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– Si vas a llorar, llora delante de mí. Necesito saberlo.

– ¿Quieres que llore?

– No en particular. Solo quiero saber cómo te sientes. No quiero que te me escapes entre los dedos. Apaga la luz. Es tarde y los dos tenemos que trabajar mañana.

Ya lo tengo aquí, tan dominante como siempre, pero no me quejo: está en mi cama. No acabo de entender por qué. Igual debería llorar más a menudo delante de él. Apago la luz de la mesita.

– Quédate en tu lado y date la vuelta -susurra en la oscuridad.

Pongo los ojos en blanco a sabiendas de que no puede verme, pero hago lo que me dice. Con sumo cuidado, se acerca, me rodea con los brazos y me estrecha contra su pecho.

– Duerme, nena -susurra, y noto su nariz en mi pelo, inspirando hondo.

Dios mío. Christian Grey se queda a dormir. Al abrigo de sus brazos, me sumo en un sueño tranquilo.

17

La llama de la vela quema demasiado. Parpadea y fluctúa con el aire abrasador, un aire que no alivia el calor. Las suaves alas de gasa se baten de un lado a otro en la oscuridad, rociando de escamas polvorientas el círculo de luz. Me esfuerzo por resistir, pero me atrae. Luego todo es muy luminoso y vuelo demasiado cerca del sol, deslumbrada por la luz, abrasándome y derritiéndome de calor, agotada de intentar mantenerme en el aire. Estoy ardiendo. El calor es asfixiante, sofocante. Me despierta.

Abro los ojos y me encuentro abrazada por Christian Grey. Me envuelve como el patriota victorioso lo hace en su bandera. Está profundamente dormido, con la cabeza en mi pecho, el brazo por encima de mí, estrechándome contra su cuerpo, con una pierna echada por encima de las mías. Me asfixia con el calor de su cuerpo, y me pesa. Me tomo un momento para digerir que aún está en mi cama y dormido como un tronco, y que ya hay luz fuera, luz de día. Ha pasado la noche entera conmigo.

Tengo el brazo derecho extendido, sin duda en busca de algún sitio fresco y, mientras proceso el hecho de que aún está conmigo, se me ocurre que puedo tocarlo. Está dormido. Tímidamente, levanto la mano y paseo las yemas de los dedos por su espalda. Oigo un gruñido gutural de angustia, y se revuelve. Me acaricia el pecho con la nariz e inspira hondo mientras se despierta. Sus ojos grises, soñolientos y parpadeantes, se topan con los míos por debajo de su mata de pelo alborotado.

– Buenos días -masculla, y frunce el ceño-. Dios, hasta mientras duermo me siento atraído por ti.

Se mueve despacio, despegando sus extremidades de mí mientras se orienta. Noto su erección contra mi cadera. Percibe mi cara de asombro y me dedica una sonrisa lenta y sensual.

– Mmm, esto promete, pero creo que deberíamos esperar al domingo.

Se inclina hacia delante y me acaricia la oreja con la nariz.

Me ruborizo, aunque ya estoy roja como un tomate por su calor corporal.

– Estás ardiendo -susurro.

– Tú tampoco te quedas corta -me susurra él, y se aprieta contra mi cuerpo, sugerente.

Me sonrojo aún más. No me refería a eso. Se incorpora sobre un codo y me mira, divertido. Se inclina y, para mi sorpresa, me planta un suave beso en los labios.

– ¿Has dormido bien? -me pregunta.

Asiento con la cabeza, mirándolo, y me doy cuenta de que he dormido muy bien salvo por la última media hora, en la que tenía demasiado calor.

– Yo también. -Frunce el ceño-. Sí, muy bien. -Arquea la ceja, a la vez sorprendido y confuso-. ¿Qué hora es?

Miro el despertador.

– Son las siete y media.

– Las siete y media… ¡mierda! -Salta de la cama y se pone los vaqueros.

Ahora me toca a mí sonreír divertida mientras me incorporo. Christian Grey llega tarde y está nervioso. Esto es algo que no he visto antes. De pronto caigo en la cuenta de que el trasero ya no me duele.

– Eres muy mala influencia para mí. Tengo una reunión. Tengo que irme. Debo estar en Portland a las ocho. ¿Te estás riendo de mí?

– Sí.

Sonríe.

– Llego tarde. Yo nunca llego tarde. También esto es una novedad, señorita Steele.

Se pone la americana, se agacha y me coge la cabeza con ambas manos

– El domingo -dice, y la palabra está preñada de una promesa tácita.

Las entrañas se me expanden y luego se contraen de deliciosa expectación. La sensación es exquisita.

Madre mía, si mi cabeza pudiera estar a la altura de mi cuerpo. Se inclina y me da un beso rápido. Coge sus cosas de la mesita y los zapatos, que no se pone.

– Taylor vendrá a encargarse de tu Escarabajo. Lo dije en serio. No lo cojas. Te veo en mi casa el domingo. Te diré la hora por correo.

Y, como un torbellino, desaparece.

Christian Grey ha pasado la noche conmigo, y me siento descansada. Y no ha habido sexo, solo hemos hecho la cucharita. Me dijo que nunca había dormido con nadie, pero ya ha dormido tres veces conmigo. Sonrío y salgo despacio de la cama. Estoy más animada de lo que he estado en las últimas veinticuatro horas o así. Me dirijo a la cocina; necesito una taza de té.

Después de desayunar, me ducho y me visto rápidamente para mi último día en Clayton’s. Es el fin de una era: adiós a los señores Clayton, a la universidad, a Vancouver, a mi piso, a mi Escarabajo. Echo un vistazo al cacharro: son las 07:52. Tengo tiempo.

De: Anastasia Steele

Fecha: 27 de mayo de 2011 08:05

Para: Christian Grey

Asunto: Asalto y agresión: efectos secundarios

Querido señor Grey:

Querías saber por qué me sentí confundida después de que me… ¿qué eufemismo utilizo: me dieras unos azotes, me castigaras, me pegaras, me agredieras? Pues bien, durante todo el inquietante episodio, me sentí humillada, degradada y ultrajada. Y para mayor vergüenza, tienes razón, estaba excitada, y eso era algo que no esperaba. Como bien sabes, todo lo sexual es nuevo para mí. Ojalá tuviera más experiencia y, en consecuencia, estuviera más preparada. Me extrañó que me excitara.

Lo que realmente me preocupó fue cómo me sentí después. Y eso es más difícil de explicar con palabras. Me hizo feliz que tú lo fueras. Me alivió que no fuera tan doloroso como había pensado que sería. Y mientras estuve tumbada entre tus brazos, me sentí… plena. Pero esa sensación me incomoda mucho, incluso hace que me sienta culpable. No me encaja y, en consecuencia, me confunde. ¿Responde eso a tu pregunta?

Espero que el mundo de las fusiones y adquisiciones esté siendo tan estimulante como siempre, y que no hayas llegado demasiado tarde.

Gracias por quedarte conmigo.

Ana

De: Christian Grey

Fecha: 27 de mayo de 2011 08:24

Para: Anastasia Steele

Asunto: Libere su mente

Interesante, aunque el asunto del mensaje sea algo exagerado, señorita Steele.

Respondiendo a su pregunta: yo diría «azotes», y eso es lo que fueron.

• ¿Así que se sintió humillada, degradada, injuriada y agredida? ¡Es tan Tess Durbeyfield…! Si no recuerdo mal, fue usted la que optó por la corrupción. ¿De verdad se siente así o cree que debería sentirse así? Son dos cosas muy distintas. Si es así como se siente, ¿cree que podría intentar abrazar esas sensaciones y digerirlas, por mí? Eso es lo que haría una sumisa.

• Agradezco su inexperiencia. La valoro, y estoy empezando a entender lo que significa. En pocas palabras: significa que es mía en todos los sentidos.

• Sí, estaba excitada, lo que a su vez me excitó a mí; no hay nada malo en eso.

• «Feliz» es un adjetivo que apenas alcanza a expresar lo que sentí. «Extasiado» se aproxima más.