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Fecha: 23 de mayo de 2011 17:50

Para: Anastasia Steele

Asunto: ¡A trabajar!

Señorita Steele:

Me alegro mucho de que haya tenido un día excelente.

Mientras escribe e-mails no está investigando.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 17:53

Para: Christian Grey

Asunto: Pesado

Señor Grey: deja de mandarme e-mails y podré empezar a hacer los deberes. Me gustaría sacar otro sobresaliente.

Ana

Me abrazo a mí misma.

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 17:55

Para: Anastasia Steele

Asunto: Impaciente

Señorita Steele:

Deje de escribirme e-mails… y haga los deberes.

Me gustaría ponerle otro sobresaliente.

El primero fue muy merecido.;)

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Christian Grey acaba de enviarme un guiño… Madre mía. Abro el Google.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 17:59

Para: Christian Grey

Asunto: Investigación en internet

Señor Grey:

¿Qué me sugieres que ponga en el buscador?

Ana

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 18:02

Para: Anastasia Steele

Asunto: Investigación en internet

Señorita Steele:

Empiece siempre con la Wikipedia.

No quiero más e-mails a menos que tenga preguntas.

¿Entendido?

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 18:04

Para: Christian Grey

Asunto: ¡Autoritario!

Sí… señor.

Eres muy autoritario.

Ana

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 18:06

Para: Anastasia Steele

Asunto: Controlando

Anastasia, no te imaginas cuánto.

Bueno, quizá ahora te haces una ligera idea.

Haz los deberes.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Tecleo «sumiso» en la Wikipedia.

Media hora después estoy un poco mareada y francamente impactada. ¿De verdad quiero meterme todo eso en la cabeza? ¿Es esto lo que hace en el cuarto rojo del dolor? Contemplo la pantalla, y una parte de mí, una húmeda parte de mí, de la que no he sido consciente hasta hace muy poco, se ha puesto a cien. Madre mía, algunas cosas son EXCITANTES. Pero ¿son para mí? Dios mío… ¿podría hacerlo? Necesito espacio. Tengo que pensar.

12

Por primera vez en mi vida salgo a correr voluntariamente. Busco mis asquerosas zapatillas, que nunca uso, unos pantalones de chándal y una camiseta. Me hago dos trenzas, me ruborizo con los recuerdos que vuelven a mi mente y enciendo el iPod. No puedo sentarme frente a esa maravilla de la tecnología y seguir viendo o leyendo más material inquietante. Necesito quemar parte de esta excesiva y enervante energía. La verdad es que me apetece correr hasta el hotel Heathman y pedirle al obseso del control que me eche un polvo. Pero está a ocho kilómetros, y dudo que pueda llegar a correr dos, no digamos ya ocho, y por supuesto podría rechazarme, lo que sería muy humillante.

Cuando abro la puerta, Kate está saliendo de su coche. Casi se le caen las bolsas al verme. Ana Steele con zapatillas de deporte. La saludo con la mano y no me paro para que no me pregunte. De verdad necesito estar un rato sola. Con Snow Patrol sonando en mis oídos, me introduzco en el anochecer ópalo y aguamarina.

Cruzo el parque. ¿Qué voy a hacer? Lo deseo, pero ¿en esos términos? La verdad es que no lo sé. Quizá debería negociar lo que quiero. Revisar ese ridículo contrato línea a línea y decir lo que me parece aceptable y lo que no. He descubierto en internet que legalmente no tiene ningún valor. Seguro que él lo sabe. Supongo que solo sirve para sentar las bases de la relación. Detalla lo que puedo esperar de él y lo que él espera de mí: mi sumisión total. ¿Estoy preparada para ofrecérsela? ¿Y estoy capacitada?

Una pregunta me reconcome: ¿por qué es él así? ¿Porque lo sedujeron cuando era muy joven? No lo sé. Sigue siendo todo un misterio.

Me paro junto a un gran abeto, apoyo las manos en las rodillas y respiro hondo, me lleno de aire los pulmones. Me siento bien, es catártico. Siento que mi determinación se fortalece. Sí. Tengo que decirle lo que me parece bien y lo que no. Tengo que mandarle por e-mail lo que pienso y ya lo discutiremos el miércoles. Respiro hondo, como para limpiarme por dentro, y doy la vuelta hacia casa.

Kate ha ido a comprar ropa, cómo no, para sus vacaciones en Barbados. Sobre todo bikinis y pareos a juego. Estará fantástica con todos esos modelitos, pero aun así se los prueba todos y me obliga a sentarme y a comentarle qué me parecen. No hay muchas maneras de decir: «Estás fantástica, Kate». Aunque está delgada, tiene unas curvas para perder el sentido. No lo hace a propósito, lo sé, pero al final arrastro mi penoso culo cubierto de sudor hasta la habitación con la excusa de ir a empaquetar más cajas. ¿Podría sentirme menos a la altura? Me llevo conmigo la alucianante tecnología inalámbrica, enciendo el portátil y escribo a Christian.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 20:33

Para: Christian Grey

Asunto: Universitaria escandalizada

Bien, ya he visto bastante.

Ha sido agradable conocerte.

Ana

Pulso «Enviar» riéndome de mi travesura. ¿Le va a parecer a él tan divertida? Oh, mierda… seguramente no. Christian Grey no es famoso por su sentido del humor. Aunque sé que lo tiene, porque lo he vivido. Quizá me he pasado. Espero su respuesta.

Espero y espero. Miro el despertador. Han pasado diez minutos.

Para olvidarme de la angustia que se abre camino en mi estómago, me pongo a hacer lo que le he dicho a Kate que haría: empaquetar las cosas de mi habitación. Empiezo metiendo mis libros en una caja. Hacia las nueve sigo sin noticias. Quizá ha salido. Malhumorada, hago un puchero, me pongo los auriculares del iPod, escucho a los Snow Patrol y me siento a mi mesa a releer el contrato y a anotar mis observaciones y comentarios.

No sé por qué levanto la mirada, quizá capto de reojo un ligero movimiento, no lo sé, pero cuando la levanto, Christian está en la puerta de mi habitación mirándome fijamente. Lleva sus pantalones grises de franela y una camisa blanca de lino, y agita suavemente las llaves del coche. Me quito los auriculares y me quedo helada. ¡Joder!

– Buenas noches, Anastasia -me dice en tono frío y expresión cauta e impenetrable.

La capacidad de hablar me abandona. Maldita Kate, lo ha dejado entrar sin avisarme. Por un segundo soy consciente de que yo estoy hecha un asco, toda sudada y sin duchar, y él está guapísimo, con los pantalones un poco caídos, y para colmo, en mi habitación.