Выбрать главу

– Parece que falta todavía mucho, ¿no cree? -dijo con malicia Chick Counterfly.

– Bueno, supongo que podría aceptar venderla a los quince años -siguió Merle, guiñándole un ojo a Lindsay Noseworth, que ni res_piraba de indignación-, pero entonces tendréis que pagar en oro y venir a recogerla por vuestra cuenta… Y ahora, ¿os importaría que os hiciera una fotografía a todos delante de esa hélice de Trouvé de ahí?

Los chicos, siempre fascinados por las ciencias modernas, entre ellas la fotografía, accedieron con gusto. Chevrolette se las ingenió para apaciguar incluso a Lindsay pidiéndole prestado su sombrero de paja, que sostuvo coquetamente delante de sus caras, como si ocultara un beso furtivo, mientras el juguetón Darby Suckling, sin cuyas anima____________________que de celos.ca que pretendía transmitir su cándido concepto de lo que era un atadas «payasadas» ninguna foto de grupo podía considerarse completa, amenazaba a la pareja con un bate de béisbol y una expresión cómi

Llegó la hora de comer y, con ella, el anuncio de Lindsay de que el permiso era inminente.

– ¡Hurra! -exclamó Chick Counterfly-. El bueno de Suckling y yo, la sección de permiso de estribor, nos pasaremos por la Avenida Plaisance, para echar un vistazo al Pequeño Egipto y a esa exposición polinesia y, si tenemos tiempo, también a algunas de esas Amazonas africanas…; oh, no te preocupes, chaval, si no entiendes algo, me lo preguntas.

– Vamos, chicos -Chevrolette McAdoo les hacía señas con un ci__mantes falsos-, ahora tengo que ir a trabajar, así que también puedo franquearos la entrada a los camerinos de los Mares del Sur.garrillo al que le había puesto una boquilla con incrustaciones de dia

– Uy, uy. -La nariz de Darby empezó a moquear.

– ¿Sucklinggg? -gritó Lindsay, en vano.

Multitudes de aeronautas con atuendos coloristas se habían inter__do, y en el magnífico aeródromo improvisado bullían distracciones y encuentros casuales…puesto entre ellos a medida que las naves iban llegando y despegan

Es más, acababa de llegar, a bordo de un majestuoso aparato se____________________ma cilíndrica delataban, con tanta elocuencia como su peculiar estilo pasado de moda, una larga y aventurera vida.gustiosamente empeñado durante el descenso de la nave en mantener sobre la cabeza una chistera cuyas abolladuras, muescas e irregular fortor de los chicos, el Profesor Heino Vandeijuice, de la Universidad de Yale, con una expresión de terror apenas disimulada en sus rasgos, anmirrígido de diseño italiano, nada menos que el antiguo amigo y men

– ¡Bolsas de gas galopantes, era capital que os viera otra vez, ami_gos! -los saludó el Profesor-. Lo último que sé es que no os fueron bien las cosas en Nueva Orleans, seguro que por llevar encima más caimanes a l'étouffée de los que el viejo Inconvenience podía cargar.

– Oh, puede que pasáramos un par de horas malas -admitió Ran__ganos, Profesor, ¿cómo va su trabajo? ¿Qué maravillas han emergido últimamente del Laboratorio Sloane?dolph, con una expresión facial que delataba recuerdos gástricos-. Dí

– Bien, el Profesor Gibbs tiene un estudiante cuyo trabajo merece la pena seguir, el joven De Forest, un verdadero mago de la electrici____________________ca llega.les de Indianápolis, esperando algún transporte interurbano que nuntaría presentaros a Re Ipso, sin quien yo estaría todavía en los arrabadad…, junto con un visitante japonés, el señor Kimura…, pero, a ver, ¿dónde pueden un pedagogo hambriento y su piloto degustar por aquí cerca un par de esos famosos bistecs de Chicago? Chicos, me gus

»Sólo os he echado en falta una vez, chicos, allá, en aquel lío de Jartum -les informó el genial aeronauta-, cuando intentaba salir de la ciudad un par de pasos por delante del ejército del Mahdi y os vi na__do, pero no me quedó más remedio que saltar al río y esperar a que amainase la tormenta.vegando por encima; no sabéis cuánto me hubiera gustado estar a bor

– Pues lo que pasó -rememoró Lindsay, el Historiador de la Uni____________________dable.juba, en medio de un desagradable caos, en lugar de descender en Alejandría, donde contábamos con pasar unas semanas de asueto educativo en una atmósfera, no hace falta mencionarlo, más saludad- fue que cogimos un viento contrario y fuimos a parar al Trans

– Vaya, ¡que me parta un rayo -exclamó el Profesor- si no es Mer_le Rideout en persona!

– Siempre tramando algo -dijo radiante Merle.

– Veo que no hacen falta presentaciones -observó Lindsay.

– Qué va, somos cómplices en el delito, desde los viejos tiempos en Connecticut, mucho antes de que aparecierais, chicos. Yo le hacía algunos trabajillos de vez en cuando. ¿No os parece que uno de voso_tros podría sacarnos una foto juntos?

– ¡Faltaría más! -se ofreció Miles.

Fueron a comer a un restaurante de carne cercano. Aunque los encuentros con el Profesor eran siempre amenos y agradables, en esta ocasión había algo distinto, como una intranquilidad otoñal latente bajo la calidez de la celebración, que causó punzadas psicogástricas a Randolph, quien sabía por experiencia que no podía pasarlas por alto sin correr un gran riesgo.

Habiendo asistido en varias ocasiones útiles simposios para co____________________ban lo lacónico, y en cuanto el pastelracterizado por la bonhomía, los comentarios de Vanderjuice durante la comida eran cada vez más parcos, peor aún, a veces casi bordeamandantes de aeronaves sobre técnicas para evitar que se les notara la irritación, Randolph detectó que la mente del Profesor era presa de alguna inquietud. En una curiosa desviación de su habitual «estilo», ca a la mode hizo acto de presencia, pidió la cuenta.

– Lo siento, chicos -dijo con el ceño fruncido y haciendo grandes aspavientos para sacar y consultar su anticuado reloj ferroviario-; me encantaría quedarme y charlar un poco más, pero tengo unos asuntillos pendientes.

Se levantó de golpe, como hizo Re Ipso, que se encogió de hom____________________clinando el ala de un sombrero inexistente.llete y exigir máxima velocidad, y así se fueron y llegaron a Palmer House, donde el funcionario sentado tras el mostrador los saludó indolph al oído: «No le quitaré ojo», y siguió al eminente sabio de Yale; éste, una vez fuera, se apresuró a llamar a un carruaje, enseñar un bibros en un gesto de complicidad con los muchachos, le susurró a Ran

– Suite del ático, Profesor. Suba en aquel ascensor, sólo hace una parada. Le están esperando. -Si hubo un matiz de desdén irónico en su voz, el Profesor Vanderjuice estaba demasiado preocupado para per_cibirlo.

A Re Ipso pronto le quedó claro que su amigo había venido a la ciudad para sellar un trato con fuerzas que, sin temor a exagerar, po__contraron pesadas cortinas corridas contra la festiva ciudad, lámparas dispersas en una penumbra perpetua de humo de tabaco, sin flores ni plantas en macetas, y un silencio puntuado muy esporádicamente por palabras que, además, eran pronunciadas casi siempre por teléfono.drían describirse como maléficas. En la suite del piso superior, en

Difícilmente habría esperado nadie que un magnate tan conocido como Scarsdale Vibe no asistiera a la Exposición Universal Colombi____________________mo día, horas antes, Vibe se había apeado de su tren privado, elciales, daba la casualidad de que la Feria de Chicago también ofrecía una inmensa marea de anonimato, un lugar donde uno podía reunirse y hacer negocios sin que tuviera necesariamente que ser visto. Ese misna. Más allá del obvio atractivo de sus miles de posibilidades comer Juggernaut, en un andén de la Union Station reservado para él, tras ha____________________llo. La anciana se inclinó, se balanceó y se vino abajo como un árbol.dado como por una fuerza sobrenatural al majestuoso establecimiento diseñado por State, Monroe y Wabash. Cuando cruzaba el vestíbulo, una anciana, vestida respetablemente pero sin ostentación, se acercó a él gritando: «¡Si yo hubiera sido tu madre, te habría estrangulado en la cuna!». Con parsimonia, Scarsdale Vibe asintió con la cabeza, levantó su bastón de aire comprimido de ébano, lo amartilló y apretó el gatiderle. Un vehículo blindado y motorizado le esperaba, y fue traslasaba una bala de pequeño calibre hacia cualquiera que pudiera ofenfera de oro y plata engastada que representaba un globo del mundo preciso y detallado, y en cuya vara se ocultaban un muelle, un pistón y un dispositivo cilíndrico para comprimir una carga de aire que propulber salido la noche anterior de la Grand Central Station en Nueva York. Como siempre, iba disfrazado, acompañado de guardaespaldas y secretarias. Llevaba un bastón de ébano, cuya empuñadura era una es