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La iluminación puede ser unidimensional, como le ha ocurrido a mucha gente. Eso les satisface y desaparecen en la fuente universal. Pero la iluminación puede ser multidimensional, puede producir muchas flores en el mundo. Y estás en deuda con el mundo porque eres hijo de esta tierra.

Recuerdo una frase de Zaratustra: «No traiciones nunca a la tierra. Incluso en tu mayor gloria, no te olvides de la tierra, porque es tu madre. Y no te olvides de la gente. Pueden haberte entorpecido el camino, pueden haber sido tus enemigos, pueden haber intentado destruirte de todas las maneras; quizá ya te hayan crucificado, apedreado o envenenado, pero no te olvides de ellos. Cualquier cosa que te hayan hecho, lo han hecho de forma inconsciente. Si no les perdonas, ¿quién les va a perdonar? Y tu perdón te enriquecerá inmensamente».

Ten cuidado de no estar a favor de nada que vaya contra la compasión. La envidia, la competencia o el esfuerzo por dominar… todas esas cosas van contra la compasión. Y te darás cuenta inmediatamente porque tu compasión empezará a tambalearse. En cuanto sientas que tu compasión titubea, debes de estar haciendo algo que va contra ella. Puedes envenenar tu compasión con cosas estúpidas que solamente te provocan ansiedad, angustia, lucha y el desgaste absoluto de una vida enormemente valiosa.

Te voy a contar una bella historia:

Juan llegó a casa una hora antes que de costumbre y se encontró a su mujer desnuda en la cama. Cuando le preguntó por qué, ella le explicó. «Estoy protestando porque no tengo ropa bonita para ponerme.»

Juan abrió el armario. «Eso es ridículo -dijo-, mira aquí dentro. Tienes un vestido amarillo, un vestido rojo, un vestido estampado, un traje de chaqueta y pantalón, un… ¡Hola, Paco! -y siguió diciendo-, un vestido verde…»

¡Eso es compasión! Compasión hacia su mujer y compasión hacia Paco. No hay celos ni pelea, simplemente: «¡Hola, Paco! ¿Qué tal?», y sigue con lo suyo. Ni siquiera le pregunta: «¿Qué estás haciendo en mi armario?».

La compasión es muy comprensiva. Es la comprensión más refinada que puede tener el ser humano.

A un hombre compasivo no deberían importunarle los pequeños detalles de la vida que suceden continuamente. Solo así, de forma indirecta, estás ayudando a que tus energías compasivas se acumulen, se cristalicen, se fortalezcan y sigan aumentando con tu meditación. Así cuando llegue el momento dichoso, cuando estés lleno de luz, al menos tendrás un compañero, la compasión. A partir de ahí tendrás un nuevo estilo de vida… porque ahora es tanto lo que tienes que puedes bendecir al mundo entero.

Aunque Gautama Buda siempre insistió en no hacerla, finalmente tuvo que hacer una división o una clasificación de sus discípulos. A una categoría le da el nombre de arhatas: son los iluminados, pero sin compasión. Han empleado toda su energía en la meditación pero no han escuchado lo que Buda había dicho acerca de la compasión. A los otros ios llama bodhisattvas: son los que han escuchado su mensaje sobre la compasión. Están iluminados con compasión, de forma que no tienen prisa por llegar a la otra orilla; quieren quedarse en esta orilla pasando todo tipo de dificultades para ayudar a la gente. Su barco ya ha llegado, quizá el capitán esté diciendo: «No pierdas el tiempo, ha llegado la llamada de la otra orilla que has estado buscando toda tu vida». Pero convencen al capitán para que espere un poco y poder así compartir su alegría, su sabiduría, su luz y su amor con todas las personas que están buscando lo mismo. En su interior, esto se convertirá en un sentimiento de confianza: «Sí, efectivamente hay otra orilla, y cuando estés listo vendrá el barco para llevarte hasta allí. Hay una orilla de inmortales, una orilla donde no existe la desdicha, y donde la vida es simplemente una canción y una danza del momento. Pero, antes de dejar el mundo déjame darle a estas personas algo para que al menos lo puedan saborear».

Los maestros han intentado aferrarse a algo de todas las formas posibles para no ser arrastrados hasta la otra orilla. Según Buda, lo mejor es la compasión, porque la compasión, si se analiza en profundidad, también es un deseo. La idea de ayudar a los demás también es un deseo, siempre que tengas ese deseo no podrás ser transportado a la otra orilla. Es un hilo muy fino que te mantiene unido al mundo. Todo se rompe, todas las cadenas… excepto un fino hilo de amor. Pero Buda hacía énfasis en aferrarse en todo lo posible a ese fino hilo, ayudar a toda la gente que sea posible. Es la única forma de elevar la conciencia del mundo que te ha dado la vida, que te ha dado la oportunidad de iluminarte.

Ahora es el momento de devolverle algo, aunque no puedas devolver todo lo que la vida te ha dado; de dar algo en agradecimiento, aunque solo sean dos flores.

LA MEDITACIÓN ESLA FLOR YLA COMPASIÓN ES SU FRAGANCIA

La meditación es la flor y la compasión es su fragancia.

Ocurre exactamente así. La flor florece y la fragancia se esparce por el viento en todas las direcciones para ser transportada hasta los confines del mundo. Pero lo más importante es el florecimiento de la flor.

El hombre también tiene un potencial de florecimiento. Hasta que el ser interno del hombre florezca, no será posible la fragancia de la compasión. La compasión no se puede practicar, no es una disciplina ni puedes dirigirla. Está más allá de ti. Si meditas, un día, súbitamente te darás cuenta de un nuevo fenómeno, algo absolutamente extraño que sale de tu ser, es la compasión que fluye hacia toda la existencia. Va hasta los mismos confines de la existencia sin encaminarla, sin dirigirla.

Sin la meditación, la energía sigue siendo pasión; con la meditación, la misma energía se convierte en compasión. La pasión y la compasión no son dos energías, sino una y la misma. Cuando esa energía pasa a través de la meditación se transforma, se transfigura y adquiere una cualidad diferente. La pasión se dirige hacia abajo, la compasión se dirige hacia arriba; la pasión se mueve a través del deseo, la compasión se mueve a través de la ausencia de deseos; la pasión es un entretenimiento para que olvides la desdicha en la que vives, la compasión es una celebración y una danza de realización, de satisfacción… estás tan satisfecho que puedes compartir. Ahora ya no queda nada; has alcanzado el destino que llevabas dentro de ti como un potencial o un brote sin florecer desde hace milenios. Ahora ha florecido y está bailando. Lo has conseguido, estás satisfecho y ya no tienes que conseguir nada más, no tienes que ir a ninguna parte, no tienes que hacer nada.

¿Y qué sucederá ahora con la energía? Empezarás a compartir. La misma energía que se movía por las capas oscuras de la pasión ahora se dirige hacia arriba con rayos luminosos; no está contaminada por ningún deseo ni por ningún condicionamiento. No está corrompida por ninguna motivación, por eso la llamo fragancia. La flor es limitada, pero la fragancia no. La flor tiene limitaciones, porque en alguna parte está enraizada en las ataduras, pero la fragancia no tiene ataduras. Simplemente se mueve, va por el viento; no tiene amarres en la tierra.

La meditación es una flor, tiene raíces y existe dentro de ti. La compasión, cuando sucede, no está arraigada sino que se va moviendo. Buda desapareció pero su compasión no. La ñor tarde o temprano morirá -es parte de la tierra y el polvo vuelve a ser polvo- pero la fragancia que ha liberado se quedará para siempre jamás. Buda ha desaparecido y Jesús ha desaparecido, pero su fragancia no. Su compasión sigue estando, y cualquiera que esté receptivo a su compasión sentirá su impacto inmediatamente, le afectará y le iniciará en un nuevo viaje, una nueva peregrinación.