Elizabeth apartó la vista de su mano. ¡Dios querido, este hombre la había besado otra vez! Justo allí, en el pasillo. Demasiado atontada para retirar la mano, miró a ambos lados, aterrorizada por si un criado tropezaba con ellos.
"Nunca la habían besado antes de ayer," murmuró él.
"¡Por supuesto que no!"
"Ni siquiera en la mano. " Él soltó sus dedos, le cogió la otra mano y le besó los nudillos.
"¡Señor Siddons! " jadeó ella. "¿Está loco? "
Él sonrió. "Me alegro de que no la hayan besado antes. "
"Está loco. Completamente loco. Y," añadió a la defensiva, "por supuesto que me han besado en la mano. "
“Su padre no cuenta. "
En ese momento, lo que Elizabeth más deseó fue que la tierra se abriera y se la tragara. Sintió que le ardían las mejillas, y sabía que no tenía que decir ni una palabra para que él supiera que tenía razón. No había muchos caballeros solteros en su pequeño pueblo, y ciertamente ninguno de ellos era lo bastante sofisticado como para besarla en la mano.
"¿Quién es usted? " susurró Elizabeth.
Él la miró de una manera extraña, entrecerrando sus ojos negros. "James Siddons. Ya lo sabe. "
Ella sacudió la cabeza. "Usted no ha sido nunca antes administrador de fincas. Apostaría mi vida por ello. "
"¿Quiere ver mis referencias? "
"No se comporta como tal. Un criado – "
"Ah, pero yo no soy exactamente un criado," la interrumpió él. "Como usted tampoco. Tengo entendido que pertenece a la pequeña nobleza local. "
Ella asintió.
"La mía también es una antigua familia," prosiguió él. "Nuestro orgullo, lamentablemente, no desapareció junto con nuestro dinero. "
"¿Lamentablemente? "
Una comisura de su boca se elevó ligeramente. “Hace incómodos algunos momentos. "
"Como éste," dijo Elizabeth firmemente. "Debe volver al salón en este instante. Lady Danbury estará allí, preguntándose, estoy segura, por qué diablos cerré la puerta, y lo que estamos haciendo, y aunque no me jacto de conocer su mente, no deseo dar explicaciones. "
James tan solo se quedó mirándola, preguntándose por qué, de repente, se sentía como si hubiera sido regañado por su institutriz. Sonrió ampliamente. "Es muy buena en esto. "
Elizabeth había logrado dar tres pasos en dirección a la cocina. Soltó un resoplido de frustración y se giró. "¿En qué? "
“En hablarle a un hombre adulto como si fuera un niño. Me siento bastante puesto en mi lugar."
"No es cierto," replicó ella, agitando su mano hacia él. "Solamente mírese. No parece ni una pizca arrepentido. Sonríe ampliamente como un idiota. "
Él irguió la cabeza. "Lo sé. "
Elizabeth alzó las manos exasperada. "Tengo que irme. "
"Usted me hace sonreír. "
Sus palabras, suaves e intensas, detuvieron sus pasos.
"Dése la vuelta, Elizabeth. "
Había alguna clase de conexión entre ambos. Elizabeth no sabía nada del amor, pero sabía que podría enamorarse de este hombre. Lo sentía profundamente en el corazón, y esto la aterrorizó. Él no era un hombre con el que ella podría casarse. No tenía dinero; se lo había dicho él mismo. ¿Cómo iba a enviar a Lucas a Eton con un administrador de fincas como marido? ¿Cómo iba a alimentar y a vestir a Susan y a Jane? Susan sólo tenía catorce años ahora, pero pronto querría hacer su debut. Londres quedaba fuera de toda consideración, pero hasta un pequeño debut local costaba dinero.
Y esto era algo que ni Elizabeth ni el hombre que estába de pie detrás de ella -posiblemente el único hombre que podría capturar alguna vez su corazón- tenían.
Dios querido, había pensado que la vida la había tratado injustamente antes, pero esto… esto era pura agonía.
"Dése la vuelta, Elizabeth. "
Ella siguió caminando. Fue lo más difícil que había hecho jamás.
Más tarde, esa noche, Susan, Jane, y Lucas Hotchkiss se agruparon juntos sobre el frío suelo del vestíbulo superior, justo delante de la puerta de la habitación de su hermana mayor.
"Creo que está llorando," susurró Lucas.
"Por supuesto que está llorando," siseó Jane. "Cualquier tonto podría decir que está llorando."
"La cuestión es," interrumpió Susan, "¿por qué está llorando? "
Nadie tenía respuesta para esto.
Un momento después se estremecieron, cuando oyeron un sollozo ligeramente más fuerte que los anteriores, y tragaron incómodamente cuando fue seguido de un ruidoso sorber de mocos.
"Ha estado muy preocupada por el dinero últimamente," dijo Lucas vacilantemente.
"Siempre está preocupada por el dinero," replicó Jane.
"Es natural," añadió Susan. "La gente que no tiene dinero siempre está preocupada por ello."
Los dos Hotchkiss más jóvenes asintieron en conformidad.
"¿No tenemos realmente nada? " susurró Jane.
"Me temo que no," dijo Susan.
Los ojos de Lucas comenzaron a relucir. "No voy a poder ir a Eton, ¿verdad? "
"No, no," dijo Susan rápidamente, "por supuesto que vas a ir. Solamente tenemos que economizar. "
“¿Cómo vamos a economizar cuando no tenemos nada? " preguntó él.
Susan no contestó.
Jane le dio un codazo en las costillas. “Creo que uno de nosotros debería consolarla. "
Antes de que Susan pudiera empezar a asentir con la cabeza, oyeron un sonoro golpe, seguido del increíblemente asombroso sonido de los gritos de su hermana mayor, "¡Maldición, vete al carajo! "
Jane jadeó.
Susan se quedó boquiabierta.
"No puedo creer que haya dicho eso," jadeó Lucas reverentemente. "Me pregunto a quién maldice. "
"No es algo de lo que estar orgulloso," exclamó Jane, dándole una palmada en la nuca.
"¡Ow! "
"Y no digas 'maldito,' " añadió Susan.
“Sí es algo de lo que estar orgulloso. Ni siquiera yo he dicho nunca eso. "
Jane puso los ojos en blanco. "Hombres".
"Dejad de discutir," dijo Susan distraídamente. "Creo que debería entrar a verla. "
"Sí," contestó Jane, "justo como yo estaba diciendo…”
"¿Por qué todo tiene que ser idea tuya? " dijo Lucas, hoscamente. "Tú siempre – "
"¡Ha sido idea mía! "
"¡Basta! " prácticamente ladró Susan. "Abajo, los dos. Y si averiguo que alguno me ha desobedecido, pondré doble dosis de almidón en su ropa interior durante un mes. "
Los dos pequeños asintieron con la cabeza y corrieron escaleras abajo. Susan suspiró y llamó a la puerta de Elizabeth.
Ninguna respuesta.
Llamó otra vez. "Sé que estás ahí. "
Sonaron pasos, seguidos de una mordaz y brusca apertura de la puerta. "Por supuesto que sabes que estoy aquí," le espetó Elizabeth. "Probablemente pueden oírme desde Danbury House. "
Susan abrió la boca, la cerró, y luego la volvió a abrir otra vez para decir, “Iba a preguntarte si algo va mal, pero me he dado cuenta de lo ridículo que sonaba, así que, en cambio, que tal si pregunto ¿qué pasa? "
La respuesta de Elizabeth no fue verbal. Giró la cabeza y fulminó con la mirada a un bulto rojo que estaba en una esquina del suelo de la habitación.
"¡Santo Dios! " exclamó Susan, apresurándose a través del cuarto. "¿Este fue el ruido que oí? "
Elizabeth echó un desdeñoso vistazo a Cómo casarse con un Marqués, cuidadosamente sostenido entre las manos de su hermana.
"¡Este libro pertenece a Lady Danbury! " dijo Susan. "Tú misma me hiciste prometer no marcar ni siquiera el lomo al leerlo. ¿Y lo lanzas a través de la habitación? "
"Mis prioridades han cambiado. No me preocupa si arde en el infierno. No me preocupa si la señora Seeton arde con él. "
La boca de Susan formó una ‘o’ perfecta. "¿Estabas mandando a la señora Seeton al infierno? "
"Quizás lo hacía," dijo Elizabeth, con voz insolente.
Susan se llevó una mano a la mejilla consternada. “Elizabeth, no pareces tú misma. "