Echo de menos a Kate. Solo hace dos semanas que se fue de vacaciones, pero me parecen las dos semanas más largas de mi vida. Han pasado tantas cosas… Kate no me creerá cuando se lo cuente. Bueno, se lo contaré parcialmente, una versión sujeta a un acuerdo de confidencialidad. Frunzo el ceño. Tengo que hablar con Christian de eso. ¿Cómo reaccionaría Kate si se enterase? Palidezco al pensarlo. Tal vez regrese con Ethan. Esa posibilidad me hace temblar de emoción, pero no lo creo probable. Seguramente se quedará en Barbados con Elliot.
– ¿Dónde se pone cuando está esperando y vigilando en la calle? -le pregunto a Sawyer mientras hacemos cola para la comida.
Está situado delante de mí, de cara a la puerta, controlando continuamente la calle y a todo el que entra. Resulta inquietante.
– Me siento en la cafetería que hay al otro lado de la calle, señorita Steele.
– ¿No es muy aburrido?
– Para mí no, señora. Es a lo que me dedico -dice con frialdad.
Me sonrojo.
– Perdone, no pretendía…
Al ver su expresión amable y comprensiva, me quedo sin palabras.
– Por favor, señorita Steele. Mi trabajo es protegerla. Y eso es lo que hago.
– ¿Ni rastro de Leila, entonces?
– No, señora.
Frunzo el ceño.
– ¿Cómo sabe qué aspecto tiene?
– He visto una fotografía suya.
– Ah, ¿la lleva encima?
– No, señora. -Se da un golpecito en la cabeza-. La guardo en la memoria.
Pues claro. La verdad es que me gustaría mucho examinar bien una fotografía de Leila para ver cómo era antes de convertirse en la Chica Fantasma. Me pregunto si Christian me dejaría tener una copia. Sí, seguramente sí… por mi seguridad. Urdo un plan, y mi subconsciente se relame y asiente entusiasmada.
Los folletos llegan a la oficina, y me alivia ver que han quedado muy bien. Llevo uno al despacho de Jack. Se le ilumina la mirada: no sé si es por mí o por el folleto. Opto por creer que se trata de esto último.
– Están muy bien, Ana. -Lo hojea tranquilamente-. Sí, buen trabajo. ¿Vas a ver a tu novio esta noche?
Tuerce el labio al decir «novio».
– Sí. Vivimos juntos.
Es una verdad a medias. Bueno, en este momento sí es cierto, así que no es más que una mentira inocente. Espero que con eso baste para disuadirle.
– ¿Se molestaría si fueras conmigo a tomar una copa rápida esta noche? Para celebrar todo el trabajo que has hecho.
– Tengo un amigo que vuelve a la ciudad esta noche, y saldremos todos a cenar.
Y estaré ocupada todas las noches, Jack.
– Ya veo. -Suspira, exasperado-. ¿Quizá cuando vuelva de Nueva York, entonces?
Levanta las cejas, expectante, y se le enturbia la mirada de forma sugerente.
Oh, no… Esbozo una sonrisa evasiva y reprimo un estremecimiento.
– ¿Te apetece un café o un té? -pregunto.
– Café, por favor -dice en voz baja y ronca, como si estuviera pidiendo otra cosa.
Maldita sea. Ahora me doy cuenta de que no piensa rendirse. Oh… ¿qué hago?
Cuando salgo de su despacho respiro hondo, ya mucho más tranquila. Jack me pone muy tensa. Christian no se equivoca con él, y en parte me molesta que tenga razón.
Me siento a mi mesa y suena mi BlackBerry: un número que no reconozco.
– Ana Steele.
– ¡Hola, Steele!
El alegre tono de Ethan me coge momentáneamente desprevenida.
– ¡Ethan! -casi grito de alegría-. ¿Cómo estás?
– Encantado de haber vuelto. Estaba francamente harto de sol y de ponches de ron, y de mi hermana pequeña perdidamente enamorada de ese tipo tan importante. Ha sido infernal, Ana.
– ¡Ya! Mar, arena, sol y ponches de ron recuerda mucho al «Infierno» de Dante -contesto entre risas-. ¿Dónde estás?
– En el aeropuerto, esperando a que salga mi maleta. ¿Qué estás haciendo tú?
– Estoy en el trabajo. Sí, tengo un trabajo remunerado -replico ante su exclamación de asombro-. ¿Quieres venir a buscar las llaves? Luego podemos vernos en el apartamento.
– Me parece estupendo. Nos vemos dentro de cuarenta y cinco minutos, una hora como mucho. ¿Me das la dirección?
Le doy la dirección de SIP.
– Nos vemos ahora, Ethan.
– Hasta luego, nena -dice, y cuelga.
¿Qué? ¿Ethan también? ¡No! Y caigo en la cuenta de que acaba de pasar una semana con Elliot. Rápidamente le escribo un correo electrónico a Christian.
De: Anastasia Steele
Fecha: 14 de junio de 2011 14:55
Para: Christian Grey
Asunto: Visitas procedentes de climas soleados
Queridísimo total y absolutamente EEE:
Ethan ha vuelto, y va a venir a buscar las llaves del apartamento.
Me gustaría mucho comprobar que está bien instalado.
¿Por qué no me recoges después del trabajo? ¿Podríamos ir al apartamento y después salir TODOS a cenar algo?
¿Invito yo?
Tuya
Ana x
Aún LS &I
Anastasia Steele
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
De: Christian Grey
Fecha: 14 de junio de 2011 15:05
Para: Anastasia Steele
Asunto: Cenar fuera
Apruebo tu plan. ¡Menos lo de que pagues tú!
Invito yo.
Te recogeré a las seis en punto.
x
P.D.: ¡¡¡Por qué no utilizas tu BlackBerry!!!
Christian Grey
Total y absolutamente enfadado presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
De: Anastasia Steele
Fecha: 14 de junio de 2011 15:11
Para: Christian Grey
Asunto: Mandón
Bah, no seas tan rudo ni te enfades tanto.
Todo está en clave.
Nos vemos a las seis en punto.
Ana x
Anastasia Steele
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
De: Christian Grey
Fecha: 14 de junio de 2011 15:18
Para: Anastasia Steele
Asunto: Mujer exasperante
¡Rudo y enfadado!
Ya te daré yo rudo y enfadado.
Y tengo muchas ganas.
Christian Grey
Total y absolutamente más enfadado, pero sonriendo por alguna razón desconocida, presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
De: Anastasia Steele
Fecha: 14 de junio de 2011 15:23
Para: Christian Grey
Asunto: Promesas, promesas
Adelante, señor Grey.
Yo también tengo muchas ganas.;D
Ana x
Anastasia Steele
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
No contesta, pero tampoco espero que lo haga. Le imagino quejándose de las señales contradictorias, y al pensarlo sonrío. Fantaseo un momento sobre lo que puede hacerme, pero acabo revolviéndome en la silla. Mi subconsciente me mira con aire reprobatorio por encima de sus gafas de media luna: Sigue trabajando.
Al cabo de un momento, suena el teléfono de mi mesa. Es Claire, de recepción.
– Aquí hay un chico muy mono que viene a verte. Tenemos que salir juntas de copas algún día, Ana. Seguro que tú conoces a muchos tíos buenos -sisea a través del auricular en tono cómplice.