– Chico -dijo Bob sin que se viera moverse ninguno de sus dos labios-, ¿te acuerdas de aquel pequeño artilugio tuyo que admiré an_tes? ¿No lo tendrás a mano por casualidad? Porque es posible que pronto necesite tu colaboración, para guardarme las espaldas quiero decir, ya que esto está empezando a escocerme mucho, ¿me sigues?
– Entiendo un poco de su jerga -se ofreció Merle.
– ¿Sabes decir: «Voy a mataros a todos vosotros, cabronazos, uno por uno, sólo para asegurarme de que no me equivoco», o algo por el estilo?
– A ver, umm… Sumimasen, muchachos, ¡éste es Bobusan desu! -To__sela-.dos hicieron una reverencia a Bob, que a punto estuvo de devolvér Gonnusuringaa -añadió Merle-, mottomo abunai desu!
– Aa!
– Anna koto!
De repente, los flashes de magnesio estallaron por todas partes, y de cada uno surgió una columna de espeso humo blanco cuyo ascen____________________bles chocaban con otros clientes, que se sentían obligados a devolver el golpe, y con sumo interés. La perada combinación de brillo y opacidad se extendió rápidamente por todos los rincones del salón. Los que huían sin tropezar con los mueso ordenadamente cilíndrico se vio alterado por las tentativas de los clientes, presas de cierto pánico, de buscar la salida, mientras la inesirritación se generalizó. Los objetos sólidos no tardaron en volar a través de la invisibilidad fluorescente, y a toda velocidad, acompañados de blasfemias cruzadas desde todos la_dos, buena parte en japonés.
Frank decidió agacharse junto al extremo de la barra hasta que el aire se despejara. Mantenía un oído atento por si Bob le decía algo, pero en medio de aquel alboroto no estaba seguro de que pudiera re____________________magoría, vio que ya no era capaz de orientarse.lía olvidar. Incluso Frank, por lo general inmune a cualquier fantastallas de la Rebelión, creían oír en estas detonaciones más moderadas de pólvora de flash los cañonazos de antiguas campañas que más vado una de las más frecuentes la de un vasto paisaje barrido por una bruma irreductible. Era posible creer que uno había sido lanzado, tras la rápida cascada de flashes, a una geografía distinta donde criaturas desconocidas se revolcaban y aullaban aterrorizadas en la oscuridad. Los clientes más viejos, en cuyos corazones todavía resonaban las baconocer ninguna voz. La pérdida de claridad y de escala en el local estaba causando que muchos tuvieran extrañas ilusiones ópticas, sien
Cuando por fin el humo se disipó lo suficiente para ver, Frank distinguió a Merle Rideout conversando con uno de los miembros de la delegación comercial japonesa.
– Por aquí -decía el visitante-, el Oeste Americano… ¡es un terri_torio espiritual! ¡En el que buscamos estudiar los secretos de su… alma nacional!
– Ja! Ja! -Merle se palmeó la rodilla-. Menudos sois, lo juro. ¿Qué «alma nacional»? Si no tenemos ninguna «alma nacional». Si te crees otra cosa, es que estás tragándote piritas, hermano.
– Sí tienen: es una hoja afilada de acero, matemáticamente sin an__lió majestuosamente.chura, más letal que cualquier katana, enfundada en la precisión de la cara americana, donde se desconoce la misericordia, contra la que el Cielo ha sellado sus fronteras. ¡No finja que no lo sabe! ¡Y no me haga perder el tiempo! -Con una mirada de rabia, se unió a los suyos y sa
Frank le señaló con la cabeza.
– Parece alterado. ¿No cree que podría tomárselo a mal…?
– No es probable -dijo Merle-, si parece un repartidor de lavan____________________tro amigo. Y no es que no demuestren también un interés superior al de cualquier delegación comercial media por las actividades en Little Hellkite, sobre todo las químicas, o las del día de la fundición del oro en lingotes.mo omnipotente Zar de Rusia. Y no se equivoque, no lo tragan. Lo que los convierte en objetivo profesional de gran interés para nuespetua contra el Zar. Y resulta que tenemos una multitud antizarista entre nosotros, en pleno condado de San Miguel, donde les llamamos los «finlandeses». El que gobierna su Finlandia natal ahora es ese misteniendo a los estudiantes rusos que residen en ellas en rebelión pernacional Barón Akashi, que es lo que denominan un «agregado militar itinerante»: hace circuitos por las diferentes capitales de Europa, mandería, ¿verdad? Lo cierto es que es un secuaz del famoso espía inter
– ¿No estarán planeando dar un golpe?
– Es más probable que se trate de lo que llaman «espionaje indus_trial». Parece que lo que andan buscando es mi método de amalgama__diera responder «claro».ción. Aunque puede que eso sólo sea una tapadera, ¿verdad? -Se quitó el sombrero, marcó el pliegue de la copa y volvió a ponérselo-. Bien, ¿nos vemos mañana en la mina? -Y se marchó antes de que Frank pu
Lentamente, había empezado a remitir el caos. Cristales rotos, ma__se los ojos y sonándose las narices en las mangas, los bebedores y deras astilladas y el contenido de las escupideras volcado molestaban por todas partes, mientras los jugadores se arrastraban entre los restos intentando recomponer las barajas. Palpándose las heridas, enjugándoju____________________do Zack se acercó ágilmente a él esbozando una mueca inquisitiva.tonas. Los visitantes japoneses se habían desvanecido, y dentro del Cosmopolitan, Dieter había reanudado el trabajo detrás de la barra como si nada hubiera sucedido. Frank se puso de pie con cautela y estaba a punto de comprobar qué botellas habían sobrevivido cuanplaban la escena en parejas y tríos, riéndose entre dientes como bealidas tanto de prostíbulos como de salones a la orilla del río, contemgadores salían tambaleándose a la calle, donde los caballos alquilados ya se habían desenganchado habilidosamente, solos, y se dirigían de vuelta al establo, suspirando de vez en cuando. Damas espabiladas, sa
– Vaya, hombre, viejo amigo, pídete lo que quieras. No habrás vis_to a Bob por ahí, ¿verdad?
– Mi whisky Squirrel con zarzaparrilla de siempre, Dieter, y sí, jo____________________timo quizá no lo entendí bien.ver a Baggs, en Wyoming, y empezar una nueva vida, aunque esto úlven y diría que breve amigo, la última vez que vi a tu pendenciero compañero se dirigía hacia Bear Creek chillando algo acerca de vol
– Pues como el resto de la velada -sugirió Frank.
– A la mierda -Zack buscó una servilleta para secarse el labio-, esto no ha sido más que un amable té social. Pero mira, en el verano del 89, el día que Butch y su banda irrumpieron cabalgando…
A la mañana siguiente, en la cuadra de caballos de alquiler Rodgers Brothers', Frank se encontró con más jinetes sin caballo de los que había visto jamás, salvo en el centro de Denver a la hora de comer; se empujaban unos a otros intentando conseguir algo que él no alcanzó a ver en un primer momento, se gruñían ominosamente y, allá don____________________sultos de otros empleados, que intentaban seguir de cerca cuanto sucedía desde detrás de un largo mostrador que había en el interior. El sol estaba ya muy por encima de los picos cuando Frank consiguió una montura, un pinto indio llamadomularios de alquiler para que los firmaran, se embolsaban propinas, controlaban lo que pretendía ser una cola y hacían caso omiso a los inros viejos y nuevos. Del corral no paraban de salir chicos con caballos ya ensillados y embridados, que después repartían copias de largos forde tenían sitio, paseaban nerviosos arriba y abajo, dando caladas a pu Mescalero de mirada maliciosa, y empezó su ascenso a la mina de Little Hellkite por Fir Street, donde se cruzó con Ellmore Disco, que bajaba hacia la tienda en un precio_so carruaje ligero de dos ruedas, asentado sobre muelles Timken.
– Una noche divertida en el Cosmopolitan, según me han dicho.
– Fui con Bob Meldrum, pero lo perdí en medio de la confusión.