"Me alegra oír que cuento con su aprobación," dijo ella irónicamente.
Él extendió la mano. "¿Podemos declarar una tregua? ¿Amigos? "
Ella asintió con la cabeza. "Tregua".
"Bien. Entonces volvamos a la mansión. "
Reían y charlaban mientras abandonaban la rosaleda, y sólo cuando James estaba a mitad de camino a Danbury House recordó que la consideraba sospechosa de chantaje.
Elizabeth empapó su pañuelo en el bálsamo de punzante olor. "Esto puede escocer un poco," le advirtió.
El señor Siddons sonrió ampliamente. "¡Creo que soy lo suficientemente hombre para no – ¡Oww! ¿Qué lleva eso?"
"Le dije que podría escocer un poco. "
"Sí, pero no me dijo que tuviera dientes."
Elizabeth acercó el tarro hasta su nariz y lo olió. “Creo que contiene un poco de alcohol. Huele como a brandy. ¿Puede ser? ¿Pondría uno brandy en algo así?"
"No," refunfuñó él, "a menos que uno quisiera crearse enemigos. "
Ella lo olió otra vez y se encogió de hombros. "No lo puedo asegurar. Podría ser brandy. O quizás algún otro licor. Yo no hice la mezcla."
"¿Quién la hizo? " preguntó él, mirándola como si temiera la respuesta.
"Lady Danbury."
James gimió. "Me lo temía."
Elizabeth lo miró con curiosidad. "¿Por qué? Apenas la conoce."
"Cierto, pero nuestras familias han sido amigas durante años. Créame cuando le digo que es una leyenda entre la generación de mis padres."
"Oh, le creo. " Elizabeth se rió. " Es una leyenda entre mi generación. Tiene a todos los niños del pueblo atemorizados."
"Eso,"dijo el señor Siddons con sequedad, " me lo creo. "
"No sabía que conocía a Lady Danbury de antes de que lo empleara," dijo ella, sumergiendo el pañuelo en el bálsamo otra vez.
"Sí. Creo- " se estremeció cuando ella le aplicó un poco más en la frente – "que fue por eso por lo que me contrató. Probablemente pensó que yo sería de más confianza que alguien enviado por una agencia."
"Qué raro. El día que usted llegó, Lady Danbury me despidió temprano para poder revisar los libros de cuentas y memorizar las cifras y así estar segura de que no intentaba engañarla."
James disimuló una sonrisita con una tos. "¿Eso dijo?"
"Mmm-hum." Se inclinó hacia delante, con los ojos entrecerrados de concentración mientras exploraba su cara. "Pero no debería tomárselo como algo personal. Diría eso sobre cualquiera, incluso sobre su propio hijo."
"Sobre todo sobre su propio hijo."
Elizabeth se rió. "Entonces la conoce realmente bien. Siempre se está quejando de él."
"Le ha contado la vez que encajó la cabeza – "
"¿En el Castillo de Windsor? Sí. " Ella sonrió ampliamente, tapándose los labios con los dedos cuando se le escapó una risita. “Nunca me he reído con tantas ganas."
James le devolvió la sonrisa, encontrando su proximidad embrujadora. Se sentía casi mareado. “¿Lo conoce usted? "
"¿A Cedric? " Ella retrocedió ligeramente para que ambos pudieran dialogar a una distancia más cómoda. "Oh, supongo que debería llamarle Lord Danbury ahora, ¿verdad? "
Él levantó el hombro en un gesto de despreocupación. "Puede llamarlo como le guste en mi presencia., por mi parte, me gusta llamarlo un… "
Ella sacudió un dedo en su dirección. "Me parece que tiene una vena muy traviesa, señor Siddons. Y está intentando engatusarme para que diga algo que podría lamentar."
Él sonrió lobunamente. "Preferiría empujarla a hacer algo que podría lamentar."
"Señor Siddons," dijo ella, reprobadoramente.
Él se encogió de hombros. "Perdóneme "
"Sucede que conozco al nuevo Lord Danbury," dijo ella, alzando la barbilla mientras lo miraba para indicar que el tema de conversación había sido oficialmente cambiado. "No muy bien, desde luego. Él es un poco mayor que yo, así que no jugamos juntos de niños. Pero regresa para visitar a su madre de vez en cuando, así que nuestros caminos se cruzan ocasionalmente."
A James se le ocurrió que si Cedric decidía visitar a su madre en un momento próximo su tapadera quedaría completamente arruinada. Incluso aunque él o Tía Agatha lograran advertirle de la situación a tiempo, Cedric no era en absoluto fiable para confiar en que mantuviera la boca cerrada. El hombre no tenía noción alguna de discreción e incluso menos de sentido común. James sacudió la cabeza impulsivamente. La estupidez, gracias a Dios, no abundaba en la familia.
"¿Qué sucede? " preguntó la señorita Hotchkiss.
"Nada. ¿Por qué?"
"Sacudió la cabeza."
"¿Yo?"
Ella asintió. "Probablemente no estaba siendo lo bastante suave. Lo siento."
Él atrapó su mano con la suya y la mantuvo cautiva con una mirada fija y hambrienta. "Un ángel no podría haber sido más suave."
Los ojos de ella se ensancharon, y por un breve instante le sostuvo la mirada, antes de volverla a sus manos unidas. James esperó que ella objetara, pero no lo hizo, y entonces él dejó un rastro a lo largo de su muñeca con su pulgar mientras la liberaba. “Le pido perdón," murmuró. "No sé qué se ha apoderado de mi. "
"Es-está bien," tartamudeó ella. "Ha sufrido un shock. No todos los días se encuentra uno empujado a un rosal."
James no dijo nada, solamente giró la cara para que ella atendiera un rasguño cerca del oído.
"Así, manténgala ladeada" dijo ella, con voz suave. "Necesito aplicar el bálsamo sobre este arañazo tan profundo."
Él cerró la boca, y Elizabeth contuvo el aliento cuando se inclinó muy cerca de él. El corte estaba en el lado izquierdo y cerca de la boca, y se prolongaba hasta el hueco bajo su labio inferior. "Hay un poco de suciedad aquí," murmuró ella. "Yo… Oh, aguante un momento más. Necesito… "
Ella se mordía el labio inferior y dobló las rodillas para quedar al mismo nivel que la cara de James. Puso sus dedos sobre su labio y suavemente lo estiró hacia arriba para tener mejor acceso al rasguño. "Ya está," susurró cuando terminó de limpiar la herida, asombrada de ser capaz de emitir un sonido a pesar de la palpitación de su corazón. Nunca había estado de pie así de cerca de un hombre antes, y éste en particular la hacia sentir las cosas más extrañas. Sentía el absurdo deseo de dejar que sus dedos se deslizaran sobre los esculpidos planos de su cara, y luego alisar el elegante arco de sus oscuras cejas.
Se obligó a expulsar el aire que había retenido y bajó la mirada a su rostro. James la contemplaba con una expresión rara, medio divertida y medio algo más profundo. Sus dedos estaban todavía sobre sus labios, y de alguna manera verse a si misma tocándolo pareció más peligroso que el tocarlo realmente.
Con un pequeño grito ahogado ella apartó la mano.
"¿Ha terminado?" preguntó él.
Ella asintió. "Espero…espero no haberle hecho demasiado daño."
Sus ojos se oscurecieron. "No he sentido dolor en absoluto. "
Elizabeth sonrió tímidamente, y dio otro paso atrás -cualquier cosa para recobrar el equilibrio. "Usted es un paciente muy diferente a mi hermano," dijo, intentando dirigir la conversación hacia un tema más tópico.
"Probablemente no se estremeció ni la mitad que yo," bromeó el señor Siddons.
"No," dijo Elizabeth, con risa entrecortada, "pero grita mucho más fuerte."
"¿Dijo que se llamaba Lucas?"
Ella asintió.
“¿Se parece a usted?"
Los ojos de Elizabeth, que habían estado estudiando un cuadro de la pared en un esfuerzo por no mirar al señor Siddons, volaron de repente a su cara. "Esa es una pregunta rara. "
Él se encogió de hombros. "Al igual que usted, soy de los curiosos. "
"Oh. Bien, entonces, sí, se me parece. Somos muy parecidos. Mis padres eran muy rubios los dos. "
James permaneció silencioso un momento mientras consideraba sus palabras. Era difícil no notar que ella había hablado de ellos en pasado. "¿Han fallecido, entonces?" dijo suavemente.