CUESTIONES DE VIDA Y MUERTE – RESPUESTAS A PREGUNTAS
Mi hermana tuvo un accidente y, desde entonces, no se puede mover, no puede ver, no puede oír ni hablar. ¿Sería mejor dejaría morir?
Esta es una de las preguntas fundamentales que se plantea en todo el mundo de diferentes maneras. Durante siglos hemos aceptado la idea de que habría que evitar la muerte porque es algo siniestro, ya que la vida nos viene dada por Dios y la muerte nos viene a través del demonio.
Incluso en la profesión médica, los licenciados en medicina de todo el mundo tienen que hacer el juramento hipocrático por el que se comprometen a que de ninguna manera ayudarán a morir a nadie, e intentarán proteger la vida de todas las formas posibles.
Esto estaba bien en la época de Hipócrates, porque de cada diez niños que nacían, solo uno llegaba a la edad adulta. Nueve morirían, y esa era la situación. La población del mundo entero en la época de Gautama Buda era tan reducida que no puedes ni hacerte una idea. Solo había doscientos millones de habitantes. En la India, ahora mismo, hay casi mil millones de personas. En el mundo hay más de cinco mil millones de personas. De doscientos millones de personas hemos pasado, en veinticinco siglos, a más de cinco mil millones de personas en la misma tierra. Y la ciencia médica ha avanzado muchísimo.
Se solía decir que la esperanza de vida era como mucho de setenta años. Desde hace casi cinco mil años los científicos han estado buscando huesos, esqueletos, para saber exactamente cuánto vivía el hombre antiguamente. Y han llegado a la conclusión de que la gente no vivía más de cuarenta años, por eso es cierto cuando la gente dice que antiguamente, los días eran tan hermosos que ningún padre veía la muerte de su propio hijo. Es natural. Si todos los padres mueren a los cuarenta años, ¿cómo es posible que vean la muerte de su propio hijo?
Pero aquí no están incluidos esos nueve niños que no vivían más de dos años. De manera que, en realidad, cada padre estaba viendo la muerte de docenas de hijos. Si un niño sobrevivía más de dos años, entonces tenía la posibilidad de vivir hasta los cuarenta años. Naturalmente, mientras tanto, su padre moriría.
Ahora hay mucha gente que ha sobrepasado los cien años de edad, y en algunas partes del mundo puedes encontrar a personas de más de cien años que siguen trabajando en el campo como si fuesen jóvenes. Los científicos dicen que existe la posibilidad de que el cuerpo del ser humano sea capaz de vivir al menos trescientos años, siempre que reciba la nutrición, el ejercicio y el ambiente adecuados. Es un panorama muy peligroso, porque incluso viviendo noventa o cien años acabas tan harto de la vida, que ¿qué harías si vivieses trescientos años? No te reconocerían ni los miembros de tu familia. En trescientos años habría tantas generaciones de descendientes que no tendrían nada que ver contigo. La brecha sería demasiado grande.
Y ¿qué harás? Has vivido, has amado, has visto todo lo que contiene la vida, los fracasos y los éxitos; los dolores y los placeres; los días y las noches. Has visto todas las estaciones, y ahora ya no queda nada. Ahora no es más que una repetición, la misma rueda dando vueltas.
Tenemos que replantear el asunto de la muerte. Mi opinión personal es que si una persona llega a un estado en el que vivir le parece absolutamente inútil, porque ya ha vivido bastante, la muerte no debería ser ilegal sino absolutamente permisible; en realidad, todos los hospitales deberían tener un departamento especial para las personas que quieran ir allí a morir, para que puedan morir en paz, en silencio, con todos los cuidados médicos que precisen. Estos cuidados médicos no son para mantenerle vivo, sino para ayudarle a morir de la forma más bella y más tranquila posible.
Yo pienso que todos los departamentos para la muerte de los hospitales deberían tener un meditador que, antes de morir, ayudase a la gente a aprender a meditar para que pudiesen morir meditativamente. Su muerte se podría convertir en una experiencia de un valor incalculable, tal vez más valiosa que toda su vida. Y no están cometiendo ningún pecado.
Allí puedes tener tiempo de pensar en ello. Quizá, en ese momentó, la persona se encuentre trastornada emocionalmente. Es posible que le haya ocurrido algo que le haya dado esa idea: «Es mejor que acabe con mi vida». Por eso, habría que darle tiempo, habría que decirle: «Ingresa en el hospital, descansa un mes y prepárate para tu muerte. Nosotros te ayudaremos. Pero si durante este mes cambias de idea, tú decides. ¡Puedes levantarte y marcharte! Nadie te está obligando».
Y recuerda, ninguna emoción dura más de unos minutos. Cualquiera que se ha suicidado, si hubiese esperado tan solo un minuto más, es probable que no lo hubiese hecho. Es algo momentáneo. Pero si alguien disfruta durante un mes, es feliz y realmente espera la muerte como una aventura, entonces es nuestra obligación permitirle que abandone su cuerpo con toda la gracia que sea posible.
En respuesta a esta pregunta, tenía que hacer esta introducción para que puedas comprender que la muerte no es algo siniestro sino algo natural. Pero la pregunta no se refiere a una persona mayor. La pregunta se refiere a una hermana más joven que no se puede mover, no puede ver, y no puede oír ni hablar. Sus sentidos no responden. ¿Se le puede llamar a eso vida? Eso es simplemente vegetar. Y debe de estar sufriendo inmensamente. No podemos comprobarlo, porque no puede decirnos nada. No tiene puertas para comunicarse. Está absolutamente sola, apartada de la vida. ¿Qué sentido tiene que esté en estado vegetativo durante setenta, ochenta, noventa años o tal vez más? Sería una carga para la familia. Sería una fuente de tristeza y ella misma estaría viviendo en un infierno, porque está completamente aprisionada.
Imagínate que fueses tú. No podría haber un campo de concentración peor que este: te quitan los ojos, tus oídos se cierran y no puedes hablar. Estás en coma. Hay muchas personas en esa misma situación. Yo mismo conocí a una mujer que estuvo en coma durante nueve meses. Los médicos decían que nunca volvería a recuperar la consciencia, porque había estado tanto tiempo inconsciente, que el delicado sistema nervioso que te mantiene consciente ya casi había muerto. Me mostraron una ecografía de su cerebro y me dijeron que todos los puntos que te permiten estar consciente habían muerto. Seguramente, se quedará inconsciente durante cincuenta años, porque no tenía más de treinta años cuando la vi. Ahora se ha convertido en una carga para toda su familia, su marido y sus hijos. No pueden hacer nada, es inútil. Los médicos tampoco pueden hacer nada y se sienten impotentes. Pero la ley les impide ayudar a morir a alguien; si lo hacen, serán asesinos. Estarán cometiendo un crimen.
La ley es primitiva. La ley no entiende de compasión. Esa mujer necesita una muerte misericordiosa. ¡Ni siquiera puede pedirlo ella misma!
La hermana de quien hace la pregunta no puede pedir su propia muerte. Pero los que la aman deberían pedírselo al gobierno de su país. Deberían llevar su caso a los tribunales e insistir en que mantenerla con vida no es compasivo. No es amor, es una idea absolutamente primitiva que actualmente no se sostiene. Hay que hacerles saber que toda su familia está preparada, y que deberían liberarla de esta prisión para que pueda tener un nuevo nacimiento, un nuevo cuerpo, ojos y oídos, y volver a hablar y caminar. Su muerte no será una calamidad. Para ella será una bendición.
Te estoy dando mi punto de vista. No estoy diciendo que actúes en consecuencia, porque en tu país tal vez esto sea ilegal. Tienes que interpelar al gobierno a través de las leyes y convertirlo en una cuestión de estado, porque no solo afecta a tu hermana. Puede haber muchos otros niños y jóvenes que sufren por lo mismo, por la simple razón de que la ley no permite a los especialistas médicos ayudar a alguien a dejar su cuerpo.
Es hora de que comprendamos, la profesión médica debería comprenderlo y el juramento hipocrático tendría que dejar de ser un juramento para los estudiantes de medicina. Habría que hacer un juramento que ayude a una persona a vivir si esta puede vivir plenamente, con más belleza, pero si una persona no puede vivir y solo la estás ayudando a seguir respirando… Respirar no es vivir. En ese caso, es mejor dejarla morir. En ambos casos estás siendo compasivo. O estás sirviendo a la vida, o estás sirviendo a la muerte; eso no importa. Lo que debería importarle a tu compasión es que la persona vaya a un lugar mejor, a una vida mejor.
Todos los países deberían acordar una ley, del mismo modo que ahora las leyes de casi todos los países aceptan el control de la natalidad. En un extremo de la vida se está impidiendo que nazcan más niños. Si eso ha sido aceptado, entonces, en el otro extremo habría que aceptar que si algún anciano quiere dejar este mundo, lo pueda hacer de una forma digna. Puede llamar a sus amigos y a toda su familia. Puede vivir con su familia durante ese mes, porque ahora solo le queda un mes de vida.
El nacimiento no está en tus manos, pero al menos puedes ser libre de elegir tu muerte. Algunos gobiernos están a punto de aceptar que, en el otro extremo de la vida, también deberíamos permitir a la gente irse más rápido. El mundo está demasiado poblado. Por una parte impedimos que llegue más gente y por otra parte deberíamos ayudarles a irse, para que la población y la pobreza del mundo disminuyan.
Y no se trata tan solo de conseguir un mundo menos pobre y menos poblado, sino también de pensar en esas personas. En casi todos los países occidentales y, particularmente, en Estados Unidos, hay cientos de miles de personas que viven en los hospitales. Tienen noventa o cien años y no pueden vivir en sus casas, porque ni siquiera respiran por sus propios medios. Y seguimos manteniéndolos con vida, ¿para qué? Les ponen respiración artificial. No creo que sea agradable para ellos. Nunca volverán a su casa; morirán en el hospital. Y no entiendo qué sentido tiene seguir manteniéndolos vivos con respiración artificial. Cuando el cuerpo ya no puede respirar, ¡por favor, permítele que deje de respirar! Es algo que solo les concierne a ellos.