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¿Qué le ha pasado al sentido del olfato de los seres humanos? ¿Qué calamidad ha ocurrido? No parece haber ningún motivo para que se haya reprimido el sentido del olfato. Conscientemente, ninguna cultura lo ha reprimido. Pero sí ha sido reprimido. Se ha reprimido a causa del sexo. La humanidad vive con una sexualidad profundamente reprimida y el olfato está conectado con el sexo. Antes de hacer el amor, el perro olfatea a su pareja y no hace el amor hasta que no huela una profunda armonía entre los dos cuerpos. Cuando el olor encaja, sabe que los cuerpos están en armonía, pueden llevarse bien y convertirse en una canción: la unidad es posible incluso un solo instante.

Al reprimirse el sexo en todas las partes del mundo, se ha reprimido también el sentido del olfato. La palabra misma es un poco peyorativa. Si te dígo: «¿oyes?» o «¿ves?», no te ofendes, pero si te digo «¿hueles?» tampoco deberías ofenderte puesto que estás usando el mismo lenguaje. El olfato es una facultad, igual que la vista o el oído. Cuando pregunto «¿hueles?» te ofendes porque has olvidado que es una facultad y no un reproche.

Hay una anécdota muy famosa de un pensador inglés, el doctor Johnson. Estaba sentado en una diligencia y entró una señora que le dijo: «Señor, ¡usted huele!».

Como se trataba de un hombre de letras, un lingüista, le respondió: «No, señora. Usted huele. ¡Yo apesto!».

El olfato es una facultad. «Usted huele. Yo apesto.» Lingüísticamente tiene razón. Según la gramática debería ser así. Pero la palabra se ha vuelto peyorativa. ¿Qué ha ocurrido con el olfato? En cuanto reprimes la sexualidad, reprimes también el sentido del olfato. Este sentido está completamente lisiado, y cuando dañas un sentido dañas también una parte de la mente. Si tienes cinco sentidos, la mente tendrá las cinco partes correspondientes. Una quinta parte de la mente está dañada y no lo sabemos. Eso significa que está dañada una quinta parte de la vida. Esto tiene enormes consecuencias. Si tocas una pequeña cosa en algún lugar, provocas una reverberación en todas partes.

El olfato se ha reprimido por la represión sexual, y tu respiración se ha vuelto superficial a causa de la represión sexual, porque cuando respiras profundamente tu respiración masajea el centro sexual en tu interior. Muchos me dicen: «Cuando respiro hondo, me siento más sexual». Cuando haces el amor con alguien tu respiración se vuelve más profunda, pero si mantienes una respiración superficial no serás capaz de alcanzar el orgasmo. Con la represión de la sexualidad y de la respiración, las personas se han vuelto incapaces de meditar. ¡Fíjate qué disparate! Reprimiendo la sexualidad, hemos reprimido la respiración; y la respiración es el único puente que hay entre tú y el todo.

Gurdjieff tenía razón cuando decía que casi todas las religiones se comportan de tal modo que parece que están en contra de Dios. Hablan de Dios pero parece que están en contra de la divinidad. Su forma de comportarse va contra la divinidad. Ahora que se ha reprimido la respiración, se ha roto el puente. Solo puedes respirar superficialmente, no puedes profundizar, y si no puedes profundizar en tu interior no puedes profundizar en la existencia.

Buda convierte la respiración en el fundamento. Una respiración profunda, relajada; ser consciente de ella te proporciona un enorme silencio y relajación, poco a poco, te fundes, te disuelves y desapareces. Ya no eres una isla separada sino que empiezas a vibrar con el todo. Dejas de ser una nota suelta y pasas a formar parte de toda esta sinfonía. Surge la compasión.

La compasión solo surge cuando puedes ver que todo el mundo está relacionado contigo. La compasión solo surge cuando tú formas parte del mundo y el mundo forma parte de ti. Nadie está separado. Cuando desaparece la ilusión de la separación, surge la compasión. La compasión no es una técnica.

En la experiencia humana, la relación entre una madre y su hijo es lo más parecido a la compasión. La gente lo llama amor, pero no debería llamarse amor. Es más compasión que amor, porque no hay pasión. El amor de una madre por su hijo es lo más parecido a la compasión. ¿Por qué? Porque la madre ha sentido al niño cuando estaba dentro de ella, y aunque el niño haya nacido y siga creciendo, la madre sigue estando sutilmente acompasada con su hijo. Si el niño está enfermo la madre se dará cuenta aunque esté a muchos kilómetros de distancia. Quizá no sepa qué ha ocurrido, pero empezará a sentirse deprimida: quizá no sepa que su hijo está sufriendo, pero ella empezará a sufrir. Intentará racionalizar por qué está sufriendo -su estómago no está bien, le duele!a cabeza o cualquier otra cosa- pero actualmente, la psicología profunda dice que la madre y el hijo permanecen unidos con ondas de energía sutil porque siguen vibrando en la misma longitud de onda.

Entre madre e hijo hay más telepatía que entre cualquier otro par de personas. Sucede lo mismo con los gemelos; entre ellos hay mucha telepatía. En la Unión Soviética se han hecho muchos experimentos sobre la telepatía, por supuesto no por motivos religiosos sino porque estaban intentando descubrir si la telepatía se podía usar como una técnica de guerra. Descubrieron que los gemelos tenían mucha telepatía. Si un gemelo se resfría, el otro gemelo, a miles de kilómetros de distancia, también se resfría. Vibran con!a misma longitud de onda, les afectan las mismas cosas. Es porque ambos han vivido en el mismo vientre formando. parte del otro, han estado juntos en el vientre de la madre.

El sentimiento de una madre hacia su hijo es más parecido a la compasión porque siente que su hijo es suyo.

Estaba leyendo una anécdota:

Durante una inspección preliminar al campamento de los boy scouts, el director encontró un paraguas escondido en el saco de dormir de un pequeño scout, que obviamente no formaba parte de la lista de equipaje. El director llamó al chico para que!e diera una explicación. El jovenzuelo lo hizo preguntándole: «Señor, ¿usted no ha tenido una madre?».

Madre quiere decir compasión, madre quiere decir sentir por los demás lo que uno siente por sí mismo. Cuando una persona medita profundamente y se ilumina, se convierte en una madre. Buda es más parecido a una madre que a un padre. La asociación de los cristianos con la palabra «padre» no es muy relevante ni hermosa. Llamar «padre» a lo divino suena un poco machista. Si hay un Dios, solo puede ser una madre y no un padre. «Padre» es algo muy institucional. El padre es una institución. En la naturaleza, el padre no existe como tal. Si le preguntas a un lingüista te dirá que la palabra «tío» es más antigua que la palabra «padre». Los tíos existieron antes porque nadie sabía quién era el padre. La institución del padre entró en la vida del hombre cuando se estableció la propiedad privada, cuando el matrimonio se convirtió en una forma de propiedad privada. Es muy frágil y puede desaparecer cualquier día. La sociedad va cambiando y esta institución puede desaparecer como han desaparecido muchas otras. Pero la madre permanecerá porque es natural.

En Oriente hay muchas personas y tradiciones que han llamado madre a Dios. Su enfoque es más relevante. Observa a Buda, su rostro recuerda más al rostro de una mujer que al de un hombre. De hecho, por eso no se representa con barba o bigote. Nunca verás un bigote o una barba en los rostros de Mahavira, Buda, Krisna o Ram. No es que carezcan de las hormonas correspondientes -seguro que tuvieron barba- pero no se les representa con barba porque eso les daría una apariencia mucho más masculina.

En Oriente los hechos no nos preocupan demasiado; nos preocupa mucho más la relevancia, el significado. Indudablemente, todas las estatuas de Buda que has visto son falsas, pero eso en Oriente no nos preocupa. Es significativo porque Buda se ha vuelto más femenino, más mujer. Es un cambio del hemisferio izquierdo del cerebro al hemisferio derecho del mismo, de lo masculino a lo femenino, el cambio de la agresividad a la pasividad, de lo positivo a lo negativo, del esfuerzo a la ausencia de esfuerzo. Buda es más femenino, más maternal. Si realmente te conviertes en un meditador, poco a poco podrás ver muchos cambios en tu ser y empezarás a sentirte más como una mujer que como un hombre, más agraciado, más receptivo, no violento y cariñoso. Y la compasión surgirá continuamente de tu ser; simplemente será una fragancia natural.