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“¿Lo hacía? " dijo él, ingenuamente, liberándola de su apretón. "No me había dado cuenta. "

Si hubiera tenido un solo penique, decidió Elizabeth gravemente, lo habría apostado en ese mismo momento a que mentía.

“Tenía que hacerle unas preguntas a nuestra querida señorita Hotchkiss," dijo el señor Siddons.

Los labios de Elizabeth se entreabrieron de la sorpresa.

"Aunque pueden esperar hasta que vuelva, estoy seguro," murmuró él.

La cabeza de Elizabeth giró alternativamente entre el señor Siddons y Lady Danbury mientras trataba de entender la extraña tensión que había surgido en la habitación. "Si está seguro," dijo ella. "Estaría encantada de…"

"Él cree que me estás chantajeando," dijo Lady Danbury sin rodeos.

"¿Cree que estoy haciendo qué? " casi chilló Elizabeth.

"¡Agatha! " exclamó el señor Siddons, sonando como si hubiera querido enviar a la anciana dama al infierno. "¿Te suena la palabra ‘sutileza’? "

"Hmmph. Nunca ha funcionado conmigo. "

"Ya lo veo," refunfuñó él.

"¿Acaba de llamarla Agatha? " preguntó Elizabeth. Miró a Lady Danbury sorprendida. Había estado cuidando a la condesa durante cinco años y nunca se había atrevido a usar su nombre de pila.

"Conocía a la madre del señor Siddons," dijo Lady Danbury, como si eso lo explicara todo.

Elizabeth se plantó las manos en las caderas y miró ceñuda al atractivo administrador. “¡Cómo se atreve a pensar que yo chantajearía a esta dulce y anciana dama! "

"¿Dulce? " repitió el señor Siddons.

"¿Anciana? " gritó Lady Danbury.

"Yo jamás caería tan bajo," dijo Elizabeth, respirando profundamente. "Nunca. Y debería avergonzarse por haberlo pensado. "

"Eso es lo que yo le dije," dijo Lady D con un encogimiento de hombros. "Realmente tú necesitas el dinero, desde luego, pero no eres de la clase de – "

La mano del señor Siddons se cerró alrededor de su brazo de nuevo. "¿Necesita dinero? " exigió.

Elizabeth puso los ojos en blanco. "¿No lo necesitamos todos? "

"Yo tengo en abundancia," dijo Lady D.

Sus dos empleados giraron la cabeza al unísono y la fulminaron con la mirada.

"Bueno, es la verdad," dijo ella, refunfuñando.

"¿Por qué necesita dinero? " preguntó suavemente el señor Siddons.

"¡No es asunto suyo! "

Pero Lady Danbury obviamente pensó que sí lo era, porque dijo, "Todo esto comenzó cuando – "

"¡Lady Danbury, por favor! " Elizabeth le dirigió una mirada suplicante. Ya era suficientemente difícil estar tan necesitada de fondos. Que la condesa además la avergonzara delante de un extraño…

Lady Danbury pareció darse cuenta- por una vez – de que se había sobrepasado y cerró la boca.

Elizabeth cerró los ojos y soltó el aliento. “Gracias," susurró.

"Tengo sed," declaró Lady D.

"Perfecto," dijo Elizabeth, para ella misma, aunque sus palabras fueron audibles para todos. "El té. "

"¿Qué estas esperando? " exigió Lady Danbury, golpeando el suelo con su bastón.

"La santidad," refunfuñó Elizabeth, por lo bajo.

Los ojos del señor Siddons se agrandaron. Oh, maldición, la había oído. Estaba tan acostumbrada a estar a solas con Lady Danbury que había olvidado vigilar lo que ella musitaba para si misma.

Pero el señor Siddons, para gran sorpresa suya, soltó repentinamente su brazo y comenzó a toser. Y después, cuando cualquier persona normal habría parado, se dobló, sufrió un colapso contra la pared, y empezó a toser aún más violentamente

El antagonismo de Elizabeth cedió paso a la preocupación mientras se inclinaba. "¿Se encuentra bien? "

Él asintió con la cabeza apresuradamente, sin quitarse la mano de la boca.

"¿Se habrá atragantado con algo? " gritó Lady Danbury.

"No puedo imaginar con qué," contestó Elizabeth. "No estaba comiendo nada. "

"Golpéalo en la espalda," dijo Lady D. "Golpéalo con fuerza. "

El señor Siddons sacudió la cabeza y salió disparado del cuarto.

"Quizás deberías seguirlo," sugirió Lady Danbury. "Y no olvides golpearlo. "

Elizabeth parpadeó dos veces, se encogió de hombros, y abandonó el cuarto, pensando que golpearlo con fuerza en la espalda podría resultar un esfuerzo bastante satisfactorio. “¿Señor Siddons? " Miró a izquierda y derecha, pero no lo vio. "¿Señor Siddons? "

Y entonces lo oyó. Grandes rugidos de risa que provenían de detrás de la esquina. Cerró la puerta con prontitud.

Cuando torció la esquina, el señor Siddons estaba sentado sobre un banco almohadillado, jadeando por tomar aire.

"¿Sr. Siddons? ¿James? "

Él alzó la vista, y de repente no pareció tan peligroso como el día anterior. "La santidad," exclamó. "Dios bendito, sí, sí que la merecemos. "

"Bueno, usted ha estado aquí sólo unos días," indicó Elizabeth. "Tendrá que pasar al menos un par de años más en su compañía, creo, antes de que pueda ser siquiera considerado para mártir. "

El señor Siddons trató de contener la risa, pero ésta estalló como un gran globo. Cuando recobró el control de si mismo, dijo, "Son los mansos como usted los más peligrosos y astutos. "

"¿Yo? " preguntó Elizabeth con incredulidad. "No soy mansa en absoluto. "

"Quizás no, pero realmente elige sus palabras con cuidado. "

"Bien, sí," dijo ella con una inclinación inconsciente de su cabeza. "Ya soy bastante torpe con mi cuerpo sin necesidad de añadir mi boca a la combinación. "

James decidió en ese mismo momento que ella no podía ser la chantajista. Oh, sabía que él no había reunido datos suficientes para hacer esta declaración, pero sus instintos habían estado diciéndole durante días que ella tenía que ser inocente. Él, simplemente, no había sido lo bastante inteligente para escucharlos.

La evaluó durante un momento, y luego le preguntó, "¿Le ayudo a traer el té? "

"Seguramente tiene cosas más importantes que hacer acompañar a la acompañante de una señora a la cocina. "

"He notado a menudo que las acompañantes de las señoras son las más necesitadas de compañerismo. "

Sus labios se torcieron en una reacia sonrisa. "Vamos, Lady Danbury es una buena persona."

James miró su boca con descarado interés. Quería besarla, se dio cuenta. Esto no era sorprendente en sí mismo – él había pensado en poco más el día anterior, además de en los besos de ella. Lo raro era que quiso hacerlo justo en ese mismo momento, en el pasillo. Él, por lo general, era mucho más discreto.

"¿Señor Siddons? "

Él parpadeó, un poco avergonzado por haber sido pillado contemplándola ensimismado.

“¿Quién está chantajeando a Lady Danbury? "

"Si lo supiera, no la habría acusado a usted. "

"Hmmph. No crea que le he perdonado por eso. "

"Dios santo," dijo él, asustado. "Empieza a sonar como ella. "

Los ojos de Elizabeth se agrandaron horrorizados. "¿Lady Danbury? "

Él asintió y soltó un ‘hmmmph’en una perfecta imitación de la imitación de Elizabeth de Lady D.

Ella jadeó. "No hice eso, ¿verdad? "

Él asintió otra vez, con la diversión bailoteando en sus ojos.

Ella gimió. "Voy a por el té. "

"¿Entonces me ha perdonado por sospechar que era el chantajista? "

"Supongo que debo hacerlo. No es como si me conociera lo bastante para descartarme como sospechosa inmediatamente. "

"Muy tolerante por su parte. "

Ella le lanzó una mirada que le dijo que no apreciaba mucho su impertinente comentario. "Pero lo qué no entiendo es, ¿qué demonios puede haber hecho Lady Danbury para convertirse en objeto de chantaje?"

"No me corresponde a mi revelarlo," dijo él, suavemente.

Elizabeth asintió. "Traeré el té. "

"Voy con usted. "

Ella extendió el brazo con la mano alzada. "No. No viene. "

Él tomó sus dedos y besó las puntas. "Sí. Sí voy. "