lo observaba a él con igual o mayor atención que a todo lo demás. Su ejército no había aumentado un ápice desde Caemlyn. Eran demasiados los que sabían de nobles exiliados sin razón y de leyes injustas dictadas en la capital para hacer algo más que mofarse ante la más ligera mención de mover un dedo para respaldar a su legítima dirigente. Morgase dudaba que el resultado hubiese sido otro aun en el caso de que hubieran sabido quién les estaba hablando. Así pues, ahora cabalgaba a través de Altara manteniéndose en los bosques todo lo posible porque, al parecer, había grupos de hombres armados por todas partes; viajaba por el bosque llevando por toda compañía un camorrista con la cara marcada de cicatrices, una encandilada noble cairhienina refugiada, un rechoncho posadero que contenía a duras penas la necesidad de arrodillarse cada vez que lo miraba, y un joven soldado que a veces la miraba como si llevase puesto uno de aquellos vestidos que se ponía para Gaebril. Y Lini, naturalmente. No había que olvidarse de Lini.

Como si pensar en ella hubiese sido una llamada, la vieja nodriza taloneó a su caballo y se acercó.

—Más vale que mantengas la mirada al frente —susurró—. «Un león joven ataca con mayor rapidez y cuando menos lo esperas».

—¿Crees que Tallanvor es peligroso? —inquirió secamente Morgase, con lo que se ganó una mirada de soslayo, pensativa, de Lini.

—Sólo del modo en que puede serlo un hombre. Tiene buena planta ¿no te parece? Bastante alto. Y con unas manos fuertes, imagino. «No tiene sentido dejar que la miel envejezca demasiado antes de comérsela».

—Lini —reconvino Morgase con tono admonitorio. La anciana estaba adoptando esta actitud demasiado a menudo últimamente. Tallanvor era un hombre apuesto, y sus manos efectivamente parecían ser fuertes, y tenía las piernas muy bien formadas, pero era joven y ella era su reina. Lo que menos le interesaba ahora era empezar a mirarlo como a un hombre en lugar de como a un súbdito y un soldado. Estaba a punto de decírselo así a Lini, y que debía de haber perdido la cabeza si pensaba que iba a entablar una relación con un hombre diez años más joven que ella, pues debía de ser ésa la diferencia de edad entre ambos, pero Tallanvor y Gill habían dado media vuelta e iban hacia ellas—. Contén la lengua, Lini. Si le metes alguna idea tonta en la cabeza a ese joven, te abandonaré en cualquier sitio.

Si el resoplido con que la vieja nodriza le respondió hubiese venido del noble más encumbrado de Andor, éste habría pasado un tiempo en una celda para que meditara. Si todavía tuviera su trono, se entiende.

—¿Estás segura de que quieres seguir adelante con esto, pequeña? «Cuando se ha saltado al precipicio ya es demasiado tarde para cambiar de idea».

—Encontraré aliados donde puedo hallarlos —replicó, envarada, Morgase.

Tallanvor sofrenó a su caballo, muy erguido en la silla. El sudor le resbalaba por la cara, pero habríase dicho que no notaba el calor o hacía caso omiso de él. Maese Gill se daba tirones del cuello de su coselete guarnecido con láminas como si deseara poder quitárselo.

—El bosque termina un poco más adelante y da paso a granjas y labrantíos —informó Tallanvor—, pero no es probable que nadie os reconozca aquí. —Morgase sostuvo su mirada firmemente; cada día que pasaba resultaba más difícil apartar la vista cuando él la miraba—. Otros quince kilómetros de camino nos llevarán hasta Cormaed. Si aquel tipo de Sehar no mentía, allí habrá un transbordador, y llegaremos a la orilla de Amadicia antes del anochecer. ¿Estáis segura de que deseáis hacer esto, Morgase?

El modo en que pronunciaba su nombre… No. Estaba dejándose influir por las absurdas ideas de Lini. Sin duda era a causa del maldito calor.

—Estoy decidida, joven Tallanvor —repuso fríamente—, y no veo oportuno que pongas en duda mis decisiones.

Taloneó duramente a su montura, permitiendo que la brusca arrancada del animal separara sus miradas mientras pasaba junto a él y lo adelantaba; ya la alcanzaría. Buscaría aliados donde fuera necesario, recobraría su trono y ¡ay de Gaebril o de cualquier hombre que creyese que podía sentarse en él usurpando su puesto!

El esplendor de la Luz brilló sobre él y él dio la paz de la Luz a los hombres. Aunó naciones bajo su bandera, haciendo una de muchas. Mas las aristas de los corazones provocan heridas. Y lo que antaño fuera, se repitió, en fuego y en tormenta, hendiendo todo en dos. Porque su paz…, porque su paz… … era la paz… … era la paz… … de la espada. Y el esplendor de la Luz brilló sobre él.
De El esplendor del Dragón,
compuesto por Meane sol Ahelle, Cuarta Era

Glosario

Aclaración sobre las fechas de este glosario

El calendario Tomano (ideado por Toma dur Ahmid) se adoptó aproximadamente dos siglos después de la muerte de los últimos varones Aes Sedai y registró los años transcurridos después del Desmembramiento del Mundo (DD). Muchos anales resultaron destruidos durante las Guerras de los Trollocs, de tal modo que, al concluir éstas, se abrió una discusión respecto al año exacto en que se hallaban en el antiguo sistema. Tiam de Gazar propuso un nuevo calendario, en conmemoración de la supuesta liberación de la amenaza trolloc, en el que los años se señalarían como Año Libre (AL). El calendario Gazariano ganó amplia aceptación veinte años después del final de la guerra. Artur Hawkwing intentó establecer un nuevo anuario que partiría de la fecha de fundación de su imperio (DF, Desde la Fundación), pero únicamente los historiadores hacen referencia a él actualmente. Tras la generalizada destrucción, mortalidad y desintegración de la Guerra de los Cien Años, Uren din Jubai Gaviota Voladora, un erudito de las islas de los Marinos, concibió un cuarto calendario, el cual promulgó el Panarch Farede de Tarabon. El calendario Farede, iniciado a partir de la fecha, arbitrariamente decidida, del fin de la Guerra de los Cien Años, que registra los años de la Nueva Era (NE), es el que se utiliza en la actualidad.

Abanderado: Rango militar seanchan equivalente al de portaestandarte.

Acechante: Véase Myrddraal.

Aceptadas, las: Jóvenes que se hallan en fase de formación para convertirse en Aes Sedai y que han accedido a cierto grado de poder y superado determinadas pruebas. Las novicias tardan normalmente de cinco a diez años para ascender a la condición de Aceptadas. Las Aceptadas no están tan sujetas a las reglas como las novicias y tienen la posibilidad de elegir, si bien de forma restringida, las áreas en que prefieren centrar sus estudios. Una Aceptada tiene derecho a llevar un anillo con la Gran Serpiente, pero únicamente en el tercer dedo de la mano izquierda. Cuando es promovida al rango de Aes Sedai, escoge su Ajah, accede al privilegio de vestir el chal y puede ponerse el anillo en cualquier dedo o no llevarlo, según dicten las circunstancias. (Véase también Aes Sedai.)

A’dam: Un artilugio creado para controlar, en contra de su voluntad, a mujeres capaces de encauzar; sólo lo puede utilizar una mujer que encauza o una que podría aprender a hacerlo, pero no surte efecto en quien no posea esta habilidad. Crea un vínculo entre las dos mujeres. La versión seanchan consiste en un collar y un brazalete unidos mediante una correa, todo ello de metal plateado. Sin embargo, se ha creado un ejemplar de una versión sin correa, y se cree que existe otra variante, única en su clase, que permite a una mujer controlar a un hombre capaz de encauzar. Si a un hombre de estas características se lo vincula por medio de un a’dam corriente a una mujer que también encauza, el resultado más probable es la muerte de ambos. Cuando el artilugio lo lleva puesto una mujer con la habilidad de encauzar la energía, el simple hecho de tocar el a’dam puede ocasionar dolor a un hombre que encauza. El collar lo lleva la damane, y el brazalete, la sul’dam. (Véanse damane, seanchan y sul’dam, coligación y seanchan.)