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No debería habértelo preguntado.

He borrado el e-mail problemático.

Anastasia Steele

Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP

De: Christian Grey

Fecha: 13 de junio de 2011 10:43

Para: Anastasia Steele

Asunto: ¿Qué has hecho?

Solo protejo lo que es mío.

Ese e-mail que enviaste en un arrebato se ha eliminado del servidor de SIP, igual que los e-mails que yo te mando.

Por cierto, en ti confío totalmente. En él no.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Compruebo si aún tengo sus correos, y han desaparecido. La influencia de este hombre no tiene límites. ¿Cómo lo hace? ¿A quién conoce que pueda acceder subrepticiamente a las profundidades de los servidores de SIP y eliminar e-mails? Estoy jugando en una liga muy superior a la mía.

De: Anastasia Steele

Fecha: 13 de junio de 2011 10:48

Para: Christian Grey

Asunto: Madura un poco

Christian:

No necesito que me protejan de mi propio jefe.

Quizá él intente algo, pero yo me negaré.

Tú no puedes interferir. No está bien, y supone ejercer un control a demasiados niveles.

Anastasia Steele

Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP

De: Christian Grey

Fecha: 13 de junio de 2011 10:50

Para: Anastasia Steele

Asunto: La respuesta es NO

Ana:

Yo he presenciado lo «eficaz» que eres para librarte de una atención que no deseas. Recuerdo que fue así como tuve el placer de pasar mi primera noche contigo. Ese fotógrafo, como mínimo, siente algo por ti. Ese canalla, en cambio, no. Es un conquistador profesional e intentará seducirte. Pregúntale qué pasó con la última ayudante, y con la anterior.

No quiero discutir por esto.

Si quieres ir a Nueva York, yo te llevaré. Podemos ir este fin de semana. Tengo un apartamento allí.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

¡Oh, Christian! No se trata de eso. Esto es muy frustrante. Y él, cómo no, también tiene un apartamento allí. ¿Dónde más tendrá propiedades? Y era de esperar que sacara a relucir a José. ¿Es que nunca me libraré de eso? Estaba borracha, por Dios. Yo nunca me emborracharía con Jack.

Me quedo mirando la pantalla, pero supongo que no puedo seguir discutiendo con él por e-mail. Tendré que esperar el momento oportuno, esta noche. Miro el reloj. Jack aún no ha vuelto de su reunión con Jerry, y todavía tengo que solucionar lo de Elena. Vuelvo a leer su correo electrónico y decido que el mejor modo de abordar esto es enviárselo a Christian. Desviar su atención hacia ella en lugar de hacia mí.

De: Anastasia Steele

Fecha: 13 de junio de 2011 11:15

Para: Christian Grey

Asunto: Re Cita para almorzar o Carga irritante

Christian:

Mientras tú estabas muy ocupado interfiriendo en mi carrera y salvándote el culo por mis imprudentes misivas, yo he recibido el siguiente correo de la señora Lincoln. No tengo ningunas ganas de verme con ella… y aunque las tuviera, no se me permite salir de este edificio. Cómo ha conseguido mi dirección de correo electrónico, la verdad es que no lo sé. ¿Qué sugieres que haga? Te adjunto su e-maiclass="underline"

Querida Anastasia:

Me gustaría mucho quedar para comer contigo. Creo que empezamos con mal pie, y me gustaría arreglarlo. ¿Estás libre algún día de esta semana?

Elena Lincoln

Anastasia Steele

Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP

De: Christian Grey

Fecha: 13 de junio de 2011 11:23

Para: Anastasia Steele

Asunto: Carga irritante

No te enfades conmigo. Lo único que me preocupa es tu bienestar.

Si te pasara algo, no me lo perdonaría nunca.

Yo me ocuparé de la señora Lincoln.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

De: Anastasia Steele

Fecha: 13 de junio de 2011 11:32

Para: Christian Grey

Asunto: Hasta luego

¿Podemos hablarlo esta noche, por favor?

Intento trabajar, y tus continuas interferencias me distraen mucho.

Anastasia Steele

Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP

Jack vuelve después de las doce y me dice que mi viaje a Nueva York está descartado, aunque él sí que irá, pero que no puede hacer nada para cambiar la política de la dirección. Entra en su despacho y cierra de un portazo. Obviamente está furioso. ¿Por qué está tan indignado?

En el fondo, yo sé que sus intenciones no son en absoluto honorables, pero estoy segura de que podría manejarle, y me pregunto qué sabe Christian sobre las anteriores ayudantes de Jack. Aparto esos pensamientos de mi mente y sigo trabajando, pero tomo la decisión de intentar hacer que Christian cambie de opinión, aunque las posibilidades sean escasas.

A la una en punto, Jack asoma la cabeza por la puerta del despacho.

– Ana, ¿podrías traerme por favor algo para comer?

– Claro. ¿Qué te apetece?

– Pastrami con pan de centeno, sin mostaza. Te daré el dinero cuando vuelvas.

– ¿Algo para beber?

– Coca-Cola, por favor. Gracias, Ana.

Se mete en su despacho y yo cojo el bolso.

Oh, no. Le prometí a Christian que no saldría. Suspiro. No se enterará. Iré muy rápido.

En recepción, Claire me ofrece su paraguas porque llueve a cántaros. Al salir por la puerta principal, me envuelvo bien con la chaqueta y echo una mirada furtiva en ambas direcciones bajo el inmenso paraguas. Todo parece en orden. Ni rastro de la Chica Fantasma.

Bajo con paso decidido la calle en dirección a la tienda, esperando pasar inadvertida. Sin embargo, a medida que me voy acercando mayor es la escalofriante sensación de que me vigilan, y no sé si es mi agudizada paranoia o si es verdad. Maldita sea. Espero que no se trate de Leila con un arma.

Solo es fruto de tu imaginación, me suelta mi subconsciente. ¿Quién demonios querría dispararte?

En cuestión de quince minutos, estoy de vuelta… sana y salva, y aliviada. Creo que la exagerada paranoia y la vigilancia extremadamente protectora de Christian están empezando a afectarme.

Cuando le llevo el almuerzo, Jack está hablando por teléfono. Levanta la vista, tapando el auricular.

– Gracias, Ana. Como no vienes conmigo, tendrás que quedarte hasta tarde. Necesito estos informes. Espero que no tuvieras planes.

Me sonríe afectuosamente y me ruborizo.

– No, no pasa nada -le digo con una sonrisa radiante y el corazón encogido.

Esto no acabará bien. Christian se pondrá hecho una fiera, seguro.

Cuando vuelvo a mi mesa, decido no decírselo inmediatamente, porque eso le daría tiempo de sobra para interferir de algún modo. Me siento y me como el sándwich de ensalada de pollo que me preparó esta mañana la señora Jones. Es delicioso. Un sándwich exquisito.