– De esas cosas, una chica habla con su madre -le contó a Frank-, si es que su madre está cerca y no perdida entre millones de personas en una gran ciudad tan remota que bien podría caer en otro planeta. Una razón más para que me vaya y la busque, cuanto antes mejor, por no mencionar que a Merle ya no parece que le haga mucha gracia ver__tes más atractivos del mundo, y además necesito un cambio. A ver…, me parece que había algo más pero se me ha olvidado.me por aquí, y que los mineros no son precisamente los pretendien
– Espero que no creas que eres responsable de él.
– Pues claro que sí. A veces es como si fuera mi hijo.
Frank asintió.
– A eso se le llama emanciparse. Es una de esas cosas que a todo el mundo le toca hacer en un momento u otro.
– Gracias, Fred.
– Frank.
– ¡Te he engañado otra vez! Me debes una cerveza.
La «habitación libre» en el Silver Orchid resultó ser un hueco en_tre dos paredes, en la parte de atrás, al que se llegaba a través de una chimenea falsa. Había espacio para Frank y un cigarrillo, si lo partía por la mitad. Había pagado la habitación del Sheridan para otra noche, pero decidió que más vaha renunciar a que le devolvieran el dinero.
La clientela entraba y salía ruidosamente. Las chicas se reían dema__cluso para el oído de Frank, estaba chillonamente desafinado. Frank se estiró entre las paredes con el abrigo enrollado a modo de almohada y se sumió en el sueño. A eso de medianoche le despertó Merle Rideout dando porrazos en la pared.siado y sin alegría. Se rompían cristales con frecuencia. El piano, in
– He recogido tus cosas en el hotel. Ha sido una suerte que no fue__dos. Si tienes un momento, acompáñame, quiero enseñarte algo.ras. Bob Meldrum no paraba de entrar y salir poniendo nerviosos a to
Condujo fuera a Frank, bajo el cono frío e imponderable de una bombilla eléctrica en lo alto de un poste, y caminaron entre las voces asalvajadas de las cuadras, mientras se oía un tiroteo en la otra punta de Pacific Street, alguien subía a un tejado y empezaba a recitar «El asesinato de Dan McGrew», y más cerca, los barreneros llegaban al clímax y las palomas alborotadas zureaban, hasta que llegaron a la orilla del río, donde el mal afamado Row quedaba arrinconado por formas más respetables de comercio y era posible dar la espalda a la descon____________________tañas, lanzando destellos de luz como declaraciones de inocencia.día ante ellos, con el San Miguel entre ambas, recién salido de las montrolada ciudad eléctrica y encarar la noche inexplorada que se exten
– En Nueva York -dijo Merle- vive un tal Doctor Stephen Emmens. Muchos lo desprecian considerándolo un chiflado, pero no te dejes engañar, porque sabe lo que se hace. Y lo que hace es lo siguien__pieza ate: coge un poco de plata, con una ínfima traza de oro en ella, y em martillearla, a temperatura muy baja, pasándole un baño de lí_quido carbónico para mantenerla fría, y sigue golpeando, golpea día y noche, hasta que poco a poco el contenido de oro, de una forma extraña y desconocida, empieza a aumentar. Al menos hasta alcanzar una pureza de trescientos por mil, y a veces hasta novecientos noven_ta y siete.
– «De una forma desconocida», ya, así es como hablan los estafa_dores.
– Muy bien, lo reconozco. Pero el caso es que no es «desconocida» para mí; lo que pasa es que no me gusta espantar a la gente, a no ser que no me quede más remedio. ¿Sabes qué es la «transmutación»?
– Me suena.
– Como a todos. La plata se transmuta en oro y…, anda, no me pon____________________te de la mano de obra extranjera comones, el argentaurum, una aleación casi al cincuenta por ciento. Y esto -en la otra mano apareció un cristal borroso aproximadamente del tamaño de una Biblia de bolsillo, pero tan delgado como el espejo de una ninfa- es calcita, conocida en este formato particular por una pargas esa cara. El Doctor Emmens llama «argentaurum» a esa sustancia. -Merle sacó una pepita de oro del tamaño de un huevo-. Aquí lo tie Schieferspath, una buena mues_tra pura que conseguí una noche en Creede (sí, todavía anochece de vez en cuando en Creede), de un escocés supersticioso que tenía un nueve de diamantes perfecto que no tuvo el valor de jugar. Mira a través de este trozo de espato como si te asomaras a la ventana de la cocina.
– Vaya, ver para creer -dijo Frank al cabo de un rato.
– ¿No has visto nada parecido en la escuela de minas?
La escena completa no sólo se había doblado y, todavía más raro, vuelto más brillante, sino que de las dos imágenes ahora superpuestas de la pepita, una era de oro y la otra de plata, sin la menor duda… En cierto momento, Merle le quitó de las manos el romboide fino como un barquillo.
– Los hay -comentó Merle- que se enganchan a esta luz espectral.
– ¿De dónde procede? -preguntó Frank en voz baja y aturdida, como si se hubiera olvidado por completo de la pepita.
– ¿El trozo de espato? No viene de por aquí, probablemente sea mexicano, de la Veta Madre, que está por los alrededores de Guanajuato, donde las minas de oro y las de espato van de la mano, como los fri__ca, también se extrae la misma plata para los dólares de plata mexicanos que el Hermano Emmens utiliza exclusivamente en su proceso secreto. Una veta madre al sur de la frontera, de plata preargentáurica, con todo ese espato en las cercanías: no sé si ves adonde quiero ir a parar.joles y el arroz, o eso dicen. Pues de por allí, por extraño que parez
– Pues no mucho. A no ser que me estés diciendo que la doble re_fracción es de alguna manera la causa de esto…
– Sí, ¿y cómo es posible que algo tan frágil e ingrávido como la luz consiga transmutar metales sólidos? Parece descabellado, ¿verdad?, al menos, lo parece aquí, a ras de nuestro humilde suelo, y más aún por debajo, donde todo es pesado y opaco. Pero piensa en las regiones más elevadas, en el Éter que transporta la luz, penetrando en todos los rinco__nes, como el medio donde es posible un cambio como éste, donde la alquimia y la ciencia electromagnética moderna convergen, piensa en la doble refracción: un rayo para el oro, el otro para la plata, podría decirse.
– Podrías decir tú.
– Acabas de verlo con tus propios ojos.
– Sí, he visto mucho más que lo que la gente de Golden hubiera querido que vieran sus ingenieros de minas, lo siento. Sólo espero que no abuses de mi ignorancia.
– Te lo agradezco -dijo Merle devolviéndole el guiño-, así que te contaré una cosa. Con este proceso de Emmens, pese a su coste (y se ha mencionado la cifra de diez mil dólares por operación, pero por descontado, eso es ahora, con el tiempo se abaratará), el material po_dría mandar a la mierda el glorioso Estándar Oro. ¿Y qué pasará entonces con los precios del metal? ¿El Acta de la Plata, y todo el alboroto que conlleva, se abrogó para nada? ¿El oro acabará valiendo lo mismo que la plata más el coste del procesado?, ¿con qué se hará entonces la cruz que crucifique a la humanidad? Por no hablar del Banco de In__dos aquellos a los que han prestado dinero…; al poco, afectará al mundo entero, ¿lo entiendes?glaterra y el Imperio Británico, y Europa y todos esos imperios, y to
– «Y te venderé todos los detalles del proceso Emmens por tan sólo cincuenta centavos», ¿ahí quieres ir a parar? Mi cerebro todavía no está tan deshecho como un pudín, Profesor, y aunque fuera verdad, ¿quién iba a ser tan memo para querer comprar algo de ese argenti-lo-que-sea?
– La Casa de la Moneda, para empezar.
– Ay, Dios.
– Si no me crees, pregunta por ahí. El Doc Emmens lleva vendien__jo defensor del Estándar Oro y secretario del Tesoro. Seguro que el zinc no te habrá desquiciado hasta el punto de no enterarte de lo que todo el mundo ya sabe. Un buen pedazo de nuestra mierdosado lingotes de argentaurum a la Casa de la Moneda estadounidense desde el 97 más o menos, desde la época de Lyman Gage, aquel vie economía se apoya directamente sobre él, ¿qué te parece?