Pasaban por delante de la entrada de un local «apizza». El aroma distraía, casi se diría que atraía.
– Vamos -dijo el Profesor, que, a lo largo del año previo, había pa_sado de un simple tropismo a una pizzamanía avanzada-, cojamos un trozo, ¿te apetece?
A medida que sus relaciones con Scarsdale Vibe menguaban pri____________________sa idea de que podía tratarse de su propia alma, cuyo paradero exacto era dudoso desde 1893.torio Sloane y con el tiempo, a Dios gracias, hasta la nada, Heino Vandeijuice empezó a creer que un par de veces había detectado, en la periferia de su campo de visión, entre la cantería rústica y los olmos susurrantes, un objeto alado resplandeciente, y se le ocurrió la curiomero hasta intrusiones anuales de la nariz del magnate en el Labora
Su conciencia también daba muestras de sensibilidad, como si se recuperara de una congelación. Un día, charlando con el joven Traverse, sacó por casualidad un viejo ejemplar de la publicación cientí_fica británica Nature de una hilera que tenía en la estantería, y lo ho_jeó hasta encontrar un artículo.
– Es de P.G. Tait, sobre los Cuaterniones. Considera que su méri__ca, en cuanto tales, con más de tres dimensiones?». Llamo tu atención sobre el «en cuanto tales».to principal es estar «adaptados únicamente al espacio euclidiano…», porque («ojo» con esto): «¿Qué tienen que ver los estudiantes de físi
– Un estudiante de física, en cuanto cualquier otra cosa, ¿tendría si_quiera necesidad de más de tres dimensiones? -preguntó perplejo Kit.
– Bien, señor Traverse, si alguna vez pensaras en convertirte en esa «cualquier otra cosa», Alemania parecería el destino lógico para ti. La Ausdehnungslehre de Grassinann puede ampliarse a la cantidad de di____________________mensiones infinitas. Su colaborador Minkowski cree que al final las dimensiones se desvanecerán en unllando su «Teoría Espectral», que requiere un espacio vectorial de dimensiones que se quiera. El Doctor Hilbert, en Gotinga, está desarro Kontinuum de espacio y tiempo. De hecho, Minkowski y Hilbert impartirán un seminario conjunto en Gotinga el año que viene sobre la electrodinámica de cuerpos en mo__ríavimiento, por no mencionar la reciente obra de Hilbert sobre la Teo Eigenheit, con vectores por todas partes. ¿No sería, como decís vo_sotros los jóvenes, «justo lo que necesitaba»?
Espoleado por la idea euforizante de que podía por fin hacer al_gún bien a alguien, el viejo sacó como del vacío un ukelele de cierta exótica madera oscura decorada con carey y, después de rasguear una introducción de ocho enérgicos compases, cantó:
El rag de Gotinga
Ponte ya, el abrigo de viaje,
deja a la chica, una nota de despedida,
sube, al próximo barco, con tu pasaje,
y a Ale… maniaaa…
Allí esos profesores están locos,
ni siquiera se cortan el pelo,
pero tienen cerebro, como pocos,
¡espera y veraaás!
En cuanto embarques,
en la línea Hamburgo-Amérique
antes de que te des cuenta estarás de palique
con Felix Klein…, no te preocupes por
el alquiler o la llave de la casa (di:
¡cómo está, Hilbert!, ¡encantado
de conocerle, Minkowski!), tenlo claro,
estudiantillo,
te crees que lo sabes todo, listillo,
pero no has visto nada hasta que vayas… ¡por eso!:
haz esa maleta…,
ve al este, joven yanqui, donde
los sables resuenan, y… y…
el problema de los cuatro colores no es un hueso
sino una broma de colegiales, que coquetean,
brincan y bailan ¡el rag de Gotinga!
– Sí, un lugar maravilloso, casi un hogar para mí, de hecho. Man_tengo un contacto regular con ellos, podría mandarles unas líneas si quieres.
Una zambullida en el Vectorismo avanzado. Sin volver la vista atrás.
– Bueno, supongo que lo que importa es estar ocupado.
El Profesor lo examinó cuidadosamente durante un instante, como si juzgara el grosor de una grieta.
– Funciona con algunos -dijo en voz baja-, pero no es una cura infalible. Cuando suceden tragedias humanas, siempre da la impresión de que los científicos y los matemáticos puedan enfrentarse a la situa__ba pagando.ción con más serenidad que los demás. Pero es probable que sólo se trate de una forma de huir de la realidad, y tarde o temprano se aca
A Kit le costaba llevar la idea hasta sus últimas consecuencias. Que_ría confiar en el Profesor, pero estaba solo. Respondió:
– Sólo procuro resolver un conjunto de problemas cada vez, señor, y no emborracharme demasiado los fines de semana.
Del mismo modo quería confiar en 'Fax, que era un buen tipo de pies a cabeza, pero ver dentro y fuera del campus a tantos desconoci____________________tividad en marcha.billo del ojo de 'Fax, Kit había captado una gama desconocida de acponsable por el que le tenía su padre. Por el rabillo del ojo y por el rasito estupor de sospecha sobre quién sabía qué, o no, que no paraba de ramificarse en sucesivas bifurcaciones, nada de lo cual se explicitaba en voz alta, todo eran circunloquios y brillo de ojos preñados de sentidos ambiguos. En cualquier caso, 'Fax nunca había sido el irresdos de mirada fija, demasiados para tratarse de una coincidencia, le había vuelto receloso. Entre 'Fax y él se había desarrollado un exqui
Resultó que 'Fax estaba sumamente intrigado por la misteriosa torre que se elevaba en la otra orilla del Sound.
– Podríamos acercarnos navegando y echar un vistazo. Podrías pre_sentarme a tu colega el Doctor Tesla.
Durante media hora, siguieron la brisa por la bahía, entre los le____________________zar miradas angustiadas al agua y al cielo.tes de cada plantación. Cuando salieron al Sound, 'Fax empezó a lanchos de ostras Fair Haven marcados con estacas para enseñar los lími
– No me hace ninguna gracia este viento -repetía-. Y la marea está bajando. Mantente atento a popa.
Se les echó encima rápidamente. Hacía nada miraban hacia el este, a los destellos de los relámpagos en los cielos negros que cubrían Connecticut, y al momento casi habían volcado y eran arrastrados hacia la orilla a sotavento de Long Island y la fachada imponente de Wardenclyffe. Al atisbar la torre, que quedaba intermitentemente al des__nado que era cubierto a través de las brumas desgarradas, Kit podría haber imagiempujado por la tormenta a una isla todavía sin cartografiar, en otro océano, pero sólo si hubiera tenido tiempo para ese ensueño, puesto que había que salvar el pequeño yate, ser más listo que los elementos -achicando agua frenéticamente, navegando con el pujamen suelto mientras tuvieron el valor de hacerlo, sin tiempo siquiera para desmontar la botavara-, al tiempo que la gran torre es_quelética se acercaba entre el estruendo marino, como un testigo enigmático y solitario de su lucha desesperada.
Estaban sentados en la «cabaña» de transmisión, un edificio de mampostería diseñado por McKim, Mead y White, mientras poco a poco se hacían a la idea de que seguían con vida y estaban sobre tierra firme y seca otra vez. La esposa de un trabajador les había traído man__trada por la lluvia entraba por unas altas ventanas abovedadas.tas y café que el Doctor Tesla había importado de Trieste. La luz fil