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Sin embargo, sí puede conocer el detalle más mínimo. En un principio, se creía que la molécula era la partícula más pequeña, pero después la dividieron. Entonces se descubrió que había una parte aún más pequeña, el átomo. Después, los métodos de concentración también lo dividieron. Ahora hay electrones, protones, neutrones y, antes o después, estos también se dividirán. La ciencia va de lo pequeño a lo más pequeño, y lo más grande, lo vasto, se olvida completamente. El todo se olvida completamente a causa de la parte. La ciencia nunca conocerá la divinidad, a causa de la concentración. Cuando la gente viene y me pide: «Osho, enséñanos a concentrarnos, queremos conocer lo divino», me sorprendo. No han comprendido lo más esencial de la búsqueda.

La ciencia se enfoca en algo; su búsqueda es objetiva. La religiosidad es simultaneidad, el objeto de la búsqueda es el todo, la totalidad. Para conocer la totalidad debes tener una conciencia que esté abierta por todos los lados y no esté limitada, que no mire desde una ventana, si no, el marco de la ventana se convertirá en el marco de la existencia. La meditación es estar sencillamente bajo el sol al cielo raso. La meditación no tiene marcos, no es una ventana ni una puerta. La meditación no es concentración ni atención, la meditación es conciencia.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Repetir un mantra o hacer meditación trascendental no nos va a servir. En Estados Unidos, la meditación trascendental ha cobrado tanta importancia por su enfoque objetivo y su mente científica. Es la única meditación sobre la que se puede hacer una investigación científica. Se trata de concentración y no de meditación, por eso es comprensible para la mente científica. En las universidades, en los laboratorios y en los trabajos de investigación psicológica se ha investigado mucho sobre la meditación trascendental, porque no es meditación. Se trata de concentración, es un método de concentración y se encuentra en la misma categoría de la concentración científica porque entre ambas hay nexos de unión. Pero no tiene nada que ver con la meditación. La meditación es tan amplia, tan inmensamente infinita, que no es posible la investigación científica. Solo la compasión podrá demostrar si una persona lo ha conseguido o no. Las ondas alfa no serán de gran ayuda porque siguen estando en la mente, y la meditación no es de la mente sino del más allá.

Permíteme que te diga algunas cosas fundamentales. Primero, que la meditación no es concentración sino relajación; simplemente te relajas en ti mismo. Cuanto más te relajas, más abierto te sientes, y más vulnerable. Estás menos rígido, más flexible y, de repente, la existencia empieza a penetrarte. Ya no eres como una piedra sino que tienes ranuras. Relajación significa dejarte llevar a un estado en el que no haces nada, porque si haces algo, seguirá habiendo tensión. Es un estado de no acción. Simplemente te relajas y disfrutas de la sensación de relajación. Relájate, cierra los ojos y escucha todo lo que ocurre a tu alrededor. No sientas que algo te está distrayendo; en el momento que sientes que algo te distrae, estás negando lo divino. Ahora ha llegado hasta ti como si fuese un pájaro. ¡No lo rechaces! En el momento siguiente puede hacerlo en forma de un perro que ladra, un niño que llora y grita o un loco que se ríe. No lo niegues, no lo rechaces.

Acéptalo, porque cada vez que rechazas algo te estás tensando. Todas las negaciones provocan tensión. Acepta. Si quieres relajarte, el camino es la aceptación. Acepta todo lo que esté sucediendo a tu alrededor; deja que sea un todo orgánico. Aunque no lo sepas, todo está interrela-cionado. Esos pájaros, esos árboles, ese cielo, este sol, esta tierra, tú, yo… todo está relacionado. Es una unidad orgánica. Si desaparece el sol, desaparecerán los árboles y los pájaros; si desaparecen los pájaros y los árboles, desaparecerás tú; no seguirás existiendo. Esto es la ecología. Todo está íntimamente relacionado con lo demás. De manera que no niegues nada, porque en el momento que niegas, estás negando algo tuyo. Si niegas a esos pájaros que cantan, estás negando algo de ti.

Cuando niegas, cuando rechazas, cuando estás distraído o enfadado, estás rechazando algo tuyo. Escucha de nuevo a los pájaros sin ninguna sensación de distracción ni de enfado, y súbitamente verás que el pájaro que hay en tu interior responde. Entonces, esos pájaros no son extraños o intrusos, sino que toda la existencia se vuelve una familia. Lo es; la persona que ha llegado a comprender que toda la existencia es una familia es la que yo llamo religiosa. Quizá no vaya a la iglesia, ni rinda culto en ningún templo o rece en una mezquita o santuario, pero eso no importa, es irrelevante. Si lo haces está bien y si no lo haces mejor. Pero quien ha entendido la unidad orgánica de la existencia está constantemente en el templo frente a lo sagrado y lo divino.

Si estás repitiendo algún estúpido mantra, creerás que los pájaros son tontos. Si estás repitiendo algún disparate dentro de ti o pensando en alguna trivialidad -puedes llamarlo filosofía o religión- entonces los pájaros serán una distracción. Sus sonidos son divinos. No dicen nada, simplemente burbujean de deleite. Su canción no tiene ningún sentido; es solo energía desbordante. Quieren compartirla con la existencia, con los árboles, con las flores y contigo. No tienen nada que decir, solo están ahí siendo ellos mismos.

Cuando te relajas, aceptas; la aceptación de la existencia es la única manera de relajarse. Si te molestan las pequeñas cosas, entonces es que te molesta tu actitud. Siéntate en silencio, escucha todo lo que está ocurriendo a tu alrededor y relájate. Acepta, relájate y de pronto sentirás una inmensa energía que nace dentro de ti. Primero, sentirás esa energía como si tu respiración se volviera más profunda. Normalmente tu respiración es muy superficial y, a veces, cuando intentas respirar profundamente o empiezas a hacer ejercicios de yoga con tu respiración, estás haciendo un esfuerzo. Este esfuerzo no es necesario. Sencillamente acepta la vida, relájate y de repente sentirás que tu respiración se vuelve más profunda. Relájate más y la respiración será aún más profunda. Se vuelve lenta, rítmica, casi la puedes disfrutar y proporciona cierto deleite. Después te darás cuenta de que la respiración es el puente entre tú y la totalidad.

Observa sin más y no hagas nada. Y cuando digo, observa, no intentes observar, de lo contrario estarás tenso y empezarás a concentrarte en la respiración. Relájate y nada más, sigue relajado, suelto, y observa… porque ¿qué más puedes hacer? Estás ahí, no hay nada que hacer, nada que aceptar, nada que negar o rechazar, no hay lucha ni pelea, no hay conflicto, la respiración se va haciendo profunda, ¿qué puedes hacer? Simplemente observar. Recuerda, observa sin más. No hagas un esfuerzo para observar. Esto es lo que Buda ha llamado vipassana: la observación de la respiración, atención a la respiración o satipatthana: recordar, estar alerta de la energía vital que se mueve con la respiración. No intentes respirar profundamente, no intentes inhalar o exhalar, no hagas nada. Relájate simplemente dejando que la respiración fluya naturalmente -entrando y saliendo por su cuenta-, y tendrás muchas cosas al alcance de la mano.

La primera es que la respiración se puede entender de dos formas diferentes, porque es un puente. Una parte está unida a ti y la otra está unida a la existencia. Por eso se puede entender de dos maneras. Puedes tomarlo por un acto voluntario. Si quieres inhalar profundamente, inhalas profundamente; si quieres exhalar profundamente, puedes exhalar profundamente. Puedes intervenir en ella. Una parte está unida a ti, pero si no haces nada, la respiración continúa de todas formas. No es necesario que hagas nada; continúa. También es involuntaria.

La otra parte está unida a la existencia misma. Puedes pensar en ella como si la estuvieses tomando, respirando, o puedes pensar justo lo contrario, como si te estuviese respirando. Y hay que entender esta otra forma porque te llevará a una profunda relajación. No es que estés respirando, sino que la existencia te está respirando. Es un cambio de la gestalt y sucede espontáneamente. Si te sigues relajando, aceptándolo todo, aceptándote, poco a poco, te darás cuenta de que tú no estás tomando esas respiraciones sino que están yendo y viniendo por su cuenta. Con tanta gracia, con tanta dignidad, con tanto ritmo, con un ritmo tan armonioso. ¿Quién lo está haciendo? La existencia está respirándo-te. Entra dentro de ti y sale de ti. A cada momento te rejuvenece y vuelve a llenarte de vida.

De pronto ves la respiración como un acontecer… y así es como debería crecer la meditación. Puedes hacerlo en cualquier parte, incluso en medio de la calle, porque ese ruido también es divino. Y si te sientas en silencio, podrás ver que incluso en el ruido de la calle hay cierta armonía. Ya no es una distracción. Si estás en silencio puedes ver muchas cosas, enormes olas de energía moviéndose por todas partes. Cuando lo aceptes, lo sentirás vayas donde vayas.