Inspiró profundamente antes de continuar.
– Sabemos por los pasajeros que aún estaban atrapados en sus asientos que al menos doce de ellos cambiaron de sitio, la rebatiña habitual en un vuelo nocturno para encontrar las filas de asientos centrales donde uno se puede tumbar.
Me volví y miré las filas de asientos en la cabina de pasajeros. En la noche del 17 de julio de 1996, este avión sólo estaba a la mitad de su capacidad -una pequeña bendición-, de modo que todas las filas con tres asientos estaban vacías.
Kate continuó hablando:
– El piloto, el capitán Ralph Kevorkian, había autorizado que las azafatas abandonaran sus asientos poco antes de que se produjese la explosión. Podemos suponer que todas estaban fuera de sus asientos y preparando el servicio de bebidas. -Echó un vistazo a la cocina y añadió-: Los submarinistas encontraron la máquina de café de esta sección en la posición de encendido.
No contesté.
– A las 20.28, la grabadora de la cabina de los pilotos registra la voz del capitán Kevorkian diciendo: «Echad un vistazo a ese loco indicador de flujo de combustible en el número cuatro», refiriéndose al motor número cuatro. Luego vuelve a decir: «¿Veis ese loco indicador de flujo de combustible?» Pero el copiloto y el ingeniero de vuelo no responden. Luego, a las 20.30, el control de tráfico aéreo de Boston dio instrucciones al vuelo 800 de que ascendiera a cinco mil metros, y el copiloto, el capitán Steven Snyder, confirmó la recepción de las instrucciones. El capitán Kevorkian dijo: «Propulsión de ascenso. Ascendemos a unos cinco mil», y ésas fueron las últimas palabras grabadas. A las 20.31 y doce segundos, este avión alcanzó los cuatro mil doscientos sesenta y cinco metros… luego estalló.
Permanecí en silencio un momento antes de preguntar:
– ¿Qué pasaba con ese indicador de flujo de combustible?
Kate se encogió de hombros.
– No lo sé. La mayoría de los pilotos dicen que fue una aberración momentánea de los instrumentos en la cabina de los pilotos. Pero puede indicar alguna avería mecánica grave.
Asentí.
– El piloto de un pequeño avión de cabotaje que volaba aproximadamente a cinco mil quinientos metros de altura divisó el 747 de la TWA volando en su dirección a unos cuarenta kilómetros de distancia. Declaró que creía que el avión llevaba aún encendidas sus luces de aterrizaje, aunque debieron apagarse al alcanzar los tres mil metros. También dijo que la luz parecía más brillante de lo habitual, luego se dio cuenta de que la luz brillante que veía no era una luz de aterrizaje. La luz se encontraba cerca del motor número dos del 747, y pensó que tal vez el motor estuviese en llamas. Hizo señales con sus luces para alertar al 747 y, en ese momento, el avión se convirtió en una bola de fuego.
– Eso suena a que pudo haberse producido un fallo mecánico -dije.
Kate asintió.
– Al mismo tiempo, un pasajero de un avión de US Air había estado mirando a través de su ventanilla y vio lo que parecía ser una bengala ascendiendo hacia el cielo. Unos diez segundos más tarde, ese mismo pasajero vio una pequeña explosión en el área donde había visto por última vez la bengala. Luego, un segundo más tarde, se produjo una enorme explosión.
– Eso suena a un misil -señalé.
Kate volvió a asentir.
– Ese pasajero era un técnico electrónico de la Marina.
Recordé que el capitán Spruck había mencionado a un técnico electrónico durante nuestra conversación.
– Hubo otro avistamiento aéreo -dijo Kate-. Dos pilotos de helicóptero de la Guardia Nacional en una misión de entrenamiento rutinaria. Se encontraban volando sobre el océano con rumbo norte, de regreso a su base en Long Island. Aparentemente, esos tíos fueron los que estuvieron más cerca de la explosión, a unas siete millas de distancia y mil metros debajo del 747, volando directamente hacia él. El piloto afirma que vio lo que parecía la estela de una bengala rojizo anaranjada ascendiendo de este a oeste, la misma dirección que llevaba el 747. Su copiloto confirmó el avistamiento y, de hecho, el copiloto llamó por su interfono al ingeniero de vuelo y le dijo: «Eh, ¿qué son esos fuegos artificiales?» Un segundo después, el piloto y el copiloto observaron una pequeña explosión blanco amarillenta, seguida de una segunda explosión casi blanca… luego describieron una tercera bola de fuego masiva… de modo que ahora tenemos tres, en lugar de las dos explosiones que vieron la mayoría de los testigos. Pero como digo, esos pilotos eran los que se encontraban más cerca del 747, y eran pilotos militares con experiencia que debieron de saber lo que estaban viendo.
– ¿Se acercó el helicóptero al lugar del accidente? -pregunté.
– Sí. Ellos fueron los primeros en llegar. Describieron círculos sobre la zona del desastre, pero no vieron señales de supervivientes -dijo Kate-. Esos dos pilotos se retractaron más tarde de su primer informe acerca de la estela de luz. Luego, el piloto de más antigüedad, después de retirarse de la Guardia Nacional Aérea, volvió a su historia original.
Asentí. Sonaba a que alguien había presionado a esos pilotos de la Guardia Nacional Aérea para que cambiasen su informe original.
Kate contempló el puzzle que una vez había sido un Boeing 747.
– De modo que, a las 20.31 y doce segundos, casi doce minutos después de haber despegado, algo provocó una explosión de los gases del combustible acumulados en el depósito central del avión. El tanque estalló y la fuerza de la explosión separó la cabina de los pilotos y la mitad del compartimento de primera clase del fuselaje (exactamente aquí) y la cabina de los pilotos comenzó a caer hacia el océano.
Mire la abertura donde debería haber estado la cabina de los pilotos y sentí que un escalofrío me recorría la columna vertebral.
– Cuando el peso de la cabina de los pilotos desapareció -continuó Kate-, el centro de gravedad del avión cambió, y la cola se inclinó hacia abajo. Los motores seguían funcionando y el avión decapitado ascendió aún unos mil trescientos metros… luego comenzó a girar y cayó, y los tanques de combustible de las alas se rompieron y el combustible se incendió, lo que provocó la enorme bola de fuego que vieron más de seiscientas personas. -Hizo una pausa antes de proseguir-. Esta secuencia está basada principalmente en las pruebas forenses, y también en datos de radar y satélite. Sin embargo, esto no concuerda del todo con lo que vieron los testigos presenciales y tampoco coincide con la animación hecha por la CIA.
– ¿Qué hay de la caja negra?
– Dejó de funcionar en el momento de la explosión inicial cuando la cabina de los pilotos se separó del resto del avión -dijo Kate-. En realidad, tenemos tres grupos de hechos y no coinciden completamente. La animación de la CIA dice que lo que vieron los testigos (la estela de luz) era el fuselaje en llamas que ascendió después de la explosión. Pero las pruebas forenses y satelitales sugieren que el avión no comenzó a arder hasta que empezó a caer. En cuanto al chorro de combustible incandescente que la CIA dijo que también fue confundido con una estela de luz ascendente, eso parece excesivo. Quiero decir, ¿qué vieron los testigos que confundieron con una estela de luz ascendente? ¿El avión que ascendía en llamas o el chorro de combustible incandescente que descendía hacia el mar? -Kate me miró-. O ninguna de las dos cosas.
– No tengo ni idea.
– Yo tampoco.
– A veces -dije- puedes tener demasiados testigos. Unas pocas docenas de personas vieron cómo le disparaban al rabino Meir Kahane en una calle de Nueva York, y después de que los abogados de la defensa les hubieran interrogado, no había dos personas que hubiesen visto lo mismo y el desconcertado jurado permitió que el asesino quedase libre. Y también tienes el asesinato de JFK -añadí.