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¡THUMP!

"Será Lady Danbury," murmuró el señor Siddons, sin molestarse en volverse hacia el sonido.

Elizabeth sofocó una sonrisa de condolencia y giró la cabeza. Efectivamente, Lady Danbury estaba al otro extremo del pasillo, golpeando con su bastón. Malcolm estaba en el suelo al lado de ella, sonriendo con satisfacción.

"Buenos días, Lady Danbury," dijo Elizabeth, encaminándose inmediatamente hacia la anciana. "¿Cómo se encuentra? "

"Como si tuviera setenta y dos años," replicó ella.

"Bien, es una pena," contestó Elizabeth, con la cara muy seria "ya que sé de buena tinta que no tiene más que sesenta y siete años. "

"Chiquilla impertinente. Sabes muy bien que tengo sesenta y seis años. "

Elizabeth escondió su sonrisa. "¿Necesita ayuda para volver al salón? ¿Ha desayunado ya esta mañana? "

“He tomado dos huevos y tres trozos de tostada, y no quiero sentarme en el salón esta mañana. "

Elizabeth parpadeó sorprendida. Ella y Lady Danbury pasaban todas las mañanas en el salón. Y entre los muchos discursos de Lady D, su favorito era el que versaba sobre las cualidades preservadoras de la rutina.

"He decidido sentarme en el jardín," anunció Lady D.

"Oh," dijo Elizabeth. "Ya veo. Es una idea encantadora. El aire es bastante fresco esta mañana, y la brisa más bien – "

"Voy a dormir una siesta. "

Aquel anuncio privó completamente a Elizabeth del habla. Lady Danbury a menudo se quedaba dormida, pero jamás lo admitía, y ciertamente nunca usaba la palabra "siesta".

“¿Necesita que la ayuda a llegar al jardín? " preguntó el señor Siddons. "Estaría encantado de acompañarla. "

Elizabeth dio un brincó. Se había olvidado completamente de su presencia.

"No hace falta," dijo Lady D secamente. "No me muevo muy rápida últimamente, pero no estoy muerta. Ven, Malcolm. " Y con esto se alejó andando con dificultad y con Malcolm trotando a su lado.

Elizabeth simplemente se quedó mirando fijamente cómo se alejaban, con una mano pegada a su mejilla en estado de shock.

"Es realmente notable lo bien que ha entrenado a su gato," dijo James.

Elizabeth se dio la vuelta, con expresión atónita. “¿Le ha parecido enferma? "

"No, ¿por qué? "

Ella agitó las manos torpemente en dirección a la figura cada vez más lejana de Lady Danbury, incapaz de expresar con palabras su grado de sorpresa.

James la contempló con expresión divertida. "¿Tan raro es que pueda desear dormir una siesta en el jardín? El tiempo es bueno. "

"¡Sí! " dijo ella, con tono elevado por la preocupación. "Es muy extraño. "

"Bueno, estoy seguro de que ella – "

"Le digo que es muy extraño. " Elizabeth sacudió la cabeza. "No me gusta esto. No me gusta ni pizca. "

Él ladeó la cabeza y le dirigió un vistazo evaluativo. "¿Qué propone que hagamos? "

Ella se cuadró de hombros. "Voy a espiarla. "

"¿Va a mirar como duerme? " preguntó él, de forma sospechosa.

“¿Tiene alguna idea mejor idea"

“¿Mejor que espiar el sueño de una anciana? Bien, sí, realmente, si me apremia creo que podría pensar en uno o dos pasatiempos que serían – "

"¡Oh, ¡¡chitón!! " dijo ella con irritación. "No necesito su ayuda, de todos modos. "

James sonrió. "¿La había solicitado? "

"Como tan amablemente usted indicó," dijo ella alzando la barbilla, "no es tan difícil vigilar el sueño de una anciana. Estoy segura que tiene otros deberes más importantes. Buenos días. "

James abrió la boca sorprendido cuando ella empezó a alejarse con paso majestuoso. Condenación, no había querido ofenderla. "¡ Elizabeth, espere! "

Ella se paró y se giró, probablemente sorprendida por el uso de su nombre de pila más que porque se le hubiera pasado el arrebato. Infiernos, él se había quedado sorprendido. Era sólo que ella había ocupado sus pensamientos durante días, y él había comenzado a pensar en ella como en Elizabeth, y-

"¿Sí? "dijo ella finalmente.

"Iré con usted. "

Ella le dirigió una mirada más bien enojada. “Sabe ser realmente silencioso, ¿verdad? No quiero que nos pille espiándola. "

James se mordió los temblorosos labios; era lo único que podía hacer para no echarse a reír. "Puede estar segura de que no nos delataré," dijo él con gravedad. "Me siento orgulloso de ser un espía bastante bueno. "

Ella frunció el ceño. "Esa es una declaración muy rara. Y -, ¿se encuentra bien? "

“Estupendamente, ¿por qué? "

"Parece como si estuviera a punto de estornudar. "

Él vislumbró un jarrón con flores cercano y mentalmente se asió a él. "Las flores siempre me hacen estornudar. "

"No estornudó ayer en la rosaleda. "

Él se aclaró la garganta y pensó con rapidez. "Estas no son rosas," dijo, señalando hacia el florero.

"En ese caso, no puedo dejarle venir" dijo ella con un desdeñoso gesto de la cabeza. “Hay flores del uno al otro extremo del jardín. No puedo tenerle estornudando cada dos minutos. "

"Ah, no lo haré," dijo él rápidamente. "Sólo las flores cortadas para decoración me producen ese efecto. "

Sus ojos se entrecerraron con recelo. “Nunca he oído hablar de tal afección. "

“Yo tampoco. Nunca he conocido a nadie más que reaccione de la misma forma. Debe ser algo en los tallos. Algo que… eh… se libera cuando el tallo es cortado. "

Ella le lanzó otra mirada dudosa, y entonces él adornó la mentira añadiendo, “Esto me da un montón de malditos problemas cuando cortejo a una señora. Dios me ayude si intento ofrecerle flores. "

"Muy bien," dijo ella enérgicamente. "Venga. Pero si arruina esto- "

"No lo haré," le aseguró él.

"Si arruina esto," repitió ella, más fuerte esta vez, "no le perdonaré nunca. "

Él agachó ligeramente la cabeza y trató de dar una inclinación arrepentida a sus hombros. "Muéstreme el camino, señorita Hotchkiss. "

Ella dio unos pasos y entonces se detuvo y se giró, sus ojos azules con una expresión un poquito dudosa. "Antes, me llamó Elizabeth. "

"Perdóneme," murmuró él. "Me sobrepasé. "

James miró el juego de emociones que atravesaron su cara. No estaba segura si debería permitirle la libertad de llamarla por su nombre de pila. James podía ver como su naturaleza naturalmente amistosa luchaba con su necesidad de mantenerlo a distancia. Finalmente ella frunció las comisuras de su boca y dijo, “No tiene mayor importancia. Los criados no somos demasiado formales aquí, en Danbury House. Si el cocinero y el mayordomo me llaman Elizabeth, usted puede hacerlo, también. "

James sintió que su corazón se llenaba de una satisfacción bastante absurda. "Entonces debe llamarme James," contestó.

"James. " Ella probó a dejarlo deslizarse por su lengua, y luego añadió, “No debo referirme nunca a usted como tal, desde luego, si alguien preguntara por usted. "

"Por supuesto que no. Pero si estamos solos, no hay ninguna necesidad de ser tan formales. "

Ella asintió. "Muy bien, señor-" Sonrió avergonzada. "James. Deberíamos ponernos en marcha.”

Él la siguió por un laberinto de vestíbulos; ella insistió en seguir una tortuosa ruta para no despertar las sospechas de Lady Danbury. James no entendía cómo la presencia de ambos en el salón de baile, el cuarto del desayuno, y el invernadero todo en una sola mañana no iban a despertar nada, excepto sospechas, pero se guardó sus pensamientos para si mismo. Elizabeth evidentemente experimentaba una tranquila satisfacción en su posición como líder, y además, él disfrutaba de la vista que le ofrecía su posición a la espalda de ella.

Cuando finalmente salieron al exterior, estaban en la parte este de la casa, cerca de la fachada de la mansión, y tan lejos del jardín como era posible. "Podríamos haber salido por las puertas francesas del cuarto de música," explicó Elizabeth, “pero de esta forma podemos deslizarnos por detrás de aquellos setos y bordeándolos llegar al jardín. "