El joven y delgado científico de ojos hipnóticos y bigote a lo Wild West recordaba al Kit de Colorado.
– El vectorista.
– Sigo en ello, supongo. -Kit hizo un gesto sobre el Sound, hacia Yale.
– Lamenté la defunción del Profesor Gibbs. Le admiraba mucho.
– Espero que allá donde esté sea mejor que esto -dijo Kit, sin pen_sárselo mucho, pero comprendiendo casi un segundo y medio más tarde que también había querido decir mejor que Yale, y que había pen_sado en el alma difunta de Webb.
Cuando Kit le presentó a 'Fax, Tesla se puso serio.
– Encantado, señor Vibe, he tenido tratos con su padre apenas más cordiales que con el señor Morgan, pero el hijo no es el guardián del billetero del padre, como decimos en Granitza…, de hecho, como no decimos, porque, en la vida de cada día, ¿cuándo es posible que se dé el caso?
Por encima del agua y a su alrededor, la tormenta bramaba desa__sibles jovencitas, de las caricias que había recibido recientemente de las alas del Silencio y se sentó a escuchar sin un parpadeo las palabras de Tesla.tada. Kit, temblando, se olvidó de Rotacionales y Laplacianos, de po
– Mi tierra natal no es un país, sino un artificio de la política ex____________________taba situada sobre la costa adriática, en la cordillera Velebit, donde ciertos lugares eran mejor que otros para… ¿cómo las llamaría?, para experiencias visuales que podrían ser útiles.litar» y por nosotros como Granitza. La ciudad era muy pequeña, esterior de los Habsburgo, conocido por algunos como «la Frontera Mi
– Visiones.
– Sí, pero uno tenía que estar en plena forma mental o serían sólo alucinaciones de uso limitado.
– En las San Juan siempre lo atribuimos a la altitud.
– En Velebit, los ríos desaparecen, fluyen subterráneos durante ki____________________tero la gigantesca terminal toroidal, sesenta metros más arriba, cia arriba, a las nubes de tormenta actuales, que casi ocultaban por endo, algo que requirió una descarga eléctrica de cierta potencia para que se desencadenara. En ese momento, todo esto -hizo un gesto hapezó a llover. Comprendí que algo enorme se había estado preparanmasiado rápido mi último cigarrillo. Hasta que el gran estallido de un relámpago surgió de ninguna parte, el cielo se abrió de golpe y emnos, ¿por qué no también de otras ciencias? Un día, mientras paseaba por esas montañas, el cielo empezó a oscurecerse, las nubes eran cada vez más bajas, encontré una cueva de piedra caliza, entré y esperé. Cada vez se oscurecía más, como si se acercara el fin del mundo, pero ni una gota de lluvia. No lo entendía. Me senté e intenté no fumar delómetros, vuelven a emerger inesperadamente, descienden al mar. Por tanto, bajo tierra se extiende una región entera sin cartografiar, una forma de acceso a lo Invisible de la geografía, y, debemos preguntarcuyo armazón abierto formaba una cobertura de acero que parecía una seta- era ya inevitable. Como si el tiempo hubiera sido eliminado de todas las ecuaciones, el Transmisor Amplificador ya existía en ese momen__tor Trabajando. A los periódicos no puedo contarles lo que significó aquel momento de simple espera. Se supone que debo serto, completo, perfeccionado… Desde entonces, todo lo demás, cuanto han leído en la prensa, no es más que interpretación teatraclass="underline" el Inven consciente_mente científico, mostrar sólo virtudes que atraigan a ricos patrocinado__cia, me echarían a patadas.res: actividad, rapidez, sudor edisoniano, obcecación, oportunismo… Si les contara lo mucho que en realidad dista el método de la concien
Asaltado por una repentina inquietud, Kit miró a 'Fax. Pero su adormilado compañero de clase no mostró ninguna reacción, a me_nos que, como los demás Vibes de este mundo, sólo fingiera estar semi-consciente.
– Llevo bastante tiempo frecuentándolos, Doctor Tesla. No tienen ni idea de qué hacemos ninguno de nosotros.
Si hubiera esperado un instante más, esa expresión de solidaridad habría quedado ahogada por un trueno parto que restalló en algún punto sobre la bahía de Patchogue mientras la tormenta, tras cruzar la isla, se retiraba mar adentro. Los trabajadores iban y venían, la co__meda y humo de cigarrillos, podría haber sido una jornada laboral cualquiera de Long Island, con napolitanos y calabreses jugando a la cinera se presentó con otra cafetera llena, la «cabaña» olía a ropa húmorra bajo los aleros chorreantes, carretas que llegaban con madera y vigas de acero, mientras los sopletes escupían silenciosas llamas de in_tensidades azules bajo la lluvia.
Había mucho sitio, y los jóvenes fueron invitados a quedarse. Tesla se pasó más tarde a desearles buenas noches.
– A propósito, en Colorado, aquellas modificaciones que comen_tó sobre el transformador. Usted tenía razón en todo, señor Traverse. No tuve ocasión de agradecérselo.
– Lo ha hecho ahora. Con intereses. En cualquier caso, estaba muy claro lo que usted quería. Las curvaturas tenían que ser las correctas y construirse con la forma exacta.
– Ojalá pudiera ofrecerle un empleo aquí, pero… -Hizo un gesto con la cabeza hacia 'Fax, que parecía dormido.
Kit asintió con rostro sombrío.
– Puede que ahora no lo crea, señor, pero así usted sale ganando.
– Si hay algo que…
– Esperemos que lo haya en el futuro.
A la mañana siguiente, los chicos se fueron en una carreta del mer____________________nas cantinas de los cruces.tatas y coles, pepinos y nabos, a lo largo de la polvorienta y ruidosa carretera de North Hempstead, parándose de vez en cuando en algucado que se dirigía a Nueva York. Colfax parecía observar a Kit con más atención de la habitual. Viajaron traqueteando entre sacos de pa
– A estas alturas habrán salido grupos de búsqueda -supuso 'Fax.
– Claro. Si se tratara de mi hijo, habría sacado ya la Flota del Atlán_tico entera.
– No por mí -replicó 'Fax con insistente mal humor-; por ti.
De golpe Kit vio, como iluminado por una lámpara de arco, su ca_mino de salida del sendero poco prometedor que había tomado.
– No habría sido muy difícil quitarme de en medio, 'Fax. Podrías haber hecho una de esas «trasluchadas del North River», olvidarte de decir «Agáchate» y que la botavara hiciera el resto por ti. Debe de pa_sar todos los días en el Sound.
– No es mi estilo.-'Fax se ruborizó y pareció tan sorprendido que Kit supuso que, sin duda, había plantado la semilla-. A lo mejor, si fueras un poco más cabrón…
– Entonces sería yo el que te tirase por la borda, ¿no?
– Bueno, uno de los dos debería ser un poco más mezquino, en lugar de ser infelices ambos.
– ¿Quién? ¿Yo? Si soy tan feliz como una almeja al vapor de Long Island, ¿de qué estás hablando?
– No lo eres, Kit. Ellos saben que no lo eres.
– Vaya, y yo que creía que era la alegría de la huerta.
'Fax esperó, pero no mucho, antes de mirarle directamente a los ojos.
– Les he estado informando, ¿sabes?
– ¿Sobre qué?
– Sobre ti. Qué haces, cómo te sientes; han estado recibiendo in_formes regularmente, desde el principio.
– Informes tuyos.
– Míos.
Ni sorprendido ni dolido, pero dejando que 'Fax creyera que lo estaba, dijo:
– Vaya, creía que éramos socios, 'Fax.
– No he dicho que me resultara agradable.
– Umm.
– Estás enfadado.
– No, no. Estoy pensando… A ver, imaginemos que les cuentas que me perdí ayer en la tormenta…
– No se lo creerían.
– ¿Me buscarían?
– Tendrías que esconderte cojonudamente bien, Kit. La Ciudad tal vez te parezca fácil, pero no lo es. Tarde o temprano confiarías en la persona equivocada, en alguien que bien podría estar en nómina de mi padre.