La situación para Tritón era más complicada. La gran luna de Neptuno era el cuerpo más alejado del sistema solar permanentemente habitado, de ahí que su embajador poseyera una considerable cantidad de representaciones, entre ellas Urano y sus ocho lunas (ninguna ocupada todavía); Neptuno y sus otros tres satélites; Plutón y su única luna; y la solitaria Perséfone, que no tenía ninguna. Si había planetas más allá de Perséfone, también ellos serían responsabilidad de Tritón. Y como si todo ello no fuera bastante, alguien había oído al embajador de la Lejana Oscuridad (como se lo llamaba a veces) preguntar planideramente: —¿Y qué hay de los cometas?— La mayoría de los miembros opinaba que ése era un problema que resolvería el futuro.
Y sin embargo, en un sentido real, el futuro ya estaba allí. Por algunas definiciones, Rama era un cometa. Los cometas eran los únicos otros visitantes de las profundidades interestelares, y Muchos habían viajado en órbitas hiperbólicas aún más próximas al Sol que la de Rama. Cualquier abogado de¡ espacio podía hacer un buen caso con esto, y el embajador de Mercurio era uno de los mejores.
—Reconocemos a Su Excelencia el embajador de Mercurio.
Como los delegados estaban clocados en sentido contrario al de las agujas del reloj, en orden de distancia del sol, el de Mercurio se encontraba en la extrema derecha del Presidente de la asamblea. Hasta el último minuto estuvo atento a su computadora; ahora se quitó las gafas sincronizadoras que no permitían a nadie más leer el mensaje en su pantalla. Recogió sus notas y se puso vivamente de pie.
—Señor presidente, distinguidos miembros delegados, me agradaría comenzar con un breve resumen de la situación con que nos enfrentamos.
Proviniendo de algunos delegados, esas palabras «un breve resumen», habrían provocado lamentos interiores de sus escuchas; pero todos sabían que los mercurianos siempre querían decir exactamente lo que decían.
—El vehículo espacial gigante, o asteroide artificial, bautizado Rama, fue detectado hace más de un año en la región más allá de Júpiter. Al principio se pensó que se trataba de un cuerpo natural moviéndose en una órbita hiperbólica que lo llevaría alrededor del Sol y hacia las estrellas.
,»Cuando fue descubierta su verdadera naturaleza, se ordenó a la nave espacial Endeavour que tuviera un encuentro con él. Estoy seguro de que todos querernos agradecer al comandante Norton y a su tripulación la gran eficiencia demostrada en el curso de su incomparable misión.
»Al principio se creyó que Rama estaba muerto, congelado por cientos de miles de años y sin posibilidad de revivir. Esto aun puede ser cierto, en un sentido estrictamente biológico. Parece haber un acuerdo general entre quienes estudiaron el asunto, respecto a que ningún organismo vivo de alguna complejidad puede sobrevivir más de unos cuantos siglos en animación suspendida. Aun en cero absoluto, los efectos residuales de la unidad elemental de energía destruyen demasiada información celular como para hacer posible la vuelta a la vida. Por lo tanto, si bien Rama era de enorme importancia arqueológica, no presentaba mayores problemas astropolíticos.
—Es ahora notorio que ésa fue una actitud muy ingenua por nuestra parte, aun cuando desde el principio hubo quienes puntualizaron que Rama estaba dirigida con demasiada precisión al Sol para que se tratara de una simple casualidad.
»Aun así, pudo haberse argumentado —y en realidad se argumentó— que allí habla un experimento fracasado. Rama alcanzó la mera propuesta, pero la inteligencia controladora no sobrevivió. Este punto de vista también parece demasiado simple; seguramente subestima a los entes con que tratamos.
»Lo que no tuvimos en cuenta fue la posibilidad de la supervivencia ‘no biológica’. Si aceptamos la muy plausible teoría del doctor Perera, que por cierto se adecua a los hechos, los seres que fueron observados en el interior de Rama no existían hasta poco tiempo atrás. Sus patrones, o moldes, se mantenían en reserva en algún banco central de información, y cuando llegó el momen to fueron fabricados con la materia prima disponible, presumiblemente el caldo de cultivo órgano metálico del Mar Cilíndrico. Tal hazaña está aún fuera de los limites de nuestras posibilidades, aunque no presenta problemas teóricos. Sabemos que los circuitos de estado sólido, a diferencia de la materia viva, pueden almacenar información sin pérdida durante indefinidos períodos de tiempo.
»De modo que ahora Rama está en condiciones de pleno funcionan-tiento, sirviendo al propósito de sus constructores, quienesquiera que sean. Desde nuestro punto de vista no importa si los propios ramanes están muertos desde hace un millón de años, o si ellos también serán recreados en cualquier momento para unirse a sus servidores. Con o sin ellos, su voluntad se cumple y se seguirá cumpliendo.
»Rama nos ha dado pruebas de que su sistema de propulsión sigue funcionando. En unos pocos días más llegará al perihelio, donde lógicamente realizará cualquier cambio orbital mayor. Es posible entonces que nos encontremos pronto con un nuevo planeta moviéndose a través del espacio solar sobre el cual tiene jurisdicción mi gobierno. 0 puede ocurrir también, desde luego, que Rama haga cambios adicionales y ocupe una órbita final a cualquier distancia del Sol. Incluso puede convertirse en satélite de un planeta principal, como la Tierra.
»Estamos por lo tanto, señores delegados, frente a todo un espectro de posibilidades, algunas realmente muy serias. Es tonto pretender que esas criaturas de Rama deben ser por fuerza benevolentes y que no interferirán con nosotros en ninguna forma. Si han venido a nuestro sistema solar, es porque necesitan algo de él. Aun cuando sólo sea conocimiento científico…. consideren cómo puede ser utilizado ese conocimiento.
»Lo que tenemos delante ahora es una tecnología cientos, tal vez miles de años más avanzada que la nuestra, y una cultura que puede no tener ningún punto de contacto con la nuestra. Hemos estado estudiando el comportamiento de los robots biológicos —los biots— en el interior de Rama, tal como nos los muestran las peliculas filmadas por el comandante Norton, y hemos llegado a ciertas conclusiones, que deseamos comunicar a ustedes.
«En Mercurio tenemos tal vez la poca suerte de no contar con formas de vida nativas del planeta para someter a nuestra observación. Pero, por supuesto, poseemos un completo registro de la zoología terrestre y descubrimos en ella un sorprendente paralelo con Rama.
*Este paralelo es la colonia de termitas. Como Rama, es un mundo artificial con un entorno controlado. Como Rama, su funcionamiento depende de series enteras de máquinas biológicas especializadas: obreros, constructores, granjeros, guerreros. Y aunque no sabemos si Rama tiene una reina, sugiero la posibilidad de que la isla conocida como Nueva York ejerza una función similar.
»Ahora bien, sería evidentemente absurdo estirar demasiado esta analogía; muestra demasiadas fisuras. Pero la expongo ante ustedes por esta razón: ¿qué grado de cooperación o comprensión podría existir nunca entre los seres humanos y las termitas? Cuando no hay conflicto de intereses, nos toleramos mutuamente. Pero cuando uno de los dos necesita el territorio o los recursos del otro, la guerra es sin cuartel.
—Gracias a nuestra tecnología y nuestra inteligencia, siempre ganamos los seres humanos…. si estamos suficientemente decididos. Pero a veces no es fácil, y están aquellos que creen que la victoria final será de las termitas.
»Teniendo en cuenta esto, consideren ahora la tremenda amenaza que Rama puede —conste que no digo debe— significar para la civilización humana. ¿Qué medidas hemos tomado para contrarrestar el peligro, si ocurre la peor eventualidad? Absolutamente ninguna. Nos hemos limitado a hablar, a especular, y a escribir eruditas monografías.
»Pues bien, señores delegados, Mercurio ha hecho algo más. Actuando conforme a las previsiones de la Cláusula 34 del Tratado del Espacio firmado en el año 2057, y que nos autoriza a dar los pasos necesarios para proteger la integridad de nuestro espacio solar, hemos despachado un aparato dotado de alta energía nuclear a Rama. Por cierto, nos consideraremos felices si no nos vemos en la necesidad de utilizarlo. Pero ahora, por lo menos, no estamos tan indefensos como antes.