– No, Anastasia, no soy gay. -Levanto ambas cejas, pero mantengo la expresión impasible. Anastasia. Es un hombre muy bonito. Me gusta cómo me acaricia la lengua.
– Le pido disculpas. Está… bueno… está aquí escrito. -Se coloca el pelo detrás de la oreja nerviosamente.
¿No conoce sus propias preguntas? Tal vez es que no son suyas.
Se lo pregunto y ella palidece. Joder, es realmente atractiva, aunque de una forma discreta. Incluso diría que es bonita.
– Bueno… no. Kate… la señorita Kavanagh… me ha pasado una lista.
– ¿Son compañeras de la revista de la facultad?
– No. Es mi compañera de piso.
Ahora entiendo por qué se comporta así. Me rasco la barbilla y me debato entre hacérselo pasar muy mal o no.
– ¿Se ha ofrecido usted para hacer esta entrevista? -le pregunto y me recompensa con una mirada sumisa con los ojos grandes y agobiados por mi reacción. Me gusta el efecto que tengo sobre ella.
– Me lo ha pedido ella. No se encuentra bien -explica en voz baja.
– Esto explica muchas cosas.
Llaman a la puerta y aparece Andrea.
– Señor Grey, perdone que lo interrumpa, pero su próxima reunión es dentro de dos minutos.
– No hemos terminado, Andrea. Cancela mi próxima reunión, por favor.
Andrea duda y me mira con la boca abierta. Yo me quedo mirándola fijamente. ¡Fuera! ¡Ahora! Estoy ocupado con la señorita Steele. Andrea se pone escarlata, pero se recupera rápido.
– Muy bien, señor Grey -dice, se gira y se va.
Vuelvo a centrar mi atención en la intrigante y frustrante criatura que tengo sentada en mi sofá.
– ¿Por dónde íbamos, señorita Steele?
– No quisiera interrumpir sus obligaciones.
Oh, no, nena. Ahora me toca a mí. Quiero saber si hay algún secreto que descubrir detrás de esos ojos tan increíblemente bonitos.
– Quiero saber de usted. Creo que es lo justo. -Me acomodo en el respaldo y apoyo un dedo sobre los labios. Veo que sus ojos se dirigen a mi boca y traga saliva. Oh, sí… el efecto habitual. Es gratificante saber que no es completamente ajena a mis encantos.
– No hay mucho que saber -me dice y vuelve el rubor. La estoy intimidando. Bien.
– ¿Qué planes tiene después de graduarse?
Se encoge de hombros.
– No he hecho planes, señor Grey. Tengo que aprobar los exámenes finales.
– Aquí tenemos un excelente programa de prácticas. -Joder. ¿Qué me ha poseído para decir eso? Estoy rompiendo la regla de oro: nunca, jamás, follarse al personal. Pero, Grey, no te vas a tirar a esta chica. Parece sorprendida y sus dientes vuelven a clavarse en el labio. ¿Por qué me resulta excitante eso?
– Lo tendré en cuenta -murmura. Y después añade-: Aunque no creo que encajara aquí.
¿Y por qué no? ¿Qué le pasa a mi empresa?
– ¿Por qué lo dice? -le pregunto.
– Es obvio, ¿no?
– Para mí no. -Me confunde su respuesta.
Está nerviosa de nuevo y estira el brazo para coger la grabadora. Oh, mierda, se va. Repaso mentalmente mi agenda para la tarde… No hay nada que no pueda esperar.
– ¿Le gustaría que le enseñara el edificio?
– Seguro que está muy ocupado, señor Grey, y yo tengo un largo camino.
– ¿Vuelve en coche a Vancouver? -Miro por la ventana. Es mucha distancia y está lloviendo. Mierda. No debería conducir con este tiempo, pero no puedo prohibírselo. Eso me irrita-. Bueno, conduzca con cuidado. -Mi voz suena más dura de lo que pretendía.
Ella intenta torpemente guardar la grabadora. Tiene prisa por salir de mi despacho, y por alguna razón que no puedo explicar yo no deseo que se vaya.
– ¿Me ha preguntado todo lo que necesita? -digo en un esfuerzo claro por prolongar su estancia.
– Sí, señor -dice en voz baja.
Su respuesta me deja helado: esas palabras suenan de una forma en su boca… Brevemente me imagino esa boca a mi entera disposición.
– Gracias por la entrevista, señor Grey.
– Ha sido un placer -le respondo. Y lo digo completamente en serio; hacía mucho que nadie me fascinaba tanto. Y eso es perturbador.
Ella se pone de pie y yo le tiendo la mano, muy ansioso por tocarla.
– Hasta la próxima, señorita Steele -digo en voz baja. Ella me estrecha la mano. Sí, quiero azotar y follarme a esta chica en mi cuarto de juegos. Tenerla atada y suplicando… necesitándome, confiando en mí. Trago saliva. No va a pasar, Grey.
– Señor Grey -se despide con la cabeza y aparta la mano rápidamente… demasiado rápidamente.
Mierda, no puedo dejar que se vaya así. Pero es obvio que se muere por salir de aquí. La irritación y la inspiración me golpean a la vez cuando la veo salir.
– Asegúrese de cruzar la puerta con buen pie, señorita Steele.
Ella se sonroja en el momento justo con ese delicioso tono de rosa.
– Muy amable, señor Grey -dice.
¡La señorita Steele tiene dientes! Sonrío mientras la observo al salir y la sigo. Tanto Andrea como Olivia levantan la vista alucinadas. Sí, sí… La estoy acompañando a la puerta.
– ¿Ha traído abrigo? -pregunto.
– Chaqueta.
Frunzo el ceño al mirar Olivia, que tiene la boca abierta, e inmediatamente ella salta para traer una chaqueta azul marino. Se la cojo de las manos y la miro para indicarle que se siente de nuevo. Dios, qué irritante es Olivia, siempre mirándome soñadoramente…
Mmm… La chaqueta es efectivamente de Walmart. La señorita Anastasia Steele debería ir mejor vestida. La sostengo para que se la ponga y, al colocársela sobre los hombros delgados, le rozo la piel de la nuca. Ella se queda helada ante el contacto y palidece. ¡Sí! Ejerzo algún efecto sobre ella. Saberlo es algo inmensamente gratificante. Me acerco al ascensor y pulso el botón mientras ella espera a mi lado, revolviéndose, incapaz de permanecer quieta.
Oh, yo podría hacer que dejaras de revolverte de esta forma, nena.
Las puertas se abren y ella corre adentro; luego se gira para mirarme.
– Anastasia -murmuro para despedirme.
– Christian -susurra en respuesta. Y las puertas del ascensor se cierran dejando mi nombre en el aire con un sonido extraño, poco familiar, pero mucho más que sexy.
Joder… ¿Qué ha sido eso?
Necesito saber más sobre esta chica.
– Andrea -exclamo mientras camino decidido de vuelta a mi despacho-. Ponme con Welch inmediatamente.
Me siento a la mesa esperando que me pase la llamada y miro los cuadros colgados de las paredes de mi despacho. Las palabras de la señorita Steele vuelven a mí: «Elevan lo cotidiano a la categoría de extraordinario». Eso podría ser una buena descripción de ella.
El teléfono suena.
– Tengo al señor Welch al teléfono.
– Pásamelo.
– ¿Sí, señor?
– Welch, necesito un informe.
Sábado, 14 de mayo de 2011
Anastasia Rose Steele
Fecha de nacimiento: 10 de septiembre de 1989, Montesano, Washington.
Dirección: 1114 SW Green Street, Apartamento 7, Haven Heights, Vancouver, Washington 9888
Teléfono móviclass="underline" 360 959 4352
N.º de la Seguridad Sociaclass="underline" 987-65-4320
Datos bancarios: Wells Fargo Bank, Vancouver,
Washington 98888
Número de cuenta: 309361
Saldo: 683,16 dólares
Profesión: Estudiante de la Universidad Estatal de Washington, facultad de letras, campus de Vancouver – Especialidad: literatura inglesa.