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– Gracias. Sé que esto debe de ser muy embarazoso para usted, y le preguntaré porosa clase de detalles sólo si es necesario.

Ella asintió y luego dijo:

– Hace cinco años fue muy problemático responder a estas preguntas, y describir toda la situación, pero ahora ya lo he superado. Es casi como si no hubiese sucedido nunca, o le hubiera pasado a otra persona.

– Lo entiendo. Muy bien, entonces después de que el avión explotara, ¿qué hicieron?

– Regresamos corriendo a las dunas, donde habíamos dejado nuestras cosas.

– ¿Por qué?

– Porque sabíamos que la explosión traería a un montón de gente a la playa, o a Dune Road… estábamos desnudos, de modo que corrimos hacia las dunas, nos vestimos, cogimos la cámara y el trípode y nos metimos en el coche.

– El Ford Explorer de Bud.

– Sí. -Ella pareció pensar un momento y luego dijo-: Al pensar retrospectivamente en todo aquello, si sólo hubiésemos dedicado unos minutos a recoger la manta, la nevera y todo eso… y no nos dimos cuenta de que habíamos dejado el cubreobjetivo sobre la manta… en realidad sólo pensábamos en largarnos de aquel lugar sin perder un segundo.

– Estoy seguro -dije-. Bud ha pensado mucho acerca de eso desde entonces.

Ella sonrió y asintió.

Aparentemente, el hecho de que yo hiciera comentarios desfavorables sobre Bud hacía feliz a Jill, de modo que añadí:

– También podría haber dejado su tarjeta sobre aquella manta.

Ella se echó a reír.

Y lo que era más importante, no tenía que dividir para vencer; Jill y Bud ya estaban divididos, y no había ninguna lealtad que debiera preocuparme, lo que facilitaba mi trabajo.

– ¿Cuáles eran sus pensamientos cuando miró a través del visor y descubrió que habían grabado todo lo que habían visto en la playa? -le pregunté.

Ella pareció pensarlo un momento y luego dijo:

– Bien, yo estaba aturdida al ver… al ver todo aquello en la cinta. Luego… sé que esto puede parecer extraño, quise que regresáramos para ver si podíamos ayudar…

– ¿Usted estaba completamente segura de que había visto la explosión de un avión en el cielo?

– Sí… no completamente, pero quería regresar a la playa, pero Bud se negó. Luego, cuando estaba viendo la cinta a través del visor de la cámara, le dije que eso era una prueba, y que alguien, refiriéndome a las autoridades, tenía que verla. Y él dijo que no. Nadie tenía que vernos haciendo el amor en una cinta de vídeo. Quería que yo la borrase, pero acordamos verla en el televisor de la habitación y luego decidir qué hacer.

– Muy bien. De modo que regresaron a la habitación del hotel.

– Sí. Y vimos la cinta…

– ¿Desde la cámara de vídeo, a través del reproductor?

– Sí. Habíamos llevado con nosotros el cable de conexión para hacerlo… para más tarde, cuando regresáramos a la habitación después de haber estado en la playa… de modo que pasamos la cinta y los dos pudimos verlo todo claramente en la pantalla del televisor, con el sonido…

– ¿Y vieron nuevamente esa estela de luz?

– Sí. Y nos vimos a nosotros mismos en la playa, contemplando esa estela de luz mientras ascendía en el aire… luego la explosión… y nos levantamos de un brinco y vimos esa enorme bola de fuego que seguía ascendiendo en el cielo, después la bola de fuego y los trozos comenzaron a caer al mar… luego oímos la explosión, y nos volvimos hacia la cámara y echamos a correr de regreso hacia la duna. En la pantalla del televisor, en el fondo de la imagen, vimos lo que no habíamos podido ver mientras corríamos de espaldas al mar… las llamas extendiéndose sobre el mar… -Volvió a cerrar los ojos y permaneció inmóvil. Con los ojos todavía cerrados, añadió-: Se puede ver a Bud corriendo directamente hacia la cámara, luego la imagen hace un barrido por toda la playa… -Abrió los ojos y forzó una sonrisa antes de continuar-. Bud estaba tan asustado que nunca apagó la cámara mientras corría hacia el coche y lanzaba la cámara y el trípode en el asiento trasero. En la cinta se nos puede oír perfectamente y se nos ve muy asustados.

– O sea, que la cámara seguía funcionando en el asiento trasero del Explorer de Bud.

– Sí.

– ¿Y grabó la conversación?

– Sí. Fue en ese momento cuando yo traté de convencer a Bud de que debíamos regresar para ver si podíamos ayudar… A veces desearía no haber borrado la cinta.

– Yo también.

Jugué con el envoltorio de la tirita y nos miramos durante unos segundos.

– Entonces miraron la cinta en el televisor de la habitación y luego la borlaron.

Ella asintió y dijo:

– Bud me convenció de que debíamos hacerlo… y tenía razón… que docenas de personas habían visto eso… habían visto el cohete, y la explosión… y que nuestra cinta no era necesaria como prueba… entonces ¿por qué deberíamos entregarles la cinta a las autoridades? -Y añadió-: Es muy explícita. Quiero decir, aunque no hubiésemos estado casados y teniendo una aventura… aunque fuésemos solteros, o estuviésemos casados entre nosotros… ¿por qué tenía que ver alguien esa cinta? ¿Usted qué hubiera hecho? -me preguntó.

Sabía que me haría esa pregunta, y le dije:

– No la hubiese borrado aquella misma noche. Habría esperado, lo hubiera discutido con mi compañera, habría examinado mi propio matrimonio y preguntado por qué estaba metido en aquella aventura amorosa, y hubiese seguido la investigación para ver si mi cinta podía constituir una prueba crítica en un crimen horrendo. Y luego hubiese tomado una decisión.

Jill Winslow permaneció sentada y mirando a través del ventanal, luego sacó un pañuelo de papel del bolsillo de la bata y dijo:

– Eso era lo que yo quería hacer. -Me miró y agregó-: Realmente quería hacerlo… toda esa gente… Dios mío… y seguí la investigación y cientos de personas se presentaron diciendo que habían visto una estela de luz, y todo el mundo pensó que había sido un ataque con un misil… luego… comenzó a cambiar.

– En ese punto, cuando se declaró oficialmente que había sido un accidente, un fallo mecánico, ¿habría entregado la cinta si la hubiese tenido?

Ella se miró las manos, que estaban desgarrando el pañuelo de papel, y contestó:

– No lo sé. Espero que sí.

– Yo creo que usted lo habría hecho.

No contestó.

Dejé pasar unos segundos, luego le pregunté:

– ¿De quién era la cámara?

– Mía. ¿Por qué? -preguntó.

– ¿Estaba familiarizada en esa época con la tecnología audiovisual?

– Entendía las características básicas.

– ¿Y qué me dice de Bud?

– Le enseñé a usar mi cámara. ¿Por qué lo pregunta?

– Bueno, el informe que tengo dice que Bud destruyó físicamente la cinta. ¿Es eso cierto?

– ¿Qué quiere decir?

– Cuando se marcharon del hotel, usted detuvo el coche en el arcén de la carretera y Bud se bajó y destruyó la cinta quemándola.

Ella negó con la cabeza.

– No. Bud la borró en la habitación del hotel. Eso fue lo que les dije a los agentes del FBI y eso fue lo que Bud también les dijo. Nadie dijo nada de que hubiéramos destruido la cinta.

Bueno, alguien lo hizo. El señor Nash, para ser más precisos.

– ¿Les pidió el FBI a usted o a Bud esa cinta borrada? -le pregunté.

– Sí. Ellos me la pidieron y yo se la entregué. -Me miró y añadió-: Más tarde supe que una cinta de vídeo magnética que ha sido borrada puede ser… las imágenes pueden recuperarse de alguna manera… No sé si pudieron hacerlo… Quiero decir, probablemente no lo hicieron, porque si lo hubieran hecho, entonces habrían visto lo mismo que vimos Bud y yo… y hubiesen llegado a una conclusión distinta… -Me miró-. ¿Sabe usted si consiguieron recuperar la cinta?

– No, no lo sé. -En realidad, lo sabía. No había ninguna duda de que el laboratorio del FBI podía recuperar las imágenes de una cinta magnética que alguien pensó que estaban borradas para siempre, suponiendo que no se hubiese grabado otra cosa encima de ella. Le pregunté-: ¿La cinta estaba en blanco cuando se la entregó al FBI?