Выбрать главу

Yo quiero compartir mi estilo de vida contigo. Nunca he deseado nada tanto. Francamente, me admira que una joven tan inocente como tú esté dispuesta a probar. Eso me dice más de ti de lo que te puedas imaginar. No acabas de entender, pese a que te lo he dicho en innumerables ocasiones, que tú también me tienes hechizado. No quiero perderte. Me angustia que hayas cogido un avión y vayas a estar a casi cinco mil kilómetros de mí varios días porque no puedes pensar con claridad cuando me tienes cerca. A mí me pasa lo mismo, Anastasia. Pierdo la razón cuando estamos juntos; así de intenso es lo que siento por ti.

Entiendo tu inquietud. He intentado mantenerme alejado de ti; sabía que no tenías experiencia -aunque jamás te habría perseguido de haber sabido lo inocente que eras-, y aun así me desarmas por completo como nadie lo ha hecho antes. Tu correo, por ejemplo: lo he leído y releído un montón de veces, intentando comprender tu punto de vista. Tres meses me parece una cantidad arbitraria de tiempo. ¿Qué te parece seis meses, un año? ¿Cuánto tiempo quieres? ¿Cuánto necesitas para sentirte cómoda? Dime.

Comprendo que esto es un acto de fe inmenso para ti. Debo ganarme tu confianza, pero, por la misma razón, tú debes comunicarte conmigo si no lo hago. Pareces fuerte e independiente, pero luego leo lo que has escrito y veo otro lado tuyo. Debemos orientarnos el uno al otro, Anastasia, y solo tú puedes darme pistas. Tienes que ser sincera conmigo y los dos debemos encontrar un modo de que nuestro acuerdo funcione.

Te preocupa no ser dócil. Bueno, quizá sea cierto. Dicho esto, debo reconocer que solo adoptas la conducta propia de una sumisa en el cuarto de juegos. Parece que ese es el único sitio en el que me dejas ejercer verdadero control sobre ti y el único en el que haces lo que te digo. «Ejemplar» es el calificativo que se me ocurre. Y yo jamás te llenaría de moratones. Me va más el rosa. Fuera del cuarto de juegos, me gusta que me desafíes. Es una experiencia nueva y refrescante, y no me gustaría que eso cambiara. Así que sí, dime a qué te refieres cuando me pides más. Me esforzaré por ser abierto y procuraré darte el espacio que necesitas y mantenerme alejado de ti mientras estés en Georgia. Espero con ilusión tu próximo correo.

Entretanto, diviértete. Pero no demasiado.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Madre mía. Ha escrito una redacción como las del colegio, y casi todo lo que dice es bueno. Con el corazón en la boca, releo su epístola y me acurruco en la cama del cuarto de invitados prácticamente abrazada a mi Mac. ¿Que prorroguemos nuestro contrato a un año? ¡Que soy yo la que tiene el poder! Voy a tener que meditar sobre eso. Que me lo tome al pie de la letra, eso es lo que me ha dicho mamá. No quiere perderme. ¡Ya me lo ha dicho dos veces! También, que quiere que esto funcione. ¡Ay, Christian, y yo! ¡Que va a procurar mantenerse alejado! ¿Significa eso que a lo mejor no lo consigue? De pronto, deseo que así sea. Quiero verlo. No llevamos separados ni veinticuatro horas, y al pensar que voy a estar cuatro días sin él me doy cuenta de lo mucho que lo echo de menos. De lo mucho que lo quiero.

– Ana, cielo -me dice una voz suave y cálida, llena de amor y de dulces recuerdos de tiempos pasados.

Una mano suave me acaricia la cara. Mi madre me despierta y yo estoy abrazada al portátil, cogida a él como una lapa.

– Ana, cariño -sigue con su voz suave y cantarina mientras resurjo del sueño, parpadeando a la pálida luz rosada del atardecer.

– Hola, mamá.

Me desperezo y sonrío.

– Nos vamos a cenar en media hora. ¿Aún quieres venir? -pregunta amable.

– Sí, claro, desde luego.

Me esfuerzo en vano por contener un bostezo.

– Vaya, un artilugio impresionante -dice, señalando el portátil.

Mierda.

– Ah, ¿esto? -digo haciéndome un poco la tonta.

¿Se lo olerá mamá? Parece que se ha vuelto más perspicaz desde que tengo «novio».

– Me lo ha prestado Christian. Pensé que podría pilotar una nave espacial con él, pero solo lo uso para enviar correos y navegar por internet.

En serio, no es nada. Mirándome con recelo, se sienta en la cama y me coloca un mechón de pelo suelto detrás de la oreja.

– ¿Te ha escrito?

Mierda, mierda.

– Sí.

Esta vez no sé hacerme la tonta, y me sonrojo.

– A lo mejor te echa de menos, ¿no?

– Eso espero, mamá.

– ¿Qué te dice?

Mierda, mierda, mierda. Busco desesperadamente algo de ese correo que pueda contarle a mi madre. No creo que le apetezca oír hablar de amos, ni de bondage y mordazas, claro que el acuerdo de confidencialidad tampoco me permite contárselo.

– Me ha dicho que me divierta, pero no demasiado.

– Parece razonable. Te dejo para que te arregles, cielo. -Se inclina y me besa en la frente-. Me alegro mucho de que hayas venido, Ana. Me encanta tenerte aquí.

Y, después de tan afectuosa declaración, se va.

Uf, Christian y razonable… dos conceptos que siempre había creído incompatibles; aunque, después del último correo, igual todo es posible. Meneo la cabeza. Necesito tiempo para digerir sus palabras. Hasta después de la cena… tal vez entonces le pueda responder. Salgo de la cama, me quito rápidamente la camiseta y los pantalones cortos y me dirijo a la ducha.

Me he traído el vestido gris de Kate con la espalda descubierta que llevé en la graduación. Es la única prenda de vestir que metí en la mochila. Lo bueno de la humedad es que las arrugas han desaparecido, así que creo que me lo pondré para ir al club de golf. Mientras me visto, abro el portátil. No hay nada nuevo de Christian y siento una punzada de desilusión. Muy rápido, le escribo un correo.

De: Anastasia Steele

Fecha: 31 de mayo de 2011 19:08 EST

Para: Christian Grey

Asunto: ¿Elocuente?

Señor, eres un escritor elocuente. Tengo que ir a cenar al club de golf de Bob y, para que lo sepas, estoy poniendo los ojos en blanco solo de pensarlo. Pero, de momento, tú y tu mano suelta estáis muy lejos de mí. Me ha encantado tu correo. Te contesto en cuanto pueda. Ya te echo de menos.

Disfruta de tu tarde.

Tu Ana

De: Christian Grey

Fecha: 31 de mayo de 2011 16:10

Para: Anastasia Steele

Asunto: Su trasero

Querida señorita Steele:

Me tiene distraído el asunto de este correo. Huelga decir que, de momento, está a salvo.

Disfrute de la cena. Yo también la echo de menos, sobre todo su trasero y esa lengua viperina suya.

Mi tarde será aburrida y solo me la alegrará pensar en usted y en sus ojos en blanco. Creo que fue usted quien juiciosamente me hizo ver que también yo tengo esa horrenda costumbre.

Christian Grey

Presidente que acostumbra a poner los ojos en blanco, de Grey Enterprises Holdings, Inc.