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En esas descripciones no parecía haber mucho lugar para la interpretación.

Y ahora era el turno de la película de la CIA. Dejé el vaso de whisky y observé atentamente la descripción animada, narrada por un tío cuyo tono de voz resultaba tan molesto como el pedante guión.

Primero se veía un gráfico del interior del depósito de combustible central vacío, mostrando un poco de residuo de combustible entre las placas del fondo del tanque. A continuación, el narrador mencionaba los gases del combustible, luego se veía una chispa que procedía de alguna parte en el interior del depósito. Luego la explosión.

Esa explosión destrozó la parte izquierda del depósito central y encendió el combustible alojado en el tanque del ala izquierda, provocando una gran explosión, exhibida como si fuese un big bang de dibujos animados.

El narrador explicó que el impacto de la explosión había provocado que la sección del morro del avión se «desprendiese» y cayera al mar.

Pero entonces, el narrador y la animación intentaron explicar lo que habían visto los testigos, aunque el narrador no decía que hubo alrededor de doscientos testigos.

Si había seguido correctamente esa animación y su correspondiente narración, la CIA estaba diciendo que los doscientos testigos no habían reparado en el avión antes de la explosión; lo que desvió su atención hacia el avión fue el resplandor de la primera explosión y/o la segunda y más potente explosión. O, en algunos casos, fue el sonido de las explosiones lo que llegó hasta ellos treinta o cuarenta segundos más tarde. Luego, cuando alzaron la vista hacia el cielo, vieron dos cosas: el avión en llamas que ascendía antes de precipitarse hacia el mar, y/o los chorros de combustible ardiendo, que podrían haberse reflejado en las aguas tranquilas del océano. En otras palabras, todos los que vieron esa secuencia la entendieron en orden inverso a como sucedió.

Unos cuantos testigos volvieron a aparecer en pantalla y el primero de ellos preguntó: «¿Cómo es posible que un avión que asciende de cinco mil a seis mil metros de altura parezca un misil de alta velocidad que surge del agua?»

Un tío que había sido miembro de la Guardia Nacional Aérea dijo: «La estela de luz que vi tardó tres, cuatro, cinco segundos en ascender cinco mil metros. Llevaba una velocidad supersónica.» Otro tío, al que reconocí de la conferencia de prensa ofrecida por la FIRO por televisión hacía tres noches, era entrevistado delante de su casa en Long Island, lugar donde se encontraba cuando vio el incidente. Dijo: «La animación no tiene nada que ver con lo que vi. No se parece en nada.» Una mujer a la que entrevistaban en el puente donde se encontraba esa noche decía: «Vi el chorro de combustible ardiendo que caía al mar, pero eso fue después de ver la estela de luz que ascendía.» Volví a pensar en las palabras del capitán Spruck. «Esto es arriba. ¿Verdad?» Pulsé el botón de «stop». Me recliné en mi sillón y pensé.

La animación de la CIA planteaba más preguntas de las que contestaba, se deshacía ante la lógica más elemental y contradecía mediante dibujos animados lo que la gente juraba haber visto. A veces, cuanto menos se diga y menos se muestre, mejor para todos. Yo podría haberme tragado la conclusión del fallo mecánico -a pesar de los testimonios de los testigos- si no fuese por esa animación gratuita de la CIA.

Pulsé el botón de «play» y la cinta continuó.

En ese momento, Kate entró en la sala de estar, llevando sólo un camisón corto, sin mangas.

– Ven a la cama, John.

– No estoy cansado.

Kate acercó un pequeño puf para apoyar los pies, se sentó a mi lado y me cogió la mano. Contemplamos juntos las imágenes de los últimos minutos de la cinta.

La conclusión final de ese pseudodocumental no estaba totalmente clara y terminaba con preguntas, dejando abierta la posibilidad de una segunda parte.

Apagué el aparato de vídeo y permanecimos sentados en la habitación oscura y silenciosa, muy por encima de las calles de Nueva York.

– ¿Qué piensas? -me preguntó Kate.

– Creo que esta cinta es un cuarenta por ciento inexacta y un cuarenta por ciento manipuladora -dije-. Como una película de Oliver Stone.

– ¿Y el resto? -preguntó Kate.

– Sólo el porcentaje suficiente de verdad para que te hagas algunas preguntas. ¿Qué sabes de esa embarcación que se perdió en la noche? -pregunté.

– Eso es real -contestó Kate-. Unos cuantos datos de radar indiscutibles describen una embarcación que se aleja a gran velocidad del lugar del accidente justo después de haberse producido la explosión. La mayoría de las embarcaciones privadas que se encontraban en la zona se dirigieron hacia el lugar donde había caído el avión para ver si podían servir de ayuda. Los barcos militares permanecieron en sus posiciones hasta que recibieron la orden de dirigirse al lugar del accidente. La Guardia Costera y el FBI hicieron un llamamiento público para que todos los capitanes de barco que se encontrasen en la zona aquella noche informaran de sus posiciones y describiesen lo que habían visto. Todos lo hicieron, excepto esa embarcación.

– De modo que ésa es la embarcación desde la que aparentemente se lanzó el misil -dije.

– Ésa es la teoría -dijo Kate.

– Quizá la gente que se encontraba en esa embarcación estaba entregada a lo mismo que la pareja de la playa y por esa razón se alejaron a toda pastilla de esa zona -dije-. Estoy seguro de que, aquella noche de verano, había muchos hombres y mujeres en ese lugar que se suponía que no debían estar juntos.

– O sea que lo que estás diciendo es que el único misil guiado por calor que había en esa embarcación desaparecida estaba entre las piernas de algún tío.

– Sí, suena a algo que yo mismo podría haber dicho.

Kate sonrió.

– En realidad, no eres la primera persona a quien se le ocurrió esa idea. ¿Qué piensas de la animación de la CIA?

– Parece que hay algo que no encaja -dije.

Kate asintió y luego me informó:

– ¿Sabes?, no todos los testigos describieron la misma escena. Algunos vieron dos estelas de luz aquella noche. Muchos de ellos vieron que la estela de luz ascendía a mayor altura que el avión, luego describía un arco descendente antes de impactar contra el avión, desde arriba. Otros afirman que la estela surgió directamente desde el agua y alcanzó el avión por su parte inferior. La mayoría de las personas describen dos explosiones: la explosión inicial más pequeña, seguida de la enorme bola de fuego. Pero algunas personas describen tres o cuatro explosiones. Otras afirman haber visto caer la sección del morro, pero la mayoría no. Algunas personas dicen que el avión pareció detenerse en mitad del vuelo después de la primera explosión, un dato confirmado por el radar, pero la mayoría de la gente describe una caída libre al océano mientras que otros describen un descenso del avión girando sobre las alas. En otras palabras, no todos los testigos coinciden en todos los detalles.

– Por eso no entiendo cómo pudo realizar la CIA una animación especulativa basada en testimonios tan contradictorios -dije-. Necesitas al menos una docena de animaciones diferentes para explicar todos los distintos testimonios.

– Creo que la CIA comenzó con una premisa: la conclusión oficial, que no incluía ningún misil -contestó Kate-. Luego justificaron esa conclusión conforme a lo que algunos expertos en aviación dicen que pudo o debió de haber ocurrido. Las descripciones ofrecidas por los testigos eran irrelevantes para la CIA. Ellos se limitaron a decirles: «Esto es lo que ustedes vieron.»

– Correcto. En esta cinta aparece una persona que dijo que los testigos nunca fueron llamados a declarar en ninguna de las audiencias públicas y oficiales. ¿Es eso cierto? -pregunté.