Él la miró con curiosidad mientras volvía a meterse en la cama. “¿Qué quieres decir? "
"No puedo explicarlo. " Se encogió impotente de hombros. "Es diferente cuando puedes verme entera. "
"Ah," dijo él, despacio, "¿eso significa que puedo mirarte así?" Con una mirada bromista, tiró de la sabana hasta que dejo al descubierto un hombro sedoso, que comenzó a besar tiernamente.
Elizabeth se retorció y se rió tontamente.
"Ya veo," dijo él, adoptando un exagerado acento extranjero solo para divertirla. "¿Y así? " Se estiró y levantó la sábana de su pie, haciéndole cosquillas en los dedos.
"¡Para! " chilló ella.
Él volvió a tumbarse y le dirigió su mirada más diabólica. "No tenía ni idea de que tenías tantas cosquillas. " Le hizo unas cuantas más. "Esto, evidentemente, es un conocimiento muy importante. "
"Oh, para," jadeó ella, "por favor para. No puedo aguantarlo. "
James la contempló con todo el amor de su corazón.
Había sido tan importante para él hacer que esta primera vez fuera perfecta para ella. Había soñando con ello durante semanas, cómo le mostraria lo exquisito que el amor entre un hombre y una mujer podía ser. Y aunque no se había imaginado a si mismo precisamente haciéndole cosquillas en los dedos del pie, si la había imaginado a ella con una sonrisa en la cara.
Exactamente como ahora mismo.
"Oh, Elizabeth," murmuró, inclinándose para presionar su boca con un suave beso suave, "te amo tanto. Debes creerme. "
"Te creo," dijo ella suavemente, "porque veo en tus ojos, lo que siento en mi corazón. "
James sintió que los ojos se le humedecían con lagrimas, y no tenía palabras para expresar el torrente de emoción que su sencilla declaración había desatado en el. La besó de nuevo, esta vez remontando el contorno de sus labios con su lengua mientras deslizaba la mano hacia abajo, por el costado de su cuerpo.
La sintió ponerse rígida de anticipación, sus músculos respingando bajo su roce. Pero cuando alcanzó el corazón de su feminidad, sus piernas se separaron ligeramente para recibirlo. Jugueteó con sus rizos, y luego, cuando él oyó que su respiración se volvía áspera y superficial se adentró aún más. Ya estaba lista para él, gracias a Dios, porque no estaba seguro de poder esperar un segundo más.
James introdujo la rodilla entre sus piernas para abrirlas aún más y se colocó entre ellas. "Esto puede que te duela," dijo, notando la pena en su voz. "No hay otra forma, pero luego mejora, te lo prometo. "
Ella asintió, y él notó que su cara se había tensado ligeramente por sus palabras. Maldicion. Tal vez no debería haberla advertido. No tenía ninguna experiencia con vírgenes; no tenía la más mínima idea de qué hacer para disminuir el dolor. Lo único que podía hacer era ser suave y lento -lo cual resultaba difícil cuando estaba poseído por el deseo más salvaje que había sentido nunca- y rezar para que fuera lo mejor.
"Shhhh," susurró en su oído, acariciándole con la mano la frente. Avanzó un centímetro más o menos, hasta que el extremo de su virilidad presionó contra ella. "¿Ves? " susurró. "No soy nada extraordinario. "
"Eres enorme," replicó ella.
Para completa sorpresa de ella, una carcajada se le escapo de los labios. "Oh, mi amor, normalmente tomaría esto como el mayor elogio. "
"Pero ahora… " lo acicateó ella.
Sus dedos se deslizaron tiernamente sobre su sien hasta su mandíbula. "Ahora lo único que deseo es que no te preocupes. "
Ella sacudió ligeramente la cabeza. "No estoy preocupada. Un poco nerviosa, quizás, pero no preocupada. Sé que harás que sea maravilloso. Haces que todo sea maravilloso. "
"Lo haré," dijo él, fervientemente contra sus labios. "Te prometo que lo será. "
Elizabeth jadeó cuando él empujó hacia delante entrando en ella. Todo esto parecía muy extraño, y, a la vez, tan correcto, como si ella hubiera nacido para este momento, creada para recibir en su interior a este hombre enamorado.
Las manos de James rodearon la curva sus nalgas, y la inclinó ligeramente. Elizabeth jadeó ante el cambio de posición que hizo que él se deslizara fácilmente hasta alcanzar la prueba de su inocencia.
"Después de esto," dijo él, con voz cálida contra su oído, "serás mía." Y sin esperar una respuesta, él empujó profundamente, capturando su sorprendido "Oh! " con un profundo beso.
Con sus manos aún rodeando sus nalgas, él comenzó a moverse. Elizabeth jadeó con cada penetración, y luego, inconscientemente, comenzó a moverse también, uniéndosele en un ritmo antiguo.
La tensión que había estado vibrando en su interior se hizo más fuerte, más urgente, y ella sintió como si se tensara contra su propia piel. Y entonces algo cambió, y se sintió como si cayera por un acantilado, y el mundo explotara alrededor de ella. Un segundo más tarde, James dio un ronco grito, y sus manos agarraron sus hombros con increíble fuerza. Durante un instante la miró como si se estuviera muriendo, y luego su rostro adquirió un aspecto de absoluta felicidad, y sufrió un colapso encima de ella.
Pasaron varios minutos, y el único sonido era el de sus respiraciones desbocadas mientras se calmaban hasta volver a la normalidad, y entonces James rodó de encima de ella, quedando de lado, abrazándola contra él y acoplándose contra ella como dos cucharas en un cajón. "Esto es," dijo él con voz soñolienta. "Esto es lo que he estado buscando toda mi vida. "
Elizabeth acurrucó su espalda contra su pecho asintiendo, y se durmieron.
Varias horas más tarde, Elizabeth se despertó por el sonido de los pies de James caminando a través del suelo de madera del pabellón de caza. No lo había sentido dejar la cama, pero allí estaba, cruzando el dormitorio, tan desnudo como el día que nació.
Ella se sintió dividida entre el impulso de apartar la vista y la tentación de mirar fija y desvergonzadamente. Terminó por hacer un poco de ambos.
"Mira lo que olvidamos," dijo James, agitando algo en el aire. "La encontré en el suelo. "
"¡La carta de Lady Danbury! "
Él alzó las cejas y regalándole su sonrisa más libertina. "Debo haberla dejado caer en mi prisa por hacerte el amor. "
Elizabeth pensaba que con todo lo que había pasado, él ya no sería capaz de hacerla ruborizar, pero por lo visto se equivocaba. "Solo ábrela," masculló.
Él puso una vela sobre la mesita de noche y se introdujo lentamente en la cama a su lado. Cuando no se movió lo bastante rápidamente para abrir el sobre, Elizabeth se lo quitó y lo rasgó apresuradamente ella misma. Dentro, encontró otro sobre, con las siguientes palabras escritas en el frente:
Estáis haciendo trampas, ¿verdad? ¿Realmente queréis abrir este sobre antes de haberos reconciliado?
Elizabeth se llevó una mano a la boca, y James no se molestó en acallar la risa que burbujeaba en su garganta. "Desconfiada, ¿no? " murmuró.
"Probablemente con razón," confesó Elizabeth. "Casi lo abrimos antes de que nosotros…"
"¿Nos reconciliáramos? " sugirió él con una sonrisa diabólica.
"Sí," masculló ella, "exactamente".
Él señaló el sobre en sus manos. “¿Vas a abrirlo? "
"Oh, sí. Por supuesto. " Con un poco más decoro esta vez, Elizabeth levantó la tapa de sobre y sacó una hoja delicadamente perfumada del papel blanco, doblada con esmero por la mitad. Elizabeth lo desplegó, y, acercando juntos la cabeza a la luz de la vela, leyeron:
Mis más queridos niños,
Sí, es cierto. Mis más queridos niños. Así es como pienso en vosotros, después de todo.
James, no olvidaré nunca el día en que te traje a Danbury House por primera vez. Eras tan receloso, tan incapaz de creer que yo podría quererte por ti mismo. Te abracé todos los días, tratando de mostrarte lo que significa ser familia, y luego, un día, me devolviste el abrazo, y me dijiste, "Te quiero, Tía Agatha. " Y a partir de aquel momento, fuiste como un hijo para mí. Daría mi vida por ti, pero sospecho que ya sabes eso.