Él sonríe.
– No puedo hablar en nombre de todo el mundo, Anastasia, pero contigo es extraordinariamente especial.
Se inclina y me besa.
– Eso es porque usted es extraordinariamente especial, señor Grey -añado sonriendo, y le acaricio la cara.
Él me mira y parpadea, desconcertado.
– Es tarde. Duérmete -dice.
Me besa, luego se tumba, me atrae hacia él, y se pega a mi espalda.
– No te gustan los halagos.
– Duérmete, Anastasia.
Ah… pero él es extraordinariamente especial. Dios… ¿por qué no se da cuenta?
– Me encantó la casa -murmuro.
Permanece un buen rato sin decir nada, pero noto que sonríe.
– A mí me encantas tú. Duérmete.
Hunde la nariz en mi pelo y me voy deslizando en el sueño, segura en sus brazos, soñando con puestas de sol y grandes ventanales y amplias escalinatas… y con un crío con el pelo cobrizo que corre por un prado, riendo y dando grititos mientras yo le persigo.
– Tengo que irme, nena.
Christian me besa justo debajo de la oreja.
Abro los ojos: ya es de día. Me doy la vuelta para mirarle, pero ya se ha levantado y arreglado y se inclina, fresco y delicioso, sobre mí.
– ¿Qué hora es?
Oh, no… no quiero llegar tarde.
– No te asustes. Yo tengo un desayuno de trabajo -me dice, frotando su nariz contra la mía.
– Hueles bien -murmuro, y me desperezo debajo de él.
Siento una placentera tensión en las extremidades, que crujen después de todas nuestras proezas de ayer. Le echo los brazos al cuello.
– No te vayas.
Él ladea la cabeza y arquea una ceja.
– Señorita Steele… ¿acaso intenta hacer que un hombre honrado no cumpla con su jornada de trabajo?
Yo asiento medio dormida, y él sonríe, con esa nueva sonrisa tímida.
– Eres muy tentadora, pero tengo que marcharme.
Me besa y se incorpora. Lleva un traje azul oscuro muy elegante, una camisa blanca y una corbata azul marino que le dan aspecto de presidente ejecutivo… un presidente terriblemente sexy.
– Hasta luego, nena -murmura, y se va.
Echo un vistazo al despertador y veo que ya son las siete… no debo de haber oído la alarma. Bueno, hora de levantarse.
Mientras me ducho, tengo una nueva inspiración: se me ha ocurrido otro regalo de cumpleaños para Christian. Es muy difícil comprarle algo a un hombre que lo tiene todo. Ya le he dado mi regalo principal, y también está el otro que le compré en la tienda para turistas, pero este nuevo regalo será en realidad para mí. Cuando cierro el grifo, me rodeo con los brazos emocionada ante la perspectiva. Solo tengo que prepararlo.
En el vestidor me pongo un traje rojo ceñido con un gran escote cuadrado. Sí, no es excesivo para ir a trabajar.
Ahora, para el regalo de Christian. Empiezo a revolver en los cajones buscando sus corbatas. En el último cajón encuentro esos vaqueros descoloridos y rasgados que lleva en el cuarto de juegos… esos con los que está condenadamente sensual. Los acaricio cuidadosamente con la mano. Oh, la tela es muy suave.
Debajo descubro una caja de cartón negra, ancha y plana, que despierta mi interés al instante. ¿Qué hay ahí? La miro, y vuelvo a tener la sensación de estar invadiendo una propiedad privada. La saco y la agito un poco. Pesa, como si contuviera documentos o manuscritos. No puedo resistirme. Abro la tapa… e inmediatamente vuelvo a cerrarla. Dios santo, son fotografías del cuarto rojo. La conmoción me obliga a sentarme sobre los talones, mientras intento borrar la imagen de mi mente. ¿Por qué he abierto la caja? ¿Por qué guarda Christian esas fotos?
Me estremezco. Mi subconsciente me mira ceñuda: Esto es anterior a ti. Olvídalo.
Tiene razón. Cuando me levanto veo que las corbatas están colgadas al fondo de la barra del armario. Cuando encuentro mi preferida, salgo corriendo.
Esas fotografías son A.A.: Antes de Ana. Mi subconsciente asiente para darme la razón, pero me dirijo hacia la sala para desayunar sintiendo un peso en el corazón. La señora Jones me sonríe con afecto y luego frunce el ceño.
– ¿Va todo bien, Ana? -pregunta con amabilidad.
– Sí -murmuro, distraída-. ¿Tiene usted una llave del… cuarto de juegos?
Ella, sorprendida, se queda quieta un momento.
– Sí, claro. -Se descuelga un manojo de llaves del cinturón-. ¿Qué le apetece para desayunar, querida? -pregunta cuando me entrega las llaves.
– Solo muesli. Enseguida vuelvo.
Ahora, desde que he encontrado esas fotografías, ya no tengo tan claro lo del regalo. ¡No ha cambiado nada!, me increpa de nuevo mi subconsciente, mirándome por encima de sus gafas de media luna. Esa imagen que viste era erótica, interviene la diosa que llevo dentro, y yo le respondo torciendo el gesto mentalmente. Sí, era demasiado… erótica para mí.
¿Qué otras cosas habrá escondido? Rebusco en la cómoda rápidamente, cojo lo que necesito, y cierro con llave el cuarto de juegos al salir. ¡Solo faltaría que José viera esto!
Le devuelvo las llaves a la señora Jones y me siento a devorar el desayuno, sintiéndome extraña porque Christian no está. La imagen de la fotografía aparece en mi mente sin que nadie la haya invitado. Me pregunto quién era. ¿Leila, quizá?
De camino al trabajo, medito si decirle o no a Christian que he encontrado sus fotografías. No, grita mi subconsciente con su cara a lo Edvard Munch. Decido que probablemente tiene razón.
En cuanto me siento a mi escritorio, vibra la BlackBerry.
De: Christian Grey
Fecha: 17 de junio de 2011 08:59
Para: Anastasia Steele
Asunto: Superficies
Calculo que quedan como mínimo unas treinta superficies. Me hacen mucha ilusión todas y cada una de ellas. Luego están los suelos, las paredes… y no nos olvidemos del balcón.
Y después de eso está mi despacho…
Te echo de menos. x
Christian Grey
Priápico presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Su e-mail me hace sonreír, y mis anteriores reservas desaparecen totalmente. A quien desea ahora es a mí, y el recuerdo de las correrías sexuales de anoche invade mi mente… el ascensor, el vestíbulo, la cama. «Priápico» es el término adecuado. Me pregunto vagamente cuál sería el equivalente femenino.
De: Anastasia Steele
Fecha: 17 de junio de 2011 09:03
Para: Christian Grey
Asunto: ¿Romanticismo?
Señor Grey:
Tiene usted una mente unidireccional.
Te eché de menos en el desayuno.
Pero la señora Jones estuvo muy complaciente.
A x
De: Christian Grey
Fecha: 17 de junio de 2011 09:07
Para: Anastasia Steele
Asunto: Intrigado
¿En qué fue complaciente la señora Jones?
¿Qué está tramando, señorita Steele?
Christian Grey
Intrigado presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
¿Cómo lo sabe?
De: Anastasia Steele
Fecha: 17 de junio de 2011 09:10
Para: Christian Grey