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La compasión es!a forma más elevada del amor. Recibes mucho a cambio -te aseguro que multiplicado por un millón-pero no se trata de eso, no estás deseando recibir nada a cambio. Si no recibes nada, no te quejas. ¡Y si te llega algo, simplemente te sorprendes! Si llega es increíble, si no llega no pasa nada; no le has dado tu corazón a alguien como parte de un trato. Das generosamente porque tienes. Tienes tanto que si no lo dieras sería una carga para ti. Es igual que una nube cargada de lluvia que tiene que descargar. La próxima vez que veas una nube descargando lluvia, observa en silencio, siempre podrás oír a la nube di-ciéndole a la tierra: «Gracias». La tierra ha ayudado a la nube a descargarse.

Cuando florece una flor, tiene que esparcir su perfume a los cuatro vientos. ¡Eso es natural! No es un trato ni un negocio, ¡simplemente es natural! Cuando una flor está llena de perfume, ¿qué puede hacer? Si la flor se guardara su perfume se sentiría muy tensa, se sentiría profundamente angustiada. La mayor angustia de la vida es cuando no puedes expresarte, cuando no puedes comunicarte, cuando no puedes compartir. La persona más' pobre es aquella que no tiene nada que compartir, o sí tiene, pero ha perdido la capacidad, el arte de compartir; entonces esa persona es pobre.

El hombre sexual es muy pobre. El hombre amoroso es comparativamente más rico. Y el más rico es el hombre compasivo, está en la cima del mundo. No tiene confines ni limitaciones. Simplemente da, y sigue su camino. Ni siquiera espera que le des las gracias. Comparte su energía con un enorme amor.

Esto es lo que yo llamo terapéutico.

Los católicos creen que Jesús hizo muchos milagros. Yo no puedo imaginármelo haciendo milagros. Su compasión era el milagro, Si ocurría algo, ocurría sin que él hiciera nada. Si sucede algo en el plano más elevado del ser, siempre sucede sin ningún esfuerzo. Jesús se movía; lo veía todo tipo de gente. Era como una enorme piscina de energía, cualquiera que estuviese listo para compartirlo, lo compartía.

¡Ocurrían milagros! Él era terapéutico. Fue uno de los grandes sanadores que ha habido en el mundo. Buda, Mahavira o Krisna fueron grandes sanadores a diferentes niveles. Pero en la vida de Buda no podrás encontrar ningún milagro de curación de una persona enferma, la curación de un ciego o que le devolviese la vida a un muerto. Es sorprendente: ¿la compasión de Jesús era mayor que la de Buda? ¿Qué sucedía? ¿Por qué no se curaba mucha gente por medio de la energía de Buda? No, no es una cuestión de más o menos compasión. La compasión de Buda funcionaba a otro nivel. Su audiencia era diferente a la de Jesús, y a su alrededor había otro tipo de personas.

Veo cómo vienen a mí ríos de gente desde Occidente, pero casi nunca me piden nada para su cuerpo. No me dicen: «Tengo un dolor de cabeza crónico, ¡Osho, ayúdame, haz algo!». O «mis ojos están cansados», «no me concentro bien», o «estoy perdiendo la memoria». No, nunca. Los indios, sin embargo, siempre vienen con algún problema físico. Ha tenido problemas digestivos desde hace años, «Osho, ¡haz algo!».

Casi siempre pienso: ¿Por qué? ¿Qué le ha pasado a la India? ¿Por qué vienen solo para resolver problemas físicos o corporales? Solo tienen ese tipo de problemas. Un país pobre, muy pobre, no tiene problemas espirituales. Un país rico tiene problemas espirituales y un país pobre tiene problemas físicos.

Los tiempos de Buda fueron la época dorada de la India. En aquellos tiempos la India estaba en la cúspide. El país era rico, enormemente rico y próspero. El resto del mundo era pobre, pero la India era muy rica. La gente iba a ver a Buda con problemas espirituales. Sí, también tenían heridas, pero eran heridas espirituales.

Jesús estaba en un país muy pobre, vivía en un país muy pobre. La gente que iba a verle no tenía problemas espirituales, en efecto, porque para tener problemas espirituales tienes que haber alcanzado cierto nivel de vida. De lo contrario, tus problemas estarán relacionados con niveles inferiores. Un pobre tiene otro tipo de problemas.

Un pariente mío estuvo aquí durante un mes, meditando y haciendo cosas, y el último día de su visita yo esperaba que me preguntara algo importante. ¿Qué me preguntó? Me dijo que a su hijo no le iba bien económicamente. Después de vivir aquí y escucharme durante un mes esa fue la única pregunta que se le ocurrió: a su hijo no le iba muy bien. Conduce un taxi y el coche que ha comprado siempre le está dando un problema u otro, entonces me pidió: «Osho, ¡haz algo!».

¡Yo no soy mecánico! «Vende el coche y consigúete otro», le. dije. Pero él me contestó: «Nadie me lo va a comprar, por favor, ¡haz algo!».

Cuando la gente es pobre tiene problemas terrenales. Cuando la gente es rica, sus problemas son de una calidad superior. Solo un país próspero puede ser realmente espiritual; un país pobre no.

No estoy diciendo que un pobre no pueda serlo -sí, una persona pobre puede ser realmente espiritual, hay excepciones- pero no un país pobre. Un país pobre, en su conjunto, piensa en términos de dinero, medicina, casas, coches, esto y lo otro. ¡Y es natural, es lógico!

Jesús vivía en un país muy pobre. La gente buscaba soluciones a sus problemas. Muchos recibían ayuda; no es que Jesús ayudara sino que recibían esa ayuda. Jesús repite una y otra vez. «Es vuestra fe la que os ha curado.» Cuando tienes fe, la compasión puede recaer en ti. Cuando tienes fe, estás abierto a la compasión. Buda hizo milagros, pero eran milagros de lo invisible. Mahavira hizo milagros, pero eran milagros de lo invisible. No son visibles, solo los ve la persona sobre la que recaen.

Pero la compasión siempre es terapéutica; sea cual sea el nivel en el que estés, te ayuda. La compasión es amor purificado, tan purificado que puedes dar sin pedir nada a cambio.

Buda solía decir a sus discípulos: «Después de cada meditación, sed compasivos -inmediatamente después-, porque cuando meditas, crece el amor y el corazón se llena. Después de cada meditación, siente compasión por todo el mundo para que puedas compartir tu amor y liberar la energía a la atmósfera, y para que esa energía pueda ser útil a los demás».

A mí también me gustaría decirte eso: después de cada meditación, cuando empieces a celebrar, siente compasión. Siente que tu energía debería ayudar a la gente del modo que lo necesiten. ¡Libérala simplemente! Te sentirás más ligero, muy relajado, tranquilo y silencioso, y las vibraciones que has liberado ayudarán a mucha gente. Acaba tus meditaciones siempre con la compasión.

La compasión es incondicional. No puedes ser compasivo solo con los que son amables contigo o los que están relacionados contigo.

Esto sucedió en China: cuando Bodhidharma fue a China, se le acercó un hombre que le dijo: «He seguido tus enseñanzas: medito y siento compasión por todo el Universo, no solo por los hombres, sino también por los animales, las piedras y los ríos. Pero hay un problema: no siento compasión por mi vecino. No, ¡es imposible! Por eso te pregunto, ¿puedo excluir a mi vecino de la compasión? Incluyo a toda la existencia, conocida y desconocida, pero ¿puedo excluir a mi vecino? Porque me resulta muy difícil, es imposible. No puedo sentir compasión por él».

Bodhidharma le dijo: «Entonces, olvídate de la meditación, porque si la compasión excluye a alguien ya no existe».

La compasión incluye a todo, es intrínsecamente inclusiva. Si no sientes compasión por tu prójimo es mejor que te olvides de ello, porque no tiene que ver con nadie en particular. Tiene que ver con tu estado interno. compasión, incondicionalmente, sin ninguna dirección, sin dirigirla a nadie. Entonces te convertirás en una fuerza curadora en este mundo de desdicha.