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— De hecho — interrumpió uno de los científicos presentes que desconocía el protocolo a que se atenían las reuniones como ésa —, el asunto de los OVNIS ha puesto escollos en una labor seria de búsqueda de inteligencia extraterrestre.

La Presidenta suspiró.

— ¿Alguno de los aquí presentes piensan que los OVNIS tienen algo que ver con esta señal que nos llega de Vega? — Der Heer se miraba las uñas. Nadie contestó.

— De todas maneras — continuó la Presidenta —, se va a oír el clamor de muchos apasionados de los OVNIS. Marvin, ¿por qué no sigue usted?

— En 1936, señora, una señal de televisión muy débil transmite la ceremonia de inauguración de las Olimpíadas a un puñado de receptores ubicados en la zona de Berlín.

El objetivo es demostrar el progreso y la superioridad de la tecnología alemana. Hubo algunas transmisiones anteriores, pero todas de muy baja potencia. En realidad, nosotros lo conseguimos antes que ellos. El secretario de Comercio Herbert Hoover realizó una breve aparición ante las cámaras el… 27 de abril de 1927. Lo concreto es que la señal alemana se aleja de la Tierra a la velocidad de la luz, y veintiséis años después llega a Vega. Ellos — quienesquiera que sean — estudian unos años la señal y nos la devuelven notablemente amplificada. La capacidad que tienen de recibir una señal tan débil es impresionante, pero también lo es la capacidad de hacerla regresar en niveles tan altos de potencia. Por cierto que todo esto trae aparejadas muchas cuestiones de seguridad. Los expertos en seguridad electrónica, por ejemplo, desearían saber cómo se hace para detectar señales tan tenues. Esa gente — o lo que fueren —, los habitantes de Vega, seguramente están más adelantados que nosotros, quizás algunas décadas, o mucho más tal vez.

«No nos suministran información alguna respecto de ellos mismos, salvo que en ciertas frecuencias, la señal transmitida no evidencia el efecto de Doppler por el movimiento de su planeta alrededor de su estrella. Nos han simplificado el paso de reducción de datos.

Son… serviciales. Hasta ahora, nada hemos recibido que tenga que ver con asuntos militares ni con ningún otro interés. Lo único que nos dicen es que poseen grandes conocimientos de radioastronomía, que les gustan los números primos, que son capaces de devolvernos nuestra primera imagen televisiva. No creo que haya riesgo alguno en que otras naciones lo sepan. Además, no hay que olvidarse de todos esos países que están recibiendo la misma transmisión de Hitler, una y otra vez. Todavía no han descubierto la manera de descifrarla. Tarde o temprano, los rusos, los alemanes o cualquiera va a plantearse esto de modular la polarización. Mi impresión personal, señora, no sé si el secretario de Estado concuerda conmigo, es que convendría dar a conocer la información al mundo antes de que nos acusen de pretender ocultarla. Si la situación se mantiene sin variantes, si no se producen grandes cambios, deberíamos hacer un anuncio público, e incluso dar a conocer esa filmación de tres minutos.

«Dicho sea de paso, no hemos podido encontrar en los registros germanos qué era lo que incluía esa televisación original. No podemos descartar que los veganos no hayan modificado en algo el contenido antes de devolvérnosla. Reconocemos perfectamente a Hitler, y la parte del estadio olímpico que se ve, coincide con el Berlín de 1936. Sin embargo, no hay forma de constatar si realmente Hitler se estaba rascando el bigote en vez de sonreír, como aparece en esta transmisión.

Ellie llegó algo jadeante, acompañada por Valerian. Trataron de situarse al fondo, contra la pared, pero Der Heer advirtió su presencia y se lo comunicó a la Presidenta.

— Doctora Arrow… way, me alegro de que haya podido llegar. Ante todo permítame felicitarla por el fantástico descubrimiento. Espléndido. Doctora, tenemos entendido que trae usted novedades. ¿Quiere informarnos al respecto?

— Señora Presidenta, perdóneme la tardanza, pero hemos obtenido un enorme logro en el plano cósmico. Nosotros… Es… Trataré de explicarlo de esta manera: hace miles de años cuando había escasa provisión de pergamino, la gente escribía una y otra vez sobre viejos pergaminos, produciendo lo que se llama un palimpsesto. Había escritos debajo de cada cosa escrita. Esta señal de Vega es, por supuesto, muy potente. Como usted sabe, están los números primos, y «debajo» de ellos, en lo que se denomina polarización modulada, este insólito asunto de Hitler. Sin embargo, debajo de la secuencia de números primos y debajo de la transmisión de los Juegos Olímpicos, acabamos de descubrir un mensaje increíblemente rico, o al menos suponemos que se trata de un mensaje.

Pensamos que ha estado allí todo el tiempo, pero acabamos de detectarlo. Si bien es más débil que la señal del anuncio me da vergüenza admitir que no lo habíamos descubierto antes.

— ¿Qué es lo que dice? — preguntó la Presidenta —. ¿De qué se trata?

— No tenemos ni la menor idea, señora. Algunos de los científicos del proyecto Argos se toparon con él esta mañana, hora de Washington. Hemos trabajado en esto toda la noche.

— ¿Utilizando un teléfono abierto? — quiso saber Kitz.