Estaba, por supuesto, revolcándose en la autocompasión, pero le pareció que un hombre merecía poder tener uno o dos días de comportamiento antisocial después de lo que había pasado.
Habría sido más fácil si pudiera haberse decidido con quien estaba más furioso: con Elizabeth o con él.
Cogió el vaso de whisky por centésima vez en ese día, lo miró, y lo volvió a dejar sobre la mesa. Al otro lado de la habitación, Cómo casarse con un Marqués estaba posado sobre su anaquel, con su lomo de cuero rojo desafiándolo silenciosamente a echarle un vistazo más. James fulminó con la mirada al libro, suprimiendo apenas el impulso de lanzarle el whisky.
Era una idea… si lo empapaba con el whisky, y después lo acercaba a la chimenea… el infierno resultante seria de lo mas satisfactorio.
Estaba, de hecho, considerando la idea, tratando de calibrar cómo de altas serían las llamas resultantes, cuando sonó un puñetazo en la puerta, éste bastante más poderoso que las débiles tentativas de los criados.
"¡James! Abre esta puerta inmediatamente. "
Gimió. Tía Agatha. Se puso en pie y cruzó el cuarto hasta la puerta. Bien podía acabar con esto. Conocía aquel tono de voz; aporrearía la puerta hasta que le sangrara el puño.
"Agatha," él dijo demasiado dulcemente, "qué encantador verte. "
"Tienes un aspecto infernal," ladró ella, y luego lo empujó para pasar por delante de él e instalarse en uno de los sillones orejeros de la biblioteca.
"Siempre tan discreta," murmuró él, apoyándose contra una mesa.
"¿Estas bebido? "
Él negó con la cabeza e hizo señas hacia el whisky. "Me puse una copa, pero no la he tocado. " Bajó la mirada al liquido ambarino. "Hmmm. La superficie comienza a ponerse polvorienta. "
"No vine aquí a discutir de bebidas alcohólicas," dijo Agatha arrogantemente.
"Has preguntado por mi sobriedad," indicó él.
Ella no hizo caso de su comentario. "No me había percatado de que te habías hecho amigo del joven Lucas Hotchkiss. "
James parpadeó y se irguió. De todas los temas ilógicos que su tía podría haber elegido – y ella era una maestra en cambiar de tema sin advertencia previa- él ciertamente nunca esperó este. "¿Lucas?" repitió. "¿Qué pasa con Lucas? "
Lady Danbury le tendió un pedazo doblado de papel. “Él te envió esta carta. "
James lo tomó, notando la caligrafía infantil del papel. "Supongo que lo has leído," dijo.
"No estaba sellado. "
James decidió no insistir en el tema y desplegó la nota. "Qué raro," murmuró.
"¿Qué quiera verte? No creo que eso sea raro en absoluto. El pobre muchacho no ha tenido un hombre en su vida desde que tenía tres años y su padre murió en aquel accidente de caza. "
James alzó la vista bruscamente. Por lo visto la astucia de Elizabeth había funcionado. Si Agatha no había logrado descubrir la verdad sobre la muerte del señor Hotchkiss, entonces el secreto estaba a salvo.
"Probablemente quiera preguntarte algo," siguió Agatha. "Algo que le da demasiada vergüenza preguntar a sus hermanas. Los chicos son así. Y estoy segura de que está confuso sobre lo que ha pasado estos últimos días. "
James la miró con ojos curiosos. Su tía mostraba una notable sensibilidad frente a la difícil situación del pequeño muchacho.
Y entonces Agatha dijo, suavemente, “Me recuerda a ti cuando tenías su edad. "
James contuvo la respiración.
"Oh, no parezcas tan sorprendido. Él es, desde luego, mucho más feliz de lo que tú eras entonces. " Se agachó y recogió a su gato, que se había deslizado en el cuarto. “Pero tiene esa expresión perdida que ponen los muchachos cuando alcanzan una cierta edad y no tienen un hombre cerca para orientarlos. " Acarició la gruesa piel de Malcolm. "Nosotras las mujeres somos, por supuesto, sumamente capaces y, además, mucho más sabias que los hombres, pero debo confesar que hay algunas cosas que no podemos hacer. "
Mientras James digería el hecho de que su tía había confesado que existía una tarea más allá de sus capacidades, ella añadió, "Iras a verlo, ¿verdad? "
James se sintió insultado de que tuviera que preguntarlo. Sólo un monstruo insensible no haría caso de tal petición. "Desde luego que voy a ir a verlo. Aunque siento bastante curiosidad, sin embargo, sobre su elección de lugar de encuentro. "
"¿El pabellón de caza de Lord Danbury? " Agatha se encogió de hombros. "No es tan raro como crees. Después de que él muriera, nadie lo ha usado. Cedric no es aficionado a la caza, y ya que nunca deja Londres, de todos modos, se lo ofrecí a Elizabeth. Ella se negó, por supuesto. "
"Por supuesto," James murmuró.
"Oh, sé que la crees demasiado orgullosa, pero la verdad es que tiene un contrato de arriendo de cinco años de su casita, así que el traslado no le habría ahorrado nada de dinero. Y no quiso desarraigar a su familia. " Lady Danbury levantó a Malcolm de su permanente posición sobre su regazo y le dejó besarle la nariz. "¿No es el gatito más adorable? "
"Depende de tu definición de ‘adorable’, " dijo James, pero sólo a la nuca de su tía. Le debía al gato eterna gratitud por llevarlo junto a Elizabeth cuando Fellport la había atacado.
Lady D le frunció el ceño. " Como decía, Elizabeth se negó, pero accedió a mudarse allí cuando su alquiler finalizara, así que llevó a toda la familia para una visita. El joven Lucas estaba encantado con el sitio. " Ella frunció el ceño pensativamente. "Creó que fue por los trofeos de caza. A los chicos jóvenes les gustan esa clase de cosas. "
James echó un vistazo a un reloj que era usado como sujetalibros. Tendría que marcharse en aproximadamente un cuarto de hora si queria llegar puntual a la reunión solicitada por Lucas.
Agatha bufó y se puso en pie, dejando a Malcolm sobre un estante para libros vacío. "Te abandonaré a tu propia compañía," dijo, inclinándose sobre su bastón. "Diré a los criados que no te esperen para la cena. "
"Estoy seguro de que esto no me llevará mucho tiempo. "
"Uno nunca sabe, y si el muchacho esta preocupado, podrías tener que pasar algún tiempo con él. Además" – hizo una pausa cuando llegó a la entrada y se giró – "no es como si hubieses adornado la mesa con tu ilustre presencia estos últimos días, de todos modos. "
Una cortante replica estropearía su magnifica salida, así que James solamente sonrió irónicamente y la miró cruzar despacio el vestíbulo, su bastón golpeando suavemente al compás de sus pasos. Había aprendido hace mucho que todos eran más felices si Agatha conseguía tener la última palabra al menos la mitad de las veces.
James volvió despacio a la biblioteca, recogió el vaso de whisky, y tiró el contenido por la ventana abierta. Dejando de nuevo el vaso sobre la mesa, él echó un vistazo alrededor del cuarto, y sus ojos recayeron sobre el pequeño libro rojo que había estado atormentándolo durante días.
Anduvo a zancadas hasta el estante y lo cogió, pasándose el volumen delgado de una mano a otra. No pesaba casi nada, lo cual pareció irónico, dado lo mucho que había cambiado su vida. Y entonces, en una decisión repentina que jamás entendería, lo introdujo en el bolsillo de su chaqueta.
A pesar de lo mucho que detestaba el libro, de alguna manera lo hacía sentirse más cercano a ella.