Se embolsó el móvil y volvió a centrarse en la pantalla: «… en el según Dopago faltaban un par de cientos lo conté dos veces me largo no sé porque las cosas sean salido de madre desde que el señora clic filtró todo ala prensa boya largarme de casa ya no me necesitáis para inspección are el terreno…».
Tim se encalló con «… el emolumento está des ajado por la noche…».
Cogió un cuaderno y parafraseó diversas variaciones: El emolumento queda descartado. El emolumento está deshojado. El emolumento está despejado.
Y la siguiente frase tampoco estaba del todo clara: «… desde lago Linai buena perspectiva en todas dirección es…».
¿Se refería a que desde el lago había buena línea de tiro en todas direcciones?
Dejó caer el bolígrafo, y al golpear el cuaderno para dar rienda suelta a su frustración, quedó una huella sucia. Decidió seguir adelante.
Las siguientes frases transcritas eran mucho más fáciles de interpretar: «… no pienso iris menos esta noche la cosa está que arde no lo siento e incluso si melo pensara mejor hoscos Taría más de loquete…».
Se rascó el nacimiento del pelo con la punta del boli. Fueran cuales fuesen los detalles específicos, Robert y Mitchell tenían planeado matar a Kindell esa noche. Consultó el reloj de pulsera en un gesto reflejo: 11.13. Era de suponer que los Masterson habían llamado al Cigüeña porque estaban listos para dar el siguiente paso de su plan. A Tim ya no le quedaba mucho tiempo para interceptarlos.
A continuación apareció en pantalla la reacción del Cigüeña a su entrada: «… un momento Dios un momento…».
Y luego sus primeras palabras dirigidas a éclass="underline" «… me alegro de que me haya encontrado señora clic porque no conseguí a dar con usted».
Tim retrocedió hasta el primer sustantivo que le daba problemas: «el emolumento», sin duda la clave.
Lo que venía a continuación podía ser algo así como «descartado», «deshojado» o «despejado», probablemente esto último, porque la frase previa aludía a que ya no le necesitaban para inspeccionar el terreno. ¿Qué estaba despejado por la noche? Unas oficinas. Un lugar público. Cabía la posibilidad de que se estuvieran refiriendo a un robo, pero no era probable. Desde lago Linai. ¿Desde el lago línea hay?
Se fijó en la mancha rojiza que había dejado en la libreta: la marca de su palma, los cuatro dedos apenas visibles. La mancha debería haber sido una mezcla de mugre y grasa de las herramientas, pero el polvo que se le había adherido a la mano al manipular la bota del Cigüeña le había dado un tono castaño rojizo.
«Emolumento.»¿Dónde había visto tierra de ese tono?
«Desde el lago.»«El emolumento está despejado por la noche.»Cayó en la cuenta como si acabara de recibir una bofetada. Notó el zumbido de la adrenalina y se puso en pie como movido por un resorte sin acordarse siquiera de lo dolorido que tenía el estómago. La silla salió rodando sin prisas por la habitación y fue a chocar contra la pared contraria.
«Robert echó la cabeza hacia atrás y lanzó un haz de humo hacia la luna; unos círculos de tierra mancharon los codos de su cazadora de tela vaquera.»«El emolumento.» El monumento.
El monumento está despejado por la noche. Desde la colina hay buena perspectiva en todas direcciones.
«¿Sabéis lo que sería un bonito monumento conmemorativo? Algo así con un hijoputa culpable que no haya sido condenado colgado de cada rama. Eso sí que me gustaría. Ésa es la clase de monumento que deberíamos levantar a las víctimas.»A primera hora de la mañana del día siguiente, una silueta horrenda daría los buenos días desde la línea del horizonte a los habitantes del centro de Los Ángeles.
«Incluso será una declaración de intenciones frente a esta mierda de ciudad. Un pequeño homenaje para que se entere toda la demás gentuza. El primer paso de la siguiente fase, nuestra fase.»Sin perder un instante, desactivó la trampa explosiva en el pasillo cortando el cable; después escribió una inmensa advertencia en el suelo con rotulador fluorescente. Se resistió a la tentación de intentar dar con el modo de ponerse en contacto con Oso por medio de una línea segura. Fueran cuales fuesen las posibilidades que tenía de resolver de manera pacífica el conflicto -sin duda escasas-, se reducirían a cero con las sirenas y la barricada de agentes judiciales y de la Policía de Los Ángeles. Para salvar la vida a Kindell debía adoptar un enfoque mucho más cauteloso.
Cuando ya salía, se detuvo para recuperar la cazadora. El dóberman se le acercó y le hocicó tímidamente la mano con la mirada enrojecida y sumisa.
Capítulo 44
Recorrió el pasillo embaldosado y entró en la habitación 17 después de contrastar el número de la puerta con el papelito arrugado que llevaba en la mano. Bowrick estaba sentado en la cama con las piernas cruzadas y la manta sobre los hombros, igual que un jefe indio. Dio un respingo y se llevó la mano al pecho, pero, a renglón seguido, el alivio se hizo evidente en su expresión:
– ¿Es que no puedes llamar como una persona normal?
Tim se llevó el índice a los labios e hizo al chico gesto de que le siguiera. Salieron por la puerta posterior, el silencio quebrado únicamente por el tarareo de la enfermera de admisiones en el vestíbulo.
Ya habían recorrido un par de manzanas cuando Bowrick se decidió a hablar:
– Has llegado justo a tiempo, tío. Esa enfermera tarada ya empezaba a babear. Quería la tarjeta del seguro y me estaba haciendo un montón de preguntas sobre facturación y chorradas por el estilo. Durante las primeras cuarenta y ocho horas, no te presionan lo más mínimo, pero luego te aprietan las tuercas en plan Inquisición. -Levantó la mirada cuando un cartel verde de la autopista sobrevoló el coche-. ¿Adónde vamos?
– Tienes la tarjeta de acceso a Monument Hill, ¿verdad?
El muchacho se sacó el llavero del bolsillo y le enseñó la tarjeta.
– Los dos tipos que intentaron matarte están allí. Tienen un rehén al que piensan colgar del árbol. Voy a cogerlos por sorpresa. Necesito que me cuentes algunas cosas sobre el monumento.
Bowrick dejó escapar un silbido pensativo y luego empezó a morderse el labio inferior al tiempo que se rascaba la postilla del brazo.
– Sólo se puede entrar por la puerta principal porque la verja es muy alta y la parte superior está electrificada. Eso es lo malo. Lo bueno es que la puerta no se ve desde el monumento, y además no mete ruido al abrirse. Mantente apartado del sendero de tierra, porque se ve bastante bien desde arriba. Justo hacia levante es donde más maleza hay, y la pendiente es más empinada, así que te permitirá ocultarte mejor.
– ¿Y qué me dices del monumento? ¿Cómo se sube? ¿Hay una plataforma elevadora o algo por el estilo?
– No. Se sube por el andamiaje, nada más. En la parte de atrás hay unos estribos a modo de escalera. Utilizan poleas para subir lo que haga falta y tubos de desecho para librarse de la mierda desde arriba.
– ¿Qué clase de herramientas hay, que se puedan utilizar como armas?
– La mayor parte está bajo llave por la noche. Es probable que haya algún que otro martillo. Ah, y un difusor de chorro de arena. Ese trasto puede despellejarte vivo. Luego suele haber lo típico: planchas de acero, tablones, clavos… Te lo enseñaré sobre la marcha.
– Tú vas a quedarte abajo. Me lo he currado mucho para que te maten ahora.
– ¿Por qué habría de importarte? -El tono de Bowrick, afilado y amargo como el de un crío, dio al traste con el ambiente de colaboración que se había creado por unos instantes. Cambió de postura en el asiento y su cara adoptó un matiz rojizo que Tim solía asociar con el llanto-. Responde. Ya me has hecho pasar bastante. Te he seguido el rollo, a pesar de que era una locura. Quiero saberlo.