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De: Christian Grey

Fecha: 8 de junio de 2011 14:05

Para: Anastasia Steele

Asunto: Mañana

Querida Anastasia:

Perdona esta intromisión en el trabajo. Espero que esté yendo bien. ¿Recibiste mis flores?

Me he dado cuenta de que mañana es la inauguración de la exposición de tu amigo en la galería, y estoy seguro de que no has tenido tiempo de comprarte un coche, y eso está lejos. Me encantaría acompañarte… si te apetece.

Házmelo saber.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Mis ojos se llenan de lágrimas. Dejo mi mesa a toda prisa, corro al lavabo y me escondo en uno de los compartimentos. La exposición de José. Maldita sea. La había olvidado por completo y le prometí que iría. Oh, no, Christian tiene razón, ¿cómo voy a ir hasta allí?

Me aprieto las sienes. ¿Por qué no me ha telefoneado José? Ahora que lo pienso… ¿por qué no ha telefoneado nadie? He estado tan absorta que no me he dado cuenta de que mi móvil no sonaba.

¡Maldita sea! ¡Soy una idiota! Aún está desviado a la BlackBerry. Dios santo. Christian ha estado recibiendo mis llamadas; a menos que haya tirado la BlackBerry. ¿Cómo ha conseguido mi dirección electrónica?

Sabe qué número calzo; no creo que una dirección de correo electrónico le suponga un gran problema.

¿Puedo volver a verle? ¿Puedo soportarlo? ¿Quiero verle? Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás, mientras la tristeza y la añoranza destrozan mis entrañas. Claro que sí.

Quizá, quizá puedo decirle que he cambiado de idea… No, no, no. No puedo estar con alguien que siente placer haciéndome daño, alguien que no puede quererme.

Fogonazos de recuerdos torturan mi mente: el planeador, cogerse las manos, besarse, la bañera, su delicadeza, su humor, y su mirada sexy, oscura, pensativa. Le echo de menos. Hace cinco días, cinco días de agonía que me han parecido eternos.

Por las noches lloro hasta quedarme dormida, deseando no haberme marchado, deseando que él fuera diferente, deseando que estuviéramos juntos. ¿Cuánto durará este sentimiento horrible y abrumador? Vivo un calvario.

Me rodeo el cuerpo con los brazos, me abrazo fuerte, me sostengo a mí misma. Le echo de menos. Realmente le echo de menos… le quiero. Sencillamente.

¡Anastasia Steele, estás en el trabajo! He de ser fuerte, pero quiero ir a la exposición de José y, en el fondo, mi lado masoquista quiere ver a Christian. Inspiro profundamente y vuelvo a mi mesa.

De: Anastasia Steele

Fecha: 8 de junio de 2011 14:25

Para: Christian Grey

Asunto: Mañana

Hola, Christian:

Gracias por las flores; son preciosas.

Sí, te agradecería que me acompañaras.

Gracias.

Anastasia Steele

Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP

Reviso mi móvil y veo que las llamadas siguen desviadas a la BlackBerry. Jack está en una reunión, así que llamo rápidamente a José.

– Hola, José, soy Ana.

– Hola, desaparecida.

Su tono es tan cariñoso y agradable que casi basta con eso para provocarme otra crisis.

– No puedo hablar mucho. ¿A qué hora he de estar mañana en tu exposición?

– Pero ¿vendrás?

Parece emocionado.

– Sí, claro.

Al imaginar su gesto de satisfacción, sonrío sinceramente por primera vez en cinco días.

– A las siete y media.

– Pues nos vemos allí. Adiós, José.

– Adiós, Ana.

De: Christian Grey

Fecha: 8 de junio de 2011 14:27

Para: Anastasia Steele

Asunto: Mañana

Querida Anastasia:

¿A qué hora paso a recogerte?

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

De: Anastasia Steele

Fecha: 8 de junio de 2011 14:32

Para: Christian Grey

Asunto: Mañana

La exposición de José se inaugura a las 19.30. ¿A qué hora te parece bien?

Anastasia Steele

Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP

De: Christian Grey

Fecha: 8 de junio de 2011 14:34

Para: Anastasia Steele

Asunto: Mañana

Querida Anastasia:

Portland está bastante lejos. Debería recogerte a las 17.45.

Tengo muchas ganas de verte.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

De: Anastasia Steele

Fecha: 8 de junio de 2011 14:38

Para: Christian Grey

Asunto: Mañana

Hasta entonces, pues.

Anastasia Steele

Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP

Oh, Dios. Voy a ver a Christian, y por primera vez en cinco días, mi estado de ánimo mejora un ápice y me atrevo a preguntarme cómo habrá estado él.

¿Me ha echado de menos? Seguramente no como yo a él. ¿Ha encontrado a una nueva sumisa de dondequiera que las saque? Esa idea me hace tanto daño que la desecho inmediatamente. Miro el montón de correspondencia que he de clasificar para Jack, y me pongo a ello, mientras lucho por expulsar a Christian fuera de mi mente una vez más.

Por la noche doy vueltas y vueltas en la cama intentando dormir. Es la primera vez en varios días que no he llorado hasta quedarme dormida.

Visualizo mentalmente la cara de Christian la última vez que le vi, cuando me marché de su apartamento. Su expresión torturada me persigue. Recuerdo que él no quería que me fuera, lo cual me resultó muy extraño. ¿Por qué iba a quedarme si las cosas habían llegado a un punto muerto? Los dos evitábamos nuestros propios conflictos: mi miedo al castigo, su miedo a… ¿qué? ¿Al amor?

Me doy la vuelta, me invade una tristeza insoportable, y me abrazo a la almohada. Él no merece que le quieran. ¿Por qué se siente así? ¿Tiene algo que ver con su infancia? ¿Con su madre biológica, la puta adicta al crack? Esos pensamientos me acechan hasta la madrugada, cuando finalmente caigo agotada en un sueño convulso.

El día pasa muy, muy despacio, y Jack se muestra inusualmente atento. Sospecho que es por el vestido morado y las botas negras de tacón alto que le he robado del armario a Kate, pero trato de no pensar demasiado en eso. Decido ir a comprarme ropa con mi primera paga. El vestido me queda más holgado de lo debido, pero finjo que no me doy cuenta.

Por fin son las cinco y media, recojo mi chaqueta y mi bolso, e intento mantener la calma. ¡Voy a verle!

– ¿Sales con alguien esta noche? -pregunta Jack cuando pasa junto a mi mesa al salir.

– Sí. No. La verdad es que no.

Arquea una ceja y me mira, claramente intrigado.

– ¿Un novio?

Me ruborizo.

– No, un amigo. Un ex novio.

– A lo mejor mañana te apetece ir a tomar una copa después del trabajo. Has tenido una primera semana magnífica, Ana. Deberíamos celebrarlo.

Sonríe, y en su cara aparece una emoción desconocida que me incomoda.