Me siento y vuelvo a mirarle. Oh, Cincuenta, Cincuenta, Cincuenta… ¿Qué voy a hacer contigo? Le paso los dedos por el pelo, tan suave, y le doy un beso en la sien.
– Te quiero, Christian. Incluso cuando estás borracho y has estado por ahí, Dios sabe dónde, te sigo queriendo. Siempre te querré.
– Mmm… -murmura. Yo vuelvo a besarle en la sien una vez más y me bajo de la cama para taparle con la colcha. Puedo dormir a su lado, cruzada sobre la cama… Sí, eso voy a hacer.
Pero primero ordenaré un poco su ropa. Niego con la cabeza y recojo los calcetines y la corbata. Después me cuelgo en el brazo la chaqueta doblada. Cuando lo hago, su BlackBerry se cae al suelo. La recojo y sin darme cuenta la desbloqueo. Se abre por la pantalla de mensajes. Veo mi mensaje y otro por encima.
Se me eriza el vello. Joder.
*Me ha encantado verte. Ahora lo entiendo. No te preocupes. Serás un padre fantástico.*
Es de ella. De la señora Elena, alias la Bruja Robinson.
Mierda. Ahí es adonde ha ido: ¡a verla a ella!
21
Me quedo mirando el mensaje con la boca abierta y después levanto la vista hacia la silueta dormida de mi marido. Ha estado por ahí hasta la una y media de la madrugada, bebiendo… ¡con ella! Ronca un poco, durmiendo el sueño de los borrachos, aparentemente inocente y ajeno a todo. Parece tan sereno…
Oh no, no, no. Mis piernas se convierten en gelatina y me dejo caer lentamente en una silla que hay junto a la cama, incrédula. Una sensación de traición cruda, amarga y humillante me recorre el cuerpo. ¿Cómo ha podido? ¿Cómo ha podido ir a buscarla a ella? Unas lágrimas calientes y furiosas corren por mis mejillas. Puedo entender su ira y su miedo, su necesidad de atacarme, y puedo perdonarlo… más o menos. Pero esto… esta traición es demasiado. Subo las rodillas para apretarlas contra mi pecho y las rodeo con los brazos, protegiéndome y protegiendo a mi pequeño Bip. Empiezo a balancearme mientras sollozo en voz baja.
¿Qué esperaba? Me casé con este hombre demasiado rápido. Lo sabía… Sabía que llegaríamos a esto. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Cómo ha podido hacerme esto? Sabe lo que pienso de esa mujer. ¿Cómo ha podido recurrir a ella? ¿Cómo? El cuchillo que siento en el corazón se está hundiendo lenta y dolorosamente, haciendo la herida más profunda. ¿Siempre va a ser así?
Con los ojos llenos de lágrimas, su silueta tumbada se emborrona. Oh, Christian. Me casé con él porque le quería y en el fondo sé que él me quiere. Sé que es así. La dedicatoria dolorosamente dulce de mi regalo de cumpleaños me viene a la cabeza:
«Por todas nuestras primeras veces, felicidades por tu primer cumpleaños como mi amada esposa. Te quiero. C. x»
No, no, no… No puedo creer que siempre vaya a ser así, dos pasos adelante y tres atrás. Pero siempre ha sido así con él. Después de cada revés, volvemos a avanzar, centímetro a centímetro. Lo conseguirá… lo hará. Pero ¿podré yo? ¿Podré recuperarme de esto… de esta traición? Pienso en cómo ha sido este fin de semana, tan horrible y maravilloso a la vez. Su fuerza silenciosa cuando mi padrastro estaba herido y en coma en la UCI… Mi fiesta sorpresa a la que trajo a toda mi familia y mis amigos… Cuando me tumbó en la entrada del Heathman y me dio un beso a la vista de todos. Oh, Christian, pones a prueba toda mi confianza, toda mi fe… y aun así te quiero.
Pero ahora ya no solo se trata de mí. Pongo la mano en mi vientre. No, no le voy a dejar hacernos esto a mí y a nuestro Bip. El doctor Flynn me dijo que debía concederle el beneficio de la duda… bueno, lo siento, pero esta vez no lo voy a hacer. Me seco las lágrimas de los ojos y me limpio la nariz con el dorso de la mano.
Christian se revuelve y se gira, subiendo las piernas y enroscándose bajo la colcha. Estira un brazo como si buscara algo y después gruñe y frunce el ceño, pero vuelve a dormirse con el brazo estirado.
Oh, Cincuenta… ¿Qué voy a hacer contigo? ¿Y qué demonios hacías tú con la bruja? Necesito saberlo.
Miro una vez más el mensaje de la discordia e ideo rápidamente un plan. Inspiro hondo y reenvío ese mensaje a mi BlackBerry. Paso uno completado. Compruebo en un momento los demás mensajes recientes, pero solo hay mensajes de Elliot, Andrea, Taylor, Ros y míos. Nada de Elena. Bien, o eso creo. Salgo de la pantalla de mensajes, aliviada de que no haya estado intercambiando mensajes con ella. De repente, el corazón se me queda atravesado en la garganta. Oh, Dios mío… El salvapantallas de su teléfono está compuesto de fotografías mías, un collage de diminutas Anastasias en diferentes posturas: de nuestra luna de miel, del fin de semana que pasamos navegando y volando y unas cuantas de las fotos de José también. ¿Cuándo ha hecho esto? Ha tenido que ser hace muy poco.
Veo el icono del correo electrónico y se me ocurre que podría leer los correos de Christian. Para saber si ha estado comunicándose con ella. ¿Debería hacerlo? La diosa que llevo dentro, vestida de seda verde jade, asiente rotunda y frunce los labios. Antes de que me dé tiempo a pensármelo dos veces, invado la privacidad de mi marido.
Hay cientos y cientos de correos. Los miro por encima: todos aburridísimos. Son sobre todo de Ros, Andrea y míos, también de algunos ejecutivos de su empresa. Ninguno de la bruja. También me alivia ver que tampoco hay ninguno de Leila.
Un correo me llama la atención. Es de Barney Sullivan, el ingeniero informático de Christian, y el asunto es «Jack Hyde». Miro a Christian con una punzada de culpabilidad, pero sigue roncando. Nunca le había oído roncar… Abro el correo.
De: Barney Sullivan
Fecha: 13 de septiembre de 2011 14:09
Para: Christian Grey
Asunto: Jack Hyde
Las cámaras de vigilancia de Seattle muestran que la furgoneta blanca de Hyde venía de South Irving Street. No la encuentro por ninguna parte antes de eso, así que Hyde debía de tener su centro de operaciones en esa zona.
Como Welch ya le ha dicho, el coche del Sudes fue alquilado con un permiso de conducir falso por una mujer desconocida, aunque no hay nada que lo vincule con la zona de South Irving Street.
En el adjunto le envío la lista de los empleados de Grey Enterprises Holdings, Inc. y de SIP que viven en la zona. También se lo he enviado a Welch.
No había nada en el ordenador de Hyde en SIP sobre sus antiguas ayudantes.
Le incluyo una lista de lo que recuperamos del ordenador de Hyde, como recordatorio.
Direcciones de los domicilios de los Grey:
Cinco propiedades en Seattle
Dos propiedades en Detroit
Currículum detallados de:
Carrick Grey
Elliot Grey
Christian Grey
La doctora Grace Trevelyan
Anastasia Steele
Mia Grey
Artículos de periódico y material online relacionado con:
La doctora Grace Trevelyan
Carrick Grey
Christian Grey
Elliot Grey
Fotografías de:
Carrick Grey
La doctora Grace Trevelyan
Christian Grey
Elliot Grey
Mia Grey
Seguiré investigando por si encuentro algo más.
B Sullivan
Director de informática, Grey Enterprises Holdings, Inc.
Este correo tan extraño me distrae momentáneamente de mi aflicción. Pincho en el adjunto para ver los nombres de la lista pero es enorme, demasiado grande para abrirlo en la BlackBerry.
¿Qué estoy haciendo? Es tarde. Ha sido un día agotador. No hay correos de la bruja ni de Leila Williams, y eso me consuela en cierta manera. Le echo una mirada al despertador: pasan unos minutos de las dos de la mañana. Hoy ha sido un día de revelaciones. Voy a ser madre y mi marido ha estado confraternizando con el enemigo. Bueno, le pondré las cosas difíciles. No voy a dormir aquí con él. Mañana se va a levantar solo. Coloco su BlackBerry en la mesita, cojo mi bolso que había dejado junto a la cama y, después de una última mirada a mi angelical Judas durmiente, salgo del dormitorio.